¿Chau mar de hecho y en derecho, y ahora?

Jorge Lizarraga Torrico

Este próximo 23 de marzo se recordará el 145 aniversario de nuestra privación libre y soberana al acceso al mar, merced a una intervención armada, sin previa declaratoria de guerra, de parte del gobierno de Chile el 23 de marzo de 1879, fecha pertinente para reflexionar de una vez por todas sobre el tema marítimo para Bolivia.

Somos conscientes que cada 23 de marzo se rememora aquel fatídico hecho, como protesta por la invasión a territorio boliviano por tropas chilenas en 1879, fue así que a partir del 24 de abril de 2013 el Estado boliviano, presentó la demanda ante la Corte Internacional de Justicia, máximo organismo judicial de solución de controversias del sistema de las Naciones Unidas, cuyo fallo se sabía era inapelable, y de cuyo organismo recibimos un revés nunca imaginable el año 2018, del que nunca lograremos recuperarnos, pero buscando culpables, dónde están?

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Es de conocimiento jurídico, que cuando se somete a un órgano Jurisdiccional, en este caso del Derecho Internacional un tema de transcendental importancia, tenemos que no solo confiar que el pronunciamiento será en Derecho y Justicia, sino que su fallo será jurídicamente inapelable,  por lo cual las estrategias a crear tendrían que ser conducidas a reconocer que es posible el fracaso o el triunfo, sin embargo todos fueron altamente optimistas al principio y luego del fallo aun siguen creyendo que el Ada madrina bajara del cielo y abrirá una luz de esperanza a algo que no tiene sentido jurídico continuar reivindicando.

Recordemos que el Art. 267 de la NCPE establece que el Estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al océano Pacífico y su espacio marítimo y que además la solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano.

Respecto a este art. Constitucional, dos aspectos a tomar en cuenta: primero, parte de la aprobación por referéndum el 2009, año que evidentemente tenía sentido jurídico, político, social y económico el demandar una reivindicación marítima, “aun pensado particularmente que esa no era la línea o vía para actuar, por sus consecuencias, y segundo, luego del revés jurídico internacional el 2018, ¿qué grado de convicción uno puede tener sobre esos preceptos reinvindicacionistas, cuando en realidad se dijo chau mar de hecho y en derecho?

Hablar del tema marítimo es muy sensible, aun así, se debe hablar y de frente al pueblo y convencernos de que cumplir el art. 267 de la CPE es errado, porque estaríamos a merced de las decisiones de otros Estados de que por diestra o siniestra se autorice el resquebrajamiento de su soberanía y eso más en Latinoamérica es prácticamente imposible y/o la irrenunciabilidad e imprescriptibilidad han sido vapuleados de hecho y derecho, por lo tanto, qué sentido tiene?

Felizmente y para mi descargo debo reconocer que el tema marítimo y la opinión vertida sobre el mismo siempre estuvo orientado a encontrar soluciones jurídicas a partir de propuestas razonables frente a este diferendo entre Estados, bien desde el 2003 con mi defensa de tesis de grado, pasando por mis propuestas en mi calidad de ex representante diplomático de Bolivia e incluso haberme enfrentado en discusión con quienes otrora fueran los expositores máximos de la demanda internacional, a quienes finalmente se les pidió en diciembre 2017, que frente a la cercanía del fallo, al menos piensen en el discurso del ex mandatario y así se pudiera dar explicaciones justificadas y objetivas al pueblo boliviano n caso del fallo negativo a nuestros intereses, recibiendo evidentemente de todos los jerarcas su desaprobación y soberbia  ensimismada de que el fallo iba a ser positivo para los intereses del Estado, pero al final que paso?

Como un boliviano cualquiera, como un boliviano convencido de que el pasado debe ser recordado por que es parte de la vida, lo principal pienso, es el presente y futuro por el bien de futuras generaciones, por lo que particularmente creo el tema marítimo es el menor de nuestros problemas, porque vivimos sin él, más de 140 años, y que además este puede ser ampliamente resuelto cuando nos quitemos la máscara reinvindicacionista y comencemos a pensar en nuestros intereses como País, y lo digo no porque no me sienta boliviano, que lo soy como una de las más de 154 variedades de papa, sino porque de hecho y por derecho nos quitaron la ilusión de pensar en retornar con soberanía al mar, por lo cual para que desgastarnos más. ¿Además, las Instituciones públicas de reivindicación marítima que hacen? Qué sentido tiene que continúen, ¿qué logros han obtenido?

Dicho lo anterior, porque no mejor pensar en estrategias de integración del cono sur, políticas de afianzamiento del comunitarismo regional, ¿porque no pensar en estratagemas que nos unan más con nuestros hermanos chilenos o peruanos?, porque no convencernos que juntos seremos mejores que separados, ¿que nuestros intereses son sus intereses? y de esa forma construir países altamente fortalecidos?

Dos reconocidos e ilustres profesionales bolivianos que tuve la maravillosa oportunidad de conocer y aprender mucho de ellos, me dijeron un día: Felipe Tredinnick y Jorge Siles Salinas: “Si los políticos reconocieran y admitieran lo importante del proceso de integración para nuestro país, jamás llegaríamos a desgastarnos como nos estamos desgastando con Chile”; “nuestra constitución no dice nada de la reivindicación pero si la expusiera, como resolveríamos el problema si jamás dependerá de nosotros el retornar al mar cautivo?.

 

Jorge Lizarraga Torrico

Es licenciado en Derecho y ciencias Jurídicas, MBA Universidad de Chile, Master en Derecho de la Universidad de Alcalá de Henares, Master en Relaciones Internacionales Euroinnova y Post Grado en Relaciones Internacionales Universidad de Nebrija y PhD en Derecho de la Universidad Rey Juan Carlos.

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