La Política Exterior en análisis
La ruptura de relaciones con Israel -por el inaudito genocidio que lleva a cabo en la franja de Gaza- ha dado lugar a que algunos exponentes de la derecha en nuestro país se pronuncien nuevamente sobre la política exterior de Bolivia, pretendiendo dar lecciones acerca de cómo debe comportarse la cancillería boliviana. Esta vez no se han atrevido a hacer mucho escándalo por la postura boliviana contra Israel, porque saben que su pretensión falsa de ser defensores de los derechos humanos se vería -una vez más- ridiculizada. Sin embargo, no han dejado de expresar sus opiniones interesadas.
La derecha boliviana, que no ha logrado jamás formular algún criterio que sea tomado como punto de referencia en el debate internacional, posa de experta en política exterior, sin que se sepa a cuenta de qué presumen de esa expertiz. En contrapartida, la idea del Estado Plurinacional se debate en el mundo y, les guste o no, muchos la ven en el exterior como una posibilidad para solucionar sus problemas. En Chile, Ecuador y España, por ejemplo, se ha visto el tema con interés. Obviamente estas son posiciones de izquierda y en el exterior el interés se manifiesta también en esos mismos sectores. Por su lado, la derecha internacional no tiene nada que recoger de sus pares bolivianos. Por el contrario, la derecha boliviana no sabe más que repetir lo que dicen sus mentores en el exterior.
Ahora bien, los “expertos” bolivianos en relaciones internacionales, al pretender cuestionar la política boliviana referente a Israel, han señalado que nuestra política exterior debería formularse teniendo en cuenta los intereses de Bolivia. No lo dicen, pero está implícita la idea de que Bolivia no gana nada rompiendo relaciones con el Estado infanticida de Israel. Por el contrario, señalan que podríamos estar perjudicando nuestras relaciones con Estados Unidos. Entonces la pretendida pose de defensa de los derechos humanos se esfuma, lo que demuestra que esa postura no es principista, más bien es exclusivamente interesada.
Ha habido quienes, desde esta postura incluso han querido fundamentar sus puntos de vista en teorizaciones y recurren a una añeja visión, propagada obviamente desde el mundo liberal anglosajón, sobre la teoría realista de las relaciones internacionales. En este esquema se asume que los Estados se relacionan entre sí buscando exclusivamente promover sus intereses, de tal modo que la relación que un Estado adopta frente a otro está destinada solamente a favorecer algún interés propio del Estado. Más aún, en esta perspectiva, se desecha la idea de que los Estados adopten posiciones “ideologizadas”, alineándose con otros Estados simplemente por afinidades ideológicas. Esas posturas, según los dizque “expertos”, no benefician a los Estados, simplemente los convierten en apéndices de otros Estados. Hay que tener cara dura- comentamos nosotros- para sostener que están pretendiendo una política independiente de otros Estados siendo que siempre han sido, son y lo seguirán siendo, marionetas del Imperialismo. Al respecto, dicen nuestros “expertos” que esos conceptos de “Imperialismo”, “descolonización” y soberanía” son muestras de una ideologización que “le hace mucho daño” a la política exterior de un país.
El esquema, como se puede ver es muy simplón, y está lleno de contradicciones. Pretenden que se asuma que son defensores acérrimos de los derechos humanos, sin embargo, cuando de defender intereses propios se trata, los derechos humanos desaparecen del discurso. No importa, para ellos, que se esté llevando a cabo uno de los genocidios más espantosos de la historia de la humanidad, lo importante es que los Estados, con quienes podamos realizar buenos negocios, no nos vean mal.
Por otro lado, cuando sostienen que un Estado debe por sobre todas las cosas defender sus intereses, no queda claro quién va a definir cuáles son los intereses del Estado en cuestión. Obviamente se están refiriendo a los buenos negocios que pueden hacer sus clases empresariales. No hay ni asomo de pretender que el Estado asuma su soberanía, como un interés básico. Si los negocios implican someterse a los dictados de los Estados poderosos, pues, eso está muy bien para ellos. Eso quiere decir, que ni siquiera son consecuentes con su premisa básica: el interés del Estado.
El tema de la “ideologización” muestra también otra faceta de sus incoherencias. Nos hablan de un alineamiento con el “mundo libre”, con la “democracia” y contra las “dictaduras” y el “terrorismo”. En este aspecto, me cabe una duda: ¿realmente piensan que somos tan estúpidos para creer que ese no es un planteamiento ideologizado? O más bien ¿ellos son tan ciegos que no pueden ver la ideología detrás de eso? Todo esto muestra que la objeción más importante que tienen hacia una política exterior soberana e independiente, es decir que estuviera ideologizada, no es más que una tontería, puesto que sus propuestas de alineamiento son tan ideologizadas como cualquier otra, puesto que hablar de planteamientos desideologizados es lo mismo que hablar de planteamientos sin ideas. Quiérase o no, las ideologías permean toda la actividad del ser humano, estemos o no consientes de eso.