Desde Venezuela, el embajador boliviano Sebastián Michel:

“No podemos subordinarnos a las imposiciones ni de EEUU ni de China”

Drina Ergueta

Pese al bloqueo, Venezuela se recupera y su economía creció un 17%. La realidad venezolana no es como la muestran los medios, especialmente en épocas electorales. Nunca va a funcionar que a tu vecino le vaya mal porque al final eso lo pagamos todos. Tras las presiones norteamericanas, varios países se replantearon el sentido de la OEA.

Hay un cordón umbilical que une hace 200 años a Bolivia con Venezuela: el primero, lleva el nombre de Simón Bolívar y el segundo es la cuna del Libertador. Ambos países, en las últimas décadas, han mostrado una unión particular por el tipo de gobiernos que tienen y que, además, les ha llevado a enfrentarse, en diferentes grados, a una potencia que, según se ha dicho, considera a Latinoamérica su patio trasero: Estados Unidos.

Con Estados Unidos, Bolivia tiene hoy una obligada buena relación; pero no es de subordinación hacia esta potencia global. Lo mismo pasa con China, que es el directo competidor en la geopolítica norteamericana, señaló el embajador boliviano en Venezuela, Sebastián Michel, en una entrevista con Bolpress.com, donde hizo un repaso de la situación venezolana, su relación con Bolivia y la tesitura de las iniciativas de integración latinoamericanas, en las que la política estadounidense tiene mucha influencia y condicionamientos.

Es que Estados Unidos, que ha permanecido atento al Medio Oriente en las últimas décadas, al parecer ha vuelto los ojos hacia Latinoamérica y a sus recursos, tal como lo mostró la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, generala Laura Richardson. En tanto que Bolivia hace poco firmó un acuerdo para la explotación del litio con el consorcio chino CATL BRUNP & CMOC (CBC). (Ver: Litio y armas ponen a Bolivia en el centro de la pugna entre EEUU Vs. China y Rusia) “En comparación con Estados Unidos, China nunca nos ha dado golpes, nunca nos ha hecho daño, sí; pero tampoco nos va a condicionar nunca”, afirmó el Embajador.

Michel, abogado e técnico agrícola, fue viceministro en el gobierno de Evo Morales y luego embajador de Bolivia en Venezuela por ese gobierno, cargo que retomó en la gestión de Luis Arce. Habló de los diversos escenarios institucionales de integración latinoamericana y las tensiones que se han suscitado en los últimos años debido a posicionamientos en los que Estados Unidos ha ejercido mucha presión, como el caso de cuando entre varios países “se ha discutido al interior y en reserva la pertinencia y sentido de la OEA” (Organización de Estados Americanos).

El entrevistado hizo una detallada explicación y recuento de las olas migratorias bolivianas hacia Venezuela y también explicó algunos pormenores de la reciente migración de venezolanos en Bolivia, y su raíz en el bloqueo económico tras la posterior crisis de este país que en su momento fue uno de los más boyantes de Latinoamérica. Hoy vuelve a levantar cabeza con un crecimiento económico del 15%. (Ver: Crecimiento económico que espera Venezuela para 2022)

Sebastián Michel, en varios momentos de la entrevista con Bolpress.com

 

Embajador, ¿cómo es y cómo está la relación entre Bolivia y Venezuela?

Es muy buena, es una relación histórica que siempre ha sido muy buena y que va a cumplir 200 años. Hay una institucionalidad que se ha construido y en Venezuela encontramos un presidente que fue el primero en el mundo en pronunciarse sobre nuestra mediterraneidad. (Ver: Presidente Maduro quiere bañarse en una playa de Bolivia tal cual quiso Chávez)  Tenemos presidentes venezolanos que durante el Siglo XX nos han apoyado permanentemente. Hemos tenido exitosos procesos de integración con Venezuela, pasando por el Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), la CAF (Comunidad Andina de Fomento), el Alba (Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América), del Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas)… Iniciativas integracionistas muy buenas y una relación bilateral exitosa, pese a la distancia hacia un país que, en tres tandas migratorias, nos ha acogido con mucho cariño: en 1932, nos han recibido en 1952, más tarde del 67 al 80 y creo que todavía tenemos un camino importante que recorrer en este nuevo orden en el que está avanzando el mundo.

Viviendo usted en Venezuela, estando allí, ¿cómo se ve el país?, porque en Bolivia a veces se lo representa en situación fatal y, según desde qué sectores, Venezuela es un país terrible. Se lo compara y se advierte: “Vamos a estar como Venezuela” ¿Cómo está Venezuela?

Para empezar, Venezuela tiene una acumulación de infraestructuras y de capitales de desarrollo muy importante y condiciones naturales muy relevantes, tienen mucha riqueza hidrocarburífera, aurífera y gasífera y una infraestructura en caminos, en aeropuertos y puertos que le permite ser un país que fácilmente se recupera. Te pones a pensar, no es fácil que te cierren todas las cuentas en el planeta, que nadie te quiera pagar, que prohíban a todo el mundo negociar contigo y que, aun así, este año haya crecido un 17%.

Entonces, yo creo que hay algo que es característico en las charlas con cualquier diplomático de Europa, de Asia, de África o del resto de América Latina: es saber que lo que pasa en Venezuela y lo que piensan de ella es totalmente distinto y, peor todavía, que en los medios de comunicación de nuestros países es totalmente distinto lo que dicen de Venezuela y lo que pasa en la realidad venezolana. Yo creo que, con esto, se está creando un sentido común entre todos diplomáticos en Venezuela y que además es una tarea que estamos cumpliendo todos: tratar de que es esa ficción y la realidad puedan acercarse un poquito. Es parte de los desafíos de la diplomacia en los que todos estamos en este momento.

Entonces, si Venezuela no es ese mal ejemplo, ¿en qué sí sería bueno que nos pareciéramos? 

No, no, no. No es bueno que empecemos a reproducir políticas, hemos visto que no funcionan siempre, las recetas de los 80s, por ejemplo, no han funcionado; pero, yo creo que sí tenemos algunos sentidos comunes de aprendizaje ¿No? El primer sentido común: de que cuando sobre ideologizamos la política exterior, y la gente enloquece queriendo hacer daño a un país, en realidad nos hacemos daño entre todos los vecinos. Nunca va a funcionar que a tu vecino le vaya mal, que esté fregado, que no tenga recursos, que se estimule su emigración o tratar de que lo bombardeen. Nunca va a ser una buena receta, nunca, porque al final el problema lo pagamos absolutamente todos. (Ver: El búmeran bolivariano)

Segundo elemento: cuando hay economías tan complementarias como las que podríamos tener dos países, Venezuela y Bolivia, que tenemos una experiencia, cuando tenemos un recurso de gas como tiene Bolivia y cuando hay un recurso acumulado que no se está utilizando como tiene Venezuela, tendría que ser una relación casi natural que podamos hacer cosas juntos ¿No? Así como Venezuela tiene esta capacidad de estar en todo el continente, los demás países estaríamos en la capacidad de instalarnos un poco más en Venezuela, con empresas estratégicas, electricidades, gas, banca y otros.

El tercer elemento: el nuevo orden te está hablando de que tus transacciones financieras, de que tus bancos no son seguros, o sea, tú como país, puedes poner tu plata en Inglaterra o puedes poner cualquier otro sistema financiero europeo y de repente se les ocurre que esa plata es bienvenida pero cuando la vas a buscarla ya no te la dan ¿No? Bueno, es bienvenida la plata, pero usted no para sacarla, se queda acá. Y, peor, cuando tú tienes que hacer un pago y quieres una transacción y la transacción no se te permite por razones ideológicas. Entonces cada vez se hace más una necesidad hacer alto. Hemos ido achicando la perspectiva y en ese sentido me parecía interesante la propuesta de Luiz Inácio Lula da Silva, de tener una moneda regional donde todos podamos tener un sistema de pagos único, de compensaciones únicas, pero ahí ya va habiendo recelos de los bancos centrales o también presiones internacionales, como que: “para que la moneda única no se debilite” no podemos tener nuestra propia moneda única.

Yo creo que, en los próximos 10 años, el código swift que se usa en todos los bancos del mundo para hacer las transacciones va a empezar a ser un swift solamente de una región, o sea: Norteamérica, Sudamérica, Europa, yo creo que el mundo árabe va a empezar a cuidar mucho más su sistema financiero y empezar a creer más en su propia banca y en su propio mecanismo de compensaciones de transferencias; yo creo que Eurasia van a abrir su propia forma, su propio mecanismo para tener sus códigos más seguros. Entonces nos vamos a quedar con sistemas financieros fragmentados, tal vez nos vayamos a quedar subsumidos en el swift del sistema europeo-norteamericano o si, como región, vamos a poder tener nuestro propio cuidado para guardar los recursos de nuestros estados y, por supuesto, también garantizar el comercio y las transferencias que son importantes para sobrevivir en un mundo que te pide intercambios financieros. (Ver: La soberanía monetaria vuelve a escena)

¿Cómo ve la situación en Latinoamérica?, justamente en ese sentido de establecer acuerdos, de crear espacios comunes, dado que también hay ciertas situaciones de polarización en los países y entre países, que están algunos alineados a un lado y otros al otro.

En las últimas décadas no ha habido problemas en Latinoamérica, salvo el problema histórico de Cuba, no ha habido situaciones muy fuertes. Excepto con Brasil en su momento, excepto Colombia, normalmente existe un sentido común, casi sin importar la ideología, de que las sanciones financieras contra Cuba son realmente un abuso, un exceso, y son una causa central de tantas carencias que puede haber en un momento en la isla. Con menor amplitud, las sanciones a Venezuela también son parte de un rechazo permanente en la política exterior de América Latina y cada vez la visión es más amplia y yo creo que hoy hay una normalización que vive el continente.

Hemos tenido un pequeño periodo de gobiernos que llegaban sin el voto popular: Brasil, Paraguay, Honduras y Bolivia, y poco a poco ha ido normalizándose. Entonces, en la medida en que se ha ido normalizando las relaciones de Latinoamérica con Venezuela han ido mejorando: Colombia ha reanudado relaciones con Venezuela, Brasil está reanudando relaciones, Perú las ha reanudado y hasta el momento de hoy se mantienen vigentes, básicamente Uruguay ha mantenido su relación diplomática permanente, Chile tiene vigente y está renovando embajador, México ya ha nombrado embajador y Honduras también. Entonces, la relación fluida de los países tiene una mejora permanente y ojalá que esta relación se traduzca también en comercio. Colombia, por ejemplo, ha cerrado todas sus fronteras, solamente están las fronteras ‘trochas’ que les llaman porque son falsos pasos oficiales; pero aún, así, hasta ahora no se ha recuperado lo que había antes del 2018.

Foto de familia de la última reunión del Celac, realizada en Montevideo el 24 de enero de 2023. Foto: ABI

 

¿Qué pasos harían falta ahora para lograr una unión mayor, algo estable?, además porque lo que pasa es que cambian los gobiernos y a veces se rompen estos acuerdos internacionales, como en su momento el Alba, que parece que florecen en un momento y luego se marchitan.

Hay algunas diferencias en cada uno de los espacios ¿no? Celac ha agarrado mucha fuerza como foro, como foro político del más alto nivel, no hay presidente que no asista a Celac. Eso, el primer elemento, aunque no hubo suficiente consenso para darle un grado de institucionalidad que se convierta en factor de decisiones económicas en la región, por más que su nombre es comunidad económica para los estados, o sea, la idea ha sido económica, pero ha terminado siendo un foro político importante. (Ver: Lula da Silva en Montevideo: «Creo en el multilateralismo y quiero fortalecer Mercosur, Unasur, Celac y pelear por una nueva gobernanza mundial»)

Segundo, tenemos un proceso de integración antiguo, como es la OEA (Organización de Estados Americanos), pero que ha degenerado, a partir de una torpeza de un secretario general, los resultados son “a ver cuántos países van quedando fuera”. Al final, la madurez de crear un espacio de integración ha sido firmado por todos los países prácticamente sin excepción, yo creo que básicamente en Argentina, en Chile, en Colombia, en Bolivia, se ha discutido al interior y en reserva la pertinencia del sentido de la OEA porque no ha servido para que el pluralismo se pueda manifestar allí (Ver: Consejo Permanente de la OEA acuerda «no reconocer la legitimidad del período del régimen de Nicolás Maduro») ¿Cómo hacer funcionar el pluralismo? Por ejemplo, teníamos algunas normas en Unasur: la norma de que todo tenía que tomarse por consenso, si había disenso no iba. Eso era para garantizar si había una minoría, en ese momento la minoría era Colombia, el único país no progresista.

Tercero, tenemos la comunidad de estados iberoamericanos (CIN-Comunidad Iberoamericana de Naciones) donde podemos asistir con países importantes de Europa, como ser Portugal, España, para que podamos tener una relación entre países que tenemos la lengua en común, sea castellano o portugués, y es un espacio que va tener una reunión en marzo, en Santo Domingo, y hay que ver qué de importante en este nuevo escenario global se puede destacar de esta comunidad. Es importante en sentido de que es un espacio que tenemos todos los países de Iberoamérica para encontrar algunos espacios de diálogo sobre temas migratorios, de regulación, pero también de comercio. Son espacios que no hay que despreciar en ningún momento.

Y cuarto, el más importante es Unasur, que hay que ver cómo se revitaliza, si es que hay que revitalizarlo. Hay países que se fueron de Unasur por razones ideológicas y crearon el Prosur (Foro para el Progreso de América del Sur) que básicamente en este momento queda solo Ecuador, imagínate. (Ver: Pro-Sur: La destrucción de Unasur) Pero tampoco se trata de que se sientan menos, de que se les haga sentir que perdieron, sino de repente buscar más una fusión de los dos procesos de integración y vayamos adelante.

Pero lo más importante de esto es que hay muchos espacios de integración, cada uno tiene su utilidad, lo más importante es que estos espacios empiecen a conseguir derechos para las personas. Por eso, cuando un gobierno quiera destruir algo, sea la gente la que salga a defender su derecho, porque si no tienes, en estos espacios de integración, bolsas que benefician a la población nadie va a defender esos procesos, son foros presidenciales que al final van a quedar sin defensa.

El embajador boliviano Sebastián Michel, durante la entrevista.

 

¿Qué derechos podrían ser?

Por ejemplo, el libre tránsito en toda la región; la libre residencia, sólo tramitarla sin necesidad de esperar; al menos en América Latina que todos tenemos cierta equipotencia entre todos, sistemas de salud parecidos, que tengamos derecho a la salud en cualquier lugar; de que tengamos derecho a la convalidación de títulos profesionales en cualquier lugar; de que tengamos permiso para trabajar en cualquier lugar de Sudamérica.

Bueno, esto es como un ideal ¿cuánto hay de avance en ese sentido?

Hay avances que se han quedado ahí, en el bloque, porque obviamente hay un temor a la integración latinoamericana y son justamente a los que más les cuesta integrarse, y estar integrados como en Europa, que dicen que lo mejor es ir paso a paso, cosa que nunca se vaya consolidando, y siempre hay países que tienen una especie de devoción por hacerles caso y caerles bien ¿No? Porque ahí se trata de tener una cédula de identidad latinoamericana única, que nos permita manejar y tener acceso a todos esos servicios de salud y educación en cualquier lugar de Latinoamérica sin mayores dificultades.

¿Cómo ve la actual relación de Estados Unidos con Latinoamérica? Ahora que Estados Unidos está cambiando su mirada que anteriormente la tenía puesta en el oriente medio y ahora está volviendo los ojos más a Latinoamérica y a sus riquezas, se habla del triángulo de litio donde Bolivia tiene un papel fundamental.

Es una relación importante porque es una de las grandes potencias del mundo, no solo por su influencia militar, por su influencia económica, su moneda es demasiado importante en la región, tiene también una gran influencia cultural y están al lado, están en el mismo continente que nosotros. Entonces, eso nos obliga a tener una buena relación, positiva, con ellos, sabiendo que ellos no siempre han actuado de forma positiva.

La transparencia de cierta información clasificada estadounidense, cada cierto tiempo, se va ventilando en su propio sistema político. Allí es cuando la gente pudo escuchar una grabación que reveló que durante la presidencia de Richard Nixon se hablaba de hacer un golpe a Juan José Torres, y se observa cómo se definen los golpes en Bolivia (Ver: Nixon: “¿Qué es lo que necesitamos (en Bolivia)? ¿Un golpe?”). Tienen un antecedente negativo y no se pueden enojar de que nosotros tengamos desconfianza porque históricamente así lo han demostrado. Pero, aun así, con desconfianzas, es importante tener una relación positiva. No hay forma de tener una política al margen de ellos, entonces una política exterior tiene que contemplar que estamos en una misma zona geográfica y que tenemos que tener una relación diplomática con ellos. Por eso es que Bolivia no ha roto una relación diplomática con ellos, no tenemos embajador, pero sí embajadas y seguimos teniendo relaciones diplomáticas.

Imagen del entonces presidente de EEUU Richard Nixon conversando con Henry Kissinger, exsecretario de estado norteamericano. Abajo, parte de la conversación transcrita.

 

Relación con Estados Unidos, sí, pero también sabiendo que no podemos ser subordinados a los caprichos de una potencia. Con mucho respeto, tenemos que hacerles saber que no estamos dispuestos a esos caprichos. Ejemplo, no vamos a ir a una cumbre donde ellos deciden a quién invitar y quién no en América Latina, nosotros no vamos a ir bajo esas condiciones. No vamos a ir cuando Estados Unidos decide quién es de Latinoamérica y quién no, o quién cumple sus parámetros y quién no. Vamos a ir a una cumbre donde estemos todos. Es muy importante para nosotros la relación con ellos, el mercado con ellos, y ojalá hubiera preferencias arancelarias con ellos, pero eso no significa que vamos a ir a votar para sancionar a un país porque a ellos les parece que es pertinente, no vamos a seguir haciendo daño a un país como Cuba porque a ellos les parece que hay que castigarlos, no vamos a seguir sancionando a Venezuela para que los niños no reciban medicinas, no reciban alimentos.

Hay buena relación con ellos, pero bajo ningún concepto subordinación a su poder imperial. Pero tampoco hay que ser un país que se le ocurre que hay que estrellarse todo el tiempo con ellos, en la historia de la humanidad no hay casos en que hayan traspasado un imperio y lo hayan destruido, todos los imperios se caen solos, degeneran, el mundo comienza a tener más cuidado, las conductas molestan, los abusos molestan y hay un momento en que empiezan a debilitarse. Pero, tampoco hay que subordinarse, hay que tener una posición de estado digna y saber lo que es bueno y lo que es malo, no sólo con Estados Unidos, sino también con cualquier potencia.

Justamente, ahora, China tiene mucha mayor influencia en Latinoamérica, en África, en muchos espacios por los que está en pugna con Estados Unidos, por el comercio y poder. El tener esta mayor relación con Latinoamérica, ¿cómo se refleja en la relación entre Latinoamérica y Estados Unidos? Lo digo, también, por el tema del litio, en el que Bolivia firmó un convenio con una empresa china ¿Qué perspectivas hay en ese sentido, hay más riesgos?

Es exactamente lo mismo, no hemos tenido dificultades con China que tiene una creciente influencia en el mundo. No existe país que no vea en China un mercado llamativo, es un mercado de alto consumo, han logrado superar la pobreza, la clase media china no es la de 1950-60, es una China que ha logrado superar los niveles históricos de pobreza que traía desde parte del imperio chino, desde la primera parte de la revolución nacionalista china, de la revolución comunista, hoy es una China que consume, que produce tecnología, que tiene una presencia global muy fuerte, que tiene recursos para invertir en cualquier lugar.

En este momento en infraestructuras y tecnologías, China es un gran aliado, pero lo mismo: es un gran aliado, pero hay que saber tener una política exterior medida. En comparación con Estados Unidos, nunca nos ha dado golpes, nunca nos ha hecho daño, sí; pero tampoco nos va a condicionar nunca: “Sí, vamos a estar en Bolivia, pero ustedes tienen que permitir esto”. No. Siempre tenemos que tener una posición clara, digna frente a todas las cosas en relación a las grandes potencias.

Las potencias, a veces hasta sin querer, empiezan a excederse en sus atribuciones. Entonces, China es un gran aliado, tiene mucha tecnología, un gran capital, es un país que ha sido muy solidario durante la pandemia, sus vacunas han circulado por todas partes. Bolivia se ha visto beneficiado de esa buena relación que tenemos con China, pero la posición es la misma. Es la posición digna de un estado digno que agradece, que desarrolla, que tiene una buena relación con todos, pero nunca si va en contra de los países que estamos en vías de desarrollo. Por eso, la posibilidad de estar siempre en el grupo de los no alineados es importante, porque alinearse, ya sea a un lado o al otro, no es con consejo sabio porque la política exterior es defender los intereses propios de los estados y no alinearte a defender los intereses de las grandes cabezas de los bloques. Por eso creo que el bloque de los no alineados es el espacio ideal en el que tiene que mantenerse siempre Bolivia.

Latinoamérica es un territorio con recursos que está en disputa entre las potencias ¿Cómo se podría defender, qué se podría hacer y qué se está haciendo?

Primero, fortaleciendo nuestras relaciones entre los países que tenemos equipotencia dentro de la región. En la medida en que vayamos teniendo libre circulación, un comercio interno, que nos compremos entre todos, Bolivia, chile, argentina, Perú, Colombia, ecuador, Venezuela, de esa manera nos fortalecemos. En la medida en que tenemos liberación arancelaria para estimular el comercio entre nosotros, nos fortalecemos. En la medida en que todos los países podamos tener financiamientos para mejorar tecnología, industria, nos fortalecemos. Al final, cuando eres dependiente tecnológicamente, eres dependiente y subordinado políticamente. Para poder defendernos entre todos, necesitamos también que nos vaya económicamente bien, que nuestra gente tenga empleo, que esté bien, que tenga salud, que pueda circular por todo el continente. Esto nos va a dar la fortaleza, nos va a dar gobiernos más sólidos, más fuertes y poder colocarse en mejor posición frente a ciertas agresiones.

¿Cuáles son los últimos datos sobre bolivianos en Venezuela y, también, cuáles son las cifras de la balanza comercial?

Con Venezuela hemos tenido cuatro momentos migratorios muy fuertes. El primero, que llegó gente boliviana a Venezuela con muchos recursos a invertir, eran hijos de empresarios mineros, fundamentalmente, y fue luego de la guerra del Chaco. Entre el 32 y el 36 se vinieron acá, se asentaron, se casaron y tienen hijos, nietos, incluso ahora sacan su documentación permanentemente, son bolivianos que les ha ido muy bien. El segundo bloque de bolivianos llega luego de la revolución del 52, ya tenían referencias, antecedentes, familiares que habían llegado 20 años antes, y los más visibles son ex militares que aquí se dedican a trabajar básicamente en transporte, logística, relacionamiento, pero también es una tanda que llega acompañada de muchas personas que tienen esa habilidad boliviana de poner tiendas, muchos abarrotes, comercio, lo lograron.

Luego llegan, entre el 74 y los 80, la generación de los exiliados perseguidos políticos de las dictaduras que comienzan con René Barrientos y termina con Luis García Meza. Mucha gente, como Guillermo Bedregal, Wálter Guevara, Lidia Gueiler, del Partido Comunista, del mirismo, Jaime Paz, montón de personas que han salido cuando Hugo Bánzer, cuando García Meza, y básicamente se han dedicado a la docencia, han tenido la primera puerta abierta en la Universidad estatal de Venezuela, luego han ido trabajando en el estado, en organismos internacionales.

Y últimamente una cuarta tanda de chicos becarios que han venido a estudiar, muchos de ellos se enamoran, tienen sus parejas e hijos, se casan se quedan y así se conforma actualmente una comunidad de más de 5.000 personas bolivianas en Venezuela, de los 50 a 60 mil que hubo a principios de los 80.

La balanza comercial ha sido buena, siempre hubo una crecida hasta el 2018 que se llegó más o menos a 80 millones de dólares en exportaciones no tradicionales, que en el país llega a 1.000 millones, por lo que un 8% era una buena balanza comercial y las sanciones han debilitado esto, ya no hay una buena balanza y lo que hoy fundamentalmente tenemos son flujos turísticos porque Bolivia se ha constituido en un destino para ir a pasear, para ir de turista para usar Bolivia como punto de llegada y de no tener vuelos directos durante mucho tiempo, tenemos tres vuelos semanales, dos regulares y uno en prueba, lunes y viernes seguro y miércoles en prueba.

Luego de esta historia de migración de bolivianos a Venezuela, ¿qué nos puede decir de esa población venezolana que ha estado saliendo de su país en los últimos años y que no siempre lo ha pasado bien? En sentido de que vienen con una carga negativa de un país que no está en las mejores condiciones, para algunos porque es un país socialista, ¿cuál es la situación de esta gente?

Creo que el momento más emblemático es el concierto que se hizo en la frontera con Colombia, donde estuvieron además los presidentes Sebastián Piñera de Chile, Mauricio Macri de Argentina, Iván Duque de Colombia, y el momento más emblemático es cuando Piñeira les invita a todos a irse a Chile, diciéndoles que serían bienvenidos, que tendrían una visa especial, qué sé yo; después, ha sido el primero en haber metido bala en la frontera para que no vayan. Dejó en el gobierno esa mochila muy pesada de conflicto por esa retención que hizo, que dejó a todo el mundo parado allí en Arica sin comer, sin poder moverse ni nada.

Juan Guaidó (Venezuela) y el expresidente Sebastián Piñera (Chile), el viernes 22 de febrero de 2019 en Cúcuta (Colombia), cerca de la frontera con Venezuela, donde se llevó a cabo el “Venezuela Aid Live” (Ver: Escándalos de corrupción destruyen reputación de Guaidó)

 

Creo que Bolivia es el único país que ha cumplido su compromiso internacional y ha sido respetuoso de los acuerdos de integración. Venezuela y Bolivia son parte del Mercosur, ambos países, Venezuela como miembro pleno y a Bolivia aún le falta el voto del congreso brasilero, pero ya somos observadores y tenemos plenos derechos para nuestros ciudadanos, tenemos libre circulación ¿Qué significa eso? Que cualquiera que tenga una cédula de identidad de Venezuela, Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile, Brasil o Bolivia puede circular libremente por todo el territorio, puedes entrar por 90 días y prorrogar por 90 días más tu permanencia y tramitar tu residencia de dos años primero y luego la definitiva.

Todos los países, de una forma caricaturesca, han querido hacer una ficción, que es lo que pasa cuando actúas subordinado a los caprichos del imperio, de no reconocer a Nicolás Maduro y reconocer a un señor que se llama Juan Guaidó, que era un diputado de una asamblea que ya hace dos años dejó de existir. En ese sentido, fue muy complicado porque los presidentes dijeron: “Bueno, Maduro no es el presidente, entonces no puede venir a la reunión de presidentes, al órgano director del Mercosur”. Eso fue malinterpretado por algunas administraciones de los países en sentido de que Venezuela ya no sería del Mercosur. Venezuela sigue siendo miembro del Mercosur, por lo tanto, los ciudadanos siguen disfrutando de los derechos del Mercosur, entre ellos el libre tránsito.

Entonces, los países que no han dejado entrar a venezolanos porque eran venezolanos han vulnerado acuerdos internacionales y han hecho violación a los derechos fundamentales de la gente, gente que estaba amparada en un acuerdo migratorio de sus países. Bolivia, en ese sentido, siempre ha cumplido, sólo ha pedido el documento de identidad, la cédula y si es el pasaporte bienvenido, y en casos humanitarios a niños con certificado de nacimiento: primer elemento. Segundo elemento: todo venezolano que ha hecho su trámite de forma correcta se le ha podido dar una residencia en dos o tres semanas. Tercero: nunca se les ha negado ningún derecho. De hecho, he recibido llamadas del Ministro de Justicia en su momento para que pueda coordinar con la embajada de Venezuela para que hagamos allá campañas de vacunación para el covid.

Si bien ha habido países donde hubo maltratos, y en Bolivia también escuché comentarios negativos así, como que sorna, de felicidad: “Mira cómo está Venezuela, mira cuánta gente hay allí”, como que le daba alegría ver que llegaba gente así, más allá de eso, yo creo que la gente ha sido muy educada, sin importar la ideología, incluso algunos los ayudaban porque tenían un cartel contra Maduro. Pero no he visto maltrato, no he visto actos xenófobos o actos de violencia.  (Ver: Lectura de las huellas dejadas por los caminantes migrantes de Venezuela)

Yo creo que Bolivia ha actuado como un país a la altura de los procesos de integración. Para nadie es cómodo, menos en un país tan chiquito como Bolivia, que de repente empiece a llegar tanta gente. Yo creo que llegaron unas 50 mil personas desde Venezuela y allí está la diferencia, y es un aprendizaje también, cuando tú no dejas que nadie entre, la gente entra sola y deja a su familia, así no hay contención social y puede terminar delinquiendo. En Bolivia no tenemos esos datos porque a Bolivia emigraron muchos con sus familias. Cuando permites ser legal a la persona, estás ayudando a que haya contención, que estén tus hijos, tu mujer, tu mamá, te contiene, te obliga a trabajar, aunque te exploten y te paguen menos, estás contenido.

Yo creo que en Bolivia ha habido cuatro espacios en los que han logrado nichos laborales: primero, chicos jóvenes médicos, expertos en deporte, en Bolivia han logrado un espacio en cuanto han llegado, sobre todo en medicina de la estética. Segundo, han logrado ser muy buenos vendedores, son gente que trabaja muy bien en cuanto a la atención ¿sabes cómo tratamos a los clientes, ¿no? Ellos son de la tradición de que te bajan toda la tienda, la vuelven a subir, entonces su cordialidad ha encontrado un espacio en ventas también. Tres, en Oruro, Cochabamba, santa cruz, han instalado barberías con otro concepto con un trabajo más integral de corte, manos, uñas, etc. que no estábamos acostumbrados y los mismos peluqueros estilistas bolivianos han tenido que dar ese salto cualitativo para estar a la altura y competir.

Creo que en la calle se han visto algunas cosas, también impulsadas por el momento electoral. Hoy desaparecieron esas personas venezolanas que estaban en la calle. Creo que Bolivia ha estado a la altura, tanto de un lado como del otro de la ideología, no he visto maltrato, abusos, violencia o aprovechamiento. Bolivia, desde el estado, ha tenido una posición firme en sentido de que con cédula se entra, hasta garantizarles los derechos dentro y darles residencia y legalidad, que es lo importante.

¿Qué problema hemos tenido con países vecinos? Que nos echaban la culpa de que ellos quieran ir a su país. Por ejemplo, Chile es firmante también del acuerdo del Mercosur y tiene la obligación de dejar entrar a la gente con cédulas, como nosotros. Si se quieren ir, nosotros tenemos que dejarles salir, no es nuestra responsabilidad si se quieren ir a Chile, si ellos incumplen es otro tema diferente (Ver: El éxodo de venezolanos genera una enorme presión en Chile) ¿Podemos trabajarlo juntos? Sí ¿podemos tener una posición regional para que Venezuela pueda repatriar a toda su gente otra vez? Sí. Pero eso es otra cosa, Bolivia no ha incumplido sus compromisos.

Imagen del documental «Esperanza sin fronteras», producido por la Vicaría de Pastoral Social Caritas, del Arzobispado de Santiago de Chile.

 

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