Perú: Castillo dina-mitado
Castillo pasa de ser presidente a ser presidiario. Boluarte, en cambio, es la primera mujer que gobernará al Perú.
Como lo dijimos muchos otros analistas, la moción de vacancia de Málaga iba a terminar mal. No tenía el apoyo de 2/3 del Legislativo. Castillo bien pudo cumplir con su palabra de asistir al Congreso y derrotar a los golpistas para luego ir al contraataque.
En vez de eso, pronunció un mensaje en TV similar al que Fujimori había dado 30 años atrás, donde ordenaba disolver el Congreso e intervenir el Poder Judicial. A diferencia del último dictador civil del Perú, él no contaba con el respaldo de la clase dominante ni de las FFAA. Lo más grave es que hizo eso sin haber decretado medidas populares u organizado una mega-marcha con cientos de millares. Ni siquiera quiso apelar a alguna norma legal o constitucional, como la de restablecer la carta magna de 1979. Pensó que las FFAA le obedecerían y que las masas a las calles saldrían. Pasó lo contrario.
Cuando el 6/6/2021, él ganó las presidenciales, su meta debió haber sido llegar a Palacio con millones en las calles para que con esta logre desconocer la fuji-constitución, dar un «shock» de medidas populares (ingreso libre a las universidades, salarios que cubran la canasta familiar, redistribución de tierras, renacionalizar empresas, controlar precios, etc.) y convocar a una constituyente.
Castillo se apretó el gatillo. Su colosal metida de pata a quien más ha beneficiado es a la derecha y a Boluarte (quien ya estaba siendo percibida como una aliada de los golpistas). Montoya debe estar feliz porque logró echar al rondero sin que se haya dado sin sangre. Boluarte ahora aparece condenando a Castillo de haber hecho un golpe de Estado, cuando hace exactamente 1 año decía que ella se iba a ir si al maestro lo desbancaban.
Boluarte ha prometido que gobernará hasta el 28/07/2026, pero va a ser casi imposible que ella dure una fracción de esos casi 44 meses que supuestamente le quedan. Carece de partido, popularidad, base social y bancada. Habló de hacer un Gobierno de Unidad Nacional (para coaligar a los más derechistas con los más izquierdistas), pero ese deseo no podrá durar mucho.
La caída de Castillo va a generar una nueva oposición en las calles, la cual será impulsada por nacionalistas, sindicalistas o socialistas.