Reporte desde el corazón de Inglaterra, el país del mundo que tiene más muertos por COVID-19 en proporción a sus habitantes
Entre la pandemia viral y el pandemonio económico
Pese a que esta nación ha superado a cualquier otra del Viejo Mundo en fatalidades debido al coronavirus, el miércoles 13 de mayo el gobierno instruyó a la mayoría de sus trabajadores a volver a sus centros laborales y a que los escolares se vayan preparando para volver a clases en 3 semanas. Analizaremos estas grandes contradicciones, las mismas que podrían transformar a las islas británicas en centro de un nuevo rebrote o en un modelo a imitar en otras partes del planeta.
Súper contaminación
A inicios de mayo el gobierno Reino Unido fue el primero de Europa y del Viejo Mundo en reconocer que había superado la cantidad de 30,000 fallecidos por el coronavirus, pero ya para el 12 de mayo las cifras de la Oficina Nacional de Estadística (ONS) sugerían a que el número de fatalidades por este mismo mal ya sobrepasaba el de 40,000 personas.
Estos datos colocan al Reino Unido en el segundo puesto a nivel mundial después de EEUU, potencia que tiene el doble de decesos debido a esta pandemia. Sin embargo, como la mega-potencia norteamericana tiene 5 veces más habitantes que las islas que antes le colonizaron, esto implica que los británicos son el pueblo que tiene más muertos per cápita en el mundo debido al coronavirus.
Más alarmantes son los datos con relación a la cantidad de los enfermos sanados. Mientras en China y Alemania hay un promedio de un muerto por cada 20 personas que se ha recuperado del coronavirus, en Reino Unido, cuando su primer ministro Boris Johnson estaba como el único mandatario del mundo hospitalizado por el COVID-19, se han llegado a tener 30 fallecidos por cada paciente contagiado por dicho virus.
En la sesión de preguntas que se da cada miércoles en la cámara de los comunes al Primer Ministro, el nuevo Líder de la Oposición, el laborista Sir Keir Starmer, sostuvo el 13 de mayo que la Oficina Nacional de Estadística (ONS) afirma que en este abril hay un exceso de 18,000 muertos en los asilos de ancianos y casas de cuidado en relación al mismo mes en años pasados, pero el gobierno solo reconoce que solamente 8,000 de esas fatalidades se han producido por la pandemia. Boris Johnson se mostró incapaz de explicar de qué mal se han muerto esas 10,000 personas extras, y si es que esto, en realidad, no demuestra que se sigue minimizando las altas fatalidades generadas por el COVID-19.
A pesar de estas cifras, el gobierno dispuso que desde el miércoles 13 se reanuden las labores en fábricas, constructoras y diversas empresas y oficinas públicas y privadas. En el trasfondo de estas decisiones se encuentra la preocupación de muchas corporaciones y del gobierno pues la economía británica ha caído en menos 2% en el último trimestre, lo que representa el descenso más drástico que se haya dado en varias décadas. Los argumentos que ha dado Johnson es que a los británicos se les ha demandado que restringen sus propias libertades en una situación que no se había dado antes en tiempos de paz o guerra, y que es el momento de iniciar la reactivación económica pues el pico de la pandemia ya ha pasado ya que cada vez más decrece el número de hospitalizados y de fallecidos por el COVID-19.
Tras que todos los partidos opositores y los gobiernos de las naciones del interior cuestionan ese plan, el Tesorero de la Nación, el Canciller Rishi Sunak, anunció el martes 12 que se extendían las licencias pagas por no ir a laborar hasta fines de octubre, con lo cual se ampliaba dicho periodo por un lapso de 8 meses, ya que éste comenzó en marzo.
Nuevo plan
Las nuevas medidas impuestas por Johnson no han sido acatadas por Escocia, Gales e Irlanda del Norte, que junto con Inglaterra son las 4 naciones que componen el Reino Unido. Estos 3 primeros países han decidido mantener la anterior consigna de “Quedarse en casa”, y no tienen ningún plan inmediato para que se reanuden las actividades laborales o estudiantiles, a menos que sean las que se pueden dar desde los propios domicilios. Mientras en Inglaterra se permita que la gente pueda conducir sus autos por todo el país y visitar parques y playas (siempre y cuando se mantenga la distancia social), cualquier vehículo que quiera pasar el borde con Gales o Escocia es detenido.
Los auto-gobiernos en Escocia, Gales e Irlanda del Norte están liderados por distintos partidos. El Partido Nacional de Escocia (SNP) gobierna el tercio nórdico de la isla británica demandando preparar un referéndum para que se apruebe la independencia. Los laboristas gobiernan Gales y las importantes alcaldías de Londres y Manchester. En Irlanda del Norte hay un cogobierno entre el partido más duro de la derecha (el Democrático Unionista opuesto al aborto y a los matrimonios gays) y la única sección de la Izquierda Unida Europea en estas islas (el Sinn Féin, antiguo aliado del hoy desarmado Ejército Republicano Irlandés). Los Liberales Demócratas, los Verdes y el Partido de Gales no gobiernan ninguna autoridad importante pero en el parlamento también cuestionan el relajamiento de la cuarentena.
Varios críticos critican a Boris Johnson por haber pasado de ser un Primer Ministro de todo el Reino Unido para reducirse al de ser solamente el de uno de sus 4 componentes: Inglaterra. Él ha retrucado que acepta la posibilidad de que distintas administraciones adopten regímenes diferentes de acuerdo a sus propias peculiaridades. No obstante, los peores casos de infecciones en todo el Estado son en Inglaterra, particularmente en el noreste de dicho país y en Londres. Justamente en esas zonas, como todas las de Inglaterra, es donde se está levantando gradualmente la cuarentena.
El líder de la bancada parlamentaria del separatista Partido Nacional de Escocia, Ian Blackburn, ha tratado de aparecer como el campeón de los londinenses al denunciar repetidas veces en la cámara de los comunes como hay buses de la capital inglesa que andan repletos con gente que quiere ir a trabajar pudiendo incrementar los contagios y el rebrote de la pandemia.
El laborismo ha cuestionado cómo en la noche del domingo 10 de mayo el Primer Ministro dio un mensaje a la nación indicando que repentinamente a partir de la mañana siguiente se le demandaba a los trabajadores a que retorne a sus centros laborales, y todo ello sin que hayan directrices de cómo mantenerse la distancia social en todas las empresas y fábricas. Johnson, no obstante, luego postergó dicha reanudación de actividades para el miércoles tras publicar esas directrices el martes.
La constante crítica que le hace el nuevo jefe laborista Starmer a Johnson es que él muy tarde decretó la cuarentena cuando la mayoría de los países de Europa Occidental ya lo había hecho y que ahora muy temprano quiere empezar a levantarla. Si bien Johnson está muy preocupado porque hay pronósticos en sentido de que una de cada tres empresas cerrarían para siempre y que no quiere que se profundice la actual recesión, las oposiciones insisten en que la prioridad es defender la salud de la población pues si ésta no habrá recuperación económica. Los laboristas creen que reabrir las empresas y escuelas va a generar un rebrote de la pandemia, lo cual, a su vez, volverá a obligar a retroceder, a decretar una nueva cuarentena y a acrecentar la actual recesión.
Johnson ha sido cuestionado por ser muy vago en sus recomendaciones. Por un lado demanda que todos los que no pueden trabajar desde casa retornen a sus centros laborales, pero por otro lado acepta que las personas vulnerables o que tienen que cuidar hijos menores que no pueden ir al colegio puedan quedarse en casa. Además, pide que la gente no use el transporte público (que es el principal medio que usan millones a diario para conmutar entre sus viviendas y empleos) sino usando autos privados (que muchos no tienen y que atascan el tráfico), bicicletas o caminando (aunque una buena parte trabaja lejos de sus casas). Estas últimas recomendaciones implican realmente que la inmensa mayoría debería seguir recluida en sus domicilios. No obstante, Johnson insiste en promover la reapertura de las empresas y oficinas.
Para él esta es la primera etapa pues en junio se empezarían a reabrir escuelas y en julio hoteles, restaurantes, cinemas y templos. Mientras dice ello aduce que dichas medidas son provisionales y circunstanciales, pues si hay un rebrote se debería dar un paso atrás.
Innovaciones
Las medidas de Johnson vienen acompañadas con cuatro innovaciones en la ciencia y en la medicina.
La primera es que el gobierno anunció que la Universidad de Oxford ya ha iniciado las primeras pruebas sobre humanos de una vacuna contra el coronavirus y que su país podría ser el primero en lograr dicha tabla de salvación para la humanidad. No obstante, en un último documento admite que es probable que dicha vacuna no esté liste para el 2020. Hasta hoy no hay una contra el virus que genera el SIDA.
La segunda es una fuerte inversión en crear nuevos hospitales y en dotar al personal de equipos de protección personal (una carencia que ha llegado a producir más de 100 muertos en el personal del Servicio Nacional de Salud).
La tercera es en un audaz plan de exámenes que se supone ya se ha dado sobre más de 2 millones de personas, que ya deberían ser del orden de 100,000 por día (cifra a la que aún no se ha llegado realmente) y que para fines de mayo se estima que alcanzará a 200,000 tests diarios.
La cuarta es que se viene preparando un sistema de control de infectados mediante teléfonos inteligentes.
El experimento británico consiste en tratar de cabalgar entre los terribles efectos de la pandemia y del pandemonio económico implantado una cuarentena parcial que gradualmente se vaya reduciendo y que sea combatida mediante el distanciamiento social, la higiene personal y un mayor control de los servicios sanitarios.
Si dicho experimento falla se produciría un rebrote, el mismo que acrecentaría las posibilidades de contagios del coronavirus en el mundo. Johnson siempre ha demostrado ser un excelente candidato y un hombre con gran carisma y popularidad, pero ahora debe pasar por el test de demostrar que es un buen gobernante. Resolver la crisis de la pandemia y dar el toque final al Brexit le daría un lugar en la historia, pero si falla una catástrofe humanitaria puede agudizarse en estas islas y, por esa vía, incrementar los niveles de contagio en todo el globo.