Si el viento no me mirase al rostro
A Guillermo Aguirre,
in memoriam
Si el viento dejase de ampararnos, si su voz dejase de acariciarnos con esas palabras que sólo él conoce, si dejase de escribir en nuestra piel todas las huellas de todos los caminos de todos los desiertos de todos los mundos que ha recorrido, ¿a dónde iríamos?
Si el viento dejase de abrazarnos con sus abrazos de arena, con sus abrazos de cielo, con sus abrazos, esos tan suyos, de puro viento, quien, dime quien, ¿quién celebraría nuestros pasos? ¿Quién recordaría nuestros nombres en medio de la tormenta? ¿Quién danzaría con nosotros si la tempestad acecha?
Si el viento se olvidase de nosotros, si el viento no nos sintiese latir, si el viento no tatuase siempre en nuestros cuerpos la marca de un destino que está escrito y, a la vez, es invisible, mora en extraños lugares y pugna siempre por decirse, por ser nombrado; si el viento no convirtiese ese destino en muelles que se suceden, se labran, se cortejan a sí mismos
Si el viento dejase de ser ese yacimiento de pequeñas dichas que nos permiten respirar, creer, crear, vivir
Si el viento, ese que vuela, baila, caracolea las punas
Si el viento, ese que viste, relumbra, deslumbra, a todas las montañas
Si el viento, mi amado viento, que bajas de las cordilleras o llegas altivo desde todos los sures del mundo, nuestros sures
Si el viento, si ese viento, no fuera mi espejo
Si el viento, no me mirase al rostro y yo fuera incapaz de reflejarme en él –si yo no fuera capaz de hablar con vos, de hablar con él
Si el viento no fueran guitarras, tambores, músicas, que me incitan
Si el viento no me brindara un hogar, una familia, una certeza
Estaría amarrado a los ciegos pulpos que también me habitan
Los moluscos del desasosiego, la ceguera, la infertilidad
Estaría atado a mares de desencanto y ceniza: moriría lento, ausente de felicidad
El viento existe para que no me muera
El viento está, sucede, para que vos tampoco te mueras
El viento es tuyo: corre con vos, te besa
Son cien mil corceles buscando saltar abismos
Romper el cerco de lo absurdo
El viento es coraje, ansia, pasión, poema
Son cien mil jinetes luchando por su libertad
Son cien mil jinetes que te acompañan
Son cien mil jinetes guiados por la fe.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 16 de enero de 2018