Grave crisis en el TIPNIS
En diferentes artículos, y comunicaciones a sus dirigentes les he advertido que no deben dejarse llevar por la justicia de su causa porque igualmente les asecha el peligro. Pese a haberles recomendado que se apuren y perfeccionen su autonomía regional, por existir ayuda internacional para desarrollar un sistema ecológico de vida moderna comunitaria, sin las lacras de la llamada “civilización”, aquellos se descuidaron, olvidaron las advertencias, pero ahora deben enfrentar el costo negativo de tal situación.
No se necesita ser adivino para darse cuenta del magnífico progreso que les va a brindar el Supremo Gobierno con un asfaltado camino que partirá en dos su territorio. Traerá brillantes resultados, pero en beneficio de ciertos intereses ocultos, escondidos todavía en el silencio. Los destacamos:
- Acabará con la pureza natural de la reserva, destruyendo toda forma de vida, de la cual ya no van a poder liberarse, perdiendo paz y tranquilidad. Ya sabemos que aquellos son pobres, con economía modesta de subsistencia en base en la caza y la pesca, con poco acceso a la educación y ninguno a la salud de los “hospitales”; como así pregonan personajes que desconocen que hay más salud dentro la naturaleza que en la culta sociedad.
- Hará primero su aparición el inocente “turismo ecológico” de millonaria clientela extranjera, presta a pagar lo que se pida para su disfrute dentro la virginidad de la selva. Por si no lo sepa el lector, este turismo se lleva aves de exuberantes plumajes y colores (vivas o embalsamadas), tortugas muertas, acabando con exóticas especies de peces (de diferente tamaño, categoría y tonalidad) Igual cosa con plantitas y plantas especialmente medicinales (para uso de las grandes corporaciones farmacéuticas) El turista “ecológico” es un vulgar depredador corrompido que, generoso con sus propinas en dólares, no escatima tampoco recursos para prostituir muchachas vírgenes locales, compartir droga y bebida, transformando una sociedad sana y de mente fresca para volverla maliciosa.
- El atractivo ambiente de la libre aventura atraerá también a una de las peores calañas, enemigas de la naturaleza: los buscadores de oro, que en su lujuria explotadora, destruyen vegetación, dejan enormes huecos, pero también enormes promontorios de tierra y piedra. A la vez ensucian y contaminan el agua natural, envenenando la vida con el uso del mercurio. Finalmente esta ralea escapa a las ciudades para su disfrute, porque nunca se asientan en el lugar. Tampoco hay como como hacerles pagar impuestos.
- Tocará luego el turno –y no es exagerarlo– a las pezuñas malolientes de las empresas petroleras derrochando millones de dólares en sus prospecciones. Quienes resulten privilegiadas –por haber sobornado más– explotarán con paso de parada para arrasar con todo lo que esté a su paso. Quien lo dude, escríbame. Le demostraré lo poderosa e insalvable que es esta fétida actividad, en su explotación y en su combustión.
- Pero también pululan algunos, cara de indígenas, sin ser ya indígenas porque portan bastante dinero para reproducirlo. Los llaman cocaleros, muchos de los cuales ya operan dentro el TIPNIS como verdaderos patronos que ocupan a los aborígenes como jornaleros, y los van a ocupar después al por mayor (cuando se consolide la barbarie) Estos van a convertir a los aborígenes en sus asalariados, a sus mujeres en cocineras y/o servidoras domésticas y sus alrededores en campamentos de bebidas alcohólicas, prostitución, venta de baratijas, cuando no de drogas. A eso lleva el “progreso”.
- No se quedarán atrás los cortadores de madera. El peligro de la deforestación es inminente y alarmante y solo beneficiará a la exportación en favor de los países ricos. Se avecinan días de incendio, humareda, motosierras, tala, tractores, como albores de una gran “modernidad”, que dejará cementerios de raíces con planos cercenados por la tala.
Para dorar la píldora de la carretera hacia el progreso, todo va color de rosa según los patrocinadores de aquella historia (en realidad, historieta) Ahora se le ocurre a la burocracia estatal que el asfalto destructor [ya se sabe cuántos cientos de miles árboles van a morir para el terraplén] acarreará tecnología, aumentarán las comunicaciones, la electrónica, las exportaciones (?) y se generará divisas extranjeras. Además de provocar el efecto multiplicador de la economía, se “sacará” a los aborígenes de su triste condición. Quede muy claro que aquellos no sufren hambre, porque la naturaleza es generosa con quien la respeta y no la saquea (como lo hacen las empresas de la civilización)
Los aborígenes del TIPNIS tienen conciencia de lo que les espera si se parte su territorio y si se les parcela la tierra. Prefieren vivir como están, pero acordes con las leyes de la naturaleza, sin dejarse convencer por cantos de sirena que ya han destruido paraísos naturales, en infinitas partes del mundo. Rechazan las generosidades miserables de los regalillos y las solemnes ofertas, que han aprovechado corrompidos dirigentes de la periferia, aunque no se atreven a ingresar a tierra adentro
Fracasada la confianza en la ley y sus ejecutores, bien parece que solo quedará el uso de la fuerza y una dolorosa, como sangrienta lucha, que habrá de doler demasiado a la opinión pública nacional e internacional. Sin embargo, también habrá de costar muy caro a quienes osaron dejar sin efecto la ley de intangibilidad de aquella región.