Segunda vuelta electoral bajo la sobra del racismo, la corrupción y un próximo gobierno débil

La campaña para la segunda vuelta electoral en Bolivia se ha visto ensombrecida por acusaciones de racismo y escándalos de corrupción, generando un clima de desconfianza que podría conducir a un gobierno débil frente a un campo popular marginado. La contienda entre Rodrigo Paz (PDC) y Jorge «Tuto» Quiroga (Alianza Libre) se presenta como una elección entre dos opciones de derecha, con la incertidumbre sobre el futuro político del país en constante aumento.

La Alianza Libre ha intentado minimizar el impacto de los mensajes racistas atribuidos a su candidato a vicepresidenta, Juan Pablo Velasco, pero las revelaciones han persistido y han marcado el tono de la campaña. La estrategia, que incluyó intentos de «rehabilitación» forzada como visitas a comunidades indígenas con gestos simbólicos, ha resultado contraproducente, generando más incomodidad que genuina conexión.

Cuando ponían marcha a esta campaña para minimizar el daño provocado por los tuits racistas de Velasco, el 8 de octubre el diputado electo por la alianza Libre, Juan Carlos Velarde renunció a su cargo luego de que se hicieran públicas unas declaraciones consideradas «racistas» contra los pobladores del occidente del país. En un video difundido en redes sociales y que está editado, Velarde dijo: «que yo no ponga a un par de mascacocas hediondos como representantes de países con los que tenemos las relaciones comerciales más importantes (sic)», en alusión a los bolivianos que mastican hoja de coca como medicina natural, especialmente en el occidente del país. La renuncia todavía no fue presentada ante el Órgano Electoral.

Mientras estos escándalos aparecían en el debate político-social, el consultor político que asesora a la Alianza Libre, el ecuatoriano Jaime Barba, echó todas las cartas sobre la mesa y optó por “collizar” a sus candidatos, para que no existan sospechas de que son racistas.

A una semana de las elecciones ya no pueden “renunciar” a Velasco como lo hicieron con Velarde, sino que en Alianza Libre deben sostener la mentira de que los tuits racistas no salieron de la cuenta de Juan Pablo.

Cuando se presentaron las denuncias, verificadas por organizaciones que recibieron el respaldo de la Asociación de Periodistas de Bolivia, voceros de Libre prometieron presentar evidencia de que todo era “barro”, pero, la aclaración nunca llegó.

Lo que quedó en cambio fue una puesta en escena: mandaron a Velasco a la provincia Omasuyos, a la zona de donde era Felipe Quispe, el Mallku, el líder aymara que paralizó el país protestando contra el racismo estructural cuando Quiroga era vicepresidente. Allí Velasco estuvo unos días: le pusieron poncho, lo hicieron jugar fútbol en Huarina y luego las redes sociales fueron llenadas con fotos del candidato a besos con indígenas.

Después lo disfrazaron de cacachaca, lo pusieron a acullicar (mascar hojas de coca) convirtiéndolo en un “mascacoca hediondo”, en palabras de Velarde, y en el cierre de campaña, le entregaron una wiphala, que él, sin saberlo, se la puso como capa. Aparentemente Velasco ignora es que, en los pueblos andinos, los símbolos patrios se tratan con solemnidad y de la que el artículo 28 de la vigente constitución dice que es un símbolo “sagrado que identifica el sistema comunitario basado en la equidad, la igualdad, la armonía, la solidaridad y la reciprocidad”.

Velasco, que parece no conocer la estructura demográfica de Bolivia, aseguró que no es racista y calificó a las personas que viven en el occidente, como una «minoría». “No exactamente, en mi crianza, en mi esencia y en todo mi ser, no hay espacio de discriminación a ninguna minoría. No es parte de mí, nunca lo he hecho y nunca lo haría”, dijo Velasco en un programa de la red PAT el pasado 3 de octubre.

Si eso no fuera suficiente, a la esposa de Quiroga, Milena Dobronic, la pusieron a cantar en quechua, durante el cierre de campaña de Libre realizado en Vinto.

Corrupción: una sombra persistente sobre los candidatos

Paralelamente a las acusaciones de racismo, el candidato de Alianza Libre, Juan Pablo Velasco, se enfrenta a denuncias de corrupción relacionadas con el quebrado Banco Fassil. A pesar de negar cualquier vínculo con la institución financiera, documentos revelan que Velasco fue accionista junto a su familia. La falta de transparencia y las evasivas del candidato han alimentado la desconfianza pública, mientras que los medios de comunicación evitan abordar el tema en profundidad.

La respuesta de Quiroga, caracterizada por su combate a lo que él llama “la guerra sucia” y promesas de investigaciones sin detalles concretos, ha buscado desviar la atención de las pruebas verificables hacia un espectáculo moralista. Esta estrategia, aunque efectiva para movilizar a su base electoral, erosiona su credibilidad entre aquellos que demandan transparencia y responsabilidad.

Un debate insatisfactorio y propuestas económicas similares

A una semana de la realización de la segunda vuelta electoral, que se realizará el domingo 19 de octubre, Quiroga y Paz (PDC) se enfrentaron el domingo en un debate organizado por el Tribunal Supremo Electoral.

“Rodrigo Paz y Jorge ‘Tuto’ Quiroga —cada uno desde su eterno discurso dizque ‘renovador’— ratificaron propuestas tan liberales como previsibles, calcadas del manual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial”, escribió el periodista Miguel Pinto, ex dirigente de la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz.

En el debate, continúa Pinto, “hablaron de democracia, pero ofrecieron el mismo menú que está hundiendo lentamente a la Argentina de Javier Milei: gasolinazo y dieselazo (eliminación radical o gradual de subsidios a los hidrocarburos), flexibilización laboral, despidos masivos, endeudamiento externo, liquidación de las riquezas nacionales, venta de empresas públicas, desforestación acelerada, contaminación ambiental sin control, descentralización presupuestaria para debilitar al Estado, y descentralización y privatización de la educación y la salud”.

Propuestas de candidatos en el debate electoral

Tema Rodrigo Paz Pereira Jorge Quiroga Ramírez
Economía General Estabilidad cambiaria con bandas y banco central independiente. Perdonazo tributario para reactivar la economía. Eliminación del IT del 3%. Ordenamiento del sector combustible. Capitalismo para todos: apoyo a emprendedores. Inyección inicial de dólares para estabilizar el tipo de cambio. Atracción de inversión extranjera. Reforma tributaria (reducción IVA e impuesto sobre utilidades). Programas sociales focalizados.
Política Monetaria & Tipo de Cambio Bandas cambiarias con piso y techo, participación multilateral en la gestión del dólar. Inyección inicial de dólares para estabilizar el tipo de cambio; promesa de «volver a traer los washingtones».
Combustible Ordenamiento del sector combustible, eliminando contratos poco transparentes. Eliminar barreras a importaciones de combustible (sacar diésel de sustancias controladas).
Impuestos & Tributación Perdonazo tributario; Eliminación IT 3%. Reforma tributaria: Reducción IVA e impuesto sobre utilidades.
Hidrocarburos Nueva ley de hidrocarburos con riesgo compartido 50/50. Aprovechamiento del litio sin comprometer la soberanía nacional. *Plan Nacional de Químicas Básicas. Atracción de inversión extranjera en hidrocarburos; Ley que incentive la producción y exportación.
Litio Desarrollo industrial. Plan Nacional de Químicas Básicas. Creación de zonas económicas especiales para manufactura de baterías de litio.
Minería Nueva ley minera que incentive la inversión y respete el medio ambiente. Plan nacional del oro. Atracción de inversión extranjera en minería; Ley que incentive la producción.
Agricultura Seguridad jurídica en la tenencia de tierras. Apoyo a pequeños productores. Uso de biotecnologías. Apoyo a la agricultura familiar y tecnificación del sector.
Turismo Promoción del turismo sostenible y responsable. Plan Nacional de Turismo (3,000 millones USD). Facilitar procesos migratorios; Marca país Bolivia.
Justicia & Reforma Judicial Meritocracia en el sistema judicial. Lucha contra la corrupción. Digitalización del sistema judicial. Reforma judicial basada en el mérito y la competencia. Acumulación de penas por delitos graves.
Seguridad Ciudadana Lucha frontal contra el narcotráfico. *Creación de una nueva policía descentralizada. Priorizar seguridad ciudadana; Lucha contra el crimen organizado.
Contención Social Enfoque en la «convivencia» y respeto por los derechos individuales. Programas sociales focalizados. Programas de apoyo social focalizados (empleo temporal). Control de la inflación como prioridad.
Propiedad & Capitalismo Capitalismo para todos: apoyo a emprendedores y pequeños productores. Propiedad individual garantizada; «Capitalismo Popular».

 

Durante el debate, Quiroga llevó al límite su narrativa táctica de pintar a Paz como una extensión del gobierno anterior. La estrategia, repetida incansablemente desde que el PDC ganó las elecciones, buscó consolidar el voto tutista en el oriente y atraer algunos votantes de otros partidos en el occidente, aunque finalmente se tornó contraproducente por su reiteración. El escándalo de los “tuits racistas” del vicepresidente Velasco, sumado a la posterior denuncia sobre su relación con el Banco Fassil, complicó aún más la situación de Quiroga y proyectó una imagen de falta de transparencia en su campaña.

En un intento por distanciarse de las acusaciones, Quiroga recurrió a un paternalismo contraproducente, dirigiéndose a los electores como si fueran niños o ignorantes, utilizando diminutivos y términos populares que resultaron condescendientes e incluso ofensivos. Por el contrario, Paz, aunque carente de una visión clara y contundente sobre los desafíos del país, proyectó una imagen más auténtica y cercana al electorado, aunque sin lograr convencer a un amplio sector de la población. Ninguno de los candidatos abordó con profundidad los problemas estructurales que aquejan al país: la baja calidad de los servicios de salud, la deficiente educación, la corrupción endémica, el precario sistema de jubilaciones y la degradación ambiental.

A nombre de “futuro” y “esperanza”, el elector boliviano se enfrenta a dos opciones de derecha con un interés limitado en resolver los problemas reales del país, priorizando los intereses de la agroindustria, la banca y los sectores extractivos a través de un endeudamiento masivo y la venta de recursos naturales. La alternativa de Paz, aunque aparentemente más moderada, carece de una propuesta concreta para abordar estos desafíos y se limita a invocar la unidad nacional y la fe en el futuro.

Un futuro político incierto

El resultado de esta segunda vuelta electoral podría dar lugar a un gobierno débil, enfrentado a un poderoso campo popular marginado por decisiones del Tribunal Electoral y el gobierno actual. La polarización política y la desconfianza ciudadana dificultan la posibilidad de acuerdos amplios que permitan abordar los desafíos económicos y sociales del país.

La persistencia de un sector significativo del electorado indeciso (alrededor del 10%), según estudios recientes, sugiere que el resultado final es incierto y podría depender de la capacidad de cada candidato para conectar con las preocupaciones ciudadanas en los últimos días de campaña.

Lo más probable es que, independientemente del resultado electoral, cualquiera de los candidatos que gane, en un futuro próximo se vea obligados a buscar consensos con otros partidos de derecha para impulsar las anunciadas reformas legales, como el cambio de la ley de Educación y las reformas constitucionales.

Sin embargo, esta estrategia podría replicar la experiencia fallida de 2002-2003, cuando la unidad de los partidos de derecha fue incapaz de contener las movilizaciones populares. La historia parece estar dispuesta a repetirse: un gobierno débil, enfrentado a una ciudadanía descontenta y con la amenaza latente de nuevas protestas sociales que podrían poner en jaque la estabilidad política del país.

 

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