La vorágine de la crisis múltiple, ecológica, civilizatoria, del sistema mundo moderno y de los Estado nación
La vorágine de la crisis múltiple, ecológica, civilizatoria, del sistema mundo moderno y de los Estado nación
Raúl Prada Alcoreza
La lectura mediática, pero también de los analistas políticos, con bastante elocuencia en los políticos de todas las tonalidades, se circunscribe a observar las oscilaciones del espectro político, de derecha a izquierda y viceversa. Los más ocurrentes distinguen neoliberales y neopopulistas, suponiendo la anterior diferencia entre liberales y conservadores, en el medio, liberales y socialistas, comprendiendo el contexto mundial. Los más influenciados por la propaganda imperialista, distinguían entre “demócratas” y comunistas, restringiendo la figura de “demócratas” a la caricatura estadounidense norteamericana. Los había también los influenciados por el social imperialismo de la Unión Soviética, que de soviética solo tenía el nombre, que diferenciaban entre democracias populares y neocolonias del imperialismo. Como se puede ver, todas estas referencias del esquematismo dualista político han servido para trazar mapas ideológicos que orientaban o, mas bien, desorientaban, a los protagonistas del drama político del siglo XX. Ahora, en la actualidad, de la tercera década del siglo XXI, se sigue entrampados en este esquematismo dualista político, empero con menos esmero ideológico. Solo opacas alusiones a los contenidos discursivos, empero haciendo hincapié en histriónicos personajes o, en referencias a personalidades sin atributos, aunque enaltecidas por los medios de comunicación.
La nueva oleada de movilizaciones sociales que atraviesa el continente de Abya Yala, en contexto de aguda crisis política, acompañadas por respectivas crisis económicas y sociales, desatadas en una innegable crisis ecológica amenazante, movilizaciones acompañadas por fabulosas migraciones de verdaderos contingentes poblacionales en marcha, migraciones de refugiados y efectivos expulsados climáticos, manifiesta claramente el desborde de una crisis múltiple, de alcance mundial, crisis ecológica, civilizatoria, del sistema mundo moderno, de los Estado nación y del orden mundial. Sin embargo, esta crisis múltiple no es visualizada por los medios de comunicación, por las castas políticas, por invitados al escenario mediático a hablar del tema, que son los “analistas” políticos, aunque también hay los “analistas” económicos y de vez en cuando, intérpretes de olas teóricas contemporáneas, que destilan anacronismos discursivos y conceptuales.
Es asombroso volver a escuchar de un nuevo “viraje a la izquierda” o hacia el “progresismo”, después de un breve interregno, de la crisis de los gobiernos “progresistas” de la primera generación del siglo XXI; lo que acontece, en el imaginario mediático, sería lo correspondiente a una segunda generación del “progresismo”. La banalidad de semejantes interpretaciones saltan a la vista, pues no se explican este reciente viraje los mismos intérpretes de los últimos tiempos. Olvidan que fueron crisis sociales, desatadas por la implementación del ajuste estructural neoliberal, lo que llevo a intensas e irradiantes movilizaciones sociales contra el modelo neoliberal de privatizaciones. Si bien es hoy el mismo retorno neoliberal, en el interregno del que hablamos, el que vuelve a desatar movilizaciones sociales como las que se dan en Ecuador, no se puede reducir la causalidad de la crisis a este espectro neoliberal. La crisis, en el momento presente, se da en otro contexto, adquiere mayor magnitud y muestra otras cualidades, que configura la propia singularidad de la crisis múltiple actual, en la que se desatan las nuevas movilizaciones. Lo que conlleva a deducir que se trata de otras características de las recientes movilizaciones.
Vamos a tratar de vislumbrar la singularidad propia de la actual crisis desenvuelta y la singularidad de las recientes movilizaciones sociales. Para tal efecto vamos a situarnos en los tejidos de la formación social ecuatoriana, en los perfiles que se configuran en las dinámicas moleculares y molares de la actualidad y contemporaneidad de esta formación social. No vamos a referirnos a la historia de esta formación social, nos remitimos a los ensayos publicados sobre la genealogía de los «gobiernos progresistas». Preferimos situarnos inmediatamente en los perfiles de las configuraciones singulares de la formación social en el momento presente.
De todas maneras, como excepción que confirma la regla, se dan análisis y descripciones más apegadas al acontecimiento. Los hechos conforman mapas de eventos y sucesos que exigen su desciframiento, los estallidos sociales abren horizontes de visibilidad que permiten la apertura de interpretaciones de las dinámicas complejas de la realidad efectiva. Estos análisis y descripciones nos ayudan a apegarnos a la experiencia social, que es el substrato de la memoria social, pero también de la comprensión colectiva de lo que acontece.
Análisis y descripciones de la coyuntura
Francisco Xavier Hurtado Caicedo escribe, en La línea de fuego, un análisis del Paro Nacional titulado “Urge poner fin a la bota militar”. El autor del análisis, a los doce días del paro, dice:
“Señalo que se ha informado ya de al menos 5 personas fallecidas y decenas de heridos, constatación de que el gobierno ha emitido dos respuestas incongruentes a la creciente multitud movilizada a nivel nacional. Por una parte, una campaña de comunicación sobre su supuesta apertura al diálogo para alcanzar la paz, junto con una serie de medidas anunciadas, poco meditadas, que no han satisfecho a las organizaciones convocantes, por considerarlas irrisorias. En contrapartida, esta aparente respuesta política favorable a las reivindicaciones, sucedió después de la decisión de criminalizar y reprimir sistemáticamente la protesta, inaugurada con un acto de soberbia y miopía política al final del primer día, la detención de Leonidas Iza Salazar, presidente de la CONAIE, atizando un malestar generalizado que venía macerándose desde el inicio de la más reciente crisis económica que arrancó en 2014”.
“Nueve provincias en Ecuador están bajo estado de excepción, la fuerza pública —policías, militares y en algunos casos policías municipales— de manera sistemática está reprimiendo la protesta social, militarizando el espacio público, criminalizando organizaciones y dirigentes. Como resultado, bulle en redes sociales imágenes y videos de las violaciones a derechos humanos, tal vez la más visible y lamentable, la muerte violenta de Guido Guatatuca, provocada por el impacto de una bomba lacrimógena, disparada directamente a su rostro. Al mismo tiempo, se registra un incremento de acciones violentas provocadas desde la sociedad —casos aislados por parte de manifestantes frente a la masividad de la protesta, la posible actuación de infiltrados o de delincuencia común y hasta el brote de respuestas reaccionarias y fascistas—, pese a los llamados de varias organizaciones a que la protesta sea pacífica”.
“En este contexto, me interesa alertar sobre la deliberada construcción de un supuesto “enemigo interno a combatir”, cuyas características amenazan con el probable uso de la fuerza ‘letal’ contra miles de manifestantes. Este relato emerge desde el gobierno, al que se han sumado acríticamente una parte del gremio agroexportador, algunos medios de comunicación masiva y digitales, varios periodistas, junto con una serie de ‘influencers’ en redes sociales, entre ellos abogadas y abogados, que divulgan argumentos para un discurso riesgoso para la democracia. Este análisis, se advierte, intenta no quedarse en una mirada coyuntural, pretende ubicarlo en el contexto histórico más reciente así como en un análisis integral de la violencia”.
“Al respecto, parafraseando a Meagan Day (2020), a la clase dominante de cualquier país le interesa a toda costa hacer creer a la población que la causa del colapso fue algo natural, predestinado e intratable —dios, el narcotráfico, las fluctuaciones del mercado, el salvajismo de un virus, la irracional e injustificada protesta—. Ese desplazamiento de la responsabilidad a las abstracciones, desde mi punto de vista, tiene en Ecuador tres fines: 1) eludir la responsabilidad por la negligente gestión política; 2) encubrir las causas que estructuran la desigualdad creciente, normalizándolas; 3) Mantener inalterada la situación actual, vía la imposición legal y a través de la violencia, en caso de ser necesario”.
“En la otra orilla de ese río agitado, la mayoría de habitantes del país —ecuatorianos e inmigrantes—, así como todos quienes habitamos en la diáspora, con el pasar de los meses y años, sentimos los impactos de una continuada gestión política del Estado que tiene, como resultado final, el empobrecimiento de sectores cada vez más grandes, la precarización de las condiciones de trabajo y el aumento de una brecha de desigualdad intolerable. Un evidente conflicto de clase, con notorias expresiones racistas y patriarcales”.
Coyuntura y singularidad
¿Cómo encontrar la singularidad de una coyuntura, su perfil singular? Una coyuntura no solamente corresponde a los espesores del presente, cuya dinámica concreta define una singularidad, un perfil singular, si no que corresponde también a una composición particular de los planos y espesores de intensidad, que componen ese presente, ese momento y esa coyuntura. Diremos que hay que contar con el carácter o la característica que hace singular ese momento, es decir, que en la composición dada, que se manifiesta en hechos, en eventos y sucesos, que hacen al acontecimiento, aparece una de las composiciones como destacada. En el caso de Ecuador, en el momento presente, en la crisis que adquiere connotación con el Paro Nacional, una de esas composiciones que destacan es la que corresponde al Estado de excepción, al Estado de sitio, al toque de queda. Es decir que, el gobierno al verse obligado a recurrir a esta medida de emergencia evidencia su profunda debilidad, pues no tiene a mano más que a la violencia concentrada en el Estado, el monopolio de la violencia institucionalizada en el Estado, al que recurre un gobierno en crisis. Ahora bien esta medida se da en plena crisis, buscando detener la movilización social en curso, empero, lo que hace, paradójicamente, es, como se dice popularmente, echar leña al fuego. El Paro Nacional se intensifica y expande, adquiere no solamente connotación política, sino que adquire las características de una convocatoria a todo el pueblo. Esto se expresa patentemente en el pliego de la CONAIE, que plantea, además de la suspensión del Estado de excepción, otros puntos que abarcan las demandas del pueblo, que tienen que ver con su situación social y económica en constante pauperización. Suspensión de la subida de los precios de los carburantes, de la gasolina, del diesel; suspensión de las privatizaciones; suspensión de la deuda contraída por las familias durante la pandemia; suspensión de la ampliación de la frontera de la explotación minera y de la energía fósil, que atenta contra los bosques la Amazonia; restablecimiento de derechos sociales colectivos y de libre expresión. Entonces se trata de un conjunto de demandas que plantean la defensa de la economía popular, la defensa de las empresas públicas, la defensa ecológica de la Amazonia, la defensa de las naciones y pueblos indígenas, y la defensa del pueblo ecuatoriano.
Convocatoria a la movilización
La noche del domingo 12 de junio del 2022, al menos cinco organizaciones indígenas se presentaron en unidad para convocar a las movilizaciones desde las 00:00 de este lunes 13 de junio. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), es el centro alrededor del cual se ratificó la protesta.
En el pronunciamiento, realizado por la red social Facebook, se presentaron, además de la CONAIE, los dirigentes de la Federación de Indígenas Evangélicos (FEINE), la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN), la Federación Nacional de Campesinos (FENOC) y la Federación de Indígenas del Ecuador (FEI).
Las cinco organizaciones coincidieron en que las protestas se realizarán de manera progresiva. Serán primero en los territorios y también será indefinida. Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, señaló: “Desde mañana, luego de dialogar un año y al no ser escuchados, convocamos no solo a las organizaciones, sino también a los ciudadanos de a pie”.
El dirigente de la CONAIE expuso los 10 puntos por los cuales se movilizarán:
- “Reducción y no más subida del precio de los combustibles. Congelar el diésel a USD 1,50 y la gasolina extra y ecopaís a USD 2,10, derogar los decretos 1158, 1183, 1054, y entrar en el proceso de focalización a los sectores que necesitan subsidio: agricultores, campesinos, transportistas, pescadores…
2. Alivio económico para más de 4 millones de familias con la moratoria de mínimo un año y renegociación de las deudas con reducción de las tasas de interés en el sistema financiero (bancos públicos, privados y cooperativas). No al embargo de los bienes como casas, terrenos y vehículos por falta de pago.
3. Precios justos en los productos del campo: leche, arroz, banano, cebollas, abonos, papas, choclos, tomate y más; no al cobro de regalías en las flores. Para que millones de campesinos, pequeños y medianos productores puedan tener garantía de sustentación y continúen produciendo.
4. Empleo y derechos laborales. Políticas e inversión pública para frenar la precarización laboral y asegurar el sostenimiento de la economía popular. Exigir el pago de las deudas al IESS.
5. Moratoria a la ampliación de lafrontera extractiva minera/petrolera, auditoría y reparación integral por los impactos socioambientales. Para la protección de los territorios, fuentes de agua y ecosistemas frágiles. Derogatoria de los Decretos 95 y 151.
6. Respeto a los 21 derechos colectivos: Educación Intercultural Bilingüe, justicia indígena, consulta previa, libre e informada, organización y autodeterminación de pueblos indígenas.
7. Alto a la privatizaciónde los sectores estratégicos, patrimonio de los ecuatorianos/as. (Banco del Pacífico, hidroeléctricas, IESS, CNT, carreteras, salud, entre otras.
8. Políticas de control de preciosy la especulación en el mercado de los productos de primera necesidad, que hacen los intermediarios y abuso de precios en los productos industrializados en las cadenas de supermercados.
9. Salud y educación. Presupuesto urgente frente al desabastecimiento de los hospitales por falta de medicinas y personal. Garantizar el acceso de la juventud a la educación superior y mejoramiento de la infraestructura en escuelas, colegios y universidades.
10. Seguridad, protección y generación de políticas públicas efectivas para frenar la ola de violencia, sicariato, delincuencia, narcotráfico, secuestro y crimen organizado que mantiene en zozobra al Ecuador.”
Perfil singular de la coyuntura
En la historia reciente, la más reciente, la que se encuentra en las orillas del presente como coyuntura, hemos asistido a estallidos y movilizaciones sociales, que han conseguido lograr desplazamientos políticos, cambios de las tendencias políticas, nuevos perfiles políticos, en la forma de gobierno, incidiendo en la forma de Estado. Hablamos del estallido en Chile, que ha llevado a una Convención, es decir, a un proceso constituyente y, en las nuevas elecciones, a un nuevo perfil de gobierno, con características de izquierda. En Colombia también las movilizaciones sociales han desplegado formas de solidaridad, de complementariedad entre pueblos indígenas y población colombiana, en plena movilización, sobre todo de jóvenes. Estas movilizaciones se articulan y responden a un acumulo de movilizaciones anteriores, a un incremento de la experiencia y a un potenciamiento de la memoria social. Las últimas movilizaciones no solamente reivindican las demandas sociales históricas, sino también se han planteado seriamente lograr la paz defendiendo el Acuerdo de Paz, además de otras reivindicaciones, cuyo perfil tiene que ver con la denuncia y la lucha contra las formas de la violencia estatal, la violencia perversa de los paramilitares y de los Cárteles. Estas movilizaciones han irradiado en la secuencia de las coyunturas, sobretodo en la última coyuntura, que podemos llamar “electoral”, cambiando claramente la correlación de fuerzas y el perfil del mapa electoral, al elegir a un presidente de izquierda, Gustavo Petro, y a una vicepresidente, activista ambiental y afrocolombiana, Francia Márquez.
Las recientes movilizaciones en Ecuador vuelven a repetir el rasgo particular de los movimientos sociales en Ecuador, que tiene que ver con la fuerza de convocatoria y organizativa de las organizaciones indígenas. En el caso presente, del Paro Nacional de la CONAIE, las movilizaciones muestran su propia singularidad, que tiene que ver con la interpelación de las naciones y pueblos indígenas, con la defensa cultural y territorial, con la defensa de los derechos colectivos, en general, con la defensa de la vida; también muestran la solidaridad y complementariedad entre las naciones y pueblos indígenas y el pueblo ecuatoriano. Son estas circunstancias las que deben ser tomadas en cuenta para caracterizar, no solamente la movilización actual, que tiene que ver con el Paro Nacional, sino también para vislumbrar su propia proyección, sus propias tendencias, en el horizonte politico y cultural.
Es aquí donde nos distinguimos palpablemente de los análisis mediáticos y de los análisis políticos mencionados al principio. Si bien nos acercamos a los análisis y descripciones más objetivas y más exigentes, más cercanas a la complejidad de la coyuntura, la excepción que confirma la regla, también nos diferenciamos de estas excepciones, porque consideramos que todavía se mueven en marcos definidos por el campo político, que ya se encuentra en decadencia, anunciando su clausura.
Lo que creemos es que se muestra, de manera más evidente, lo inherente en todas las movilizaciones en la historia reciente, que tiene que ver con una proyección más íntima de los grupos, los colectivos, las comunidades, involucradas en las movilizaciones interpeladoras del sistema mundo moderno, del sistema mundo capitalista, del Estado nación, de la casta política y sus recursos institucionales y de emergencia, entre ellos, sus dispositivos y agenciamientos concrtetos de poder. Lo que se vislumbra es la apertura de horizontes, que son inmanentes, es la potencia social, que tienen que ver con su capacidad autogestionaria y de autogobierno.
El detonante de la movilización
Volviendo al análisis mencionado, el autor escribe:
“La desigual situación que enfrentan los hogares en 2021 ha empeorado, en comparación con la que se vivió en el año 2019, cuando ocurrió otro estallido social, meses antes del brote de Covid-19. Pese al masivo reclamo popular de entonces y al cambio de gobierno, la pobreza y la precarización laboral siguieron aumentando, sostenida en una estructura económica evidentemente inequitativa, hecho que se puede verificar en la comparación de varios indicadores calculados por el INEC, para los años 2019 y 2021”.
“Esta intolerable realidad se torna más violenta al constatar que la población trabajadora es mayoritariamente campesina y pescadora (32.9% los hombres – 29.7% las mujeres), comerciante(15.5% – 22.8%) —incluida aquellos que trabajan en el espacio público—, obrera en las fábricas(11.4% – 8.5%), albañiles y otros servicios de la construcción(9.9% –0.5%), choferes (8.9% – 0.9%) y trabajadoras del hogar (0.2% – 4.9%). En suma, el 79% de la PEA masculina y el 67% de la femenina se concentran en estas actividades.”
“Desde una perspectiva de género, las mujeres enfrentan mayor precariedad en el trabajo (67% de la PEA) que los hombres (57.3%), además, casi el triple de mujeres realizan trabajos no remunerados (17.5%) en comparación con ellos (6.3%). En este contexto, la mayor evidencia de que la estructura social y económica es marcadamente patriarcal es el monto de riqueza anual que generan los trabajos no remunerados —cuidado a miembros del hogar, trabajos en el hogar propio o trabajos para otros hogares y para la comunidad—. En el año 2017 representó un valor agregado bruto (VAB) de 19,873 millones de dólares, es decir, el 19.1% de participación respecto al PIB. Este valor es superior a cada una las actividades remuneradas que participan del PIB, son realizados primordialmente por las mujeres (14.5%) y en muy menor medida por los hombres (4.6%). Como resultado, de cada 100 horas de trabajos no remunerados, 77 las realizan ellas, con una particularidad, no existen diferencias significativas por grupo étnico, tampoco entre la zona urbana y rural, pero sí se incrementa en los hogares con menos ingresos o con menor nivel de educación.”
“Esta situación se agravó como resultado de la gestión de la pandemia. Alejandra Santilla Ortiz (2020) refiere que durante el confinamiento se prolongaron las horas de trabajo no remunerado, intensificadas por la necesidad de cuidados de la niñez y de las personas adultas mayores y el trabajo de sostenimiento emocional que acarrea. A esto debemos sumar el duelo nacional colectivo durante la pandemia. Entre el 1 de enero de 2020 y el 10 de abril de 2022, se registra un exceso de fallecidos que ya supera las 80,000 personas sobre el promedio registrado entre 2015 y 2019, cuya burda y violenta expresión fueron los cuerpos abandonados por el Estado en los domicilios de familias populares de Guayaquil o en las calles, entre marzo y abril de 2020 (Observatorio Social del Ecuador, 2022).”
Hacia el análisis complejo de la movilización social
El problema de los análisis sociológicos deterministas, causalistas, es que se basan en una ecuación, por así decirlo, de variables dependientes y veriables independientes, donde la función corresponde a la variable determinante. Estos análisis derivan del determinismo económico, es decir, tienen un esquema operativo economicista; el marxismo economicista se ha explayado en este tipo de análisis, basados en una función dependiente de la variable primordial, que es económica. En lo que respecta al análisis sociológico, se produce un desplazamiento desde la determinante económica a determinantes socioeconómicas, de las variables económicas a las variables socioeconómicas, que serían determinantes, en este caso, en el caso en cuestion, de la movilizacion social, del estallido social. No decimos que estas hipótesis sociológicas deterministas están lejos las dinámicas sociales, correspondientes a la realidad efectiva, sino que se circunscriben demasiado en el esquematismo determinista sociológico. Entonces se circunscriben a un esquematismo causalista, que recorta la realidad; sólo explica esa realidad recortada, cuando, mas bien, la realidad funciona de manera compleja, sus dinámicas atraviesan distintos planos y espesores de intensidad, que son integrados de manera compleja, definiendo singularidades específicas. En consecuencia, no podemos llamar a estas interpretaciones esquemáticas ampliadas, empero circunsctitas, explicaciones. En todo caso son explicaciones de realidades recortadas, reduciendo este análisis esquemático a una interpretación también recortada, por así decirlo, modelada. Lo que se requiere para la comprensión de la realidad efectiva es un análisis integral de la realidad social, sinónimo de complejidad social.
Para abordar el fenómeno social, la complejidad social, de las movilizaciones sociales, correspondientes al estallido social, debemos hurgar en las dinámicas propias de la movilización, dinámicas moleculares y molares; también debemos atender las dinámicas, moleculares y molares que tienen sus connotaciones en el campo cultural y en los recorridos espacio-temporales de los tejidos sociales. La experiencia social y la memoria social juegan un papel importante en el momento de la activación de la movilización social. Se trata, por así decirlo, parafraseando a Marcel Proust, de recuperar el tiempo perdido o, en otros términos, mas bien, de las teorías nómadas, de actualizar antiguas luchas y guerras inconclusas; de actualizar, de hacer presente, problemas, problemáticas y temáticas pendientes, no resueltas, que quedaron en suspenso, debido a la correlación de fuerzas. En otras palabras, esto quiere decir que en la movilización social en el presente, se reactivan y actualizan movilizaciones anteriores, inclusive pasadas, a tal punto que, para la voluntad social, que se dispone a la movilización, el presente se sitúa en un espesor espacio-temporal, donde se plantea la percepción social de la simultaneidad dinámica, donde desaparece la hipótesis institucional de la linealidad del tiempo y de la estática del espacio. Asistimos pues a acontecimientos sociales en el tejido de la espacio-tiempo-territorial- ecológico.
Las movilizaciones en Ecuador, en la historia reciente, tienen una impronta, una huella, una marca, inherente, dada por las organizaciones de las naciones y pueblos indígenas. Es decir, que las luchas sociales tienen la impronta anticolonial y descolonizadora, además de compartir con las luchas sociales del pueblo, en su totalidad. Luchas sociales que han tenido que ver con las luchas contra el modelo neoliberal y la ocupación territorial de las trasnacionales extractivistas del petróleo y de la minería, ocupaciones mediadas por los dispositivos políticos de los gobiernos, no solamente neoliberales sino también «progresistas». Este es el caso, por ejemplo, de las gestiones de gobierno de Rafael Correa, cuyo gobierno, en vez de cumplir con la Constitución, lo que ha hecho es desacatar su mandato, de internarse, más aún, en el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Comportándose de una manera no solamente anti-indígena y anti-soberana, sino también antiecológica, implementando políticas ecocidas.
Desde esta perspectiva, se puede decir que las movilizaciones sociales en Ecuador integran distintos componentes, factores, procesos inmanentes de la demanda, interpelación y rebelión sociales, así mismo de las proyecciones de las demandas de la sociedad heterogénea y del pueblo, que corresponde a una formación social barroca. Algo parecido a lo que pasa en Bolivia, solo que las historias singulares, de ambas formaciones sociales, se desenvuelven en configuraciones también singulares, que diferencian sus trayectorias, sus connotaciones, sus consecuencias y sus desenlaces.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que en Ecuador y en Bolivia se cuentan con dos Constituciones que establecen el Estado Plurinacional, los derechos de la naturaleza y la perspectiva del vivir bien o el buen vivir, en este sentido, estamos ante los últimos avances del constitucionalismo latinoamericano. En ambos casos, los “gobiernos progresistas” han desacatado, vulnerado y desmantelado las constituciones, incumpliendo los mandatos, implementando, por el contrario, de manera descarnada, el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. En este sentido, ha quedado la tarea pendiente de realizar, de materializar, la Constitución, en los términos requeridos, de transformaciones estructurales e institucionales. Esto hay que tener muy en cuenta en la movilización reciente, dada en el Paro Nacional. Sin excluir, de ninguna, manera que los componentes y factores de la pauperización sociales han incidido de manera insoslayable en las demandas y en la movilización, que plantea el pliego de las demandas sociales. A estas circunstancias hay que añadirles las características de las desigualdades sociales, de las diferencias de género y de las discriminaciones coloniales. Empero, no hay que olvidar que la descripción de los factores intervinientes no hacen a una interpretación completa, tampoco a una explicación integral de el acontecimiento social y político, que es el de la movilización social desatada. Lo que permitiría una interpretación y una explicación integrales es la visualización de la complejidad dinámica, sinónimo de realidad efectiva; visualización de la composición y las combinaciones de composiciones de planos y espesores de intensidad, que hacen a la configuración del momento, de la coyuntura, de las singularidades específicas dadas en la realidad efectiva.
¿Qué es lo que está en crisis? Hemos hablado de la crisis múltiple, que comprende la crisis ecológica, la crisis civilizatoria, la crisis del sistema mundo moderno, la crisis del sistema mundo capitalista, la crisis del Estado nación y, en el contexto, la crisis del orden mundial. Específicamente, lo que está en crisis es tanto la forma de gubernamentalidad neoliberal así como la forma de gubernamentalidad neopopulista. Esto no hay que olvidar, pues los apologistas de los “gobiernos progresistas”, la izquierda colonial, cree que las movilizaciones sociales recientes, dadas en Sudamérica, les habrían dado la razón, respondiendo, ilusoriamente, a una especie de nostalgia y retorno al “progresismo” trivial y decadente. Nada más equivocado. Las movilizaciones que hemos mencionado tienen que ver tanto con las movilizaciones sociales, incluyendo movilizaciones indígenas, contra los “gobiernos progresistas” y contra los gobiernos neoliberales. Si ahora las movilizaciones sociales se desatan en Ecuador contra la regresión de la forma de gubernamentalidad neoliberal, lo hacen de tal manera que también comprende la memoria social de las movilizaciones contra el “gobierno progresista” de Rafael Correa. Fueron las organizaciones indígenas la que entraron en contradicción, de manera rápida, con las políticas implementadas por Correa. Basta recordar lo que pasó con la Ley de Agua, que atentaba contra la Constitución y contra los derechos colectivos, atentaba contra los derechos de la naturaleza. También podemos citar la política económica en relación al Yasuni; después del compromiso de no tocar el Yasuni, de no abrir concesiones en el Yasuni, para una explotación de la energía fósil, Correa lo que hace es precisamente todo lo contrario, desenmascarandose como un agente más de las empresas trasnacionales extractivistas. Por lo tanto, la reciente movilización social tiene que ser leída a partir precisamente desde cúmulo de contradicciones, desde esta disposición colectiva contra las formas de gubernamentalidad tanto neoliberales como neopopulistas. En concreto, contra el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Esta podría ser una primera conclusión de una interpretación integral del acontecimiento social de la movilización.
El gobierno de Guillermo Lasso representa no solamente a este modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, sino, de manera directa, al gran empresariado ecuatoriano, concretamente al gran empresariado a la burguesía ecuatoriana, vinculada al capitalismo financiero, nacional, regional e internacional. La proximidad alienante a las políticas del Fondo Monetario Internacional no nos sorprende, no solo por su inclinación al neoliberalismo, sino también por este sello de la burguesía ecuatoriana. Estamos hablando de un economía dolarizada, cuya moneda es el dólar, una economía donde no hay moneda nacional, por lo tanto, donde se ha perdido parte de la soberanía económica. En consecuencia, los vaivenes de la crisis mundial del sistema mundo capitalista inciden, de manera más radical, en el caso del Ecuador, puesto que no hay la mediación de una moneda nacional, ni de políticas bancarias con características propiamente nacionales.
Hay que notar que los “gobiernos progresistas” de ninguna manera transformaron la estructura económica, tampoco la estructura social, solamente, en el mejor de los casos, implementaron reformas de carácter inmediato y provisional, por ejemplo, relativas a los bonos y a las políticas asistenciales; pero no desplegaron políticas de transformaciones estructurales e institucionales, que impacten transformadoramente respecto a las estructuras sociales y económicas. Esta gran debilidad, en lo que respecta al llamado “proceso de cambio”, va a tener consecuencias. Una vez que se dan lugar los síntomas de la crisis social y económico incidiendo y repercutiendo fuertemente en el mapa social, se desencadena lo que hemos visto y llamado pauperización, se incrementa la desigualdad, la marginalidad y la colonialidad.
Por otra parte, como se sabe, la pandemia ha sido como un cataclismo social, que ha repercutido destructivamente en la sociedad. Si bien ha afectado a todas las clases sociales, las que más han padecido la pandemia han sido las clases subalternas. La muerte se ha hecho presente, en la primera ola de la pandemia, de manera apocalíptica, haciendo evidente la vulnerabilidad de la población. Aproximando la muerte aterradoramente, de manera inmediata, mostrando muertos en las calles y enterrando cadáveres en fosas comunes. Desbordando los hospitales y las clínicas, infectando preponderantemente a los profesionales médicos, enfermeras y técnicos de la salud, quienes se encontraban expuestos de manera permanente y directa ante los contagiados. Si bien la segunda, la tercera, la cuarta y hasta la quinta ola de la pandemia, las repercusiones fueron menores y menos intensas que la primera ola, el efecto del paso de las pandemia en la sociedad, en la economía, en la salud mental, fue destructivo y demoledor. Se cerraron empresas, sobretodo microempresas, se suspendieron espacios empresariales formales, sobretodo informales; de la precariedad se pasó la nulidad, a una situación totalmente vulnerable y expuesta. Una vez que se sale de las cuarentenas y se ingresa a una suerte de “normalización” social quedan las heridas, las cicatrices, las ausencias de los desaparecidos, quedan las consecuencias desastrosas, marcando la piel y el cuerpo en el conglomerado martirizado de la población. Quedan las deudas contraídas por las familias empobrecidas. Deudas impagables, en un contexto del que hemos llamado de la deuda infinita. En estas condiciones la situación se convierte en insoportable. Entonces, sumado al panorama de crisis que hemos descrito anteriormente, se encuentra esta situación derivada del padecimiento de la pandemia. Se puede decir que este es el contexto o, por lo menos, el panorama del contexto donde estalla la movilización social del Paro Nacional.
Tenemos que hacer un análisis integral no solamente en la geografía política del Ecuador, sino también en las geografías políticas de la región de Sudamérica, del continente y del mundo, puesto que la pandemia ha sido mundial, la crisis del sistema mundo capitalista es mundial, la crisis de la civilización moderna es mundial y la crisis ecológica es planetaria.
Las sociedades no padecen pasivamente la crisis, tampoco padecen pasivamente el ejercicio de los diagramas de poder, la sociedades resisten, generan contra-poderes, abren horizontes, se proyectan al porvenir, de acuerdo a su propia voluntad y a sus propias utopías. En este sentido, desde la incidencia volitiva, desde la potencia social, hay que leer el despliegue y el desenvolvimiento de la movilización social. La movilización social actúa, tiene voluntad propia, que corresponde a la composición del conjunto de voluntades singulares integradas. En ese sentido tiene su propia perspectiva, su propia capacidad de invención histórico-política-social-cultural. En consecuencia, la movilización social tiene que ser comprendida como si fuese la composición dinámica del sujeto colectivo complejo, que responde a la propia complejidad de la realidad efectiva, con mayor complejidad interna, potenciando sus capacidades organizativas y proyectivas en el porvenir.
La estructura económica
El análisis económico se sitúa en la estructura económica de un país del capitalismo dependiente. El autor mencionado, ahora del análisis económico, escribe:
“Los datos desagregados de la ENEMDU 2021 develan una estructura de desigualdad clasista y racista. En los dos quintiles de menos ingresos el ‘trabajo adecuado’ prácticamente no existe, 1% y 11.3% respectivamente. A menor nivel educativo este igual se reduce, en el caso de quienes no acceden a educación hasta el 8.6%, frente al 56.2% de personas con educación superior. La población indígena (15.1%) y montubia (18.6%), seguida por la afroecuatoriana (29.4%) acceden a trabajos adecuados en menor medida que la población mestiza (35.3%) y blanca (40.1%), con una brecha de 25 puntos en los extremos. Y, al desagregar por edad, las y los adolescentes entre 15 y 17 (1%), las personas de más de 64 años (10.9%) y los jóvenes (27.8%) acceden en menor medida a trabajos adecuados que los otros dos grupos de edad. En el pasaje general, el trabajo en condiciones dignas no es una realidad casi para ningún grupo de la sociedad. En el quintil 5 de mayores ingresos llega a 67%.”
“Esta lacerante situación que enfrenta la mayoría de población, tiene como contrapartida, que los cinco primeros ingresos que el Ecuador recibe del exterior se fundamentan en el trabajo que decenas de miles de trabajadores realizan en los hogares, en las plantaciones agrícolas, en los barcos pesqueros, en las fábricas, en las industria petrolera, en el transporte de trabajadores y de mercancías o en las minas, sumado al trabajo que realizamos centenas de miles de emigrantes, muchos de ellos indocumentados —principalmente en Estados Unidos, España, Italia, México, Chile, Perú , Colombia, Reino Unido, Suiza, Alemania, Francia y Bélgica— que enviamos remesas a familiares.”
“Y si bien predomina en varios análisis el relato del ‘podio de los productos de exportación’ —oro para el petróleo, plata para el camarón y bronce para el plátano—, desde una mirada crítica, se verifica que el Ecuador depende, en mayor medida, del trabajo para la exportación de productos primarios y de las remesas, y en menor medida, del trabajo para la producción industrializada.”
“Así, mientras que los agroexportadores reciben ingresos millonarios, las y los trabajadores que los cosechan enfrentan los peores indicadores sociales. El Departamento del Trabajo de Estados Unidos reportó que en el 2020, el 8.2% de niñas y niños entre 5 y 14 años en Ecuador están sometidos a trabajo infantil. De ellos, el 89.9% trabajan en la producción de plátanos, café, cacao, aceite de palma, flores y abacá, incluido el uso de productos químicos y machetes, y también en la pesca. El 8.1% en servicios que incluyen al trabajo doméstico, trabajo en las calles, la mendicidad, el lustre de zapatos y la venta de periódicos. Y un 2% en las industrias de minería de oro, ladrilleras y construcción.”
“En este contexto, Jonathan Báez, en base a datos del SRI para el año 2015, alerta que la brecha entre los grupos económicos con ingresos más bajos (quintil 1 – USD 1,148 millones) con los grupos de mayores ingresos (quintil 5 – 34,109 millones) es del 97%. Sin embargo los quintiles que más ganan pagan menos impuestos en proporción con sus ingresos. “En los quintiles 4 y 5 se genera un impuesto a la renta que corresponde al 2.09% y 2.27% respectivamente; en los quintiles 1 y 2 esta proporción es del 2.85% y 2.64%”, que si bien parece mínima, la cantidad de dinero es significativa. Así mismo, el porcentaje de impuestos recaudados mantiene la misma tendencia, los grupos económicos del quintil 5 pagan el 10.54%, mientras que los del quintil 1 pagan el 26.97% (Báez, 2017).”
“Además, de acuerdo con los registros de ‘Panama Papers’ analizados por Báez (2017), los grupos económicos usan paraísos fiscales para evadir impuestos. Los del quintil 5 tienen más integrantes domiciliados en paraísos fiscales (135 sociedades), mientras que los del Quintil 1 lo hacen en menor medida (33 sociedades), la mayoría ubicados en Panamá (Báez, 2017). A esto se suma que la más reciente publicación sobre paraísos fiscales, denominada Pandora Papers, reveló los vínculos del actual presidente del Ecuador, Guillermo Lasso, ex dueño formal del Banco de Guayaquil, con 10 sociedades offshore y fideicomisos en Panamá, Dakota del Sur y Delaware.”
«Hay detonante, claro que sí. La violencia económica histórica y estructural del país. Tal como lo analizan Cajas Guijarro y Pérez Almeida (2021), las élites económicas ecuatorianas mantienen precios ‘competitivos’ en el mercado internacional a través de ventajas absolutas de costo basadas en la sobre-explotación de trabajo y la naturaleza, a la que se suma la evasión de impuestos a través de paraísos fiscales (Báez, 2015). Esto les permite incrementar sus millonarios patrimonios gracias al trabajo, la naturaleza, el dinero y los cuidados ‘baratos’ de los que se aprovechan (Patel y Moore, 2019). Este es un factor determinante que configura la dialéctica de la dependencia de un país primario exportador (Sader, 2009; Marini, 1973).”
“Al final de 2019 la tasa de pobreza multidimensional afectó a 1 de cada 10 hogares en quito (7.9%) y a casi 3 de cada 10 en Guayaquil (23.8%), mientras que en la provincia de Morona Santiago afectó a 8 de cada 10 (75.9%) y en Chimborazo y Esmeraldas a 6 de cada 10 (63% y 62%). Esta brecha es de 45 puntos entre los hogares de la zona urbana (22.5%) frente a la zona rural (67.7%).”
Perfiles singulares de la estructura del capitalismo dependiente
Hay que entender el funcionamiento aparatoso de la maquinaria capitalista, sobre todo en el espacio de la geografía política del capitalismo dependiente. Estructura económica que se define por el peso de las exportaciones de materias primas a la geografía del “centro” del sistema mundo capitalista. Sin embargo, eso de “centro” y “periferia” son solamente referencias cartográficas, en el espacio de la geopolítica del sistema mundo capitalista. Se trata de referencias móviles, no solamente en sentido dado por la dialéctica, en el sentido de que se trata de contradicciones complementarias, que se superan a sí mismas, superando sus contradicciones, evolucionando a momentos de síntesis superiores, sino que, más allá de la dialéctica, que en realidad sigue siendo un pensamiento burgués, se trata de entender que el “centro” y la “periferia” son constructos referenciales imaginarios de la ideología del sistema mundo capitalista. Ideología que, en un momento inicial, fue de carácter colonial, de manera explícita; en un segundo momento fue de carácter imperialista, desbordando las geopolíticas de dominación de los imperialismos; y en una tercera etapa, la actual, tiene que ver con el sistema mundo capitalista vigente, conformado, protegido y garantizado por el orden mundial, logrado después de la Segunda Guerra Mundial. Orden mundial ahora en crisis. Entonces, se trata de constructos ideológicos y no de fenómenos concretos de realidad efectiva.
La pregunta de dónde está el “centro” es discutible. Los mismos historiadores de los ciclos largos del capitalismo se equivocan al creer que pueden situar el “centro” del sistema mundo capitalista, después de la revolución industrial, en Europa; posteriormente, en una fase siguiente del ciclo del capitalismo vigente, cuya hegemonía es norteamericana, en Estados Unidos de Norteamérica. Se equivocan porque el “centro” no estaba en ningunos de estos lugares. Desde un principio, el sistema mundo capitalista tuvo su “centro” inicial en el Sur terráqueo. Después de la conquista del continente de Abya Yala por españoles y portugueses, se conformó la modernidad barroca, tal como la definen Bolívar Echeverria y también, de algún modo, Serge Gruzinski. Se conformó esta modernidad inaugural, el sistema mundo moderno, en sus albores, atravesado por la ideología religiosa católica, que articulaba la mundialización barroca desde China hasta Filipinas, atravesando el gran imperio de la Nueva España. Tal cual como lo develó el marxismo afro, el centro del sistema mundo capitalista se situó, en varias etapas, no solamente de gestación, sino también de desarrollo y desenvolvimiento, en el Atlántico, que fue llamado Atlántico negro, en el Caribe. Podemos haber situado el nacimiento del sistema mundo capitalista y su “centro” inicial precisamente en Tenochtitlán, después de la conquista de Tenochtitlán, por lo tanto, en la geografía de la nueva España. De manera más avanzada, después de la Segunda Guerra Mundial, no es que el nuevo “centro” se sitúa sólo en los Estados Unidos de Norteamérica. No hay que olvidar la genealogía del sistema mundo capitalista, esta genealogía tiene que ver con la forma inicial del nacimiento del sistema mundo capitalista. Es en este continente, en el continente de Abya Ayala, que después adquiere el nombre de América, donde se abre la caja de Pandora; salen los monstruos, que configuran este sistema mundo capitalista. Es también en este continente donde se tiene que cerrarse la caja de Pandora; se tienen que meter otra vez los monstruos para poder dar lugar a nuevos horizontes históricos-politicos-sociales-culturales, no solamente civilizatorios sino más allá de toda civilización, horizontes transcivilizatorios.
No hay “centros” ni “periferias”, en sentido estricto, o como dicen, metafóricamente, las teorías nómadas, cualquier punto es el centro virtual del sistema mundo capitalista, en plena vertiginosidad. Cuándo hablamos de capitalismo dependiente, estamos en parte heredando la tesis de la teoría de la dependencia, que antes fue la tesis del marxismo afro, que piensa por primera vez un sistema mundo moderno, situando precisamente el “centro” donde se dan lugar las magníficas y fabulosas máquinas de la acumulación originaria y ampliada de capital, que tienen que ver con la esclavización generalizada, con el vaciamiento de la África subsahariana, que tienen que ver con la dominación y administración de los gigantescos y diversos territorios del continente, que tienen que ver con las subyugación y subalternización, con la esquilmación de las poblaciones del continente. Ciertamente, heredamos estas tesis del marxismo afro y de la teoría de la dependencia, que tienen que ver con los juegos dialécticos de “centro” y “periferia”. Geografía política dualista, ahora trinitaria, con el surgimiento de las potencias emergentes. Sigue siendo el sistema mundo capitalista, devenido en las transformaciones dinámicas, que se dan en el mismo desenvolvimiento del sistema mundo moderno. Debemos evitar olvidar que se trata de referencias cartográficas, es decir de constructos ideológicos en el mapa imaginario.
El capitalismo dependiente funciona no solamente en una geografía dada, la periférica, sino también en la geografía céntrica. Estamos hablando de un capitalismo cuyo substrato es extractivista; el capitalismo, desde sus inicios, fue extractivista, es decir destructor de los ecosistemas, destructor planetario. Lo que experimentamos, desde un principio, es la transformación y el desenvolvimiento de este extractivismo expansivo. El substrato del modo de producción capitalista, de la acumulación originaria y ampliada de capital, que supone la transformación de los recursos naturales en materias primas y de las materias primas en productos industrializados, mediante la intervención de la ciencia y la tecnología, de las revoluciones tecnológicas y científicas. Cuando hablamos de dependencia, tenemos que mostrar todos sus matices, en sus distintas singularidades, dadas en la geografía planetaria. Hablamos del sistema mundo capitalista, que es dependiente de las materias primas, por tanto, es destructor planetario. En consecuencia, todo el capitalismo es dependiente, depende de la destrucción ecológica. No solamente tenemos que situar el capitalismo dependiente en la geografía periférica, que los economistas denominan espacio del modelo primario exportador; un concepto obviamente restringido y esquemático, a la usanza de la racionalidad circunscrita al esquematismo económico, desplegado, a su manera, por las distintas escuelas economicistas, distintas escuelas que responden a las transformaciones de la ideología, que es la economía misma con pretensiones de ciencia. En tanto ideología legítima la explotación, no solamente del proletariado, en su generalidad y en su diversidad, teniendo en cuenta que el proletariado emerge de la esclavización generalizada, sino también explotación ecológica.
Una vez que hemos situado la relatividad del capitalismo dependiente, relatividad que tiene su vinculación con el colonialismo; la matriz del sistema mundo capitalista es de conquista y colonizadora. La colonización es la base material, corporal, territorial y racial del desenvolvimiento del sistema mundo capitalista. En estos contextos tenemos que abordar las singularidades del capitalismo dependiente. Una de esas singularidades se observa cuantitativamente en las estructuras de datos, que arrojan los análisis económicos, sobre todos los análisis estadísticos económicos. Vemos en los cuadros económicos lo que hemos dicho, el peso gravitante de la exportación de materias primas, el incipiente desarrollo de la industria, el mercado nacional acotado, mercado interno saturado e invadido por mercancías importadas y de contrabando. Por otra parte, se observa la expansión de la exportación agrícola, inclusive, en algunos casos, agroindustrial. Asistimos a la manifestación singular de una estructura económica del capitalismo dependiente, a la presencia del perfil económico dependiente. Donde el peso mayor en la estructura económica radica en la exportación de las materias primas. Recientemente, en la contemporaneidad, aparecen nuevas formas de ingreso nacional, que tienen que ver con los migrantes y con las remesas que mandan. Se observa la incidencia económica de estas remesas. Esta incidencia nos muestra las actuales evoluciones del perfil del capitalismo dependiente.
En lo que respecta a la estructura social, podemos visualizar la presencia de las burguesías nacionales, que tienen características propias, locales, nacionales y regionales, no solamente con lo que respecta a lo que denominó André Gunder Frank lumpen-burguesía, en las etapas primiciales del siglo XX, sino, ahora, con burguesías altamente conectadas con los circuitos de la economía mundo. Asistimos a la formación de la burguesía internacional, en pleno auge y dominancia del capitalismo financiero. Asistimos también al despliegue de comportamientos de externalización de las burguesías nacionales, a la externalización del excedente nacional. Estas burguesías no invierten prioritariamente en el propio país, sino afuera, inclusive de una forma delincuencial, recurriendo a inversiones Off-Shore, ocultamientos Off-Shore, usando el disfraz de empresas fantasmas, escapando a los impuestos del país.
En lo que respecta a la cúspide las estructuras sociales, presenciamos perfiles deformantes, actualizados y perversos de las burguesías nacionales. En este espectro no podemos obviar la participación de la burguesía del lado oscuro de la economía, que tiene que ver con los tráficos. Así como no podemos obviar la emergencia y presencia de la burguesía rentista, que es la burguesía que que se constituye debido al uso privado del gobierno. Se apropia del excedente mediante el uso de los dispositivos estatales, privatizando indebidamente el excedente. En resumen, se revela un perfil bastante complejo del capitalismo dependiente, que nos muestra y nos explica los comportamientos y conductas económicas, no solamente de las burguesías nacionales, sino también de las otras clases sociales, que componen la sociedad diferenciada; de las clases subalternas, de las clases medias, de las clases pauperizadas, de las formas nómadas del proletariado, que trabaja destajo o en condiciones provisorias.
Entonces hay que tener en cuenta estos esenarios para explicarse de una manera más integral, más completa, la crisis múltiple de las sociedades, en las condiciones actualizadas del sistema mundo capitalista. Comprendiendo la diversidad de sus singularidades, en los distintos lugares de la geografía política del sistema mundo capitalista.
Cuando hablamos de crisis múltiple estamos expresando no solamente solamente su concepción global, sino de crisis múltiple en sus manifestaciones singulares, específicas, propias de cada historia política económica social y cultural de las diferentes formaciones sociales.
Al asistir a las formas desbordantes de la crisis, que aparecen de manera desbordante y sintomática en las movilizaciones sociales, estamos pues asistiendo a no solamente los alcances de la crisis, expresados en los perfiles mismos de la crisis, en las formas de sus manifestaciones, en las formas de la resistencia, en los levantamientos y en los desplazamientos de las movilizaciones sociales mismas, sino que estamos también asistiendo a la proliferación de los rasgos, de las características de la imposibilidad de resolver la crisis, dentro de las atmósferas climáticas del sistema mundo capitalista. Dentro del orden mundial establecido, dentro del mapa global de los Estados naciones. La crisis múltiple no se puede resolver porque todos los dispositivos todos de los Estados nación y del orden mundial no son suficientes, son incapaces de hacerlo; no logran tener las facultades de resolución de la crisis. No hay que olvidar que estos dispositivos son parte de la crisis múltiple, son parte del problema. Asistimos a la clausura, en sentido pleno, del sistema mundo capitalista y de la civilización moderna. Desde esta perspectiva genealógica y contra-geneaológica, las movilizaciones sociales, desatadas en los espesores del presente, anuncian la apertura de nuevos horizontes. Se hace evidente la necesidad de esta apertura a nuevos horizontes, que conlleven otras posibilidades, dando lugar a otras características y composiciones del acontecimiento social. La transición hacia esos horizontes es urgente para la sobrevivencia humana; esto compromente la tarea de emergencia de recuperación ecológica. Hablamos de los horizontes de las eco-sociedades.
Sintomatología de la invención del enemigo
¿Cuándo se da la invención del enemigo interno? En parte es un tema conocido ya desde antes de la Segunda Guerra Mundial, quizás mucho más antes, como parte de los escenarios de preparación de las anteriores guerras. Se puede abordar una arqueología de esta invención del enemigo interno, llegar muy atrás en la historia, a situaciones arcaicas inherente a la estructura misma de la guerra. Aunque la guerra tiene que ver, mas bien, con el enemigo externo; la guerra que tiene un enemigo interno es la guerra civil. Cuando hablamos de las premoniciones de la Segunda Guerra Mundial, el nacional socialismo alemán, el nazismo, se inventó un enemigo interno, racial, que supuestamente contaminaba a la sociedad, la impurificaba. Ahí comienza lo que se va a conocer como el desenlace de la solución final judía, el holocausto.
Cuándo el autor del análisis sociológico, económico y político, en cuestión, habla del enemigo interno, en relación a la crisis actual del Estado Plurinacional del Ecuador, retoma, denunciándolas, las frases que vierten los medios de comunicación, los partidarios de Guillermo Lasso y toda clase de abogados que buscan justificar el incremento de la represión, sobretodo la llegada de esta represión en los términos del Estado de excepción, del Estado de sitio, del toque de queda. El enemigo interno que mencionan es el enemigo relativo al “terrorismo”, al “narco-terrorismo”, al narcotráfico. Estos son los nombres que ponen para señalar, como culpabilidad aludida, a las organizaciones indígenas, que han convocado al Paro Nacional. Esta campaña mediática, política y jurídica desentona de entrada. El discurso propagandístico busca legitimar la represión inaudita, el Estado de sitio y la beligerancia contra las organizaciones indígenas, así como contra de los que asisten al Paro Nacional, que son otras organizaciones sociales, que son contingentes de jóvenes, que son estudiantes y, en definitiva, es el pueblo ecuatoriano, que se encuentra atrapado en el ojo de la tormenta de la crisis múltiple, marcada por la crisis social y la crisis económica.
En consecuencia, la invención del enemigo interno, tiene que ver, en primer lugar, con este ataque del gobierno y de parte del Congreso, usando los aparatos de emergencia del Estado, como la policía y el ejército, contra los involucrados en el Paro Nacional. El objeto de esta violencia estatal son las organizaciones indígenas y el pueblo. Esta situación delata claramente que ya el tejido social, las organizaciones sociales, las organizaciones indígenas, la sociedad y el pueblo, son los enemigos de un gobierno perdido en su laberinto, un gobierno de retorno neoliberal, cuyo funcionamiento descarnado está al servicio de las trasnacionales extractivistas y del capital financiero internacional.
Como dijimos anteriormente, la crisis ha llegado a un punto donde el gobierno, el partido de gobierno y sus aliados, además de los aparatos y los dispositivos del Estado, solo encuentran el recurso de la violencia para atender las consecuencias de la crisis múltiple. Sin embargo, no basta el denunciar esta escalada de la violencia estatal, del terrorismo de Estado, esta escalada de la campaña propagandística y publicística, vinculada la invención del enemigo interno, tampoco es suficiente la denuncia de los alcances de la represión, que ya llevan seis muertos. La descripción y la denuncia sirve para tener la configuración de la violencia, para medir el alcance de la violencia y sus consecuencias, para dimensionar la intensidad y la extensión de la crisis múltiple. Empero es indispensable comprender el funcionamiento de las dinámicas inherentes a la crisis. ¿Cómo explicar la estructura de la crisis orgánica, las dinámicas de la crisis múltiple del Estado nación, que se nombra como Estado plurinacional?
Hay una genealogía de la crisis, que puede ser datada desde los inicios mismos de la República, que puede ser ubicada con sus distintas tonalidades, en las distintas etapas del ciclo largo, del ciclo mediano y del ciclo corto del historia, que puede dibujarse de acuerdo a los perfiles que aparecen en historia reciente. Lo que tiene que quedar claro es que asistimos a una acumulación de eventos, correspondientes al desenvolvimiento de la crisis, que han venido sedimentándose, en los mismos cimientos y arquitectura del Estado. Las primeras etapas de la crisis han sido sorteadas, de una u otra manera, en la construcción institucional; las siguientes etapas de la crisis quizás han sido soslayadas por consolidaciones institucionales, por aposentamientos y consolidaciones dilatadas de la República. Las subsiguientes etapas de la crisis, con sus propias características y singularidades, han sido evadidas o transferidas por propuestas de características populistas, buscando salir de la crisis con ampliación y profundización de los derechos individuales, políticos, civiles, del trabajo y, por último, más tarde, colectivos. Pero la crisis ha continuado su desenvolvimiento envolvente, en espiral, con una presencia cada vez más intensa y expansiva, presentándose de una manera cada vez más amenazadora. El neopopulismo parecía una respuesta de mayor diferimiento de la crisis, al experimentar socialmente un proceso constituyente y dar lugar a una Constitución con características inclusivas, plurinacionales y hasta medioambientales, que además heredaban la defensa de la soberanía y de los recursos naturales, añadiendo los derechos de la naturaleza, establecidos en la Constitución. Todo este acontecimiento constitucional marca un hito importante, no solamente en el constitucionalismo latinoamericano, sino en la historia del constitucionalismo mundial. Sin embargo, este anuncio de resolución constitucional, que implicaba un mayor de diferimiento de la crisis, que contenía la Constitución, fue abruptamente abolido por la conducta y el comportamiento político del “gobierno progresista”, que prefirió mantener la Constitución como un libro de vitrina, optando, mas bien, por continuar con el pragmatismo de las políticas vinculadas al modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Ahora asistimos a la crisis actualizada en sus dos vertientes, la relativa a la acumulación genealógica y la relativa al fracaso del cumplimiento de la Constitución, en la historia reciente.
En otras palabras, los grandes problemas heredados en la historia republicana no se han resuelto políticamente; la realización de la democracia no se ha resuelto institucionalmente; la soberanía no se ha materializado institucionalmente, puesto que los recursos naturales siguen siendo enajenados. No se ha resuelto el problema crucial del substrato colonial, que corresponde a la colonialidad en curso, como herencia de la conquista y la colonización. No se puede construir una República al margen de las naciones y pueblos indígenas, por lo tanto, no se puede hablar de República si no están establecidos, realizados y garantizados los derechos colectivos de las naciones y pueblos indígenas, los derechos de sus territorialidades y de su reterritorialización. En el contexto contemporáneo no se puede hablar de democracia y no se puede hablar de derechos, comprendiendo todas las generaciones de derechos, desde los individuales hasta los derechos ecológicos, los derechos de los seres orgánicos e inorgánicos del planeta, sin plasmar en la vida práctica de las sociedades los derechos de la naturaleza. En consecuencia, no se puede pretender resolver la crisis sin resolver estos problemas, no se puede soslayar la ineludible tarea de resolver estos problemas con discursos políticos, con invenciones del enemigo interno, con justificaciones anacrónicas de la casta política, inmiscuidas en la reproducción de las formas de gubernamentalidad, tanto neoliberales como neopopulistas. Este es el tamaño, la envergadura y la cualidad de las crisis múltiple. Lo que hace el gobierno, recurriendo al terrorismo de Estado y a la invención del enemigo interno, no es más que pataleos de ahogado, solo puede diferir un poco más su propio derrumbe institucional.