A propósito del libro Salir del paso de Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta
1. A MODO DE INTRODUCCIÓN.
Leí por ahí que “el pasado nunca se va”, ni siquiera cuando queremos olvidar o inventar otra historia, porque a pesar de que suele esconderse hasta en los intersticios más ignotos e inescrutables, siempre renace hasta de las cenizas, y porque al final (muy a pesar de que existen tentaciones por ocultar o relativizar algunas verdades incómodas o incompatibles con antiguos o diferentes valores), termina por convertirse en el eslabón indispensable para conocer y construir nuevos escalones de futuro y porvenir.
Por eso, Salir del paso de Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta, llega en un momento muy especial para la sensibilidad nacional y el interés colectivo del país. Y es así, porque abordar el asunto de las guerrillas en Bolivia no solo implica remover el gran impacto que tuvieron en el ámbito político e ideológico nacional, sino inclusive en la esfera íntima, subjetiva y existencial de muchas personas y entornos familiares que nos vimos profundamente interpelados por las ideas y el accionar de dicha experiencia.
Pero lo es también por el interés (y hasta la urgencia), de conocer, desentrañar y esclarecer diversos tópicos y sucesos que (por diversos motivos, interpretaciones y hasta tergiversaciones), habían quedado en el misterio; impidiendo comprender con la mayor certeza posible, la verdad de los hechos y la historia.
Aunque seguramente siempre existirán maneras diferentes y hasta contrapuestas de acercamiento y comprensión de la realidad, o tal vez precisamente por esta razón; la presentación del libro también llega en un momento muy especial. Sucede que el contenido del libro (al margen de una diferencia de enfoque histórico que comentaré más adelante), no solo coincide casi simultáneamente en el ámbito temporal y temático con la magnífica obra póstuma de Gustavo Rodriguez Ostria 1/; sino que paradójicamente y muy en contrario del impacto emocional y subjetivo favorable que despertó en buena parte de la generación de los años 60-80 cuando sucedieron los hechos; actualmente (probablemente influenciados en gran medida por lo que sucede, y durante décadas ha impuesto el régimen cubano), no se percibe precisamente una motivación positiva o favorable sobre el significado de las guerrillas en las recientes generaciones, y especialmente en los autores de Salir del paso. Es decir, el libro se presenta en una coyuntura dislocada, con al menos dos generaciones y dos formas de percepción diferentes y hasta opuestas sobre lo que significó aquel periodo guerrillero. Este contexto, como el provocador contenido del libro que desde el título tiene la virtud de despertar mucho interés, constituyen la causa que me ha motivado compartir las anotaciones reflexivas que siguen.
2. ENFOQUE HISTÓRICO.
Cada libro tiene una manera propia de abordar los hechos, y en el caso del trabajo de Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta, destaca sin lugar a dudas su singular enfoque histórico. Quizás esta impresión se explica y surge, porque casi simultáneamente se publicó el libro póstumo de Gustavo Rodriguez O., que también tiene el mismo carácter histórico sobre la misma temática.
Por ello, precisamente para describir y destacar (no calificar) las diferencias e innegables valores de ambos enfoques, se considera útil efectuar una comparación que permita un mejor acercamiento al contenido del libro que comentamos.
En principio, vale la pena destacar una coincidencia común en ambos enfoques históricos. A pesar de alguna empatía que a Gustavo Rodriguez O. le provocaba la causa guerrillera, es posible sostener que tanto él como los autores de Salir del paso no están de acuerdo ni comparten la estrategia política, ni el modo práctico de encarar la lucha social y los problemas políticos que planteaba la guerrilla. Quien comenta, tampoco.
La diferencia más destacable surge cuando se comparan ambos enfoques. En el caso de Rodriguez Ostria, él prefiere abundar en la indagación y profusión de datos, documentos, pruebas, fuentes y hechos que respalden minuciosamente sus afirmaciones, dejando preferentemente que sea el propio lector quien saque su propias interpretaciones y conclusiones acerca de los hechos relatados.
En aquellas situaciones donde no hay posibilidad de verificación y confirmación de algún hecho importante porque no ha sido posible acceder a las fuentes (fundamentalmente los archivos cubanos que hasta ahora han quedado ocultos y secretos), entonces el autor prefiere señalar el vacío y expresar la imposibilidad de acceso 2/.
Sólo en casos excepcionales (sea donde la evidencia es contundente e incontrovertible, o cuando excepcionalmente no es posible obviar criterio), el autor expone su propia visión y conclusiones.
En el caso del trabajo de Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta (donde decididamente no hay siquiera una empatía con la causa guerrillera), el enfoque es explícitamente diferente. Ellos prefieren exponer de principio su visión y propósito.
Utilizando sus propias palabras, plantean “realizar un balance”, “saldar cuentas” y ensayar “una pequeña venganza patriótica”, “para decir lo que no se dijo en su momento contra la falta de respeto, el abuso y el atropello de la revolución cubana contra nuestra identidad y nuestra realidad”. Podría decirse que se trata de un enfoque similar y muy próximo a las versiones de militares bolivianos que participaron en la campaña antiguerrillera.
Con base a este enfoque histórico, inclusive toman la iniciativa de adelantar 50 conclusiones que el lector encontrará a lo largo del libro, en una reseña (fotos incluidas) que se adjunta a la publicación. En otras palabras, se puede advertir que Salir del paso no se propone solo develar asuntos y establecer (nuevas) verdades que durante mucho tiempo quedaron sin esclarecerse en el olvido, sino que expresamente se trata de un trabajo destinado a derribar mitos para deconstruir la historia.
Así, podría decirse que es un modo feliz y atractivo de despertar la atención y provocar el interés público, puesto que desde el título (como veremos inmediatamente), es un trabajo que interpela y busca generar polémica.
3. EL TÍTULO DEL LIBRO.
Salir del paso es un título (los propios autores lo reconocen), que en vez de provocar una sensación de certeza y certidumbre (que es lo que se espera de un trabajo acerca de la historia); más bien da cuenta de una noción vaga, imprecisa, de múltiples aristas que no siempre son compatibles.
Como el propio Rafael Archondo reconoce, las dudas surgen porque dicha noción puede ser entendida tanto como una cobardía, como un acto de preservación, o inclusive como una estrategia para salir por la tangente y tomar desvío, con tal de no dar la cara y eludir (por ejemplo) la autocrítica y el debate. En otras palabras, una imagen que contrasta claramente con la práctica y las ideas de la guerrilla, que muy en contrario de escabullir, zafarse o evitar el enfrentamiento (no sólo militar), lo que hace más bien correspondería con la predisposición de Salir AL paso, que no tiene nada que ver con la cobardía, o de no dar la cara que se insinúa.
Es decir, que aquello que eventualmente pudo haber tenido el propósito de aclarar y añadir más expresividad a lo que los autores entienden que ha sido una de las principales características de las guerrillas (salir del paso); resulta que su efecto ha sido el contrario, al punto que solo cayeron en cuenta cuando el libro ya había salido de la imprenta.
Si bien es muy cierto que la insurgencia guerrillera bien puede calificarse como un acto de espontaneidad, improvisación, falta de prudencia e impaciencia; lo cierto es que simultánea e paralelamente, también implica una convicción inquebrantable, audacia, muchas agallas y alto sentido del propósito que persiguen (sin que ello signifique o quiera entenderse como una estrategia adecuada, correcta o viable).
La consecuencia de esta irónica situación, es que al contrario de consignar un título claro e inapelable, lo que sucede es que despiertan una inquietud y sospecha acerca de lo que verdaderamente quieren transmitir.
A renglón seguido e indisolublemente ligado al título, se hace referencia al análisis de lo que los autores expresamente quieren definir como “violencia revolucionaria”. Ellos dicen que “cuando la política abre sus puertas a la violencia, suele convertirse en otra cosa. A esa realidad acá la llamamos cautelosamente ‘violencia revolucionaria’”.
La importancia de esta definición no es secundaria ni puede pasar desapercibida. En vez de referirse por ejemplo al análisis de tres décadas de guerrillas o de lucha armada en Bolivia (que podría favorecer a una comprensión más imparcial y menos cargada) (de tinta), en este caso los autores apuestan a una especie de pleonasmo que no cumple su función. Veamos.
“Violencia revolucionaria” es una acepción absolutamente legítima de utilizar y adoptar (y la respetamos), pero tiene la triple dificultad de: a) no contribuir a dar una mayor claridad y comprensión a las palabras utilizadas; b) tampoco poseer un solo sentido interpretativo y c) de eludir (salir del paso en este caso) a un necesario abordaje conceptual y epistemológico, para sustituirlo con una simple resignificación de palabras, que a la postre las despoja de la riqueza, amplitud y rigor necesario. Es decir, empobrece y constriñe su comprensión a una sola acepción que no responde al fenómeno preciso que analizan.
Quizás en el ánimo de desmitificar conceptos, Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta parecen no caer en cuenta que dejan de lado e ignoran que la “violencia revolucionaria”, también puede ser entendida y atribuida desde un simple acto de violencia armada (puntual o extendida en el tiempo y espacio), hasta inclusive convertirse en un proceso de insurgencia social, de rebelión popular, de insurrección revolucionaria (política, social, económica, étnica u otros), o inclusive a un proceso de transformaciones (de diverso calado). El problema reside cuando la práctica o puesta en acción de aquello que se quiere definir como “violencia revolucionaria” incluye (y/o se convierte) en atracos, atentados, asesinatos, ejecución y ajusticiamiento extra legales, que definitivamente ya no tienen nada que ver con el concepto de “revolucionario”, tal cual ocurre con algunas de las acciones que se relatan en el análisis de las tres décadas. Así, la definición asumida no solo pierde consistencia, sino que tampoco corresponde a lo que se ve y pone en práctica en la realidad.
4. MARIO MONJE, EL PCB Y LA GUERRILLA DEL CHE.
El contenido de Salir del paso tiene indudablemente muchos méritos. Uno de los aportes más importantes que además se analiza detalladamente, es desentrañar y romper el mito (que a la vez fue una gran denostación pública e internacional), acerca de la supuesta traición que Fidel Castro y el régimen cubano habían esgrimido en contra de Mario Monje y la cúpula dirigencial del Partido Comunista de Bolivia (PCB), como la causa principal (sino la más importante), de la derrota del movimiento guerrillero que el Che impuso en Bolivia.
Los autores logran establecer que no solo no hubo tal traición, sino que fue el propio Che quién engañó a la dirigencia, desatando fuertes disputas internas y disensos que, al margen de afectar todo el aparato organizativo, inclusive forzaron a la adopción de decisiones personales; y todo con tal de imponer su decisión unilateral para desarrollar el proyecto guerrillero en Ñancahuasu. La revelación es inapelable por su contundencia y respaldo documental, pero también es origen de un vacío que, a nuestro entender, no se logra visualizar.
Sucede que la trama tiene muy diversos pormenores y entretelones que los lectores seguramente disfrutarán a lo largo de la lectura del contenido del libro. Sin embargo, aquí voy a referirme a una que me parece crucial, pero que se aborda de una manera separada.
La referencia tiene que ver precisamente con las razones que se arguyen (y los autores rebaten como vimos), acerca de la supuesta traición del PCB y su entonces primer dirigente Mario Monje.
Para Fidel Castro y el régimen cubano, los principales motivos que explicarían dicha supuesta traición, se deberían a una posición “chovinista” que “tal espécimen revolucionario (refiriéndose a Mario Monje), tuvo el atrevimiento de discutirle al Che la jefatura política y militar del movimiento”. Además, de haber “saboteado el movimiento al interceptar militantes bien entrenados que iban a unirse a las guerrillas, cuyo desarrollo es criminalmente frustrado por dirigentes incapaces, charlatanes y maniobreros”.
Esta explicación está expuesta en una de las pocas fuentes oficiales disponibles, que ha sido publicada como una “Introducción necesaria”, escrita por el propio Fidel Castro y que prologó precisamente la primera versión cubana del diario del Che en Bolivia.
Como se puede advertir, más allá de la alusión “chovinista”, allí NO se hace absolutamente ninguna mención a que Mario Monje o el PCB se hubiesen opuesto y objetado al establecimiento de guerrillas en Bolivia, porque en realidad disentían con la estrategia del foco y planteaban en cambio una visión insurreccional como método de lucha. Es decir, no se hace mención a la existencia de una visión estratégica diferente, que Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta se esfuerzan en destacar como un enfoque más acorde al contexto y la historia del país, que emergería de su simpatía con el “nacionalismo” del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que condujo la revolución del 1952.
El problema reside en que una vez establecido que no hubo tal traición, lo que no logran percibir los autores en el desenredo de la trama, es que lo que verdaderamente revelan ambas posiciones Che Guevara-PCB, más allá del desmentido a las acusaciones de traición efectuadas; es que se trata de un conflicto de disociación mutuamente incomprendida de dos visiones diferentes (irreconciliables?), sobre lo que los movimientos de liberación representan y buscan conseguir.
En un caso, el de Mario Monje y su cúpula dirigencial 3/, que inclusive habían condescendido y participado contradictoriamente en los campamentos de formación de cuadros guerrilleros armados en Cuba; efectivamente tienen y plantean una visión insurreccional opuesta a la estrategia del foco guerrillero, cuyo locus principal era localista y más acorde al desempeño histórico nacional. Sin embargo, esta posición tiene un añadido (por cierto muy importante), que no es mencionado ni tomado en cuenta; siendo que la misma no solo implicaba un fuerte lazo de identificación y acatamiento con la línea internacional del estalinismo moscovita, sino que en mérito a dicha “lealtad” también les granjeaba el respaldo (ideológico) necesario.
Es decir, no se trataba únicamente de un desacuerdo y oposición (“nacionalista”) frente a la estrategia foquista, sino también una manera muy propia (“astucia criolla” suele decirse), de alinearse detrás de la burocracia estalinista internacional, que por cierto también era desdeñada por algunos sectores al interior del PCB que no solo respaldaban a la guerrilla del Che, sino que se adhirieron a su movimiento. Aquí, parece claro que no se logra comprender ni visualizar el alcance continental más profundo que rebasa el localismo nacional en el que Mario Monje y su cúpula estaban ensimismados. El sueño era tan grande como al mismo tiempo imperceptible a los ojos de quienes tenían la obligación de desprenderse de aquellos localismos (quizás legítimos), pero que limitaban una visión más continental y anticapitalista.
En el otro extremo está el Che (eventualmente respaldado por Fidel Castro), que lo que en el fondo planteaba, no era una disputa mezquina por encabezar y dirigir un movimiento guerrillero en Bolivia con un acto de injerencia avasalladora inadmisible (como prefieren repudiar los autores del libro); sino que de lo que se trataba era de un movimiento de envergadura internacional y antiimperialista de alcances continentales, que además tenía la virtud de poner en evidencia aquel aparato burocrático anquilosado que, bajo la idea de la “convivencia pacífica”, no solo daba las espaldas a los movimientos de liberación, sino que en la práctica convivía y se sometía al capitalismo que decía combatir y repudiar. Aquí el problema radicó en que dicho movimiento impuesto por el Che, no tuvo la virtud de adentrarse y tomar en cuenta la realidad y la historia nacional de Bolivia.
En la disputa, ninguno de los polos tuvo la oportunidad ni la grandeza para mirar y tratar de entender al otro. Actuaron en consecuencia, pero en líneas separadas mutuamente disociadas e incomprendidas. Y cuando Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta efectúan su análisis, ellos también prefieren aferrarse, subrayar y ensalzar lo que denominan como el carácter “nacionalista” de Mario Monje y la cúpula del PCB. No caen en cuenta que si bien ese enfoque localista tenía el mérito de responder a la historia nacional, no solo implicaba un tácito alineamiento detrás de aquella burocracia estalinista que al interior de su propio partido también era repudiada; sino que también coartó la posibilidad de abrir las puertas a nuevas corrientes de pensamiento y acción que quizás podrían haber decantado en un enfoque renovado y fresco que tuviese la virtud de mirar, interpretar y actuar con “cabeza propia” sobre la realidad nacional, y al mismo tiempo desechar tanto esa mirada localista ensimismada de la cúpula partidista, como la dependencia asfixiante que representaba la burocracia estalinista de Moscú.
Con sueños no se construye la historia ni el futuro se podrá replicar; sin embargo, no hay que olvidar que en ese mismo momento estaba por ejemplo la Juventud Comunista (JCB) y militantes tan destacados (sus testimonios de vida así lo acreditan), como la propia Loyola Guzmán (quien estuvo en la guerrilla con el Che), Carlos Soria Galvarro o Ramiro Barrenechea 4/, que durante muchos años después, continuaron luchando en la búsqueda de un pensamiento y una acción transformadora que responda a los desafíos de la realidad nacional.
5. LA OTRA CARA FALTANTE DE LA SUPUESTA TRAICIÓN DE MARIO MONJE
Para reforzar el razonamiento anterior y abundar con mayores argumentos, creo que vale la pena destacar otra arista (casi desapercibida) de la supuesta traición de M. Monje.
Como hemos podido apreciar, los autores del libro buscan denodadamente reivindicar la imagen y desmentir la acusación de traidor que pesaba sobre este personaje desde que Fidel Castro así lo quiso mostrar al prologar la primera publicación del diario del Che. Sin embargo, así como logran su cometido, también olvidan (o quizás?) eluden señalar:
a) Que el argumento (visión contraria) de Mario Monje que sustentaba su criterio opuesto a la vía guerrillera, no sólo era contradictoria con el consentimiento y su propia participación activa en los grupos de formación guerrillera a los que acudieron militantes del partido comunista boliviano en Cuba, sino que resulta que su argumentación es inconfundiblemente coincidente con el criterio y la línea política de la burocracia estalinista de la URSS; misma que también terminaba haciendo coro al rechazo expresado por los demás partidos comunistas sudamericanos que entonces se encontraban sometidos al concepto de “convivencia pacífica con el capitalismo” que propiciaba la URSS.
b) Que tal criterio además de constituir únicamente una posición exclusiva de la cúpula dirigencial del PCB, también ignoraba y hacía caso omiso de la posición y disidencia de la JCB y varios connotados militantes del PC boliviano que se habían expresado proclives no sólo a respaldar el movimiento guerrillero, sino inclusive a incorporarse a sus filas.
c) Que la supuestamente “correcta” posición de Mario Monje (incluida y coincidente con la de Simón Reyes), no solo no se sostiene en el tiempo porque Monje termina renunciando a su cargo para alejarse, y Simón Reyes en pocos días cambió de criterio para refrendar un acuerdo con los cubanos que desdecía su palabra y posición inicial; sino que establecieron un acuerdo para romperlo después en la práctica. Es decir, que lo que terminó primando en las acciones concretas del PC y el propio Monje, no fue un apego a su criterio y la palabra empeñada, sino su completa subordinación al aparato burocrático de la URSS, que definitivamente había decidido no respaldar “la aventura guevarista y cubana”, con tal de hacer prevalecer sus propios equilibrios y “convivencia pacífica” que constituía su línea oficial frente al imperialismo y los Estados capitalistas con los que prefería priorizar acuerdos de cooperación mutua. Es decir, que los procesos de transformación y lucha antiimperialista emprendidos y latentes en Latinoamérica, importaban nada.
d) Que (muy en contrario de una posición unitaria, innovadora o “revolucionaria”), la posición de Mario Monje y la cúpula del PCB se limitó a una visión provinciana, nacionalista, que prefirió ignorar la oportunidad (y las condiciones internas de desacato y rechazo al régimen barrientista), para encarar un desafío internacional que hubiese puesto en jaque no solo la restauración reaccionaria de Barrientos, sino inclusive desafiado e interpelado al imperialismo norteamericano. Sea como consecuencia o reflejo de las tensiones, no hay que olvidar que en 1965 se produjo la ruptura del PCB, precisamente por las discordancias internas.
En resumen, se puede afirmar que lo que los autores quieren entender (y hacer perdurar en el imaginario) como un legítimo, nacionalista y digno enfoque político frente a la guerrilla que Mario Monje sustentaba; en realidad ocultaba la forma más astutamente criolla para hacer prevalecer y reafirmar el sometimiento ideológico y nacional del partico comunista boliviano, a los designios de la burocracia estalinista internacional. No por nada Monje termina retirándose a la URSS hasta el fin de sus días, sino que no abre la boca sino hasta después del régimen de Gorbachov, cuando el régimen estalinista se hace trizas.
Finalmente, resulta muy sorprendente que Rafael Archondo y Gonzalo Mendieta, siendo que explícitamente reconocen en su libro la ejemplar lucidez y profundidad de pensamiento de René Zavaleta Mercado cuando analiza la guerrilla 5/; sin embargo, ellos prefieran reivindicar y ensalzar la visión “nacionalista” de Mario Monje y su cúpula burocrática dirigencial que, como se pudo mostrar, tiene el defecto de ser parcial, localista y sumisa.
En fin, hay otras cosas que se quedan en el tintero; en todo caso la esperanza es que este breve ensayo analítico sea útil para quienes se acerquen como yo, a este importante trabajo que comentamos.
(*) Sociólogo, boliviano. Cochabamba, Bolivia. Marzo de 2023.(Versión revisada)
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1/ Gustavo Rodriguez Ostria., Con las armas. El Che en Bolivia. Ed Plural. La Paz, Bolivia. Junio de 2023
2/ Es un hecho no menor e indudablemente repudiable, que hasta ahora se haya decidido mantener en secreto documentación y archivos históricos que podrían contribuir sustancialmente al esclarecimiento y transparentación de diversos pasajes históricos clave que quedaron en la oscuridad y el misterio. Mucho más, tratándose de gobiernos y regímenes como el de Cuba y Bolivia que no solo tienen una obligación ética e histórica con la memoria y la verdad, sino sobre todo porque siempre han reivindicado la estratégica tarea de contribuir a la construcción de una conciencia y unos valores que precisamente se encuentran en la antípoda del secretismo y la ausencia de claridad y transparencia. Además, la apertura y puesta a disposición pública del conocimiento, la investigación y el acceso irrestricto de los archivos y una documentación tan valiosa, también sería un gesto muy elocuente para dar cuenta de la justeza de la causa (revolucionaria), como de los principios y valores que persiguen en esa lucha por alcanzar un mundo diáfano de iguales, libres y solidarios.
3/ Hay que subrayar esta precisión, puesto que dentro del partido comunista no solo había una disputa chino/soviética, sino también una fuerte tendencia pro guerrillera representada principalmente en la Juventud Comunista de Bolivia (JCB) y no pocos destacados militantes, que no compartían el criterio “oficial”.
4/ Sólo como una referencia bibliográfica a otros aportes sustanciales de estos personajes nacionales, baste mencionar como ejemplo las siguientes: Carlos Soria Galvarro., Recordatorio. Estampas de la segunda mitad del S. XX. Ed. Kipus, Cochabamba, Bolivia. Mayo 2022. Ramiro Barrenechea Zambrana., Che. Revolución absoluta. s/ed. Santa Cruz, Bolivia 2018., Dos alas de un mismo vuelo. Imp. Copy-BolGraf. Colección La cigarra mágica. Santa Cruz Bolivia. 2012.
5/ René Zavaleta Mercado tiene una profusa producción intelectual que ha formado e influido el pensamiento nacional y marxista latinoamericano, cuyo contenido se encuentra compilado en los 4 tomos de su Obra completa publicada por Ed.Plural entre los años 2011 y 2015.Con el objeto de enriquecer el debate y proporcionar mayores elementos de juicio, aquí se consignan los títulos referidos específicamente a la guerrilla del Che: El Che en el Churo (1969). Tomo I, ensayos 1957-1974. A diez años de la muerte del Che. (3-10-1977). Tomo III, Volumen 1. Notas de prensa 1954-1984. “Debemos organizar la resistencia armada” (1967). Tomo III, Volumen 2. Otros escritos 1954-1984. Diálogo entre dos etapas. René Zavaleta Mercado: Bolivia y América Latina (30-5-1969. Tomo III, Volumen 2. Otros escritos 1954-1984.