Demografía
y política


Raúl Prada Alcoreza

 

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Demografía y política

Raúl Prada Alcoreza

Demografía
y política


Raúl Prada Alcoreza

 

El contenido de estas páginas no refleja necesariamente la opinión de Bolpress

Este ensayo y análisis crítico demográfico ha sido publicado después del Censo de Población y Vivienda de 2012, reuniendo escritos y análisis que datan del mismo año, incluyendo ensayos anteriores y posteriores, un poco después, al año de referencia. 








Dedicado a Jesús Herrera LLanque[1]


Índice:

Reseña histórica de los censos y epistemología demográfica  
¿Censo o enumeración incompleta?  
Crítica de la “razón” nacionalista  
Incongruencias institucionales respecto al “censo”  




Reseña histórica de los censos y epistemología demográfica


Los censos o las enumeraciones completas tienen una larga historia; desde que el Estado vive de los tributos era necesaria la cuantificación de la población, sobre todo de los que pagaban los impuestos. Aunque hablemos de otras formas de Estado, de las formas no modernas del Estado, de formas de Estado consanguíneas, de formas de Estado despóticas; estos Estados estaban íntimamente vinculados a los tributos. Aunque también a la sobre-codificación, a la captura de los flujos y a la expansión de sus dominios, imperios. Estados que contaron tempranamente con una formación burocrática de funcionarios, mediadores y sacerdotes. Estos estados, que se dieron en el llamado oriente, también en meso-América y la región andina, cuantificaron sus recursos y sus poblaciones, así mismo contabilizaron su riqueza. Nos encontramos con una temprana aparición del Estado, de esta fabulosa maquinaria de captura, que sobre-codifica los cuerpos y estría sus territorios[2]. Los incas cuantificaron población y registros mediante un sistema de quipus; nudos de pitas de distintos colores. Estamos ante un sistema de conteo que juega con la distribución de los nudos y los colores. Los mayas y los aztecas también contabilizaron sus riquezas, cuantificaron sus poblaciones y recursos. Son conocidas y estudiadas las cuantificaciones del Imperio Chino antiguo, también los métodos de cuantificación de los egipcios, así como de los hindús. La obsesión por la cuantificación no es una compulsión reciente, moderna, sino que tiene larga data.

El primer censo del que se tiene información es el que mandó levantar el emperador chino Yao, hace cuatro milenios, en el año 2238 antes de la era cristiana. En el antiguo testamento de la Biblia se narra sobre varios testimonios de práctica de enumeración de la población entre los hebreos. Uno de los más conocidos es el que ordenó Moisés en el segundo año del Éxodo, para saber cuántos eran los que atravesaban el desierto rumbo a la tierra prometida, o el que mandó hacer el rey David. Pero el que le sigue en importancia es el que ordenó Esdras, para saber el número de los judíos que volvieron a Jerusalén luego de su exilio en Babilonia, en el año 606 a.C.; cuando los babilónicos conquistaron la ciudad, destruyeron el primer templo y trasladaron prisioneros a los líderes hebreos. El historiador griego Herodoto narra en sus nueve libros de la historia la manera cómo los egipcios realizaban censos para enumeras a su población.

En el llamado Medioevo, necesidades netamente fiscales y fácticas, de tributos e impuestos, además de los gastos de guerra, obligaron a los árabes a realizar censos en la península ibérica, la España musulmana. Así mismo el emperador franco Carlomagno y el normando Guillermo el conquistador, en Gran Bretaña, se vieron obligados a recurrir a los censos de entonces. Todos estos censos corresponden a las antiguas enumeraciones, que en general tienen características diferentes a los censos modernos. Se puede hablar como uno de los primeros censos modernos el realizado en Paris, en el año 1817; hablamos de uno de los iniciales censos modernos, en sentido “científico”[3]. Hasta el momento los censos se reducían a efectuar operaciones de enumeración de la población con fines fiscales. En cambio para efectuar el censo de París, como condición necesaria, se procedió a la inscripción nominal de los habitantes, identificando a la población efectiva, diferenciando los residentes de la ciudad y los de paso, además de preparar una boleta de encuesta con estructura metodológica, orientada a producir indicadores.

En el imperio romano también se recurrió a los censos para cuantificar a los tributarios o contribuyentes, con sus familiares, sus esclavos, sus predios y sus recursos, que crecieron inmensamente debido a la extensión del imperio; al norte, hasta la isla británica; al sud, hasta el borde mediterráneo de África, incluyendo a Egipto; al este, adentrándose al Asia; y al sud-este, penetrando en lo que podríamos llamar el subcontinente exuberante de la India; encontrando sus fronteras, por el lado oeste, en el océano Atlántico, en la península ibérica, en las mítica columnas de Hércules. Se dice que estos censos se realizaban cada década. El imperio romano desplegó una inmensa capacidad recaudatoria de impuestos y tributos, precisamente enumerando a su población, distribuida en el orbe de su mundo, que consideraban los romanos el centro del mundo conocido hasta entonces. Durante el periodo de la República romana, terminada la guerra con Cartago y Macedonia, e incorporando al reino Seléucida, los romanos contaron a su disposición con una colosal cantidad de tributarios y contribuyentes, que enriquecieron las arcas del Tesoro de Roma.

Al otro lado del Atlántico, en el quinto continente, escondido a los ojos europeos, el inca Sinchi Roca, el hijo y sucesor del mitológico Manco Capac, fue quien mandó a realizar el primer censo de población en el incanato; toda la región pan-andina, desde lo que ahora es el norte de Chile hasta lo que es ahora Colombia, pasando por lo que es ahora el norte argentino, Bolivia, Perú y Ecuador. De acuerdo a las fuentes históricas de los cronistas, el resultado del censo fue de 4 millones de habitantes. Sin embargo, será el legendario inca Pachacutec el que establezca lo que se puede considerar como método de la administración contable incaico: el quipucamayoc, el contador maior i tezorero del Tahuantinsuyo, de acuerdo a la crónica Guamán Poma. Como se puede ver, los incas fueron grandes censores, preocupados por conocer el tamaño de la población, con el objeto de su distribución en los territorios bajo su dominio. En contraste, en cambio, durante la colonia, el formato de lo que llamamos censos, que llevan el nombre de visitas y revisitas, es distinto; el formato corresponde más a una enumeración con objetivos mercantiles que a una cuantificación para la planificación.

De acuerdo a la revisión histórica, el primer censo colonial en el Virreinato del Perú fue el que mandó levantar el llamado “pacificador” del Perú, Don Pedro de La Gasca, en el año 1548. El censo arrojó la cifra de una población de 8.285.000 habitantes en el Virreinato. El segundo censo colonial fue el del Virrey Hurtado de Mendoza, que en 1556, enumeró a 253.715 indios tributarios. Más tarde, en el quinquenio 1570-1575, se dio lugar un tercer censo colonial, efectuado durante la administración del conocido virrey Francisco de Toledo, conocido por el ordenamiento territorial que impone. El censo se consumó durante la visita general de Francisco de Toledo al territorio del virreinato peruano; el mismo arrojó la cifra de 1.067.696 indios tributarios. También el virrey Duque de la Palata, en 1683, y Conde de Superunda, en 1751, así como el virrey Gil de Taboada y Lemos, en 1795, último virrey de la colonia, ordenaron que se levantaran visitas y revisitas. En esta revisión histórica, no podemos dejar de mencionar que la Real Cédula del 10 de noviembre de 1778 ordenó el diseño de censos anuales con distinción de clases, estados y castas.

Como se puede ver, los conquistadores europeos del quinto continente, llamado por ellos América, y Abya Yala, por los nativos Kuna del ismo de Panamá, también recurrieron a la cuantificación exhaustiva, sobre todo para garantizar el tributo indígena que cobraban, además de contabilizar los recursos y la riqueza conquistada, así como realizar la cuantificación dineraria del mercado, de los circuitos mercantiles y el comercio. La diferencia entre unos métodos y otros, entre los anteriores, de los tempranos imperios, y los efectuados durante la colonización, es la intervención de la aritmética en los segundos. Este sistema de números abstractos, que llamamos números naturales y números reales ahora, fue llevado por los árabes a Europa. Los árabes desarrollaron el álgebra y la matemáticas, reelaboraron la geometría griega y transmitieron éstos sistemas de cálculo a los europeos, junto con la herencia de los griegos, difundida desde la época de Alejandro, conservando los pergaminos de los filósofos griegos. Entonces en las visitas y revisitas españolas nos encontramos con métodos aritméticos de cuantificación, que contienen la clasificación y un orden, el cuadro. Pero, hasta aquí no hablamos de otra cosa sino de una enumeración exhaustiva y de una taxonomía; no son exactamente censos modernos tal como ahora los entendemos ahora, los llamados censos “científicos”, encargados no sólo de cuantificación sino de construir indicadores.

La Europa del renacimiento y del comienzo de la modernidad, que coincide con la expansión del sistema-mundo capitalista por medio de la colonización y la implantación de la colonialidad, como forma de sociedad estructurada racialmente, desarrolla primero la mathesis y luego las matemáticas, en su estructura y configuración tal como la conocemos ahora. Es en este continente donde se van a dar lugar los llamados cuadros de la muerte, debido a mortandad que deja la peste, que asola las ciudades europeas. Sobre la base de los mismos se elaboraran las primeras estadísticas demográficas, que vinculan los índices de mortalidad a la edad y al sexo. Los indicadores de la esperanza de vida vienen de aquí; aunque por lo dicho deberían llamarse indicadores de la muerte. Pero como suena tétrico, se llaman de esperanza de vida a esta forma de indicadores. A partir de estos recursos y de esta experiencia estadística, además de la preocupación por el fenómeno de la migración, que vacía países de Europa y que llena las ciudades, se van diseñar en Europa los primeros censos modernos, basados en una boleta censal, elaborada de acuerdo a una estructura metodológica con fines de construcción de indicadores.
Después de la Independencia, durante los periodos republicanos también se continuaron con las enumeraciones exhaustivas, casi con las mismas características de las visitas y revisitas; en principio por el tributo indigenal, del que todavía vivía la república en su primer periodo, y después por la clasificación racial considerada; sin embargo, se dan intentos de cambio entrado el siglo XX, cuando se reemplaza el cuadro de clasificación, que ya no se encuentra ligado al tributo y a los impuestos, sino a los objetivos de medición y cálculo probabilístico, a la estadística, propiamente hablando, la aritmética del Estado. En Bolivia se tiene algunos censos con estas tipologías, durante los periodos avanzados republicanos, que tratan de cumplir con la enumeración completa y una clasificación pretendida moderna, aunque preservando rasgos de la diferenciación racial. Hay dos censo distintivos de esta época; uno es el de 1900 y el otro es el de 1950, empero limitados todavía a la enumeración “exhaustiva”. Sin embargo, estos censos no son “científicos”, como ahora se llaman a los censos modernos, pues no estaba estructurado para producir indicadores. Un censo científico no es un listado de preguntas, tampoco un cuadro de clasificación; no le garantiza la “cientificidad” el uso de la boleta. Para ser un censo “científico” se requiere que la boleta esté estructurada de tal manera que se tenga como orientación la producción de indicadores, números índices, tasas, valores probabilísticos y varianzas. Un censo, con estas peculiaridades, no es una lista de preguntas, sino toda una metodología estadística, donde cada pregunta cuenta con procedimientos metodológicos que funcionan como operadores para producir indicadores. Los primeros censos en el mundo que cuentan con estas características se dan en Inglaterra, Suecia, Francia e Italia, para ser retomados en el resto de los países europeos. El primer censo científico en Bolivia es el de 1976, después vino el censo de 1992, con esta misma peculiaridad continua el censo del 2001.

La boleta del Censo de Población y Vivienda de 1976 puede caracterizarse de socio-demográfica por el cuadro de preguntas y clasificación. Es una boleta preparada con fines de comparación internacional, además de estar orientada a producir indicadores de los procesos demográficos como la migración, el crecimiento poblacional, la natalidad, la mortalidad, fecundidad. Fuera de los indicadores de vivienda y los económicos de población económicamente activa, ocupación y desocupación. Después de los censo de 1976 y 1992 se discutió mucho la transición demográfica de la etapa inter-censal (1971-1992), sobre todo por la necesidad de producir indicadores diferenciales para uso de las políticas públicas. Sin embargo, el censo del 2001 no introdujo preguntas y procedimientos metodológicos para producir indicadores diferenciales. Introdujo una pregunta de opinión, la de auto-identificación “étnica”, que fue pensada para un uso muestral. En los censos modernos, con la orientación de investigación, se introducen a veces preguntas con el objetivo de realizar muestreos, manteniendo el universo censal. Esta pregunta requería una metodología apropiada para preguntas de opinión, además de otras preguntas de control. Esto no se hizo. Se mantuvo la pregunta con el sólo objeto de obtener porcentajes de participación. El valor de estos resultados es muestral, no censal. Resulta extraño que se haya hecho esto cuando ya se contaba con una experiencia muestral llamada erróneamente Censo Indígena de 1994[4].

Llegamos al Censo de Población y Vivienda de 2012 con muchas dificultades sorteadas, quizás no soslayadas de una manera completa. Cada censo, llamado científico, tiene que contar con anticipación con la actualización cartográfica, que debe ser exhaustiva sobre todo por la expansión de los poblados, la aparición de nuevas comunidades y pueblos, el crecimiento de las ciudades y desplazamientos migratorios. Si no se hace esto se corre el peligro de la infiabilidad de los resultados. Ahora bien, la actualización cartográfica no se resuelve con la recurrencia al satélite, que no es más que un instrumento de esta actualización, se requiere de un trabajo de campo exhaustivo. Llama la atención que el INE diga que se ha hecho esta actualización cartográfica, que más parece efectuado de una manera improvisada y en un tiempo corto. Otro problema es la boleta censal, que ya no garantiza completamente la comparación internacional, tampoco la comparación con los anteriores censos, cosa que se requiere, con fines de comparación inter-censal. Por otra parte se ha mantenido la sola pregunta de opinión, la de la auto-identificación con algún pueblo nativo, sin otras preguntas de control, tampoco con procedimientos metodológico que conduzca a la construcción de indicadores específicos sobre pueblos nativos, que no arroje solo la mera aritmética simple de los porcentajes de participación de los pueblos. Siguiendo con los problemas, no se ha retomado la tarea de construir indicadores diferenciales para políticas públicas, más necesarios ahora cuando se requieren datos específicos para la planificación integral y participativa, como manda la Constitución. El peligro es quedarnos en una enumeración “completa”, de la que se obtenga una aritmética simple de porcentajes y no se pueda sacar indicadores de comparación internacional, tampoco de comparación inter-censal, sin producir además los indicadores diferenciales. Fuera de no garantizar una mejora estadística sobre los pueblos nativos, salvo su enumeración.
No podremos saber, a ciencia cierta, sobre los resultados del censo de 2012 hasta la sistematización y publicación de los mismos. Sin embargo, ya estamos metidos en este censo y tendremos que tratar que salga lo mejor posible, a pesar de las dificultades y problemas enunciados. Se tendrá que buscar después corregir las falencias encontradas con la recurrencia a métodos indirectos y métodos muéstrales. Al respecto, no hay que olvidar que un censo no es un censo de un gobierno, sino un instrumento estratégico para las políticas públicas, para la planificación, para el conocimiento socio-económico-demográfico de las características de la población y sus procesos demográficos, incluyendo el conocimiento demográfico de las poblaciones nativas. No se puede hacer política con un censo ni buscar obtener beneficios; un censo no está destinado para eso. Es una herramienta estadística que produce indicadores, que deben ser útiles para el conocimiento, las políticas públicas y la planificación. Empero, parece que se han confundido las funciones del censo con los usos políticos del censo, lo que no sólo distorsiona su calidad científica, sino enturbia las posibilidades de los resultados estadísticos. En esta confusión no sólo ha caído el gobierno, sino también la llamada oposición, incluso los intereses locales de los municipios y departamentos. Se entiende que haya ocurrido esto en el ambiente conflictivo y contradictorio del proceso de cambio, un ambiente poco transparente y de escaza participación. Sin embargo, como dijimos el censo está en marcha y requiere de nuestro apoyo, a pesar de los pesares.




Epistemología de la demografía

La demografía es una disciplina que describe los comportamientos de la población, es una disciplina estadística de análisis de los comportamientos poblacionales. La demografía, tal como la conocemos ahora, da sus primeros pasos con Alfred James Lotka[5], quien da una interpretación teórica de los fenómenos demográficos, principalmente del crecimiento de la población, determinado por la diferencial entre nacimientos y muertes, aunque también por la diferencial migratoria entre inmigración y emigración. Lotka deja en suspenso la migración y concibe una población cerrada a la migración, sólo afectada por la natalidad y la mortalidad. Lotka supone que se mantienen estables las tasas de mortalidad y natalidad, encontrando así un modelo demográfico, el de la población estable. La hipótesis de esta demografía es que si se mantienen estables las tasas de natalidad y mortalidad, la población tiende a estabilizarse hasta llegar a un crecimiento cero; entonces la población inestable, en crecimiento, tiende a la población estable. La demostración de este modelo es matemática, mediante simulación estadística. La importancia de este modelo es que es la base de las estimaciones demográficas, así también de los cálculos demográficos. De la teoría de Lotka al posterior desarrollo de la demografía más usual, en la aplicación del análisis demográfico en los distintos países que llevan a cabo censos poblacionales, no hay más que continuidad epistemológica; un mismo paradigma de cálculo y análisis, basado en el supuesto del equilibrio demográfico. Lo que va alterar este modelo explicativo del comportamiento demográfico es el análisis y cálculo de la migración. El fenómeno migratorio forma parte de las preocupaciones políticas de los estados; su estudio va alterar las tesis de la población estable, mostrando, mas bien, dinámicas sociales que afectan al crecimiento poblacional. Entonces el crecimiento de la población se compone por un crecimiento vegetativo, determinado por la diferencial de nacimientos y muertes, y por un crecimiento social, determinado por la diferencial entre inmigración y emigración.


La parte esencialmente demográfica capta, mide y analiza estos fenómenos; natalidad, mortalidad y migración, obteniendo tasas de fecundidad y tasas de mortalidad, además de indicadores relativos a la migración, por edad y sexo. Cuando la demografía incorpora otros componentes, como los relativos a las características sociales y económicas, el análisis demográfico se convierte en un análisis socio-económico-demográfico, ampliando los horizontes de análisis y de explicación de los estudios de población. De esta manera las teorías demográficas se vuelven más amplias e incorporan otros determinantes, sociales y económicos, para entender las dinámicas demográficas. De esta manera también nos abrimos a distintas escuelas o corrientes demográficas. Como dijimos, la más conocida es la demografía que llamaremos “formal”, basada en modelos matemáticos, circunscrita a la cuantificación, el cálculo y el análisis estadístico del comportamiento demográfico, bajo el supuesto del equilibrio demográfico y el núcleo teórico gravitacional de la tendencia a la población estable. Esta corriente se ha desarrollado fuertemente en los Estados Unidos de Norte América; en Sud América, reproduciendo este paradigma demográfico, un centro de estudios de influencia es el CELADE, radicado en Santiago de Chile[6].
Sin embargo, por el tipo de análisis que se hace, ampliando los contextos de estudio a los fenómenos sociales y económicos, en los que está involucrada la población, aparecen otras escuelas y corrientes. Una de mucho interés es la que va a desarrollar estudios y análisis de migración desde una perspectiva espacial y geográfica. Esta corriente va a tener su referente en el Instituto Demográfico de París, también en el IRD de Francia[7]. Estudios que no solamente se han desplegado en Francia y en Europa, sino en distintas partes del mundo; particularmente interesan los estudios realizados en África, Alto Volta, y en diferentes lugares de América Latina, así como en Asia, especialmente en Vietnam. Los análisis de esta corriente demográfica, fuera de la cuantificación, la construcción de indicadores, la descripción y la explicación estadística, incorporan el análisis cualitativo de las dinámicas y movilidad poblacional, introduciendo un enfoque espacial.


Otra corriente de interés, entre las muchas que hay, es la desarrollada en el CEBRAP de Brasil[8]. En este caso se despliega una perspectiva económica, con fuerte influencia marxista, buscando la explicación de los comportamientos poblacionales en las características de la formación económica social y en el modo de producción. Quizás es una de las corrientes más sofisticadas, no sólo por el tipo de perspectiva económica incorporada en el análisis, sino porque sus estudios han ido avanzando al estudio de otras condicionantes de las dinámicas demográficas, como las relativas al estudio de las condicionantes culturales y corporales. En Brasil, sobre todo en San Paulo, es importante mencionar la estadística demográfica desplegada por el SEADE[9], que tiene la ventaja de contar con sólidas estadísticas vitales, que apoyan como fuentes a los censos y a los muestreos; lo que no ocurre en la mayoría de las ciudades y países de América latina. Al respecto, en relación al perfil estadístico, de corte, transversal, o de cohorte, histórico, no hay que olvidar que el análisis demográfico se basa prioritariamente en fuentes censales y muestrales, que corresponden a un corte transversal. Lo que lo lleva a construir pirámides de población hipotéticas, pues no puede reconstruir de manera directa las historias de vida; para esto se requeriría fuentes apropiadas, como las estadísticas vitales o recuentos cuantitativos de las historias de vida generacionales.


Los programas de postgrado de El Colegio de México[10], de maestría y doctorado en demografía, han optado por una formación eclética, incorporando en la malla curricular el estudio de las distintas corrientes demográficas. Se observa entonces en los análisis demográficos y de población mexicanos la influencia distribuida de distintas corrientes, dependiendo de la inclinación de los investigadores. Este eclecticismo ayuda a conocer distintas escuelas y corrientes demográficas; empero, en países como México, Guatemala, Ecuador, Bolivia, debido a la presencia de poblaciones indígenas y “mestizas”, así como en el resto de América Latina y el Caribe, debido a los conglomerados “mestizos” y migratorios, propios de las sociedades postcoloniales, se requiere formar escuelas y corrientes propias, perspectivas epistemológicas propias.

En Bolivia no hay una escuela demográfica, la mayoría de los demógrafos, que son pocos, se han formado en la perspectiva del CELADE. Incluso el cálculo estadístico pos-censal se lo ha hecho contando con la colaboración del CELADE, particularmente los que tienen que ver con las tasas de fecundidad y mortalidad, usando los llamados métodos indirectos, diseñados por William Brass[11]. Aunque en Bolivia, por las características propias de su población, con una densidad mayoritaria de la población indígena, podía haberse desarrollado toda una corriente socio-económica-etno-demográfica; empero, esto no ha ocurrido.


Haciendo el balance de algunas de las corrientes, por lo menos de las mencionadas, vemos que el mapa conceptual demográfico define como un núcleo epistemológico, que corresponde a la teoría “formal” de la demografía, básicamente matemática, circunscrita prioritariamente en los análisis de las determinantes del crecimiento vegetativo y social de la población. En el entorno de este núcleo tenemos los estudios cuantitativos y cualitativos de la migración, que incorporan variables sociales y económicas. Ampliando la perspectiva estructural estadística e incorporando la perspectiva geográfica, son importantísimos los estudios de la geografía de la población y la geografía humana. Siguiendo con la extensión del mapa conceptual demográfico, añadiendo otros entornos al núcleo epistemológico mencionado, contamos con la incorporación en los análisis de las determinantes de clase social y del modo de producción, en lo que respecta a la explicación de las dinámicas demográficas. En este decurso de ampliación y complejización del análisis demográfico, contamos con la incorporación de las variables culturales y corporales, a veces distinguiendo lo que ocurre en los espacios urbanos de lo que ocurre en los espacios rurales, otras veces diferenciando regiones y espesores territoriales.


Sin embargo, nuestro balance se quedaría corto, si no incorporamos en la episteme demográfica otros procedimientos demográficos, que como que construyen otros núcleos conceptuales, otras perspectivas y temporalidades; por lo tanto otros mapas conceptuales. Esto pasa con la demografía histórica, cuyas fuentes no son los censos ni las encuestas muestrales, sino otras fuentes históricas, como los datos parroquiales. Algo parecido ocurre con la etno-demografía; a partir de los estudios etnográficos ha desarrollado sus propios procedimientos y métodos de cuantificación de las comunidades involucradas en sus estudios de caso.

Algunos demógrafos, entre las que se encuentra Ana Cabré. Una demógrafa catalana, que fue docente en El Colegio de México, se sugirió pasar de la demografía, disciplina descriptiva, a la demología, ciencia de la población. Planteamiento por demás sugerente no sólo por la conformación de una nueva ciencia, que tiene como “objeto” de estudio a las poblaciones humanas, involucradas en una gama abierta y compleja de procesos interrelacionados, cuya configuración se asemeja a una ecología de poblaciones, incluyendo no solamente las poblaciones humana, sino también las poblaciones orgánicas en general. Sino también porque nos plantea problemas bio-sociales, bio-políticos y bio-demográficos, que van a requerir para su comprensión e inteligibilidad de una transformación y desplazamiento epistemológico. Se introducen también como enfoques necesarios las gramáticas de los cuerpos, de los espesores territoriales y el de sus desplazamientos y movilidad. Por otra parte, esta demología requeriría de un nuevo enfoque matemático, ya no constructor de indicadores estáticos, números índices, sino móviles y variantes, curvas en movimiento y con márgenes, que respondan más a un análisis multi-variable que a un plano dibujado por los ejes cartesianos. Hablamos de una semiología del dato.




¿Censo o enumeración incompleta?
Lecciones de demografía I

No pretendemos dar clases de demografía, tampoco un curso sobre esta disciplina descriptiva y cuantitativa. Sería aburrido hacerlo; por lo menos tal cómo se imparten estas clases y estos cursos en las universidades y en los postgrados. Cuando podrían ser mas bien apasionantes, por tratarse de un tema que atañe directamente a los ciclos de la vida, aunque sea estudiado desde una perspectiva cuantitativa. Tan sólo queremos dialogar con los y las lectoras sobre las poblaciones, bajo ese concepto que le da su materia a la demografía: población. Nos interesa abordar este tema ya que está en discusión el Censo de Población y Vivienda de 2012 en Bolivia. No vamos a comenzar con nuestras críticas a las condiciones y a la forma como el gobierno ha realizado este censo. Estas críticas son, de alguna manera conocidas. Nos remitimos al artículo publicado Reseña histórica de los censos y epistemología demográfica[12]. Vamos mas bien a compartir con los públicos lectores, que forman parte de la población, nuestras reflexiones y análisis sobre la importancia de la población y, de esta manera, la importancia de la disciplina que estudia la población; no sólo para el Estado, pues la demografía como la estadística, que la contiene, son disciplina y ciencia del Estado, sino también para la población misma, para lo que llamaremos su autoconocimiento.
El concepto de población define al conjunto de habitantes en un territorio dado. La población es un concepto abstracto y cuantificable; suma la acumulación de individuos en el espacio. Puede contemplar o no su distribución, incluso su movilidad, conjunto de fenómenos en desplazamiento, de los que son los más conocidos los fenómenos de migración. Emigración e inmigración. Cuando no contemplamos la movilidad de la población, podemos decir que estamos ante una demografía “estática”, en cambio cuando contemplamos los fenómenos de movilidad poblacional, estamos ante una demografía que podemos llamar dinámica. Ahora bien, la demografía “estática”, al observar una población como detenida, no sólo se contenta con la suma, sino que requiere conocer su distribución; lo que se ha venido en llamar estructura poblacional. Por esto mismo, una población está compuesta por sub-poblaciones, que pueden ser captadas dependiendo de los recortes seleccionados, cumpliendo el interés de la observación. Estos recortes pueden ser de edad, de sexo o de otra característica de interés.

En la contemporaneidad, la manera como se capta la población es por el procedimiento de enumeración completa, que se llama censo. Un censo consta de un cuestionario preparado específicamente para producir datos e indicadores. En Bolivia se usa, desde el Censo de Población y Vivienda de 1976, el cuestionario que corresponde al censo de vivienda. El censo requiere de una larga preparación, preparación de la boleta de encuesta, actualización cartográfica, censos de prueba o censos pilotos, preparación y formación de las y los encuestadores, de la logística misma del censo, sobre todo del acopio de información, buscando que los datos iniciales sean fidedignos. De todos estos procedimientos, una de las herramientas indispensables es la actualización cartográfica, pues se trata de localizar a la población encuestada en el lugar de residencia. La actualización cartográfica corresponde al mapeo de la distribución en el espacio de los poblados, pueblos, comunidades, viviendas dispersas, ciudades. Se trata de captar la distribución y concentración de los lugares de residencia de la población. La actualización cartográfica no sólo es importante por razones geográficas, geografía de la población, sino es indispensable para abarcar la distribución de la población en el territorio, tanto por razones de localización, organización misma del censo, sino también para evitar el sub-registro. No se trata de omisión censal, que puede ser captada, a partir de la actualización cartográfica, comparando con los resultados del censo, sino de evitar de excluir de la encuesta censal a parte de la población, que por uno y otro motivo puede quedar excluida, no ser visible, no aparecer en el mapa.

Las poblaciones crecen o decrecen en el tiempo. Los fenómenos que intervienen en el crecimiento de la población son: los nacimientos, es decir, la natalidad; las defunciones, es decir, la mortalidad; así como también el ingreso de población, es decir, la inmigración; y la salida de la población, es decir, la emigración. Una diferencia positiva entre nacimientos y muertes deriva en el crecimiento de la población; una diferencia positiva entre inmigración y emigración también deriva en el crecimiento de la población. Al primer crecimiento se lo llama crecimiento vegetativo, al segundo crecimiento se lo llama crecimiento social. Cuando disminuye la mortalidad, esta disminución tiene impacto positivo en el crecimiento de la población. La disminución de la mortalidad infantil ha provocado un notorio crecimiento de la población en los países. De una disminución de la mortalidad se espera un crecimiento de la población, sobre todo de sus ritmos de crecimiento, de las tasas de crecimiento. De ninguna manera una disminución del ritmo de crecimiento poblacional.

En el informe presentado por el INE del Censo de Población y Vivienda 2012, llama la atención la disminución de la variación anual del crecimiento demográfico, cuando, por la información dada a conocer, durante décadas, es que las tasas de mortalidad han disminuido, sobre todo de la mortalidad infantil. ¿Por qué habría disminuido la tasa de crecimiento anual de la población boliviana, bajando de un 2.74% a un 1.71%? ¿Ha bajado tanto la natalidad, ha bajado tanto la fecundidad, como para explicar esta disminución? Hablamos de una variación negativa en las tasas de crecimiento anual del orden del 38%; ¿Cómo explicar esta disminución? ¿Han emigrado tantos bolivianos como para afectar, en esa magnitud, en la desaceleración del crecimiento de la población? Hipótesis que la ha vertido el mismo director del INE, al decir que hay más de dos y medio millones de bolivianos en el exterior, que eso explica la disminución de la tasa de crecimiento. Estos dos millones y medio no emigraron en estos últimos 11 años, desde el penúltimo censo; este fenómeno era y es conocido desde hace tiempo. A modo de anécdota, desde hace décadas se reconocía que en la ciudad de Buenos Aires una colonia numerosa de bolivianos residía en la ciudad porteña, a tal punto que se decía que era la ciudad más grande de Bolivia. Esto como anécdota. Todo demógrafo sabe que el saldo migratorio, mantenido en Bolivia, no incide tanto como para afectar a una disminución del 1% de la tasa de crecimiento anterior que era de 2.74%, calculada para el periodo de 1992-2001. El saldo migratorio calculado para Bolivia es del orden del – 0.84 por mil. Está muy lejos del saldo migratorio de la Islas Marianas del Norte, que tienen un saldo del orden del – 41.32 por mil, o de Jordania que arroja un saldo migratorio del orden de 33.42 por mil.

La hipótesis más plausible es que estamos hablando de un alarmante sub-registro, debido a errores del censo, en la etapa de preparación, sobre todo por la falta de actualización cartográfica, sin dejar de destacar el descuido respecto del armado de la boleta de encuesta, la logística y preparación del personal. En adelante, partiremos de la demostración de los graves errores que arroja el censo, a partir de la misma información que transmite en el informe preliminar del INE. Desde esta perspectiva, analizaremos la dinámica de los componentes del crecimiento poblacional. Después pasaremos a revisar los errores en la preparación del censo. En los próximos escritos temáticos, abordaremos otros tópicos evidenciados en el informe del INE.

 

 

Componentes del crecimiento poblacional

Como hemos dicho los componentes del crecimiento de la población son cuatro, natalidad, mortalidad, inmigración y emigración. Estos cuatro componentes conforman el crecimiento demográfico, que puede ser medido en términos absolutos, también en términos relativos, es decir probabilísticos o, si se quiere, porcentuales; empero, el indicador más usual es la tasa de crecimiento en un periodo dado, que generalmente se considera que es un año. Se define una tasa como la relación de un conjunto de eventos, dados en un año, respecto a la población media. Empero, como nos encontramos ante poblaciones captadas durante censos, entonces la tasa de crecimiento se calcula teniendo en cuenta la diferencia entre la población final y la población inicial, diferencia dividida sobre la población inicial, multiplicada por 100. Sin embargo, como la diferencia demográfica inter-censal abarca varios años, que deberían ser máximos diez años, como lapso aconsejable, para obtener tasas de crecimiento anuales se requieren hacer ajustes matemáticos, a partir del promedio anual de la diferencia absoluta de las poblaciones captadas en los censos.

Es difícil observar cambios bruscos de las tasas de crecimiento, pues si varían los componentes del crecimiento poblacional, lo hacen dentro de márgenes sostenibles, explicables, en la continuidad de sus curvas de comportamiento; generalmente no se observan cambios bruscos, que implicarían incidencias catastróficas. En los propios datos del informe preliminar del INE, se observa que las variaciones desde 1976 son de 0.06%, respecto al crecimiento calculado en los 26 años anteriores, y de 0.23% en comparación con lo ocurrido entre 1992 y 2001. La variación brusca se da entre 2001 y 2012, de acuerdo a los resultados del último censo. Hablamos de una variación en las tasas de crecimiento del orden del más del 1%, que además implica una disminución inexplicable de la tasa de crecimiento. Este cambio brusco también se observa en el cambio del periodo de duplicación de la población, que ha venido disminuyendo desde 1950, pasando por 1976, llegando a 1992 y después a 2001. El periodo de duplicación pasa de 34 años a 33 años, después a 25 años, para, de pronto, dar un salto a 40 años. ¿Cómo se explica esto? ¿Qué clase de transición demográfica es esta? La transición demográfica observada y de la que se habla es la de la disminución paulatina de las tasas globales de fecundidad, aunque no necesariamente, ni a ese ritmo, de las tasas de natalidad, empero, también con bajas notorias de las tasas de mortalidad, lo que incide en crecimientos notorios de la población. El saldo migratorio no es tan impactante como para alterar el ritmo de crecimiento de la población, en el sentido y la magnitud del informe del INE.

Haciendo un balance de los indicadores demográficos, vemos que, la tasa global de fecundidad calculada para el 2005 era de 3.73 hijos por mujer, la esperanza de vida al nacer para ese mismo año era de 62.92 años, la tasa bruta de mortalidad de 7.86 por mil, la tasa de mortalidad infantil de 61.15 por mil. Ahora comprendiendo el periodo 2005-2010, la tasa bruta de natalidad para el periodo era del orden de 27.68 por mil, la tasa global de fecundidad bajó a 3.5 hijos por mujer, la tasa bruta de mortalidad bajó a 7.55 por mil, la tasa de mortalidad infantil bajó a 45.6 por mil, la esperanza de vida al nacer alcanzó los 65.51 años. De estos datos, mas bien, se tiene que esperar un incremento en los ritmos de crecimiento de la población, no una desaceleración. Como se puede ver no hay por dónde encontrar una variación catastrófica como para explicar la incidencia en la disminución de la tasa de crecimiento anual, presentada por el INE, a partir de los resultados del Censo de Población y Vivienda de 2012.

Ahora bien, volviendo a nuestra hipótesis, ¿cuál es la magnitud del sub-registro, que ha llevado a la sub-numeración? ¿Por qué se opone la ministra de planificación a una evaluación post-censal, cuando esto es un requisito técnico de todo censo, incluso contando con buenas condiciones técnicas, preparación y actualización cartográfica? Llama la atención esta actitud, así como la del presidente que cree resolver problemas técnicos con sólo avalar políticamente el censo. El INE de Ecuador justifica la evaluación censal, posterior al censo de 2001, de la siguiente manera, dice:

Los análisis demográficos trabajan sobre el tamaño y composición de la población en un Censo anterior, con datos reales o estimaciones sobre las tasas de cambio en el periodo intercensal, para calcular una población esperada vs. Población censada[13].

Al respecto, el INE de Ecuador también dice que la evaluación post-censal:

Permitió conocer errores de cobertura, para establecer indicadores de omisión y/o duplicación.

Según el INE de Ecuador, los errores de los censos son errores de cobertura, errores de entrevistadores, errores de los entrevistados y errores en la crítica, decodificación y digitación de los datos. ¿Qué se puede esperar cuando se descartó olímpicamente la actualización cartográfica? Los errores anteriores se ahondan, sumándose al gravísimo error de la ausencia de actualización cartográfica. En Ecuador, que contó con una buena actualización cartográfica, la tasa calculada de omisión de viviendas fue de 3.31%, la tasa de omisión por pregunta sensitiva fue del orden de 2.25%, la tasa de omisión por apareo manual y pregunta sensitiva fue de 16.64%, el porcentaje de la población omitida por omisión dura fue de 6.17%, en este sentido se calculó que la omisión de personas es de 5.48%.

La CEPAL dice, a propósito de la actualización cartográfica, que:

La actualización cartográfica es fundamental para las labores de planeación del operativo del censo, la recolección de la información y el procesamiento y difusión de sus resultados. En la planeación, la cartografía sirve para delimitar y ubicar geográficamente el universo de estudio y sus unidades de observación, estimar las distancias y proveer los recorridos, diseñar la estrategia de recolección, distribuir las cargas de trabajo de los empadronadores y asegurar la cobertura de cada una de las áreas[14].


En el informe se dice que:

Hay países que, a dos años de la realización del censo (prevén hacerlo en 2010 o comienzos de 2011), no han iniciado aún la actualización cartográfica ni han definido la tecnología que van a usar.


Bolivia es uno de esos países. Entre las recomendaciones de la CEPAL se encuentra que:

La mayoría de los países requiere asistencia técnica en la implementación y utilización de avances tecnológicos, como tratamiento y procesamiento de imágenes satelitales, construcción de sistemas de información geográfica (SIG), Geodatabase, entre otros.
Se puede colegir, que el gobierno boliviano, los ministerios involucrados, el INE, no tomaron en cuenta las recomendaciones. En estas condiciones no se puede seguir manteniendo la postura terca e irresponsable como cuando se efectuó el censo, sin preparación y actualización cartográfica, sin las mínimas condiciones técnicas, y mantener la persistencia de justificar y avalar algo que no fue un censo sino una enumeración incompleta. El gobierno ha confundido el censo como un medio para la campaña electoral. La oposición también confunde el censo como si éste fuera destinado para resolver el tema de los escaños de representación. Los medios de comunicación, que no cuentan con periodismo de investigación o comunicación investigativa, confunden el problema del censo como si éste se redujera a la diferencia entre el informe del presidente y el informe oficial. El censo es la principal herramienta con que cuentan los estados para cuantificar a la población, a la distribución demográfica, a los flujos demográficos, la los fenómenos demográficos y socio-demográficos, con el objeto de producir indicadores adecuados no solamente para la comprensión de la magnitud de los fenómenos, sino para coadyuvar a las política públicas. Ahora, sobre todo, el censo es la herramienta que se requiere para la planificación integral y participativa, con enfoque territorial, para la implementación de la Constitución. Esta oportunidad ha sido tirada al basurero por una actitud incompetente del gobierno. ¿Cómo recuperar esta oportunidad? El pueblo boliviano debe exigir un censo científico, bajo control participativo y democrático de la sociedad, estableciendo y garantizando las condiciones de posibilidad técnicas requeridas para realizarlo.




Crítica de la “razón” nacionalista


Dedicado a Juan Perelman Fajardo, combatiente anarquista, maestro intempestivo, eterno militante anti-imperialista.


La presentación de los resultados del Censo de Población y Vivienda de 2012, sobre todo los que se refieren a la pregunta de opinión sobre auto-identificación, han ocasionado una reacción, que llamaría exaltada, sacando conclusiones apresuradas, como la que dice: ven, la mayaría de la población en Bolivia no es indígena, es “mestiza”. Dejamos constancia de nuestra posición al respecto, dijimos con anticipación que no se trataba de un censo, sino de un retroceso a una enumeración, con pretensiones de ser completa. También dijimos que había problemas con la preparación del censo, debido a la ausencia de actualización cartográfica, además de problemas en la boleta censal, pues no se mantuvo la consistencia de las preguntas de comparación internacional, no se corrigió, desde el 2001, la pregunta solitaria de opinión sobre auto-identificación, que no viene acompañada por preguntas de control. Este tema merecería un tratamiento adecuado; tanto desde el punto de vista “objetivo”, trabajando preguntas apropiadas contando con la constatación de evidencias; tanto como desde el punto de vista de vista “subjetivo”, de opinión. Empero, a pesar de estas observaciones se ha persistido en mantener la forma de pregunta, aislada de un contexto metodológico de preguntas de control. Los medios de comunicación, la llamada oposición, además de otros “opinadores”, se enfrascaron en una discusión estéril sobre la necesaria incorporación de la pregunta sobre la auto-identificación de mestizo. No se trataba de resolver el problema, incorporando la categoría de mestizo, en una pregunta aislada de opinión. Así no se resuelven los problemas metodológicos y logísticos de un censo mal encaminado.

Los “opinadores”, los medios de comunicación, los nacionalistas, vuelven a hacer relucir la pregunta de opinión, sus resultados, atendiendo a las proporciones que salieron sobre pertenencia e identidad, obviando que no hubo un censo “científico”, que, así como se llama, sino una enumeración incompleta[15]. ¿Qué discusión puede haber sobre datos inadecuados e inconsistentes, que no tienen valor estadístico? Ninguna. Si los nacionalistas se agarran de estos resultados desesperadamente, como revancha esperada, no hacen otra cosa que mostrar su falta de seriedad en los temas y en la discusión. Lo que sí es serio, y esto interesa, además es esto lo que hacen cuando pueden, es volver a exponer su concepción nacionalista de la historia.
Antes de comenzar la crítica a la “razón” nacionalista, vamos a aclarar algunos puntos, que deberían estar despejados.

1. La defensa de los derechos de las naciones y pueblos indígenas no es asumida porque son más o son menos, porque son mayoría o son minorías, sino porque se trata de una lucha descolonizadora. Esto es, es una lucha contra la dominación polimorfa colonial, imperial y capitalista.

2. Por lo tanto, esta lucha descolonizadora tiene su legitimidad de por sí, es histórica-política; corresponde a la lucha emancipadora de los pueblos colonizados.


3. Pretender que este problema, el de la colonialidad, se resuelve con la consolidación del Estado-nación, no es más que patentizar la continuidad del colonialismo en la forma unificada de nación mestiza y de Estado moderno, ratificando la conquista, la colonización, el despojamiento y desposesión colonial y capitalista. Desconociendo la institucionalidad de las naciones y pueblos indígenas.

4. El nacionalismo es un imaginario político que legitima la dominación de la burguesía nativa – entiéndase como se entienda esto de burguesía nativa; criolla, mestiza o indígena -, que tiene su articulación orgánica con la burguesía internacional, al formar parte ambas del control del sistema-mundo capitalista. Entonces, la pretendida independencia que persiguen los nacionalistas no es otra cosa que ilusión, pues lo que hacen es soldar las cadenas de la dependencia al complementarse con las estructuras de dominación y control mundial del capitalismo. No puede haber independencia con un Estado-nación que administra la transferencia de los recursos naturales de las periferias a los centros del sistema-mundo, lo hagan a través de la vía privada o nacionalizando.


5. La independencia proclamada solo puede darse por el camino de la descolonización, que además exige salir del modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente, postulado tanto por los nacionalistas, los liberales y neo-liberales.

6. Entonces la defensa de los derechos de las naciones y pueblos indígenas es un requisito de partida de la descolonización. No hay una lucha anti-imperialista consecuente que no sea a la vez una lucha anti-colonial y descolonizadora. Tampoco hay una lucha por la independencia que no sea a la vez una lucha contra el despojamiento y la desposesión extractivista de la geopolítica del sistema-mundo capitalista. Como no hay una lucha consecuentemente anti-capitalistas sino es una lucha consecuentemente anti-colonial y descolonizadora.


Dejando en claro estos puntos, podemos iniciar nuestra crítica a la “razón” nacionalista.

La “razón” nacionalista no es otra cosa que la reiteración discursiva y local de la razón de Estado. Lo que se llama razón de Estado se encuentra en las raíces mismas del Estado moderno, de la separación dada entre Estado y sociedad. La razón de Estado es la razón de los juristas y burócratas, interesados en la universalización de la ley, en la abstracción del poder, en la conformación de una maquinaria administrativa instrumental, no ligada al cuerpo del soberano. La razón de Estado eleva el concepto de Estado a verdad absoluta, principio y fin de la historia nacional. Es, en términos kantianos, una idea, un ideal. A nombre de esta idea se legitiman las dominaciones instauradas. La nación es el otro concepto ligado al Estado; en realidad, es el Estado el que construye la nación, el que formula la “ideología” nacionalista. Se construye la nación abstracta, unificada, donde desaparecen las otras identidades, las otras lenguas, las otras culturas. Esta unificación y homogeneización se efectúa recurriendo a la fuerza, por lo tanto a la violencia para imponerla. La razón de Estado es la razón de la ley, ley suprema, ley abstracta, impuesta a todos, a pesar de la diversidad y diferencia.

La “razón” nacionalista se basa en la razón de Estado. Lo que hace sobre esta base es desarrollar una “ideología” nacionalista propia, con sus propias particularidades, referencias y memoria. Los que han jugado un papel en las luchas emancipadoras son los nacionalismos criollos, en la llamada guerra anticolonial de las independencias. Como dice Benedict Anderson, la “ideología” nacionalista o, si se quiere, el imaginario nacionalista, arranca en las colonias de América, con los colonos opuestos y afectados por la administración colonial, que restringía sus facultades y accesos, discriminándolos en la jerarquía racial de las colonias, aunque no ocupen el último puesto de la pirámide social[16]. Este nacimiento de la “ideología” nacionalista fue recogido por los nacionalismos del siglo XX, cuando en las repúblicas conformadas, en los Estado-nación constituidos, la dominación económica imperialista se apoderó de las riquezas de los países. La “ideología” nacionalista se reformuló en la formación expresiva de los discursos populistas. Esta “ideología” interpela al imperialismo, a sus formas inscritas en el país, sobre todo interpela a las oligarquías aliadas al imperialismo. Este nacionalismo anti-imperialista popular tiene efectos de cohesión y convocatoria, logra articularse a organizaciones de trabajadores y a las llamadas clases medias, mas bien urbano-populares, repercutiendo en el campo político al reconfigurarlo. Este nacionalismo llega efectivamente al poder, como se dice, desde donde comienza su proyecto político a partir de las medidas de nacionalización. Estos nacionalismos populares propugnan un capitalismo de Estado, tal como lo concebimos en América Latina[17]; es decir, un capitalismo administrado por el Estado, sobre todo con el establecimiento de empresas públicas. El programa, más o menos, se puede resumir en las medidas de nacionalización, en el control del comercio exterior, en una política proteccionista, en el control del cambio y en la nacionalización de la banca.

Hasta ahí tenemos el carácter progresista de este nacionalismo anti-imperialista y popular. El problema del nacionalismo es su apego, como dijimos a la razón de Estado, que corresponde a la lógica de la universalización, homogeneización y generalización del poder, en su forma abstracta; esta macro-institución que incumbe al campo burocrático. El problema del nacionalismo es sostener el imaginario de una nación unificada y homogénea, “ideología” que logra materializarse por el propio ejercicio estatal, de los aparatos ideológicos del Estado, por el funcionamiento eficaz del campo escolar. Esta nación universal se impone y sustituye a las naciones concretas, diversas y singulares. El Estado entonces se reproduce en las dinámicas mismas del campo escolar; se legitima como mega-agenciamiento concreto de poder por ser la nación, la nación institucionalizada, la nación como norma y ley. El nacionalismo refuerza la gravitación estatal en su relación con la sociedad.

Los nacionalistas de las sociedades de las periferias del sistema-mundo capitalista consideran que el fortalecimiento del Estado es fundamental en el enfrentamiento con el imperialismo. En este argumento se explica la razón de Estado, que, en estas condiciones, pretende ser razón anti-imperialista. ¿Hay que preguntarse si hay una razón anti-imperialista, si la razón de Estado puede convertirse en razón anti-imperialista, cuando es la misma razón de Estado que ha llevado al imperialismo? La genealogía del Estado lleva al imperialismo, al dominio de un Estado sobre otros estados, después de haber dominado a su propia sociedad. Lo que se puede comprender es la contradicción entre estados, mucho más si se trata de la relación de poder de un Estado imperialista respecto de otro Estado subordinado. En esta contradicción está claro que hay que defender al Estado subordinado frente al dominio del Estado imperialista; empero, lo que está difícil aceptar es que el Estado subordinado pueda llevar a término la lucha anti-imperialista consecuentemente, manteniéndose en la propia institucionalidad estatal. Manteniendo sobre todo una “ideología” nacionalista.

Ciertamente el fortalecimiento del Estado-nación subalterno es indispensable, es parte de la lucha anti-imperialista, contra su dominación, contra sus agresiones y contra su apropiación desmedida y neocolonial de los recursos naturales. No se puede pensar esta lucha sin el fortalecimiento de los estados subalternos; esto es parte de la defensa de la soberanía nacional, indudablemente. Empero, el problema es que el Estado-nación subalterno, que se confronta con el imperialismo, reproduce una dominación interna, un colonialismo interno. El colonialismo interno se puede definir no solo como continuidad del colonialismo externo, en las dimensiones locales, sino también con su trasformación estructural en las condiciones de república y el Estado-nación.

En Bolivia el colonialismo interno adquiere forma de mestizaje. La nación es la nación mestiza, el Estado-nación es el Estado que nace de la revolución nacional. Es el Estado que emerge de la nacionalización de las minas, de la reforma agraria, del voto universal y de la reforma educativa. Al principio estamos ante un Estado acompañado por el pueblo armas; milicianos obreros y campesinos armados, un Estado sostenido por los sindicatos de obreros y campesinos, un Estado administrador y gestor de empresas públicas. Un Estado que postula la educación fiscal, abriendo la educación para todos. Estamos hablando de todo un despliegue instrumental en la construcción la nación y el Estado-nación, además de la representación del pueblo. Pero, todo esto, todas estas construcciones institucionales, se pueden efectuar diluyendo a las comunidades, a las naciones y pueblos indígenas, en la nación mestiza, en la sociedad mestiza. El proceso de subsunción es gigantesco, las comunidades se convierten en sindicatos agrarios, las autoridades originarias en dirigentes sindicales, las tierras comunitarias en tierras distribuidas y entregadas como propiedad privada a las familias. Las migraciones convierten a los habitantes rurales en habitantes urbanos, la escuela convierte a los niños en castellano hablantes, expandiendo el bilingüismo, si es que no desaparece la lengua nativa.

Esta nación, la boliviana, como cualquier otra nación, correspondiente a la construcción del Estado-nación, es una comunidad imaginada, hecha “realidad” social, si se quiere por el campo escolar. Sin embargo, el Estado-nación no logra hacer desaparecer las diferencias culturales, las diferencias lingüísticas, no logra hacer desaparecer las naciones y los pueblos nativos. Persisten, resisten, no son subsumidos del todo, mantiene sus características propias culturales, inclusive institucionales.

El nacionalismo comprende también una concepción histórica lineal y evolutiva. Su tesis es la transición a la sociedad moderna, al desarrollo, al bien estar, a través del crecimiento económico. En este sentido caracteriza a las comunidades indígenas como atrasadas y a las otras culturas como pre-modernas o no modernas. Las soluciones son entonces el desarrollo y la modernización.

Es sugerente observar la forma como el Estado y la nación se convierten en sujeto, en el imaginario social. Como si el Estado tuviera vida propia y no fuera movido por las propias dinámicas sociales, como si la nación fuera alguien, una madre, con memoria histórica, a la que hay que defender, como si esta imagen no correspondiera a una construcción estatal, transmitida e inoculada por la escuela. Las entidades jurídico-políticas se convierten en “realidad” social a través de las instituciones, se institucionalizan. La nación entonces “existe” por este armazón institucional. Es una invención estatal. La escuela o el programa escolar encuentra una historia de la nación; esta historia rastrea desde los orígenes mismos de la nación. Ésta se encontraría en la época precolonial, en las sociedades conquistadas y colonizadas. Los acontecimientos de los levantamientos y rebeliones anticoloniales se convierten en la historia de la nación que surge en su lucha emancipadora. Las conspiraciones y sublevaciones en las ciudades se convierten en escenas dramáticas de la historia de la nación. Todos los eventos, tanto los levantamientos indígenas como las rebeliones criollas, se convierten en parte de la misma historia de la nación, que avanza a su realización. La guerra anticolonial pan-andina y la guerra de la independencia son aproximadas en el relato del nacimiento de la nación mestiza. Cuando nace la nación nace desnuda, todavía incompleta, requiere seguir madurando para lograr su realización plena. Todavía tiene que experimentar, tiene que sufrir, para madurar, para formar su consciencia nacional. Las heridas que abren las guerras en el cuerpo le ayudan a adquirir consciencia histórica, las clases sociales se encuentran en las trincheras, donde mueren y se mezclan sus sangres. La consciencia nacional se forma en el drama de la guerra. Los combatientes vuelven a la finalización de los desenlaces bélicos, vuelven para recuperar el país en manos de la oligarquía. La revolución es el renacimiento de la nación, la recuperación de su soberanía; la nación puede emprender su época auténtica, cuando ella es ella misma, llevada de la mano por el Estado-nación.

Esta narrativa nacionalista puede ser expresada de distintas maneras, más teórica, más históricas, más descriptivas, más propagandísticas, no importa; el formato más o menos es el mismo. Lo que importa es la conclusión; todos somos uno, el Estado-nación; todos venimos de la misma madre, la nación; por lo tanto, todos somos la nación. Esta “ideología” nacionalista, que es también una “ideología” mestiza, ha hermanado a todos, indígenas, mestizos, criollos; incluso ha hermanado a las clases sociales, pues ha logrado la alianza de clases. Los problemas coloniales habrían desaparecido, la lucha de clases habría desaparecido; lo que queda adelante es resolver los problemas de desarrollo.

Este relato convincente forma parte del imaginario nacionalista. El mito nacionalista es la nación. Se puede decir que los pueblos no pueden vivir sin sus mitos; los mitos constituyen la matriz estructural de las subjetividades. Empero, lo que no se puede aceptar es que el mito moderno de la nación y el mito moderno de la historia, se den a costa de la desaparición de los otros mitos constitutivos de los pueblos, componentes, si se quiere, de la “nación” del Estado. No se puede aceptar que la construcción de la “nación” del Estado equivalga a la desaparición de las naciones e identidades culturales de los pueblos componentes de la “nación” del Estado. Esto no es democrático, aunque sea republicano. El “desarrollo evolutivo” de la democracia, usando términos inapropiados como “desarrollo” y “evolutivo”, refiriéndonos a la profundización de la democracia, ha ampliado los derechos fundamentales, incorporando los derechos colectivos; en este sentido, el derecho de las naciones y pueblos indígenas a su autonomía, a su autogobierno y libre determinación. El respeto de estos derechos hace ahora a la democracia, al ejercicio de la democracia y de la política contemporánea. Desconocer estos avances es situarse en una posición anacrónica y conservadora, que además no deja de ser colonial. Esto ya no es anti-imperialismo, es mantenerse en los códigos imperiales, aunque se lo haga localmente.

En esta historia efectiva, lo que hay que entender es que, en el contexto contemporáneo, en la actualidad del dominio y control financiero del ciclo del capitalismo vigente, la lucha anti-imperialista, hoy, en la coyuntura de crisis orgánica y estructural, es distinta que la de a mediados del siglo pasado. En aquél entonces el movimiento nacional-popular en Bolivia se enfrentaba a la oligarquía minera, burguesía minera a la que se llamó el súper-Estado minero, que tenía en sus manos el manejo del Estado y el control de los gobiernos de turno; oligarquía minera que, además, monopolizaba privadamente la explotación y la exportación de los recursos mineros. En esta situación histórica, económica y política, el libro de Carlos Montenegro Nacionalismo y coloniaje es, además de crítica del poder de la oligarquía minera y latifundista, una convocatoria a unir la nación contra la anti-nación, que dejaba las venas abiertas por las que sangraba el país. La anti-nación identificada era lo que se llamó popularmente la “rosca minera”, que correspondía a una caracterización de la época, conocida también como la “feudal-burguesía”. En ese contexto histórico y político, el “concepto” de nación se identificaba con el concepto de pueblo, de pueblo oprimido por la “feudal-burguesía”; la lucha requería la necesaria unificación de las fuerzas populares. Se trataba de la guerra de la nación de los explotados y oprimidos contra la dominación de la “feudal-burguesía”, cuyos intereses coincidían con los intereses del imperialismo británico.

A pesar de las diferencias de concepción, de las diferentes perspectivas políticas, otras interpelaciones a la oligarquía minera coincidían en esta percepción histórica, que tenía como horizonte al Estado-nación. La interpelación trotskista del POR, expresada en la Tesis de Pulacayo, también concebía una lucha contra la “feudal-burguesía” en términos de unificación de fuerzas, de alianzas en un frente anti-imperialista, bajo la hegemonía de proletariado, cuya alianza fundamental era obrero-campesina. También el POR, desde el enfoque de la lucha de clases, tenía como horizonte la nación, aunque planteaba una revolución permanente, en el marco de la teoría de transición, que conduzca a la dictadura del proletariado; es decir, a un Estado socialista en transición al comunismo. Como dice, Luis H. Antezana, estas interpelaciones, la nacionalista y la proletaria, componen una formación discursiva característica, correspondiente al discurso del nacionalismo revolucionario[18]. Lo que nombro en un ensayo como la episteme boliviana[19].

A estas alturas, a más de sesenta años de la revolución de 1952, no se puede estar blandiendo el mismo discurso “ideológico”, como si los contextos histórico-políticos no hubieran cambiado, como si no se hubiera vivido la experiencia del “nacionalismo revolucionario”, como si no se hubieran conocido su realización, además de sus límites. Pretender luchar contra el imperialismo actual, transformado, cuya composición estructural es otra, con las armas discursivas e “ideológicas” de la mitad del siglo XX, es un error no sólo conceptual sino estratégico y táctico. No se puede entablar el combate con mapas desactualizados; es como ir a una derrota segura.

A estas alturas no se puede alguien arrogar la posesión de la “verdad”, menos cuando se tiene una interpretación anacrónica, como la nacionalista; interpretación débil para comprender lo que acontece en la coyuntura. Descalificar, desde la posesión de la supuesta “verdad”, a otras interpretaciones de la época en cuestión, mitad del siglo XX, y a las nuevas interpretaciones del presente. Por ejemplo, descalificar a la interpretación de Guillermo Lora por su enfoque de lucha de clases, en la interpretación de la historia de Bolivia y de la historia del movimiento obrero. Lucha de clases que daría lugar a la desunión y no a la unificación de las fuerzas. La interpretación del POR formó parte de la misma episteme, aunque lo haga desde posiciones más radicales.

Por otra parte, la experiencia de los gobiernos del nacionalismo revolucionario, para no incluir a los gobiernos del nacionalismo reaccionario, las dictaduras militares, corresponde a la historia efectiva, no a la historia imaginaria; esta experiencia histórica y política ha mostrado las contradicciones del nacionalismo revolucionario y sus propios límites, cuando la república se hace nacional-popular con la revolución de 1952. El nacionalismo, de revolucionario, tiene sólo la exaltación del término y las medidas iniciales que se tomaron, como las relativas a las nacionalizaciones. La revolución queda ahí, en las nacionalizaciones; lo que viene después es reiterar la consolidación de las bases de la dependencia, como el modelo extractivista de la economía y la forma del Estado rentista. Gestiones nacionalistas que resuelven sus problemas de legitimación, en la etapa crítica del proceso político, recurriendo a la ampliación de las redes clientelares, empujando a la administración de las empresas públicas a una pesada burocratización, a una alarmante ineficacia y, por último, a una escandalosa corrupción. Si no hay una crítica a esta práctica efectiva nacionalista, es difícil tomar en serio las “críticas” actuales de los nacionalistas a la perspectiva del Estado plurinacional comunitario y autonómico.

A estas alturas, tampoco se puede aceptar la crítica a la Constitución Política del Estado, concretamente a su condición plurinacional del Estado, con el argumento insostenible, que sólo vale para la diatriba, de que detrás de la constitucionalización del Estado plurinacional estaban las ONGs. Llama la atención un manejo descuidado y desinformado del tema. El Convenio 169 de la OIT de NNUU, que establece los derechos de los pueblos indígenas, no ha sido un obsequio de Naciones Unidad sino una conquista de la lucha de los pueblos indígenas del continente Abya Yala por la descolonización, por sus territorios y derechos colectivos. Se trata de una lucha de décadas, realizada por las organizaciones indígenas, en defensa de los territorios comunitarios, reivindicando la autonomía, el autogobierno, la libre determinación, en defensa de sus leguas, de sus culturas y de sus normas y procedimientos propios. El concepto de Estado plurinacional viene de estas luchas de los pueblos indígenas. Descalificar esta lucha y sus logros políticos y conceptuales, que se expresan en otra perspectiva de transición pos-capitalista, como es la del Estado plurinacional, Estado en transición, no es más que reproducir prejuicios coloniales.

No se tiene todavía la experiencia del Estado plurinacional, pues este Estado no ha sido construido, ni en Bolivia, ni en Ecuador. Lo que se ha hecho es preservar y restaurar el Estado-nación, convirtiendo lo plurinacional en un folklore ceremonial y de montaje político. Al respecto es aceptable un debate sobre el Estado plurinacional, sobre su viabilidad, sus posibilidades y alcances transformadores, emancipadores y liberadores. Empero, se trata de un debate, mejor si es teórico, pero no de la reiteración de una diatriba y descalificación prejuiciosa. En lo que coinciden oligarquías, conservadores, nacionalistas, vieja izquierda, ideólogos y funcionarios del gobierno, es que defienden el Estado-nación como único horizonte posible, como fin de la historia. Todos ellos comparten esta perspectiva conservadora, cuya raíz conceptual radica en la razón de Estado.

Sergio Almaraz Paz tenía una virtud, entre otras, haber comprendido que una revolución estaba en marcha, a pesar de sus contradicciones. Parte del trotskismo de entonces también comprendió que esto ocurría, hizo en-trismo en el MNR, para posteriormente dividir el partido y atraerlos hacia la conformación del partido revolucionario. Los “entristas” quedaron atrapados en el magma del MNR, siguiendo una ruta sinuosa que Sergio Almaraz llamó el tiempo de las cosas pequeñas. Sergio Almaraz, militante de la juventud del PIR, responsable de la célula Lenin, fundador del Partido Comunista, después expulsado de éste, entre otras cosas por leer más a Camus que a Kostantinov[20], ingresa al MNR, partido destinado a hundir una revolución hecha por obreros, campesinos y sectores populares urbanos. En este drama político, no se puede escapar a la seducción de la revolución, de comprometerse y entrelazarse con una revolución popular; la revolución interpela, convoca, exige que se tenga una actitud clara con ella. Muchos se desentendieron de la revolución y se apartaron de las masas. Con esto no se dice, de ninguna manera, que había que entrar entonces al MNR, ya sea como “entristas” o como lo ha hecho Sergio Almaraz. Sencillamente se dice que no se podía ignorarla, como lo hicieron quienes se desconectaron de ella, desconectándose también de las masas. Ahora también hay quienes ignoran lo que ha ocurrido entre el 2000 y el 2005 con la movilización prolongada. Esta movilización de las multitudes, de los sindicatos campesinos, de las naciones y pueblos indígenas originarios, de los sectores populares urbanos y de los trabajadores mineros, es un acontecimiento insurreccional. Este acontecimiento político ha puesto en evidencia la crisis múltiple del Estado-nación, este acontecimiento insurreccional ha puesto en mesa todos los problemas no resueltos, todas las luchas y reivindicaciones, las antiguas guerras inconclusas y la presente guerra contra el Imperio. Las dos consignas claras de esta movilización se expresaron en las agendas de los movimientos sociales; en la Agenda de Octubre se exige la nacionalización de los recursos naturales, concretamente, de los hidrocarburos; en las agendas de los movimientos sociales se exige la convocatoria a la Asamblea Constituyente, reivindicación que viene de parte de las organizaciones indígenas y de los cabildos de la guerra del agua en Cochabamba. En otras palabras, se articularon el proyecto indígena de descolonización y el proyecto nacional-popular. Esta articulación no fue dada en el marco de la “ideología” nacionalista; todo lo contrario, fue elaborado en una perspectiva pluralista. No se puede desconocer y despreciar esta perspectiva colectiva, esta construcción política colectiva, este saber colectivo, más aún, a nombre de un nacionalismo que se remonta a la primera mitad del siglo XX, nacionalismo que no ha salido de sus contradicciones y de sus enrevesadas relaciones con el imperialismo que decía combatir.




La razón de Estado

La razón de Estado es, en primer lugar, la aparición de una forma de gobierno que ya no es el gobierno de sí mismo, el gobierno de la familia y el gobierno de la ciudad, en el sentido de la Grecia antigua; tampoco corresponde al gobierno pastoral, al gobierno de las almas, al gobierno de la iglesia. Se trata de un gobierno terrenal, que tiene sus propias “leyes”. En segundo lugar, la razón de Estado corresponde a la racionalidad de los políticos, quienes desarrollan un tipo de raciocinio sobre temas de la política, de gobierno, de administración, de políticas públicas. En tercer lugar, la razón de Estado convierte al Estado no sólo en una idea independiente, relativa a un campo de conocimiento, sino también en una “realidad” institucional[21].

La razón de Estado vendría a ser la composición, la estructura y la lógica del Estado; así como también el conocimiento de esta composición, estructura y lógica, de su funcionamiento. La razón de Estado concibe al Estado fuera del campo natural, fuera de la esfera divina, forma parte de la esfera terrenal, definiendo un campo propio, el del Estado, el campo institucional. La razón del Estado es el saber sobre el Estado, más o menos planteando el conocimiento de su “esencia”. La razón de Estado es conservadora, se propone conservar al Estado y se propone el Estado como fin mismo. La razón de Estado no se plantea como problema el origen del Estado o su culminación, se trata, mas bien, de una concepción de tiempo indefinido del Estado. La razón de Estado se propone la paz, pero no la paz del imperio, sino la paz entre los estados, la paz pensada como equilibrio entre los estados, es decir, como diplomacia. Lo más peculiar de la razón de Estado es que descubre lo intrínseco al Estado, esto es, su carácter de excepción; el Estado de excepción, su facultad inherente de suspender las leyes y los derechos para gobernar[22].

La razón de Estado se manifiesta elocuentemente en el teatro político, en los montajes ceremoniales del poder. El Estado se muestra apabullantemente a plena luz del día o sigilosamente en las tinieblas de la noche, protagonizando con imágenes desmesuradas el papel dramático de la política, de una manera desmedida y presumiendo omnipresencia. Así como la razón de Estado es la exigencia de obediencia al pueblo, quien puede sublevarse, revelarse, movilizarse, a partir del descontento. Entonces, la razón de Estado es también la administración de las causas del conflicto, comprendiendo tanto las causas estructurales como las ocasionales. El pueblo aparece a la razón de Estado con sus dos rostros; como sujeto de legitimación de sus actos o, al contrario, como interpelación de los mismos[23].

Los nacionalistas no cuestionan el Estado, mas bien son una de sus expresiones más acabadas, una de sus “ideologías” más elaboradas; este es el límite del nacionalismo, aquí acaba su función emancipadora, a partir de aquí su papel no solo es conservador sino hasta reaccionario. Recurre a la razón del Estado, a la necesidad del Estado, al Estado de sitio, a la suspensión de las leyes y los derechos para salvar al Estado. Se acepta la violencia del Estado para salvar los temas estratégicos, desechando los que considera temas pequeños; se sacrifica a unos, que estorban, para mantener a otros, que considera el Estado que son necesarios.

A diferencia de los socialistas, por lo menos los socialistas marxistas, aquellos que se llamaron comunistas, que se plantearon, como postulado en el Manifiesto comunista, la destrucción del Estado, sustituido por la asociación de productores, los nacionalistas no cuestionan el Estado. Empero los socialistas resultaron socialistas inconsecuentes al agarrarse del Estado para defenderse, al optar por el Estado para establecer la dictadura del proletariado, quedando atrapados en el funcionamiento de sus engranajes y su fabulosa maquinaria, volviéndose también extremadamente estatalistas. Es cuando el socialismo se convierte en reaccionario y represivo. El problema en ambos casos es ciertamente su límite, que no pueden cruzar, el Estado; problema que también se puede interpretar a partir de una pregunta que no se responden: ¿Cómo continuar con la emancipación, cómo convertirla en liberación?

En Bolivia y, al parecer, en América Latina, los nacionalistas se apegan al verdugo que dicen combatir. Dicen defender los recursos naturales de su despojamiento imperialista; empero, cuando nacionalizan las empresas transnacionales que explotan los recursos, continúan con el modelo extractivista, volviendo a entregar los recursos naturales a la vorágine capitalista, sólo que lo hacen en otras condiciones, después de haber disputado los términos de intercambio. Es cuando el nacionalismo se embarca en un discurso encubridor, atiborrado de justificaciones, inventando seudo-teorías de la revolución por etapas, prolongando la dependencia. Este nacionalismo, que se dice de soberanía, no hace otra cosa que manifestar dramáticamente su incapacidad para defender la soberanía. En definitiva, en las periferias del sistema-mundo capitalista el nacionalismo ha servido para reforzar la dominación imperialista, investida ahora con una aparente continuación de la lucha anti-imperialista, mostrando nacionalizaciones que no continúan con la transformación del modelo productivo, que no puede ser otro que salir del modelo del extractivismo.

Decir ahora que los pueblos indígenas, sus derechos, constitucionalizados, son los mejores aliados del imperialismo, porque detrás de sus planteamientos están las ONGs es no solo un argumento insostenible, sino también un discurso colonial. Ahora, el mejor argumento de las empresas trasnacionales, mineras e hidrocarburíferas, que encuentran en la consulta con consentimiento y previa, que encuentran en los derechos indígenas, que encuentran en los territorios indígenas un obstáculo para sus inversiones y su explotación. Los nacionalistas, coincidiendo con las empresas trasnacionales, encuentran en los pueblos indígenas un obstáculo al desarrollo. ¿No es este un acuerdo imperialista, entre los nacionalistas, los nuevos cipayos, y las empresas trasnacionales, apoyadas por el sistema financiero mundial?

Atacar a los pueblos indígenas es atacar a los sujetos sociales que se han levantado contra el capitalismo desde la guerrilla en la selva Lacandona hasta la movilización prolongada boliviana, en defensa de la madre tierra. La lucha anti-imperialista concreta, la lucha anticapitalista efectiva, viene efectuada por los pueblos indígenas, así como también por movimientos sociales anti-sistémicos no-estatalistas, por lo tanto no-nacionalistas, movimientos sociales anti-sistémicos pluralistas.


¿Es un problema el mestizaje?

La llamada oposición y el gobierno se entrabaron en una discusión, que me parece estéril; si se incluía o no en el listado de pueblos indígenas a la categoría mestizos. Cuando el problema no era este. Técnicamente el problema planteado desde el censo de 2001, que incluye la pregunta, era que se trataba de una pregunta de opinión, que merece otro tipo de tratamiento; una metodología para preguntas de opinión, que requieren de un paquete metodológico, incluyendo preguntas de control. Sin embargo, extraña que no se haya tenido en cuenta la encuesta socio-étnica y demográfica, realizada a fines de los años noventa, con el objeto de cubrir a la población de los llamados pueblos nativos. Allí se captan varias características, mediante una boleta con preguntas objetivas, sujetas a verificación en sitio. Se trataba de introducir en la boleta censal, del censo que venía, un paquete de preguntas que permitan captar características de los pueblos indígenas, no solamente los tamaños. Sin embargo, no se sabe por qué se optó por una pregunta de opinión, aislada, que además iba a dar resultados muestréales. El mismo problema se mantuvo once años después, en el Censo de Población y Vivienda de 2012. ¿Por qué? No se sabe por qué no les interesa a los organizadores del censo discutir temas estratégicos que afectan a toda la población. Prefirieron optar por decisiones arbitrarias, derivadas del ejecutivo, que tiene escaso conocimiento de la metodología de los censos, mucho menos de demografía.

La introducción de la categoría mestizos en el listado no resolvía, obviamente, los problemas estadísticos heredados. ¿Es un problema saber si son mayoría los mestizos o los indígenas? ¿No es este, mas bien, un problema de poder? Hay en esta situación algunas alternativas; que sean mayoría los indígenas, sin embargo, minoría política; que sean mayoría los mestizos, sin embargo, ahora se sienten minoría política; ¿por qué? Una tercera alternativa, que ambos sean mayorías y minorías, en unos casos demográficas, en otros casos, políticas, dependiendo de la territorialidad. ¿Qué significa esto en términos políticos? ¿No se puede plantear la cuestión de otra manera? Por ejemplo, que todos sean mayorías políticas, mejor dicho, que todos sean minorías políticas[24], bajo una concepción pluralista de la política. Esta discusión sobre quien es mayoría nos muestra que no se ha entendido el espíritu constituyente, la episteme pluralista, en el que mueve la Constitución.

Como dijimos más arriba, sobre los resultados cuestionables del censo, que no fue censo sino una enumeración incompleta, con un margen de sub-registro, por lo tanto de sub-numeración, por falta de actualización cartográfica, que podría moverse entre el 10% al 30%, no se puede discutir nada. Hay que hacer un censo de verdad, con amplia participación de la ciudadanía.

El vicepresidente, en el discurso del 6 de agosto ante el Congreso, en Cochabamba, dijo, refiriéndose a los resultados censales, sobre todo a este tema de la proporción de indígenas y mestizos, que mestizos es una categoría colonial de tributación, refiriéndose, seguramente, a la clasificación de la tributación “indígenal” colonial. Bueno, no sólo, pues es un término usado de manera polisémica. Ahora bien, toda clasificación racial es obviamente colonial, ahí entran los términos raciales de blanco, de color, mestizo y también indígena. Todas estas categorías son coloniales. El objetivo de abrir el censo para la cuantificación de los pueblos indígenas, en principio, nuca fue cuantos son indígenas y cuántos son mestizos, sino cuáles son las características de los pueblos nativos en su distribución territorial, rural y urbana, y que impacto estadístico tenían estas características. La incorporación de las poblaciones nativas formaba parte de la incorporación de paquetes metodológicos para producir indicadores específicos y diferenciales, con el objeto de apoyar la definición de las políticas públicas. Todo esto, que forma parte del estudio de las poblaciones, ha quedado inhibido, y se ha preferido optar por preguntas de interés político.

Esta discusión estrambótica, sobre mestizos e indígenas, entre la oposición y el gobierno, se puede resolver con una aproximación; ¿Cuántos hablan lengua nativa, cuantos hablan castellano, cuántos son bilingües y hasta trilingües? Empero, lo que está en cuestión es la representación de los pueblos indígenas, de acuerdo a normas y procedimientos propios, representación donde deberían estar todas las naciones y pueblos indígenas; de lo contrario no tiene sentido hablar de Estado plurinacional, menos de Asamblea Legislativa Plurinacional. Las minorías no se representan porque son más o porque son menos; bajo el criterio de la democracia pluralista, las minorías se representan precisamente porque son minorías. Las mayorías ya están representadas. Este tema es agudo para tierras bajas, también cuando hablamos de tierras altas, en el caso de los urus, de los chipayas y otros pueblos indígenas andinos. Una verdadera discusión democrática es esta y no si los mestizos son mayoría o los indígenas, que es una discusión en todo caso colonial.

El vicepresidente también ha dicho que todos somos bolivianos, sólo que unos son bolivianos, en general, y otros son bolivianos con identidad particular. ¿Qué es esto? ¿Quiere decir que unos son bolivianos del Estado-nación y otros, además de ser bolivianos del Estado-nación, son también bolivianos de sus naciones y pueblos indígenas? ¿Así se resuelve el problema? Este argumento es parte de la concepción nacionalista del vicepresidente. De lo que se trata es de saber de qué manera, de qué forma, se concreta, se institucionaliza, la condición plurinacional de los ciudadanos bolivianos. El discurso del vicepresidente nos muestra cuán lejos estamos de la construcción del Estado plurinacional.

Lo que no se da cuenta el vicepresidente al decir, ingenuamente, que unos son bolivianos en general y otros bolivianos con identidad particular, con identidad indígena, dice, concretamente, que unos son mestizos en general y otros son mestizos con identidad indígena. ¿Qué es ser boliviano sino mestizo? El Estado-nación de Bolivia, que nace a la independencia en 1825, como república de Bolívar, algo así, en el imaginario político de los nombres, como la esposa de Simón Bolívar, se consolida como Estado-nación cuando la república se hace nacional-popular con la revolución de 1952, después de un interregno “bárbaro” desatado por los “caudillos ilustrados” y después del lapso republicano liberal, dado con la culminación de la guerra Federal. Este Estado-nación y esta república popular constituyen e instituyen una nación mestiza. Entonces ser boliviano es ser mestizo y mestiza. ¿Se explica estas contradicciones del vicepresidente por el desborde del inconsciente? El inconsciente se filtra a través del lenguaje, está en el lenguaje como su sentido oculto. ¿O se explican por una ingenuidad patética, que se esconde en una pretendida soberbia desmedida?




Incongruencias institucionales respecto al “censo”

Dirk Jasper, director del CELADE, dice que no es necesario hacer un nuevo censo. ¿Cómo puede decir eso si no hubo censo? No hay censo posible sin actualización cartográfica, si se reclama el censo como “científico”. Por otra parte, ¿cómo puede validar los resultados, sin antes haber evaluado el mal llamado “censo”? ¿Cómo se va evaluar el gran error estadístico si no se cuenta con actualización cartográfica? El sub-registro, es decir, la sub-numeración, se capta precisamente a partir del referente de la actualización cartográfica. La diferencia entre los datos preliminares y los resultados oficiales es otra cosa, un error, en todo caso menor. De todas maneras no se entiende que, siendo una misma base de datos, se tenga dos resultados diferentes, además en una proporción considerable, en cifras generales. El director del CELADE también dice que si hay errores es por algunas preguntas mal formuladas. Es toda la boleta la que está mal formulada, toda la composición y estructura de la boleta, que no mantuvo el equilibrio entre la parte del cuestionario que corresponde a las comparaciones internacionales y la parte que corresponde a la construcción de indicadores diferenciales y específicos, destinados a las políticas públicas y a la planificación integral y participativa. Esto último no se dio lugar. En vez de esto se mantuvo una pregunta solitaria de opinión sobre auto-identificación étnica. Pregunta insostenible objetivamente, que, en todo caso, debería estar acompañada por preguntas de control, para lograr mejores resultados muestrales en el censo.
Siguiendo con las contradicciones del director del CELADE, dice que no se puede cambiar la base de datos, que se va hacer cuantificaciones de la población faltante. Fuera de que no hubo, en realidad censo, sino una enumeración incompleta, ¿cómo se puede decir que se va a cubrir la población faltante? No solamente que la estructura y la composición del mismo censo se encuentran descuajeringados, sino ¿cómo va a realizar esta cuantificación sin actualización cartográfica? Por otra parte, cómo va a realizar esta cuantificación, añadiéndola a los resultados del censo, sabiendo que un censo es eso, enumeración completa, y comprende una figura integral. ¿Qué quiere hacer? ¿Un Frankenstein estadístico?

Los datos de omisión que presenta Jasper son llamativos:
A primera vista -opinó Jaspers-, el censo en Bolivia tuvo una cobertura superior al 95% y hubo una omisión inferior al 3%. “Un censo con una omisión inferior al 5% está muy bien”, aseguró el representante[25].

¿Cómo puede saberlo sin actualización cartográfica? ¿Por qué se inventan estas cifras? ¿A quién quieren salvar? ¿Está comprometido el CELADE en tan bochornoso “censo”? ¿Los organismos internacionales están comprometidos? Estas declaraciones insostenibles estadísticamente muestran a lo que han llegado los organismos internacionales. Antes eran una garantía de objetividad, de técnica, de cumplimiento y de seriedad. Ahora se han convertido, como los gobiernos mismos de los países, en charlatanes. La crisis de valores, además de las instituciones mundiales, del Estado-nación, ha llegado lejos. Los organismos internacionales, mucho menos el gobierno, van a imponer a los bolivianos una cuantificación incompleta y falta de seriedad técnica y científica. Los bolivianos somos soberanos, sabemos lo que necesitamos; necesitamos un censo “científico”, que cumpla con la demanda de una planificación integral y participativa, como establece la Constitución.

Añadiendo a las incoherencias, dice que la evaluación del censo se llevará a cabo en un lapso de cuatro años. Entonces, ¿para qué queremos esta evaluación, si no nos va a servir, sino de aquí a un quinquenio? Para entonces, para lo qué sirven los datos del censo, cuya utilidad se orienta a la planificación, las políticas públicas, el conocimiento de las características de la población y sus dinámicas; lo que nos diga el señor Jasper, para entonces, no tendrá ninguna utilidad. ¿Se hacen la burla? Entre el gobierno y los organismos internacionales parece haber un conciliábulo, una complicidad en una patraña.

Como dijimos el problema del grave error estadístico se manifiesta en los primeros indicadores que dio a conocer el INE en su informe sobre el censo. Plantea, este informe, que la tasa de crecimiento media anual disminuyó del 2.74% al 1.71%; esta supuesta disminución no es posible explicar, cuando bajaron las tasas de mortalidad, que ocasionan, mas bien, el crecimiento de la población. Teniendo en cuenta la disminución paulatina de la tasa global de fecundidad, además de la disminución de la tasa de natalidad, fuera de contar con el impacto de la migración neta, no impactan tanto como para explicar semejante disminución, en una curva ascendente de tasas de crecimiento en las últimas décadas.


Llama la atención en el informe del INE que:

1. No proporcione toda la información como para hacer un diagnóstico.
2. No proporcione más indicadores para cruzar la información y chequear la coherencia.
3. Una primera impresión resulta en evidenciar que no hay control de calidad. El informe es lineal pero no busca verificar si el censo es coherente; tampoco da una idea de la dinámica demográfica de Bolivia[26].

Ciertamente, como dice Hubert Mazurek, la tasa de fecundidad es mucho más baja en las regiones urbanas que en las rurales[27]. Sin embargo, el informe no ofrece ninguna indicación sobre la situación rural y urbana, contrastables. Como se estima, es de esperar que en Bolivia la población urbana se encuentre alrededor del orden del 70% de participación, aunque haya que discutirse los parámetros de cómo se define lo rural y lo urbano[28]. Con todo, las variaciones en la composición demográfica, debidas a la migración rural-urbana, no explican semejante disminución de la tasa de crecimiento, incluyendo al saldo migratorio del país.

Llama la atención los datos ofrecidos por departamento, correspondientes a las tasas de crecimiento. Aparentemente todos los departamentos sufren de disminución en las tasas de crecimiento, a excepción de lo que ocurre en Pando, que sube de 3.48% a un 6.63%. No son, sin embargo, explicables las disminuciones en Santa Cruz, Beni y Tarija, cuando se ha notado en la década pasada fuertes migraciones a estos departamentos, ciertamente guardando las escalas regionales. Las tasas de crecimiento diferenciales por departamento, reproducen la situación inexplicable de la disminución de la tasa de crecimiento en todo el país. ¿Cómo han efectuado estos cálculos? ¿Sobre la base de datos obtenida de la enumeración incompleta? ¿Se ha hecho “cocina”, como dicen los demógrafos, cuando se inventan datos, mediante procedimientos cuestionables aritméticos?

El informe del INE nos presenta un cuadro comparativo cronológico donde se nota un paulatino “envejecimiento” de la población. El contingente poblacional de jóvenes y adultos, que se encuentra entre 15 y 64 años, pasó de 54.32% a un 62.82%; el grupo poblacional de adultos mayores, que se encuentra entre los 65 años y más, pasó de un 4.21% a un 6.12%; en tanto que el contingente demográfico de infantes, niños, púberes y adolescentes, que se encuentra entre los 0 y 14 años disminuyó de un 41.47% a un 31.02%. Volviendo a la explicación de la disminución de la tasa de crecimiento, este paulatino “envejecimiento” de la población tampoco explica esta desaceleración demográfica. En todo caso se puede notar, indirectamente, el aumento en la esperanza de vida, por lo tanto, también el crecimiento de la población, como efecto acumulativo, por esta causa.

Mientras no se tenga un informe adecuado, es muy difícil hacer apreciaciones más específicas. Sin embargo, ya con el primer informe del INE, que más parece improvisado que provisional, se notan las grandes grietas del llamado “censo” y de sus inexplicables resultados. En contraste, llama la atención, que el señor Dirk Jasper se adelante, antes de cumplir con una evaluación, y valide el “censo” con extravagantes declaraciones. ¿Qué hay? ¿Qué se quiere encubrir? ¿Un bochornoso “censo” en el que tienen responsabilidad los organismos internacionales? En todo caso, los y las bolivianas no podemos aceptar este montaje. Nadie puede quitarnos la oportunidad de contar con un censo “científico”, que nos sirva de herramienta para la planificación integral y participativa. Debemos exigir que este censo se realice. Incluso, debemos organizarnos, de tal manera, que podamos realizar el censo nosotros mismos, como sociedad, enseñando a todos los que quieren engatusarnos a hacerlo de una manera participativa y confiable.







Notas

[1] Demógrafo boliviano, fallecido en un accidente de avión en Centro América, justamente cuando asistía a una reunión sobre temas poblacionales. Jesús Herrera fue un demógrafo prolífico, estuvo a cargo de varios análisis demográficos, después del Censo de Población y Vivienda de 1976.
[2] Tesis de Gilles Deleuze y Félix Guattari. Estas tesis aparecen en los dos tomos de Capitalismo y Esquizofrenia, El anti-Edipo, tomo I, Mil mesetas, tomo II. Paidos 1985; Barcelona; Pre-Textos 2000; Valencia.
[3] Término usado para definirlos, debido a que están estructurados con fines estadísticos para construir indicadores.
[4] Ver de Raúl Prada Alcoreza Poblaciones Nativas. Análisis socio-demográfico. INE; La Paz. Del mismo autor también revisar Lo dado y el dato. Episteme 1986; La Paz. Tesis de maestría en demografía, presentada a El Colegio de México.
[5] Revisar de Alfred James Lotka la siguiente bibliografía: (1925) Elementos de la biología física. [PDF] reimpreso por Dover en 1956 como Elementos de Biología Matemática. (1939) Théorie analytique des Asociaciones Biológicas traducido en 1998 como Teoría analítica de las poblaciones biológicas. Nueva York: Plenum Press. (1989) Estudio poblacional, ecología y evolución. Población y Desarrollo revisión, 15 (3), 539-550. (1998) Teoría analítica de las poblaciones biológicas. Nueva York: Plenum Press Selección de artículos. (1907) Relación entre las tasas de natalidad y de mortalidad. Ciencia, 26: 121-130. Sharpe, FR y Lotka, (1911). Un problema en la distribución por edades. Philosophical Magazine, 21: 435-438. (1919). Una contribución a la epidemiología cuantitativa. Revista de la Academia de Ciencias de Washington, 9: p. 73. (1922a), Contribución a la energética de la evolución [PDF]. Proc Natl Acad Sci, 8: pp 147-51. (1922b) La selección natural como principio físico [PDF]. Proc Natl Acad Sci, 8, pp 151-54. Loth, AJ (1926) «La distribución de frecuencias de la Productividad Científica.» Revista de la Academia de Ciencias de Washington 16 (1926):317-23.


[6] CELADE: División de Población. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. CEPAL.
[7] IRD : Institut de Recherche pour le Dévelopement. El IRD, organismo de investigación original y único en el panorama europeo de la investigación para el desarrollo, tiene como vocación realizar investigaciones en el Sur, para el Sur y con el Sur. Sus investigadores intervienen en los grandes retos mundiales de actualidad: calentamiento climático, enfermedades emergentes, biodiversidad, acceso al agua, migraciones, pobreza, hambre en el mundo y contribuyen a través de la formación a reforzar las comunidades científicas del Sur y a la innovación.


[8] CEBRAP: Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento. Institución de investigación y estudios en sociología, política, filosofía, economía, antropología y demografía. Tiene su sede en San Paulo.
[9] SEADE: Fundación Sistema Estatal de Análisis de Datos.
[10]Clara E. Lida, del Centro de Estudios Históricos, escribe que: El Colegio de México, se fundó el 16 de octubre de 1940, cuando su antecesora La Casa de España, creada en 1938 por iniciativa del presidente Lázaro Cárdenas para acoger temporalmente a destacados científicos, académicos y artistas amenazados por la Guerra Civil y luego por el franquismo, se transformó en una institución de altos estudios. Desde entonces, durante siete decenios, con el apoyo presupuestario del Estado y proyectos con fundaciones mexicanas e internacionales, el Colegio ha mantenido ininterrumpidamente sus labores, convirtiéndose en uno de los centros de investigación y docencia más destacadas en el mundo hispánico, por lo cual ha recibido numerosos reconocimientos. En 2001, el Colegio fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales, por la excelencia y prestigio adquiridos a lo largo de los años.
[11] Para efectos bibliográficos, revisar de Alejandro Aguirre: William Brass, 1921-1999. In memoriam. Estudios demográficos Urbanos. El Colegio de México 2000. México DF.
[12] Ver de Raúl Prada Alcoreza Reseña histórica de los censos y epistemología demográfica. Bolpress; La Paz 2012.

[13] INE de Ecuador: Encuesta post-censal. EPECU 2001.
[14] CEPAL: Censos de población y vivienda. Encuesta sobre estado de avance de los censos de 2010 e identificación de las necesidades nacionales. Presentación de Alejandra Silva; CELADE-División de Población CEPAL.

[15] Revisar de Raúl Prada Alcoreza ¿Censo o enumeración incompleta? Bolpress, Rebelión, Horizontes nómadas, Dinámicas moleculares; La Paz 2013.
[16] Ver Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism (London: Verso, 1983).
[17] En el marxismo austriaco se llama capitalismo de Estado a la articulación entre Estado y capital financiero, en las condiciones de la masiva concentración y alta centralización del capital que lleva al monopolio expandido de gigantescas empresas capitalistas. En América Latina llamamos capitalismo de Estado a la forma política y económica donde el Estado es el administrador de empresas públicas estratégicas, sobre la base de las nacionalizaciones.
[18] Ver de Luis H. Antezana Sistemas y procesos ideológicos en Bolivia (1935-1979). En Bolivia hoy; Siglo XXI; México 1983.
[19] Ver de Raúl Prada Alcoreza Genealogía de la dependencia. Horizontes nómadas, Dinámicas moleculares; La Paz 2012. En el capítulo sobre Episteme boliviana se define esta formación enunciativa como el saber sobre lo que se llama la “realidad” social, la formación histórica social y económica, obviamente de la época, correspondiente al horizonte histórico cultural del momento. La composición de esta episteme boliviana es diversa; están los aportes de los teóricos del nacionalismo revolucionario, los aportes teóricos del marxismo, los aportes de las tesis indianistas. Todos discursos que tenían como utopía a la nación, en el caso de los nacionalistas, como problema a la nación, como el caso del marxismo, como referente colonial, como en el caso del indianismo. Discursos sustancialistas, con pretensiones de verdad. Es esta episteme local la que logra el conocimiento de la formación social de la época. Aunque contrasten, se opongan, conforman polémicamente esta episteme.
[20] Argumento vertido en la carta de expulsión de Sergio Almaraz del Partido Comunista.
[21] Revisar de Michel Foucault Seguridad, territorio y población. Curso en el Collège de France (1977-1978). Fondo de Cultura Económica 2006; Buenos Aires. Particularmente las clases del 8, del 15 y del 22 de marzo de 1978.
[22] Ibídem.
[23] Ibídem.
[24] La minoridad o la reivindicación de múltiples minorías que se oponen al efecto masivo de una mayoría estadística, que termina legitimando el poder, es parte de los enunciados de las teorías nómadas.
[25] Página Siete. 22de agosto 2013.
[26] Se recogen las observaciones hechas por Hubert Mazurek.
[27] Carta de Hubert Mazurek, después de revisar el informe del INE sobre el Censo de Población y vivienda 2012.
[28] Estimación hecha por Hubert Mazurek.


Raúl Prada Alcoreza

Escritor, artesano de poiesis, crítico y activista ácrata. Entre sus últimos libros de ensayo y análisis crítico se encuentran Anacronismos discursivos y estructuras de poder, Estado policial, El lado oscuro del poder, Devenir fenología y devenir complejidad. Entre sus poemarios – con el seudónimo de Sebastiano Monada - se hallan Alboradas crepusculares, Intuición poética, Eterno nacimiento de la rebelión, Subversión afectiva. Ensayos, análisis críticos y poemarios publicados en Amazon.

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