Santiago Castro-Gómez y el eurocentrismo de los decoloniales

Atawallpa Oviedo Freire

El denominado “giro decolonial” surge a finales del siglo 20 y comienzos de este siglo 21 haciendo importantes aportes al pensamiento mundial, especialmente al de América, con el concepto del eurocentrismo y de la colonialidad del saber y del poder. Si bien hay un concepto anterior y de mucha más data, el aporte que hacen los decoloniales es valioso.

La intención fundamental de este grupo era hacer una crítica al eurocentrismo a través de la dialéctica moderno/colonial, con ello marcando distancia con este paradigma, y en último caso, estableciendo de que ellos no son eurocéntricos. Sin embargo, nosotros consideramos que no lo han logrado, que en última instancia siguen siendo eurocéntricos pues guardan algunos rezagos, unos más otros menos. Quizás también yo los guardo, pero no soy consciente todavía.

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Su crítica al eurocentrismo no viene a partir de categorías, principios y epístemes elaboradas históricamente por la alteridad, es decir, por pueblos de fuera de lo occidental, sino que surge desde su cosecha personal formada dentro de occidente y en sus periferias. Lo que en última instancia resulta una crítica eurocentrada del eurocentrismo. Es una reflexión desde su ser individual, en el medio eurocéntrico en el que se formaron y desde una crítica ontológica occidental, haciendo crítica a partir de ciertos elementos y situaciones de dominación y de pobreza de los subalternados, de los indígenas y de lo popular; pero sin partir desde sus propias filosofías, ontologías y saberes.

Los decoloniales no han hecho un proceso de formación y más que todo de interiorización de la alteridad, solo hacen referencia a la condición colonial de los pueblos, como alguien que mira desde afuera al objeto de estudio, sin que haya un conocimiento y principalmente un uso o utilización de sus categorías y concepciones para realizar sus tematizaciones. No hacen sus reflexiones desde las hermenéuticas, axiologías, epistemes, ontologías elaboradas colectiva e históricamente por los pueblos, sino que hacen sus análisis (disección) desde los constructos del pensamiento occidental o más precisamente desde el pensamiento logocrático griego, con algunas demarcaciones o críticas, pero que en el fondo no son estructurales, como sí lo es el pensamiento de afuera de los griegos clásicos. Incluso, el pensamiento de la misma Europa indígena (incluido Grecia) es diferente, particularmente el Celta que ha ido tomando vigencia nuevamente, y que los decoloniales europeos y los decoloniales en general tampoco lo utilizan para hacer sus reflexiones.

Es decir, la mayoría de decoloniales no terminan de descubrir Abya Yala, y de alguna manera siguen siendo reproductores de la América inventada por los europeos sobre las tierras invadidas, más no conquistadas, pues pervive el mundo indígena y sus filosofías que ahí están latentes para todos. Los decoloniales no se expresan desde Abya Yala (como sí lo hace Catherine Walsh) sino desde la inventada América Latina y se sienten parte de ella, es decir, de la prolongación del paradigma greco-latino en las tierras de Abya Yala.

Esto implica que para tener una posición anticolonial se debe ubicarse dentro de una condición ontológica de un pueblo de fuera de occidente para expresarse desde ahí, y los decoloniales no se ven como parte de Abya Yala sino de la América Latina, es decir, de la Europa en Abya Yala. Cuando en Europa ya hay quienes se desmarcan de occidente y se reclaman parte de la Europa indígena. Por tanto, no hablan como filósofos de Abya Yala que cuestionan al eurocentrismo, sino como filósofos occidentales y como parte de occidente.

Y esto, no es cuestión de ser indígena o de que eso les corresponde a los indígenas de Abya Yala, sino, justamente de enraizarse en la tierra que les vio nacer, para que su cuerpo y su pensamiento estén en la realidad de Abya Yala y no solamente en la de la inventada América. Es decir, el colonialismo empieza cuando alguien no se arraiga a su realidad inmediata y piensa desde otra. Es alguien que se siente desterrado y que no puede enraizarse en el medio que le ha tocado nacer y vivir. Su mente está en otra parte, pero su cuerpo y su vida en otro lugar.

Dicho de otra forma, el llamado “blanco-mestizo” siguiendo la práctica racializada que impuso la colonia, se sigue viendo desde hace 500 años hasta ahora como alguien que ha llegado a Abya Yala, es decir, se sigue viendo como otro europeo en el territorio invadido de Abya Yala. Hoy se sabe que los auto llamados “conquistadores” se encontraron hace 500 años con “indios blancos”, es decir, con antiguos europeos que habían llegado mucho más antes que Colón, pero como no existía el racismo se habían integrado a las culturas de Abya Yala; como igual los africanos, asiáticos, polinesios, australianos, que también habían llegado. Ninguno de ellos habrá dicho: como yo soy blanco o negro mi cultura no es ésta. Más bien se habrán integrado fácilmente, pues las culturas indígenas de todo el mundo son muy similares. Cuando se estudia la cultura maya, inka, celta, china, hindú, bantú, etc., las diferencias son básicamente formales. Entonces, diferenciarse por el color de la piel es colonialismo.

Rodolfo Kusch luego de terminar sus estudios universitarios de filosofía se fue a aprender la filosofía de la América Profunda que no le enseñaron en la academia formal. Estudios de filosofía que en la Universidad colonial es básicamente la occidental y algo de la oriental, pero nada de la filosofía de Abya Yala ni del África ni de nadie más. E incluso, algunos consideran que estos continentes no produjeron filosofía, cuando los propios filósofos griegos clásicos hablan de que el origen de su filosofía viene de Egipto, de personajes que tenían la piel negra o morena. Evidentemente, que las filosofías de Abya Yala no eran similares a la de la pos-filosofía logocrática de los griegos clásicos, pero sí a la filosofía pre-platónica o a las filosofías del “amor a la sabiduría” existentes en todo el mundo.

Los decoloniales se fueron a Europa o EEUU, es decir, a occidente para profundizar en sus estudios, Kusch se introdujo en el mundo originario de la América Profunda (Abya Yala) para descubrirla y aprender de ella, para luego desde ahí dialogar con occidente a través del axioma del “estar andino”. En cambio, los decoloniales se fueron a occidente para seguir aprendiendo y debatiendo con los defensores y críticos de la modernidad, con los mismos presupuestos y epístemes occidentales.

Rodolfo Kusch hijo de padres alemanes que llegaron a Argentina en donde nació, no le interesó mayormente o solamente ir a la tierra de sus ancestros, sino descubrir la tierra que le vio nacer y crecer. Algo que muy pocos lo hacen, pues todos parten de la premisa que lo adelantado está en Europa y que en Abya Yala hay muy poco que aprender.

O el caso del filósofo mexicano Miguel León Portilla que dedicó 60 años de su vida a estudiar y escribir 40 libros sobre la cultura nahualt, de la tierra en donde nació y se crio. Kusch escribió 8 libros y casi todo lo que escribió fue sobre la América Profunda. Por el contrario, los decoloniales no han estudiado a las culturas originarias en su profundidad epistémica, sino básicamente en su situación colonial luego de la invasión de las monarquías europeas. Enrique Dussel se ha interesado algo de las epístemes de Abya Yala, pero ha escrito muy poco de ello, en relación a los 120 libros que ha escrito y que hablan principalmente de occidente y algo de oriente. Si bien Dussel se interesa en estudiar algo de las filosofías de Abya Yala, nunca termina hablando desde la filosofía nahualt o tawantinsuyana, para desde ahí hacer su crítica al eurocentrismo o para poder ir más allá en su crítica a todos los elementos del eurocentrismo, y estableciendo diferencias con otros “pensasientos” -como dice David Choquehuanca-.

Silvia Rivera Cusicanqui termina la universidad y también decide introducirse en el mundo andino, aprende el aymara y se dedica a enraizar en su cuerpo el pensasiento indígena, para situarse como chi´xi y dialogar desde ahí con occidente.

Irónicamente, Josep Estermann un suizo alemán llega a los Andes, vive algunos años y escribe su libro “Filosofía Andina”. No lo hace ningún decolonial ni otro intelectual que haya nacido en Abya Yala, sino un europeo. Qué ironía para los nacidos en los Andes, él sabe más del pensamiento andino que los intelectuales de izquierda y los decoloniales nacidos en Abya Yala. Ni el decolonial peruano Aníbal Quijano sacó un libro dedicado exclusivamente a la filosofía andina, quién también se fue a EEUU y no hizo algo parecido a León Portilla. Pero igual, su crítica decolonial no parte o se asienta en la filosofía inka.

La mayoría de los decoloniales en sus teorizaciones hacen referencia en un 90% a autores occidentales, muy poco a León Portilla, Rodolfo Kusch, y no he visto que hagan referencia a Josef Estermann u otros autores que han intentado sistematizar el pensamiento ontológico y epistémico de Abya Yala. Los decoloniales no han promovido en sus universidades la introducción en los pensum de estudio a las filosofías de Abya Yala, máximo sobre su situación colonial, pero que en última instancia es entendida también desde el mismo eurocentrismo crítico y no desde las filosofías de la América Profunda.

Sus referentes principales son los pos-estructuralistas que critican al marxismo, especialmente Foucault. Giran principalmente alrededor de Heiddeger, Habermas, Hegel, Marx, etc., para hacer sus comentarios. Últimamente, algunos de ellos han hecho un “giro hacia Abya Yala”, como Mignolo, Escobar, Walsh, para entender más las epístemes originarias de la América Profunda. Pero, han sido criticados por otro decolonial, el colombiano Santiago Castro-Gómez, y del que detallaremos más adelante.

Todo lo señalado anteriormente no significa desconocer o despreciar los inmensos aportes de los decoloniales, simplemente queremos observar de dónde vienen sus rezagos eurocéntricos. Es evidente, que toda crítica profunda al eurocentrismo puede darse por quienes manejan otros conceptos de entender la realidad a la occidental, desde un “cosmocimiento” (neologismo nuestro) formado en miles de años y no de apenas 2500 años que tiene el pensamiento griego.

En mi caso personal, termino graduándome de doctor en jurisprudencia y al mismo tiempo se termina mi ilusión por la justicia romana y por la izquierda eurocentrada en la que milité en la universidad. Me doy cuenta que el paradigma occidental no da sentido a mi vida y busco en el paradigma andino los soportes para seguir caminando en este mundo. Durante mi adolescencia y juventud no me sentía parte de este mundo, y vivía un conflicto de identidad, pues según mi fenotipo “blanco-mestizo” debía manejarme con los parámetros occidentales, pero las mismas no se ajustaban a lo que yo buscaba para mi vida. Encontrando en los saberes andinos los soportes y el sentido para vivir, dedicándome a estudiarlos, pero principalmente a pasarlos por mi cuerpo para enraizarlos.

Me reconocí como un ser andino, y comprendí que en los Andes ahora habitaban andinos de todos los fenotipos y también occidentalizados de todos los colores, pues habían surgido “indígenas” cristianos, liberales, marxistas, y con profesiones positivistas. Superé la racialización que me imponía responder como occidental y me introduje en el mundo andino de Abya Yala, entendiéndome como otro tejedor de los abuelos andinos a través de mi persona en el tiempo y circunstancias que me tocaba vivir.

Tomé conciencia que las diferencias entre los habitantes andinos no estaban en su color de piel, pues eso era racismo nada más, sino, entre quienes se guiaban por la filosofía andina y quienes por la filosofía occidental, y entre los cuales no puede haber ningún sincretismo ni mestizaje, sino absorción de ciertos elementos a uno u otro paradigma de base. Por ello el llamado mestizaje no ha logrado destruir Abya Yala cuál era su propósito, de asimilar al indígena como mestizo para desnaturalizarlo y desmovilizarlo, aun cuando lo han logrado con un buen porcentaje de personas, especialmente con aquellos que viven en medios urbanos y con los que se han formado en los centros de estudios de formación occidental, que son espacios de aculturación. Resulta preferible un indígena analfabeto que mantiene su cultura, a uno alfabetizado que hasta reniega de sus ancestros. Evidentemente los “mestizadores” se mantienen en ese empeño y siguen avanzando en ese propósito, y es tiempo de cortar a esta trampa en la que muchos han caído.

Comprendí principalmente que la ontología andina era relacional y que desde ahí se posicionaba frente al mundo y recreaba su realidad. La ontología occidental es en esencia individualista y para el mundo andino eso es un absurdo, pues el individuo por sí solo no existe sino por las relaciones que establece con múltiples sujetos (no con objetos). Que ni siquiera lo importante para establecer la diferencia es cómo es el otro, sino, que lo fundamental son las relacionadades o vincularidades que se mantienen con todos los otros, humanos y no-humanos. Es decir, que la filosofía andina es una ontología relacional, y esto cambia radicalmente y da otros elementos para entender y cuestionar al eurocentrismo. He hecho varios aportes en distintos libros, pero principalmente con mi texto Tetrasofía, que son varios capítulos corregidos y ampliados de mi libro Qué es el Suma Kawsay.

Con el emerger del Buen Vivir en las constituciones de Ecuador y Bolivia, empiezo a debatir con el pensamiento eurocéntrico de derecha e izquierda, asumiendo la posición de filósofo andino y hablando desde el “nosotros” como me enseñaron los maestros andinos y no desde mi yo personal (el ego) como me enseño el mundo occidental. Reflexionó desde la filosofía tawantin o tetrasófica para debatir con la filosofía occidental. Por tanto, no puede haber diálogo con lo occidental si no se parte de algo no-occidental, caso contrario es un debate al interior de lo occidental entre distintas posturas internas.

Comprendí que los decoloniales eran parte de aquello, que sus reflexiones eran muy importantes, pero que no habían superado completamente el eurocentrismo, lo que se refleja en algunas concepciones que mantienen y que las he señalado en varios artículos y libros. O que también se expresan en sus simpatías con la izquierda y el progresismo, las que contradicen con el pensasiento indígena y que más bien ellos lo han atacado. Esto me decía, que algunos decoloniales no entendían al pensamiento de Abya Yala, y más bien algunos también lo combatían, al igual que la izquierda y los progresistas.

Como por ejemplo, Castro-Gómez que ha terminado criticando a Abya Yala y adscribiéndose a los críticos de lo que él llama los abyayalistas, similar a otros que se mofan con pachamamistas, pachamamicos, pachamamacos, etc. Vistas éstas como posturas esencialistas, sustancialistas y hasta fundamentalistas. Sin entender varios conceptos, como por ejemplo el “de armonía con la naturaleza” y del cual Castro-Gómez critica en un video subido a youtube[1] a su compatriota Arturo Escobar, también decolonial. Para ello, toma como referente a su último libro titulado “Diseños para el Pluriverso”, y que Castro-Gómez considera un retroceso en el pensamiento de Escobar, y que para nosotros es al revés. Asimismo, hace una crítica a las posiciones autonomistas, que también apoya Escobar, y vistas por él como idílicas o new age, y de lo que pasamos a referirnos a continuación.

Castro-Gómez en el video en mención, pregunta: “Es la tecnología moderna la culpable de haber desarraigado y de haber roto el equilibrio ecológico del pluriverso? La respuesta es NO. Los humanos nunca hemos sido animales arraigados en el entorno, nunca hemos vivido en armonía con la naturaleza, puesto que nuestra sobrevivencia depende de nuestra intervención técnica sobre ella. Más aun de la construcción de moradas, técnicamente producidas y que generaron desde el principio un distanciamiento frente a la naturaleza. Desde luego que esta intervención se ha elevado exponencialmente con el advenimiento de la tecnología moderna, pero no se puede decir que este distanciamiento se inició con la modernidad. Eso que ahora se denomina antropoceno no empieza con la modernidad, sino que acompaña el despliegue evolutivo del homo sapiens en tanto que tal. Los humanos siempre hemos intervenido sobre el medio ambiente, ya desde el uso de herramientas hace miles de años alterando el funcionamiento climático del planeta. Nuestra especie mediante el uso de herramientas técnicas ha sido un agente del cambio climático, el hallazgo del fuego hace millones de años, la domesticación de plantas en el neolítico, son pruebas claras del dominio humano sobre el entorno.”

Castro-Gómez se inscribe en la teoría de que el ser humano es depredador por naturaleza, es decir, de que esa es su naturaleza o constitución, y de que su existencia en sí mismo es la responsable de afectar a la naturaleza. Acaso Castro-Gómez piensa que el ser humano fue puesto por un dios a través de Adán y Eva, y que no es producto o resultado de la transformación de la naturaleza. Si no es así, acaso piensa que la naturaleza creó al ser humano para destruirse a sí misma.

Por cierto, esta tesis de que el ser humano es depredador por naturaleza, es compartida y difundida por la derecha. Al parecer Castro-Gómez se distancia de la concepción de la Madre Tierra y asume la visión logocrática de que el ser humano no es naturaleza, o al menos lo ve como algo afuera, como algo distante y como un objeto, y con ello determinando que es inmanente al ser humano la condición de depredador desde que apareció en este planeta.

Al no concebir al ser humano como naturaleza o al separarse de ella, cree que desde siempre afectó a la naturaleza, especialmente con la construcción de moradas. Las aves construyen sus nidos tomando elementos de la naturaleza, acaso la están afectando. Es más, son capaces de hacer huecos en las rocas utilizando plantas particulares para minar un espacio y ahí formar un pequeño túnel en donde hacen su morada.

En ese mismo sentido, hay más de 10 tipos de especies de animales que hacen sus madrigueras, por lo que también estarían “afectando” a la naturaleza. En cambio, los seres humanos por millones de años vivieron en cavernas o grutas sin hacer ninguna morada en particular, pues eran nómadas hasta hace tan solo 10.000 años. Acaso, Castro Gómez también está diciendo que los humanos no somos otra especie animal, o que somos la única especie animal que afecta a la naturaleza.

¿El humano que vivía en forma natural recolectando frutos y cazando animales afectaba a la naturaleza? Los animales también recolectan y cazan, acaso también afectan a la naturaleza. ¿Se puede decir que cuando los volcanes erupcionan afectan a la naturaleza? Lo mismo, con los océanos que producen tsunamis. El sol puede producir incendios, desde antes que aparezca el fuego activado por los seres humanos. Las placas tectónicas producen temblores y terremotos. Etc. Entonces, se puede pensar que la naturaleza está afectando a la naturaleza?

Castro-Gómez no comprende o entiende otra cosa cuando se dice “vivir en armonía con la naturaleza”, pues esto creo que le genera una visión idílica. Parece que cuando escucha esto, se le viene a la mente el paraíso bíblico en donde ningún animal mata y no se come a otro animal, donde no se pelean entre los animales por las hembras, donde no hay conflictos entre los Adanes y las Evas, donde nadie trabaja y no hay problemas para la alimentación y la sobrevivencia. ¿Es esto armonía?

Armonía, como dice el diccionario, significa guardar equilibrio entre fuerzas diferentes, y no la idea de que no haya problemas o disputas, como parecen comprender algunos. El mundo animal está en armonía porque se comen a otros animales, en la cantidad necesaria o suficiente para que se mantenga la vida en equilibrio. Y lo mismo ha sucedido con una serie de fenómenos físicos, en los que por momentos la Madre Tierra ha perdido su armonía, pero siempre ha logrado recuperarla. Se ha llegado a extremos como en las épocas glaciares, produciendo cambios importantes, pero luego se ha rearmonizado otra vez.

Sin embargo, han habido casos en que ciertos animales silvestres han roto la armonía y se ha afectado el equilibrio natural, pero ésta nuevamente ha sabido recuperar su armonía, porque es un ser inteligente y sabe cómo reequilibrarse, por lo que no es un ser inerte o simplemente material o físico como cree el pensamiento occidental. Ya está demostrado científicamente que los árboles sienten, piensan, crean familias, se comunican entre ellos. Algo parecido sucede, con lo que el científico japonés Masaru Emoto habla de la “memoria del agua”.

Vivir en armonía con la naturaleza es comprender que no hay que acabar o exagerar en el consumo o utilización de algo, sino de tratar de cuidar o de conservar lo que existe, o de reponer cuando se haya tomado demasiado. Por ejemplo, cortar árboles y luego reponerlos, pero, en la cantidad equilibrada y con una planta que sea adecuada al lugar, pues, si no puede pasar que se dañe, como se hizo con los eucaliptos traídos de Australia y plantados en Abya Yala, pero que produjeron grandes afectaciones al terreno y hasta generaron zonas desérticas.

A propósito, cuando se habla de que los pueblos indígenas vivían en armonía con la naturaleza y entre ellos, tampoco significa que era el paraíso bíblico, sino, que practicaban el concepto de “armonía de complementarios” para establecer su sentido y modo de vida, por ejemplo, la medicina indígena entendía que no se trata de eliminar las sombras sino de aliarse con ella, en palabras de Carl Jung.

La armonía de complementarios también tiene como mecanismo el armonizar las disputas, los conflictos, las guerras. Siempre habrán controversias, que es parte de esta vida que se ha configurado a sí misma en esas condiciones, y los pueblos indígenas comprendieron que no había que buscar la paz, que en la práctica es la paz que imponen los vencedores, sino de tratar de buscar la reconciliación y para eso practicaban la mediación en la que todos estén relativamente conformes. O cuando se cometen infracciones se busca la reparación o sustitución para volver a armonizar una situación desequilibrada, muy diferente a occidente que envía a la cárcel a sus infractores pero manteniéndose la situación generada o afectada.

Los pueblos indígenas no entendían la vida dialécticamente y su propósito no era buscar la síntesis, sino el de armonizar y equilibrar posiciones contrarias u opuestas, pero que eran complementarias. Entonces, buscaban vivir la oposición y no pretendían eliminarla, más bien fortificarla para que hayan diferentes posiciones y entre ellas se pueda encontrar el equilibrio. Es decir, entendían que la Madre Tierra y el Cosmos funcionaban así, y como se sabían parte de ella o eran ella, se ajustaban a ese principio de vida.

Principio éste, que fue roto por los griegos clásicos cuando introdujeron su concepto de la dialéctica, especialmente la teoría de la síntesis entre la tesis y la antítesis, en la que uno de ellos debía ganar. En el paradigma indígena se busca la armonía entre A y B y no la derrota de uno de los dos. El mundo indígena milenario practica el tercero incluido, diferente al tercero excluido de los logocráticos. La armonía de complementarios que es el principio fundamental de los pueblos indígenas ancestrales, es muy diferente al concepto griego de lucha de contrarios que es el principio básico del pensamiento occidental.

Castro Gómez, además critica, que casi todos los decoloniales achacan la responsabilidad del cambio climático a occidente, por el tipo de enfoque racional que hicieron y por el mundo que apareció en la Grecia antigua y que luego se mundializó con el advenimiento del imperio romano y de la cristiandad. Por tanto, dice que habría que hablar de la humanidad como tal como la responsable y no de grupos específicos como sostienen la mayoría de decoloniales. Incluso, crítica la teoría de que todo esto empieza con el patriarcado heterosexual, antes de que surja el propio occidente.

Decir que el patriarcado y el racionalismo griego no son responsables importantes del cambio climático, y que solo la modernidad es la responsable del crecimiento exponencial, lleva a pensar que Castro-Gómez no concibe a la modernidad como el resultado o la consecuencia a la que llega el patriarcado y el racionalismo griego en su etapa posterior. O, que a partir del patriarcado y del racionalismo griego, en su proceso de desarrollo, profundización y ampliación, confluyen en la creación del capitalismo y de la modernidad.

Pareciera que para Castro Gómez la modernidad llega por sí sola y que no tiene orígenes. Cuando es claro que la modernidad es la parte final en la cadena de ruptura con la Madre Tierra, la que empieza con los patriarcas mesopotámicos (Abraham) y con su declaración de dominad a todo lo que se mueva por la tierra, y la calificación de idolatría a toda relación sagrada con lo que no sea su dios hombre en el cielo. Y que luego, siguiendo esta lógica Platón declarara la inferioridad de la naturaleza. A su vez, Descartes en los inicios de la modernidad concibe a la naturaleza como algo mecánico. Y este recorrido termina con Kant, cuando dice que hay que torturarle a la naturaleza hasta sacarle todos sus secretos.

La otra crítica fundamental a Escobar es sobre el autonomismo y el buen vivir, que también lo defiende o promulga. Pregunta Castro Gómez: “¿Se trata de una estrategia autonomista y subalternalista que renuncia de entrada a la lucha hegemónica por ocupar las instituciones públicas, para apostar más bien por una articulación entre movimientos sociales que se realiza por fuera de la institucionalidad política hegemónica?” A esto responde, que le parece una “narrativa escatológica y mesiánica”.

En igual sentido, le parece la propuesta de Dussel sobre la trans-modernidad, que es la idea de superar completamente la modernidad, pero que a Castro Gomez le parece un absurdo, puesto que no se trata de salir de la modernidad sino de crear “modernidades alternativas”, defendiendo que la modernidad llegó para quedarse para siempre, y que todos los pueblos del mundo deben crear sus propias modernidades.

Aquí seguimos en el asunto de que Castro-Gómez no ve a la modernidad como algo colonial en sí mismo, sino como algo positivo que está dado y que toca asimilarlo por todos, pues dice que necesitamos de los saberes modernos y los milenarios, de que los saberes milenarios ya han estado circulando sobre las sociedades y se han “articulado” con los modernos.

Con esto, para qué la crítica al extractivismo minero y al extractivismo epistémico, pues para Castro-Gómez no cabe “crear un dualismo ontológico -como hace Escobar- entre la ecología moderna ecocida y la ecología liberadora de los grupos”. Sinembargo, muy bien sabemos que los “recursos naturales” y los saberes milenarios, son robados en última instancia e introducidos al paradigma eurocéntrico para aprovechamiento y principalmente lucro de sus élites. Jamás se puedan articular los saberes milenarios dentro de un sistema colonial, desigual, neoliberal, antropocéntrico, como es la modernidad, y que es colonialista en esencia, cuyos saberes tan solo son asimilados como mercancía y no por su valoración cultural ontológica y epistémica.

Si queremos que ello sea posible, solo será en algo diferente a la modernidad y a todos sus intrincados ontológicos desde sus orígenes. Por ende, tampoco se trata de crear modernidades alternativas sino de alternativas a la modernidad, pero además y principalmente de alternativas a su tronco que es el pensamiento racionalista griego que creo la civilización, como además y fundamentalmente alternativas a sus raíces que se encuentran fundamentalmente en el patriarcado y el esclavismo. Todas las cuales siguen muy presentes en la modernidad, y especialmente es muy claro en el neolibrealismo que vivimos actualmente, a través de la auto esclavización como forma de realización humana como dice el filósofo coreano Byung Chul Han. Para rebasar todo ese conjunto piramidalista, creemos que no es suficiente una transmodernidad como plantea Dussel, sino, una transcivilización completa y raigal.

Además, Castro Gómez critica a Escobar (y a otros) en relación al autonomismo, y dice que “prefieren que se queden puros, incomunicados con las instituciones políticas modernas (…) prefieren que se queden en la exterioridad ontológica como los zapatistas que se mantienen al margen del estado, pero también de la sociedad mexicana (…) prefieren apostar por aldeas moleculares autónomas que practiquen el Buen Vivir y el mandar obedeciendo, pero eso sí separándolas del resto de la sociedad.” Todo esto, a Castro-Gómez no le parece una “visión política” sino una mesiánica de un “new age ecozoico descolonizado”. Y remata diciendo, que esto es parte de la imaginación a la que se le puede dejar volar.

Una vez más, para Castro Gómez solo se trata de realizar reformas e integrarse a lo creado por los griegos, y pasar a dirigir sus instituciones e integrar los saberes milenarios a la institucionalidad occidental, especialmente la moderna. Siendo esto, justamente lo que ha venido haciendo la izquierda y el progresismo en particular, montarse sobre el capitalismo y de lo cual no se ha superado, solo se ha creado un capitalismo de estado. Y Castro-Gómez solo quiere modernidades alternativas, como al parecer también Escobar, lo que también nos resulta extraño.

Para ejemplificar de mejor manera, pongamos el caso de cierto feminismo que considera que está afectando al patriarcado por el hecho de que ahora dirigen mujeres las instituciones patriarcales y racionalistas. Cuando eso no ha significado ningún cambio real, sino más bien la consolidación del patriarcado con la introducción de ciertas élites de mujeres a la institucionalidad creada por el patriarcado y el racionalismo griego, que es el paradigma helénico. Por ende, para que desaparezca el helenismo deben cambiarse sus instituciones y las ontologías y epístemes que sostienen su estructura piramidal y logocrática, las que han alcanzado su mayor expresión en la modernidad y en el capitalismo; y que al parecer es su límite y fin.

Pongamos de ejemplo lo que ha pasado en el Ecuador (de donde soy originario), en el cual hubo una ministra de gobierno que reprimió duramente a manifestantes en las protestas de octubre del 2019, habiendo quienes perdieron los ojos y otros murieron. De lo cual el defensor del pueblo formó una comisión de la verdad y cuyo informe demostró la gravedad de las acciones por parte de la policía y de los militares. Informe éste, que fue rechazado completa y duramente por la máxima autoridad de la policía, que es una mujer.

Entonces, no se trata de que se mantengan las instituciones helénicas, su estado, su democracia, su sistema de justicia, su religión, su ejército, su educación, etc., sino, el de profundizar en las milenarias concepciones e instituciones indígenas, y a ellas incorporarlas lo positivo que ha dejado ciertos dispositivos de la modernidad y no al revés como propone Castro-Gómez. Tiene que haber una transcivilización, en la que sus ontologías y epístemes sean comunitarias, relacionales, espirituales, integrales, armónicas, y ahí, ciertos productos modernos pueden utilizarse dentro de estas instituciones. Consideramos, que lo que Castro-Gómez propone es otro gatopardo, para hacer cambios que no cambian nada de fondo.

Finalmente, Castro-Gómez no cree que sea posible fagocitar el mundo con estas propuestas autonomistas, que se irían expandiendo desde abajo. Pero, recordemos que la burguesía ya lo hizo para construir el capitalismo. La burguesía emergente no se planteó de entrada controlar las instituciones monárquicas, simplemente comenzaron a cambiar las formas de producción y económicas, dando origen a la denominada “revolución industrial” que cambio el modo de vida y las relaciones económicas, para luego pasar a controlar las instituciones existentes y a crear unas nuevas, y con ello pasando del mercantilismo al capitalismo propiamente dicho. No hicieron ninguna revolución desde arriba como ha pretendido la izquierda, sino una revolución desde abajo como la están construyendo los autonomistas. Lo que no significa renunciar a la lucha electoral u otras formas, si habría posibilidades de ganar espacios por ahí.

Entonces, no es un “mesianismo escatológico new age”, sino la comprensión de que no se trata de crear modernidades alternativas, ni siquiera de alternativas a la modernidad, sino de una transcivilización ontológica y epistémica, que busque la armonía complementaria con la Madre Tierra y todos sus hijos, pero, en un nuevo nivel y forma. Puesto que no se trata de regresar al pasado, sino de que el pasado aprendido se haga presente, y sea el futuro. Que no será “la liberación de la Madre Tierra” -como lo dice irónicamente Castro-Gómez- sino la armonización con la Madre Tierra, es decir, viviendo con las leyes y principios del Cosmos, para generar una vida que funcione bajo el principio de armonía de complementarios.

NOTAS:

[1] https://www.youtube.com/watch?v=pTCMPh_MS4c

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