La dictadura del comité fantasma

Carlos Echazú Cortez

Nadie conoce a sus miembros, sus directivos o sus voceros. Nadie los ha presentado ante el público, tampoco han sido vistos dando una conferencia de prensa, como ocurre en otros países, donde profesionales serios y respetuosos le explican a la población los factores que determinan el avance, o retroceso de la pandemia. Sin embargo, es un comité asiduamente nombrado y referido por los medios de comunicación y por diversos voceros del gobierno. Más aún, las investigaciones de este llamado comité científico han dado resultados que determinan no sólo «políticas de salud», como, por ejemplo, la compra de 170 respiradores con sobre precio e inservibles, sino también, temas tan trascendentales para la democracia como la postergación -por tercera vez- de las elecciones nacionales. Pese a todo esto, sus informes no son conocidos por la comunidad.

Cuando, en el debate público, se intenta orientar hacia políticas distintas a las señaladas por este comité, se escucha desde los medios de comunicación, en total consonancia con portavoces del gobierno, una interpelación inquisidora a quién se atreva a semejante herejía. Con mucha grandilocuencia dicen que es la ciencia la que debe determinar una u otra cosa y, aunque no lo digan abiertamente, por deducción se sabe que, a continuación, piensan «la ignorancia de los salvajes no puede pretender contradecir a la ciencia». Este es un tema de la mayor preocupación, puesto que con mayor frecuencia se capta en los medios una pretensión de que lo presuntamente dicho por este comité es indiscutible y quien pretenda ponerlo en cuestión es tildado de ignorante, pues atenta contra la ciencia. Más aún, se dice que se emiten informes científicos, pero nadie ve esos informes, por lo tanto, no se puede evaluar la solvencia de estos y, simplemente queda la absurda conclusión de que como son científicos, pues habrá que aceptarlos y creer en ellos.

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Ahora bien, los que hemos tenido la suerte de pasar por una Universidad, hemos aprendido que la ciencia es abierta, lo que implica que está atenta a considerar las múltiples posibilidades que ofrece la realidad, y por lo tanto, sus conclusiones nunca son definitivas, más bien son cautelosas, relativas y provisionales, por lo tanto humildes y completamente ajenas a todo tipo de soberbia. Así también, la ciencia es trascendente, pues trasciende la apariencia externa de los fenómenos y descubre su esencia. La ciencia es además crítica, lo que supone que estará siempre dispuesta a tomar en cuenta los datos de la realidad que puedan contradecir sus hipótesis. Tiene una fascinación por cuestionarse a sí misma. Por eso es que los intentos de exponer verdades absolutas de parte del «comité científico», delatan la impostura de este ente.

No tiene pues nada de científico ese comité, más bien tiene mucho de religioso, pues trata sus postulados como dogmas indiscutibles. Se trata además de un tipo de fe religiosa particular, la fundamentalista, aquella que odia a todo lo que le contradice.

Así de peligrosa es la dictadura que se pretende imponer a nombre de este comité, un comité fantasma, pues como dijimos, nadie lo ha visto nunca. Más aún, el diputado del MAS, Edgar Montaño, reveló por youtube, que se fue a buscar al bendito comité por todo lado, incluyendo el piso 22 de la casa grande del pueblo, que en su momento fuera denominado el cuartel general para la lucha contra la pandemia y nadie sabía de él. Sin embargo, los resultados de sus presuntas investigaciones valen más que la Constitución Política del Estado. Eso es lo que se puede deducir de la última postergación que se ha hecho de las elecciones generales.

Se trata pues de una tenebrosa tendencia que se pretende implantar en nuestra sociedad; la pretensión de que la palabra de este comité sea tan definitiva que se la pueda poner por encima de la ley y a la Constitución, sin que sea necesaria una argumentación detenida de sus mandatos, sin que se permita ponerla en el debate público y sin que ni si quiera se conozca a sus miembros.

En realidad, lo que ocurre es que detrás del rimbombante nombre del «Comité Científico», se esconden Murillo, López, Arias, Ortiz, y demás golpistas, que en la pandemia han encontrado el perfecto pretexto, y en el comité fantasma el perfecto instrumento, para prorrogarse indefinidamente en el poder.

Carlos Echazú Cortez

Paceño nacido en 1964. Graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Uppsala en Suecia. Se ha desempeñado como docente universitario en varias universidades públicas y privadas del País. Ha dictado cátedra en las materias de Historia de Bolivia y Ciencia Política. Es autor de dos ensayos político-históricos sobre el “Estado y dominio de clase” y “Estado y clases dominantes en Bolivia”. Ha escrito también un manual crítico en métodos de investigación denominado “Crítica al método y método crítico”.

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