¿Y los votos de los indios no cuentan?
¿Y los votos de los indios no cuentan? Esa parece ser la conclusión del tremendo desbarajuste que ha armado la oposición en relación al cómputo de los votos de las elecciones del pasado domingo 20 de octubre. Inventaron de la manera más artificial el cuento de que se había revertido «fraudulentamente» la tendencia en el recuento de votos. ¿De dónde sacaron esa idea? Se estaba en el 83 % y faltaba por computar un 17 % de voto rural. Evo había obtenido hasta ese entonces un 45 % y Mesa el 38 %. Dado que los votos de Mesa son preponderantes en las ciudades y los de Evo son preponderantes en el campo, la tendencia natural de ese computo era que Evo siguiera creciendo y Mesa bajara. ¿Dónde está el cambio de la tendencia?
En realidad, la paralización en el computo de votos favoreció a los opositores dado que impidió que esa tendencia natural se fuera manifestando, y dio la impresión de que alguna irregularidad estuviera ocurriendo. Luego cuando se reinició el computo al día siguiente y la tendencia natural siguió su curso, la derecha encontró el pretexto ideal para decir que «había Fraude», porque según su gusto, y nada más que su interesado gusto, la tendencia ya había sido determinada el día anterior con el 83 % del cómputo.
Manifestación de indígenas en La Paz en defensa del ganador de las elecciones y contra los intentos de desestabilizar Bolivia pic.twitter.com/cTCFIijn4b
— AOLDM (Al Otro Lado del Muro) (@BerdaderaH) October 23, 2019
¿Qué pretendían?, ¿Pretendían que el conteo se detuviera allí, en el 83 %?, ¿Y los votos de los indios no cuentan?. Esto demuestra fehacientemente que el pensamiento de la derecha boliviana ha quedado anquilosado en tiempos anteriores a la Revolución del 52, cuando los indios no tenían derecho al voto, y por lo tanto, ellos no contaban, sus criterios, preferencias, esperanzas, NO CONTABAN. En esencia, esa es la pretensión de los opositores, vale decir, quitarles a los indios el derecho al voto, porque saben que ese ha sido el motor del proceso de cambio.
Con esta actitud, la derecha boliviana, disfrazada de demócrata, se ha quitado la máscara y muestra hoy su carácter eminentemente racista. Mostraron su racismo abierto en el anterior desbarajuste que armaron con la constituyente, el año 2008, cuando apalearon campesinos por el sólo hecho de parecer masitas y tener apariencia indígena. Hoy corre por las calles de nuestras ciudades el mismo trauma y ya se ha manifestado cuando fascistas de derecha, en Sucre, no se contentaron con quemar el Tribunal Electoral Departamental, sino que también se fueron a quemar la casa de campaña del MAS y finalmente la Federación de Campesinos de Chuquisaca.
Es muy ilustrativo el hecho de que quemaran la sede de la Federación de Campesinos, porque no pueden atribuirles a ellos el supuesto «Fraude» que solo existe en sus cabezas. Se estrellan contra ellos, porque saben que es preponderantemente el voto campesino que ha llevado a Evo a la presidencia y lo ha mantenido allí desde hace 13 años. Quemando esa sede, no estaban protestando contra el supuesto «fraude», estaban protestando porque los campesinos votan por Evo.
Por estas razones, la derecha no puede presentarse como demócrata, ya que no acepta el postulado básico, que cada quien vote por el candidato de su preferencia. Es más bien una tendencia política racista y fascista y esas tendencias son obviamente anti democráticas en esencia.