Trump condenado
En sus 248 años de historia, EEUU nunca había tenido a alguien que haya llegado a su presidencia que hubiese sido juzgado y condenado. Sin embargo, ahora, Donald Trump ha sido considerado culpable en 34 delitos de falsificación de documentos.
Pese a ello, él no ha sido apresado (ni siquiera de manera preventiva) y podría seguir votando, mantenerse como candidato y hasta ganar las presidenciales del 5 de noviembre. Hay que ver como este veredicto va a influir sobre los electores, pues hasta antes de este, todas las encuestas le daban a Trump una leve ventaja sobre Joe Biden.
Los demócratas van a querer sacar ventaja de este juicio para pedir a los norteamericanos que rechacen que un condenado pueda convertirse en su mandatario, mientras que los republicanos dirán que esta es una persecución política-judicial.
Trump quiere vengarse de la derrota que en 2020 le propinó Biden, y la cual él nunca quiso reconocer, aunque perdió por una diferencia del 4.5% y de 7 millones de votos. Dicho magnate ansia ganar las presidenciales para volverse a convertir en el mandatario más poderoso del planeta.
La primera y única vez que Trump llegó a la Casa Blanca fue en 2016-20, aunque en las urnas perdió por casi 3 millones devotos ante la demócrata Hillary Clinton. En EEUU no rige el principio de «un hombre un voto», pues el presidente es nominado por un colegio electoral donde cada uno de los 50 Estados tienen distinto peso y donde todos los delegados que cada Estado tenga van para el que allí haya ganado.
El presidente norteamericano se comporta como el «jefe del planeta», aunque solo pueden votar por él un 5% de la población mundial y, además, puede ser ungido quien haya sido derrotado en las urnas. Esta supuesta «democracia», a su vez, podría acabar siendo gobernada por alguien quien auspició un golpe de Estado para no reconocer su derrota en las urnas y que, encima, ha sido condenado por serios delitos.
Si volviese a la Casa Blanca quien propone deportar a millones de latinoamericanos de EEUU, gran culpa de ello la tendría Biden con sus políticas socioeconómicas neo-liberales y sus guerras en Ucrania y Medio Oriente.