300 palabras, un mundo
Inteligencia Artificial, el nuevo Prometeo encadenado
La mente humana siempre otorgó sentido al mundo que nos rodea. Creyó en fuerzas sobrenaturales y desde la antigüedad andamos obsesionados por pensamientos existenciales terribles. Las anticipaciones negativas de nuestro cerebro animal son una característica creativa de nuestra consciencia o un mecanismo de sobrevivencia contra lo desconocido. Los avances de la ciencia aumentaron nuestros temores manteniéndonos despiertos toda la noche. Pero si ese miedo proviene de nosotros mismos, de nuestra creatura: Inteligencia Artificial, nace una pesadilla. Según Yuval Noah Harari IA nos arrebata el poder porque es capaz de crear relatos.
No somos los animales más inteligentes porque pulpos, delfines, papagayos pueden solucionar problemas más complejos. Somos los más poderosos porque podemos cooperar a gran escala debido a la transmisión de nuestra experiencia mediante ficciones. Esa es nuestra capacidad creativa. IA nos arrebata el fuego de los dioses y nosotros actuamos como dioses enfurecidos por el miedo de que alguien se nos parezca y enviamos el águila a comerse el hígado inmortal.
Elon Musk, Bill Gates, Geoffrey Hinton advierten sobre el peligro de IA, piden regulaciones, ¿cadenas? IA existe hace tiempo aplicada a campos restringidos: puede clasificar mejor las estrellas, animales, personas. Pero Open AI es un buscador mejorado, una solipsista social media, un moderno oráculo que nos revela cuando será el fin del mundo o el traje debemos usar para visitar a nuestra novia. Allí regresa el temor a crear relatos. El miedo a una manipulación de consciencias. IA nos arrebata el fuego, pero ella no tiene consciencia y tardará en obtenerla. Es una especie de Prometeo, nombre que en el Griego Antiguo significaba prospección. Actualmente prospectiva es una ciencia que trabaja con posibilidades futuras. IA es parte de ello. Algo que todavía no entendemos; si nos es muy difícil comprender la inteligencia natural mucho más la Inteligencia Artificial.