El Perú de Dina contra su vecindario
Nunca antes la democracia peruana ha estado tan enemistada con la mayor parte de nuestros vecinos de habla hispana.
El sábado 18 el Congreso peruano declaró persona no grata al Presidente colombiano Gustavo Petro, quien había cuestionado la marcha de cientos de policías frente al Palacio de Justicia del Perú señalando que eran «como nazis contra su propio pueblo, rompiendo la Convención Americana de Derechos Humanos”.
En diciembre, el Congreso aprobó una moción contra las «inaceptables» declaraciones del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Esa resolución, en vez de «moderar» a la cancillería azteca, la ha radicalizado. AMLO se niega a traspasar a Dina Boluarte la Presidencia pro Témpore de la Alianza del Pacífico (la que incluye a Chile, Perú, Colombia y México, y la cual domina la economía del oeste latinoamericano). Esto, pese a que él incluso quiso haber venido a Lima para dársela a Pedro Castillo antes que fuese depuesto.
Diplomacia inca en su peor momento
Nunca antes se habían deteriorado tantos las relaciones diplomáticas del Perú con los dos países hispanohablantes más poblados (México y Colombia), cuyos mandatarios aún reconocen a Castillo. Chile, si bien ha reconocido a Boluarte, puede seguir en la mira, ya que su presidente Gabriel Boric fue el más crítico a la nueva mandataria en la última cumbre de la Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe (CELAC) del 24 de enero.
Boluarte ha acusado sin fundamento alguno a Bolivia de estar financiando y armando a las protestas en su contra, mientras que el expresidente de la comisión de relaciones exteriores del Congreso, Ernesto Bustamante, demandó preparar una invasión y ocupación militar del territorio de dicho vecino.
De todos los ocho mayores países latinoamericanos, el Perú es hoy el único que no tiene un Gobierno «progresista». Argentina, Chile, Bolivia, Colombia, Brasil, Venezuela y México tienen presidentes nacionalistas con una agenda muy disímil al giro derechista de Boluarte. A pesar de que Dina se autocalifica de «izquierdista», ella gobierna con y tras la ultraderecha fujimorista.
Torre Tagle está chocando con todos esos Estados (a excepción de Brasil, donde Lula debuta teniendo que priorizar buscar aliados contra el golpismo interno), además de varias naciones del Caribe (como Honduras, Cuba y Nicaragua).
La derecha peruana, que antes apoyó proyectos para bloquear o invadir Venezuela, Cuba o Nicaragua y a golpes como el de Bolivia 2019, ahora puede contemplar romper relaciones con varios vecinos. Mientras cuestionan a varios de estos por su supuesta intromisión, la DBA acaba de votar por autorizar nuevamente el ingreso de tropas extranjeras con armas de guerra. Además, esta pide mayor injerencia de varias potencias occidentales, sobre todo de EEUU, cuya saliente embajadora Lisa Kenna fue la primera en apoyar (o impulsar) para que Boluarte remplace a Castillo.
Ningún derechista criticó al presidente ecuatoriano Lenin Moreno, cuando en plenas elecciones calumnió a Castillo de estar relacionado a SL. Todos ellos avalaron cuando Castillo y su premier Guido Bellido mantuvieron al Perú como el único país americano en el hemisferio sur con una decena de bases militares norteamericanas.
Siguiendo al fujimorismo.
Keiko Fujimori, apenas salió de su extensa cita con Boluarte en Palacio, acusó al presidente colombiano de «guerrillero» y pidió que «no meta su nariz roja» en el Perú. Esto es muy grave, pues implica «terruquear» al Gobierno de la más poblada nación andina. No quiere recordar que su padre se hizo japonés, que remató las empresas públicas a transnacionales extranjeras y que los «rojos» de la URSS, Cuba y China le apoyaron contra SL.
Cuando Boluarte juró como vicepresidenta en julio 2021, el visitante internacional más popular fue Evo Morales (a quien luego su Gobierno ha prohibido ingresar al país). Luego, en agosto 2022 ella fue la representante del Perú en la juramentación de Petro como mandatario en Bogotá. Tras haber sido un hincha de ambos, de las «revoluciones antiimperialistas» de Venezuela, Cuba y Nicaragua, así como de AMLO en México, Boris en Chile y los Fernández en Argentina, Dina se ha pasado al bando opuesto.
La moción congresal 5607 contra Petro tuvo 72 votos a favor, 29 en contra y 7 abstenciones. La mayoría de los izquierdistas rechazaron poner en peligro las relaciones con Bogotá, pero varios disidentes de Perú Libre optaron por el «ni fú ni fá». Del Bloque Magisterial solo 3 votaron en contra y 5 se abstuvieron, lo que demuestra que la anterior bancada castillista se ha tornado en la más proclive a conciliar con las derechistas.
Ni siquiera durante la fuji-dictadura, el Perú estuvo tan aislado de su entorno geográfico. Tal vez Boluarte y su premier Alberto Otárola deben estar contemplando alguna concesión con respecto a Castillo para calmar la tensión interamericana, pero la DBA quiere aprovechar la coyuntura para nuevamente demandar romper con la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual antes vetó la excarcelación de Fujimori y que hoy puede emitir sentencias duras contra el actual régimen.