Hermenéutica de Todas las sangres
Tiempo y narración en Todas las sangres
Tiempo y narración es el título del libro de Paul Ricoeur, donde desarrolla la teoría de la narración. Nos muestra la relación que hay entre tiempo y trama. Parte de dos teorías, una es la de Agustín, expuesta en Confesiones, y otra es la de Aristóteles, expuesta en la Poética. En la primera expone la contradicción que hay entre discordia y concordia. Concordia que busca el ánimo, es decir, el espíritu. El tiempo ocasionaría la discordia. Entonces lo que se busca es encontrar la concordia frente a la discordia. En cambio, en Aristóteles tenemos la misma contradicción, que es resuelta por la trama; la textura y la urdimbre del tejido logran la concordia. Se logra armonizar lo que se disemina en la discordia, dilatada en el tiempo, mediante el tejido de la trama.
Si partimos de esta situación, dialéctica entre la discordia y la concordia, que resuelve la trama, al acudir a la interpretación de Todas las sangres de José María Arguedas podemos decir que la trama de Arguedas se enfrenta a la discordia de la experiencia social o que encuentra en la experiencia social. La trama y la urdimbre del tejido de la narración interpreta, a partir de la novela, el entramado social, las dinámicas del entramado social, cuyos hilos no necesariamente muestran una textura armónica, sino, mas bien, quizás se pierden en la ausencia de una urdimbre, de una trama, que todavía se hallan en ciernes o, lo que el mismo Paul Ricoeur reconoce como prenarrativas fácticas. En condición de provisionales intersecciones y nudos caprichosos, que se forman, sin embargo, ante la mirada, la sensibilidad, la percepción del novelista. El narrador se adentra en las profundidades mismas territoriales y de los paisajes geográficos, en las melodías del ánimo colectivo, en el canto de la musicalidad cultural, por lo tanto en la proliferante hermenéutica de las interpretaciones sociales. Interpretaciones variadas, diferenciales en su tonalidad, para lograr la concordancia de una interpretación dinámica, que logra tejer y amarrar los lazos, los hilos sueltos, que logra entrelazar conformando una trama y un urdimbre más compleja.
San Pedro de Lahuaymarca es el poblado donde se desenvuelven los dramas, las trayectorias de vida de los habitantes del pueblo, con todos los perfiles que contiene; los criollos, los mestizos, los indígenas. Es más, a partir de un momento, quizás punto de inflexión, aparece otro personaje, que cae como piedra en el estanque y crea ondas, que desordenan la aparente tranquilidad del pueblo; ese personaje es una empresa trasnacional minera, Wisther-Bozart. A partir de su asentamiento, incluso un poco antes, a partir de su aparición a través de agentes que quieren hacerse cargo de la montaña que cobija las vetas de plata, pronosticadas por estudios geológicos, pero no descubiertas todavía. Es Fermín Aragón de Peralta, hacendado de San Pedro, uno de los hacendados más ricos, junto a su hermano, Bruno Aragón de Peralta, que decide incursionar en minería, después del alejamiento de un ingeniero minero, Piskulich, que también está conectado con la trasnacional minera. Sabedor de esto Fermín lo despide y decide continuar con todo para llegar a la veta. Su hermano Bruno lo ayuda, a pesar de que tienen contradicciones y desacuerdos, en lo que respecta no solamente a la explotación minera, sino también y sobre todo a su concepción del mundo. Fermín sueña con una modernidad derivada de la explotación minera, postula que esta explotación conduciría al Perú al desarrollo; en tanto que Bruno considera que esa modernidad y ese desarrollo son endemoniados, que van a traer el sufrimiento al pueblo peruano, a lo más profundo del pueblo peruano, que es la población indígena. Considera, desde la perspectiva de hacendado conservador, que los indígenas tienen que mantenerse puros, intocados, cobijados por el control del hacendado, dedicados a Dios y a las labores agrícolas, en servicio de la hacienda y en beneficio propio.
Se puede decir que la novela comienza con este contraste entre cosmovisiones, una conservadora y la otra modernista, por así decirlo. Este comienzo de la interpretación de Todas las sangres no sería del todo adecuado, puesto que se olvida otro comienzo, quizás el primordial, que es el que corresponde a la descripción, mejor dicho, a la configuración del paisaje serrano. Con mucha maestría el novelista pinta el paisaje, los tejidos del paisaje, el colorido de las sierra, su composición entre montañas de la cordillera y valles fértiles, dónde se extienden los cultivos y habitan los ganados, donde sus atmósferas están recorridas por bandas de pájaros y vuelos de gavilanes, así como también, de manera misteriosa, de vez en cuando, por cóndores. Los ríos cristalinos atraviesan los territorios con la fuerza de sus fluidos, que retumban en el aire y llegan clamorosamente a los oídos. Entonces, tenemos otros protagonistas de la novela, son los relativos a la composición del paisaje, a los otros espíritus y animus, que corresponden a los animales y las plantas.
A lo largo de la novela o, mejor dicho, en la extensión misma de la narración, tenemos el entrecruzamiento, la complementariedad, el acoplamiento constantes entre los paisajes, las atmósferas y las territorialidades serranas, las composiciones variadas y barrocas de las sociedades andinas.
Otro recorrido de reconfiguración de la novela corresponde a la aventura de sumergirse en los personajes, en sus adentros, si ustedes quieren, en su estructura subjetiva. Hay personajes sobresalientes, unos a la manera de Fedor Dostoyevski, extremadamente contradictorios, sin conciencia de sus propios desgarramientos, empero manifestando, de manera dramática, las mismas. Uno de estos personajes es el hacendado Bruno Aragón de Peralta, católico conservador, diríamos pechón, a la vez déspota y lujurioso, sin embargo, expresando afecto por sus colonos. Un personaje desgarrado, conmovido por el arrepentimiento. Manifiestamente en claro desacuerdo con su hermano, el modernista. Atormentado por recuerdos respecto de su padre y su madre. Este personaje desdichado ha de vivir una transformación, su arrepentimiento lo lleva hacia un punto de inflexión, desde cuando decide dejarse seducir por su misterioso administrador de la empresa, el “cholo” y el indio Demetrio Rendón Willka, quien tuvo una experiencia difícil pero también un aprendizaje en Lima. El contacto entre Bruno y Demetrio se da a través de la lengua de los incas, el quechua, una lengua antigua, que quizás tenga sus raíces en el pukina, que tiene sus vinculaciones con el aimara; es en esta lengua que se reza, que se canta, que se comunica con los colonos y a través de esta lengua interpreta su alma.
Una digresión necesaria, en la búsqueda del comienzo o del nacimiento de la novela, por así decirlo, no del origen – distinguimos como Foucault origen de nacimiento. También se puede decir que la novela comienza con una anecdótica escena en la iglesia del pueblo; el padre de los Aragón de Peralta, de Fermín y de Bruno, don Andrés, considerado borracho y loco, se oculta en la iglesia, se trepa al campanario de la iglesia, sin ser visto por el sacristán ni el cura; desde arriba espera, espiando y mirando la plaza, la presencia de sus hijos y del cura en la plaza, cuando los feligreses salían de la iglesia.
El viejo calculó bien. Se escondió, fatigado, tras de una columna, un instante. Cerca del atrio, en el centro de la plaza, había un castillo de fuegos, quemado ya a la hora de la Elevación. Tras la iglesia, el cerro protector del pueblo aparecía rojo, cubierto a mantos por las flores del k’antu. Era un cerro escarpado, pedregoso, propicio para los arbustos, casi sin pasto. El k’antu crecía ardorosamente hasta cerca de la cima, entre las piedras, marcando el límite de la región fría donde la tierra solo produce paja o espinos bajos, cactos protegidos de cabellera. El viejo miró hacia la montaña[1].
Una vez que aparecen, desde lo alto de la iglesia los increpa, los maldice y los acusa de haberse apropiado de sus tierras, anuncia su suicidio y deja en herencia de sus bienes a los indios. El cura escucha asombrado, junto a sus hijos trata de hablarle, empero el padre de los Aragón de Peralta no los escucha. Se despide del mundo, después de su alocución e interpelación, se va de la iglesia hasta su hacienda, donde habla con su mayordomo Antón, a quien le da unos recados. Antón se da cuenta que algo va a hacer, que va a ser la última vez que lo vea vivo, que asiste a su despedida, que se va a suicidar. Mientras Antón va a cumplir sus recados, Andrés bebe el veneno. Al volver Antón lo encuentra muerto en la habitación. Esta escena es patética, pero también dramática. Este es otro comienzo de la novela. En este otro comienzo de la narración, en la trama de la novela, aparece el padre en toda su desmesura, su elocuente interpelación, su maldición sobre los hijos, que son considerados, inclusive por la gente de San Pedro como malditos; son odiados por los hacendados empobrecidos. Este comienzo es la apertura de la novela, da sentido a todo el entramado de la narración, es, quizás, un hilo transversal de la trama, para decirlo de ese modo, adelantándonos, el sentido inmanente de la novela, aquí se ventilan todas las contradicciones, la generacional, padres versus hijos, la contradicción entre tradiciones y modernidad, las contradicciones concurrentes entre hacendados, así también las contradicciones entre hacendados y colonos indígenas, contradicciones entre criollos y mestizos, entre éstos e indígenas. Todo el revuelo de contradicciones en medio del acontecimiento social, que se da singularmente en San Pedro perdido en el ojo de la tormenta.
Cerrando la digresión, nos encontramos, como dijimos, con distintos comienzos de la novela, dependiendo de la lectura y de la interpretación. Estrictamente no hay solo un comienzo, hay varios, no siguiendo la secuencia, sino comprendiendo la composición y la integración de la trama. Estamos ante la posibilidad de seleccionar distintos nacimientos de la trama, obteniendo ordenamientos distintos a la mera secuencia de la lectura; preferimos la apertura envolvente y ciruclar de la interpretación. El círculo hermenéutico. Hablamos de la configuración y la refiguración hermenéutica.
Demetrio Rendón Willka es el personaje más misterioso de la novela, y también el articulador entre distintos planos y espesores de intensidad, entre múltiples historias, que atraviesan la novela. Una de las primeras menciones es cuando asiste a la escuela, enviado por la comunidad a estudiar. Experiencia difícil por la discriminación sufrida, salvo de dos niños que lo defendieron, además del profesor que intervino a su favor.
Los estudiantes se asombraron de ver un indio grande con un silabario en la mano y una bolsa para cuadernos, como la de los más pequeños escolares; sobre los cuadernos asomaba el marco de madera de un pizarrín. Y era eso lo más sobresaliente: debajo de la bolsa escolar, el indio llevaba tejida otra, hinchada de maíz tostado, de mote, de cecina y trozos de queso. Lo usual era que los comuneros llevaran su fiambre en una pequeña manta de lana. Demetrio fue presentado aun en ese detalle como “escolero”. Habían tejido para él una bolsa, algo semejante a las de la coca de los indios mayores, pero más alargada y con una cinta que servía para que el primer estudiante de la comunidad se terciara al hombro esa nueva prenda escolar indígena. Demetrio tenía que caminar diez kilómetros, todos los días, de Lahuaymarca a San Pedro[2].
Como comentamos, Bruno Aragón de Peralta va a acceder a la petición de su hermano, quien necesita de su apoyo para encontrar la veta de la mina de plata, va a entregarle sus indios, sus colonos, para que vayan al trabajo de mina. De esta manera apresuren el hallado de la veta, trabajando juntamente con mineros experimentados, de quienes aprenderán la labor, bajo la mirada vigilante del ingeniero conspirador, Hernán Cabrejos Seminario, costeño, jefe de la mina Apark’ora, que, después, cambia de nombre a Aparcora. Es, como se sabe, agente encubierto de la empresa trasnacional Wisther-Bozart. Cuando la empresa trasnacional se adueña de la preciada mina se convierte en gerente. Bruno entrega a Adrián K’oto, cabecilla de Kuychi y de todos los siervos de los Aragón de Peralta, el mando y control de los colonos que van a trabajar a la mina. Adrián K’oto tiene esta tarea hasta que se encuentre la veta, después todos vuelven a la hacienda. Las instrucciones a Adrián consisten en proteger a los indios de la contaminación con los mineros y evitar que se contaminen con sus prácticas, para Bruno bochornosas, de borrachera, de lujuria y de perdición.
Demetrio es misterioso, es indio comunero de Lahuaymarca, caracterizado como hombre sereno y sabio, conllevando la virtud de la paciencia, expresa notoriamente lucidez, se presenta en toda ocasión valiente y seguro de sí mismo. Se podría decir que Demetrio es hombre de experiencia, conoce el mundo de la sierra y el mundo de la costa, experimenta la vida social del lado dramático y pobre de Lima. Sin embargo no ha perdido la memoria ancestral, al contrario, la ha fortalecido. Su vinculación profunda con los Andes, a través de la memoria, su vinculación con las utopías que anidan en lo más profundo del cuerpo de las comunidades indígenas. Es por antomasia la encarnación de las resistencias, que datan desde el Taki Unquy, el camino de retorno a las wakas, a los espíritus propios, de la montaña, de los árboles, de los suelos, de los ríos, de las piedras, de la Pacha, que son convocados constantemente por la mirada y la locución de Demetrio. Se hace más misteriosa su figura cuando desde Lima es acusado de ser comunista; esta es una muestra de la incomprensión de los funcionarios de Estado y de los administradores empresariales. Sin embargo, su propio enigmático perfil, su propia composición psíquica y corporal, su estructura psicológica, su propia concepción barroca del mundo, muestran que es definitivamente alguien distinto, es un hombre andino contemporáneo.
Las mujeres aparecen con distintos perfiles, sin embargo, todas, de alguna manera, secundariaizadas; algunas en los umbrales, otras en la sombra, otras más lejos, en las calles del pueblo o en los barrios de Lima. Pero, hay otras, distintas, en contraste, que iluminan desde su delicada figura sensible, desde su belleza y su feminidad sensual. Se encuentran atrapadas en la guerra entre los hombres. Una de estas mujeres es Matilde, la esposa de Fermín Aragón de Peralta, quien tiene, como se dice, el sexto sentido, la intuición; adivina lo que esconden los personajes que se acercan al marido o están en contacto con el empresario minero. Al principio teme al hermano de Fermín, su marido, a Bruno, su cuñado, fanático conservador, y a Demetrio, el indio misterioso. En el transcuro de la trama va a ser cautivada por ellos, va a descubrir en ellos una profunda conexión con la transparencia y la honestidad, con su capacidad de interpretar los recovecos del mundo.
Perfiles de algunos personajes de Todas las sangres
Como dijimos, don Andrés Aragón de Peralta es el padre de Fermín y Bruno, mencionado al inicio de la novela, en el primer capítulo; es el jefe de la familia más rica e influyente de la Villa San Pedro de Lahuaymarca, en una región dominada por las haciendas latifundistas. Don Andrés acapara tierras desplazando a otros latifundistas, también a comuneros indios. Quizás debido a que llevó una vida solitaria y desenfrenada deriva en el alcoholismo. La familia se disgrega, sus hijos pleitean entre ellos. En ese contexto, su esposa, descepcionada, también deriva en el alcoholismo.
La caracterización que se hace de don Fermín Aragón de Peralta es la de un hombre ambicioso, bueno para los negocios, pujante, expresión de la burguesía nacional. Se ilusiona con traer el progreso económico a su provincia, por eso considera necesario romper con el orden tradicional. Su objetivo añorado es la modernización y el desarrollo; este es el destino de Perú. Se declara nacionalista. Empero, en los tiempos del siglo XX, el mundo, los mercados y los grandes emprendimientos ya son dominio de las trasnacionales. No puede competir con la Wisther-Bozart; se ve obligado, por las circunstancias, a vender su mina de plata. Obtiene solo el 10% del valor, a pesar de haber descubierto la veta de plata. Usando estos recursos dinerarios incursiona en la industria pesquera, comprando fábricas de harina y conservas de pescado en el puerto de Supe. Por otra parte, se inclina por expandir y modernizar su hacienda de La Esperanza.
En contraste, el hermano, Don Bruno Aragón de Peralta, es el terrateniente de la hacienda La Providencia. Como dijimos es conservador y fanático católico, pero al estilo provinciano. En su hacienda se comportaba despóticamente, empero, después de la muerte de su padre se arrepiente de todo y comienza a cambiar, incluso deja su costumbre sexual lujuriosa. Enfrenta la nuevos tiempos, que reclaman modernización, con la voluntad manifiesta de mantener las tradiciones gamonales. Considera que los colonos indios, inclusive de las comunidades indígenas, deben mantenerse puros, lejos de la corrupción del dinero. Esta es la razón por la que enfrenta a su hermano mayor don Fermín. En su transformación o conversión a un cristianismo comprometido con el bien, retornando, de vez en cuando, a su lujuria sexual, embaraza a una mestiza de Santa Cruz llamada Vicenta, de la cual, a diferencia de las otras víctimas, se enamora. Considerando con otros ojos a sus colonos y a otras comunidades nindígenas necesitadas, se dedica, por mandato divino, a hacer el bien; distribuye sus tierras a los indígenas, ayudando a otros comuneros en sus luchas contra los gamonales. Se convierte en un justiciero; ejecuta al malvado y odiado gamonal don Lucas, después intenta asesinar a su hermano; lo hiere. A consecuencia de esta acción lo llevan a prisión.
Ya hablamos de Demetrio Rendón Willka, sin embargo, anotaremos otras características no mencionadas. Demetrio representa la alternativa al desarrollo, en contraste con el proyecto de modernización desarrollista de Don Fermín, también en contraposición al sistema gamonal feudal que expresa Don Bruno. Entonces, podemos decir que es la alteridad. Demetrio Redón Villca es el primer hijo de comuneros que llega a Lima, metrópoli en la que vive durante ocho años, en las barriadas, trabajando como barrendero, sirviente, obrero textil y de construcción. Aprende a leer en una escuela nocturna, además de aprender de la escuela de la vida, cae en la cárcel, donde conoce el Perú de las sombras. Como dijimos se codea con activistas políticos, sopesa silenciosamente sus discursos. Al salir de la cárcel se siente un hombre renovado, decide regresas a su tierra con la voluntad de liberar a su pueblo. Se pone al servicio de don Fermín como capataz de la mina, luego de don Bruno, se convierte en administrador de la hacienda La Providencia. En pleno desenlace de la trama, Demetrio encabeza el levantamiento indígena. Acaba su vida heroicamente, muere fusilado por el destacamento de guardias mandados a reprimir.
Entre los personajes extremos, a la vez monstruosos y angelicales, se encuentra la Kurku Gertrudis, una joroba enana, que fue violada por don Bruno; de esta copulación aborta un feto con cerdas. A final de la novela se la encuentra en una iglesia del pueblo que cobija a los que emigran de San Pedro de Lahuaymarca, después de quemar la iglesia y abandonar el pueblo. Gertrudis sirve en la iglesia, donde aprende huaynos y canta angelicalmente.
Asunta de La Torre es una joven mujer, proveniente de familia aristocrática del pueblo de San Pedro, es hija del alcalde Diego de la Torre. Es hermosa y de apariencia criolla, es notoriamente atractiva, por eso es pretendida por hombres que son seducidos por su presencia y prestancia, incluso por don Bruno, quien es rechazado. Es considerada virtuosa. Sin embargo demuestra coraje cuando dispara con un revolver contra el ingeniero Cabrejos, vengando así el daño que ocasionó al pueblo y a sus habitantes, sobre todo siendo causante de la muerte del pretendiente Gregorio.
También hablamos de Vicenta, la hermosa mestiza de Santa Cruz, de la que se enamora Don Bruno, la convierte en su esposa y en la madre de su hijo reconocido por él, a quien nombra como Alberto, nombre de su abuelo.
De la misma manera, también hablamos de Matilde, la esposa de Don Fermín. Dijimos que configura la delicadeza y la ternura de la mujer elegante, venida de otro lugar, llevada a la sierra, al pueblo de San Pedro por su esposo, hacendado modernista, minero y después empresario de la industria pesquera.
Antón es criado de don Andrés; éste, el patrón, le regaló un terreno en la hacienda de La Esmeralda, donde construye su casa. Como dijimos, es el último en ver con vida a don Andrés, antes de su suicidio. Va también a inmolarse en un acto heroico; cuando la compañía minera expropia el terreno donde vive, junto a otros terrenos del entorno de las haciendas de San Pedro, se enfrenta a las máquinas aplanadoras, decide no abandonar su propiedad, en cambio se inmola con dinamita haciendo explotar las aplanadoras.
Gregorio es mestizo, chofer del ingeniero Cabrejos, también es músico, charanguista, mas o menos bonachón, cuando está de fiesta. Se enamora de Asunta de la Torre, la pretende, antes de morir le regala seis mil soles, en reconocimiento por lo que es, mujer virtuosa. Gregorio muere en la explosión que acontece dentro de la mina Apark’ora.
Mencionamos a don Adalberto Cisneros, el cholo, señor de la hacienda Parquiña, es la encarnación del latifundista perverso, que se explaya en torturar a sus peones, que viola a las mujeres, incluso si son menores de edad. Arrebata las tierras de los indios comuneros de Paraybamba. Es uno de los principales rivales de Don Bruno, a quien se las tiene juradas.
Ya hablamos de Hernán Cabrejos Seminario, que es el ingeniero de la mina Apark’ora, después denominada Aparcora, cuando pasa manos de la empresa extranjera, es mandado por la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart para boicotear el trabajo de la mina, todavía en propiedad de don Fermín. Es el ejemplo del profesional inescrupuloso, cínico y sin valores, dedicado a servir de la mejor manera a la empresa que lo contrato como agente encubierto, después lo convierte en gerente de la mina de plata.
¿Qué son los personajes?
Los personajes de la novela sintetizan, por así decirlo, figuras que condensan perfiles, características, valores o antivalores, cualidades, que aparecen en la composición de la trama. Los personajes en la narración convierten en personas conceptos o perfiles psicológicos determinados. Se dice que el personaje es una construcción del narrador, aparece investido por el lenguaje o la escritura, ciertamente es imaginado e imaginario, aparece como imagen definida en la novela. Aunque cierta crítica literaria concibe al personaje de manera estática, en su permanencia cualitativa, lo evidente es que no lo son, por lo menos en las novelas intensas, como pueden ser las románticas o las dramáticas, que padecen transformaciones, metamorfosis, adquiriendo un perfil cambiante en la dinámica psíquica de los mismos. Los personajes son, mas bien, dinámicos.
Como sabemos, el término personaje deriva de la palabra persona, prósôpon, πρόσωπον, de origen griego, significa máscara; supone la actuación, si se quiere, la representación, la mimesis, la imitación y la composición de una trama. Hay que distinguir entonces entre persona y personaje, diferenciar entre persona real y personaje literario. Se puede decir que la persona pertenece al mundo real, mientras que el personaje es ficción. Las personas convierten en lenguaje sus percepciones, sensaciones y pensamientos, mientras que en el personaje literario, siendo lenguaje, en sí mismo, vive, percibe, siente y piensa en el universo del lenguaje. Como se podrá ver esta diferenciación de la crítica literaria es endeble, pues nacemos en el lenguaje y desde el lenguaje nombramos el mundo, como dice Emile Benveniste. Jacques Lacan concibe lo real en el triángulo referencial del acontecimiento psíquico de lo real, lo simbólico y lo imaginario.
¿Hay un personaje principal, un protagonista, en Todas las sangres? ¿Es don Bruno Aragón de Peralta o su hermano, don Fermín, mas bien, Demetrio Rendón Willka? ¿El antagonista es don Adalberto Cisneros, el cholo hacendado, desmesuradamente despótico, o el cínico ingeniero Hernán Cabrejos Seminarios? En este caso, tendríamos más de un protagonista y más de un antagonista. No es tan fácil responder a la pregunta si hacemos una lectura hermenéutica, que supone la composición de los hechos, que aparecen ordenados en la ficción, así como la composición psicológica, a través del uso de los personajes. Preferimos optar por la lectura que busca develar el entramado que transmite el narrador, aunque no sea plenamente consciente de ello. Ningún narrador lo es.
Como dijimos, los personajes son figuras de caracteres, cualidades, valores, perfiles psicológicos; la composición en el plano de intensidad de los personajes acerca la narración al drama y a la comedia. En tanto que la composición se basa en los espesores de intensidad de la acción, de los hechos, la narración se acerca a la tragedia, pasa del drama a la tragedia. La novela comprende todos estos planos y espesores de intensidad.
Paul Ricoeur, recurriendo a las tesis de Aristóteles en la Poética, recoge el sentido de mimesis como composición y de mythos como trama. La pareja mimesis y mythos concibe la composición de la trama. Lo importante entonces, en la hermenéutica de la novela es no perder de vista que la composición se mueve en dos planos de intensidad, la composición en base a la acción y la composición en base a los personajes. Ambas composiciones tienen que tenerse en cuenta en el análisis de la trama. Volviendo a las anotaciones de Ricoeur debemos decir que la que otorga a la trama un alcance mayor, considerando la estética de la narración, es la composición en base a la acción, al desenvolvimiento y desenlace de los hechos. Los personajes adquieren el sentido inmanente de la trama cuando se interpreta su desenvolvimiento en el despliegue mismo de la acción.
Volviendo a Todas las sangres, se puede observar, de manera inmediata, en la apreciación superficial de la novela, que el padre Andrés se opone generacionalmente a los hijos, Fermín y Bruno. En otra dualidad opuesta, que Fermín se opone a su hermano Bruno; y en otra dualidad, se opone al ingeniero Cabrejos. Por otra parte, considerando otras dualidades, que los hacendados empobrecidos se oponen a los hermanos Aragón de Peralta; particularmente aparece la oposición, incluso hasta el antagonismo, del cholo Adalberto Cisneros, hacendado en ascenso, sobre todo después de que compra la hacienda del joven latifundista Aquiles Monteagudo Ganosa. El antagonismo de Cisneros es con Bruno y Fermín. Sin embargo, la oposición más radical se encuentra entre Demetrio Rendón Willka y todos los hacendados, además de los ingenieros y los involucrados con la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart. Se puede decir que la cosmovisión indígena se opone a las otras cosmovisiones, la gamonal y la capitalista, tanto nacional como extranjera.
Hasta aquí las oposiciones entre fraternidades de machos, en los espacios masculinos; empero, hay otros bloques contrastantes, el universo de las mujeres respecto al mundo de los hombres, aunque el universo de las mujeres se mueva en varios mundos. Matilde, la esposa de Fermín, trasluce sus diferencias con su pareja dominante, no está del todo de acuerdo con sus procedimientos; por otra parte, en relación a sus primeras impresiones negativas respecto de Bruno y Demetrio, estas impresiones cambian, prácticamente le seduce el misterio de Demetrio y el afecto religioso de Bruno. Se trata de una mujer hermosa, que dice, al final de la novela, que ella también ha sufrido, refiriéndose a su pasado, incluso que ha sufrido su familia, lo que parece, de alguna manera identificarla con los padecimientos de Demetrio, aunque sean muy distintos, y las convulsiones dostoyevskianas de Bruno. En otras palabras su sensibilidad se opone al racionalismo pragmático de su marido y al racionalismo oportunista de los ingenieros, salvo del que renuncia seguir al servicio de la empresa trasnacional, Jorge Hidalgo Larrabure.
Otra mujer bella es Asunta de La Torre, empero de familia aristocrática empobrecida, comercia en su tienda de pueblo. Ella representa la virtud, no se entrega; se opone entonces a la lujuria de los hombres, a sus juegos de conquista. Sin embargo, cuando se entera de la sinceridad del amor por ella del músico Gregorio, chofer del ingeniero Cabrejos, una vez que se anoticia que fue este ingeniero el involucrado en la muerte de Gregorio en la mina, decide matar al ingeniero, cuando retorna a la mina y es su gerente. Aquí, el antagonismo entre virtud y cinismo e inmoralidad se expresa de manera dramática y trágica.
Una tercera mujer, que también es bella e inocente, es la mestiza Vicenta, que es mujer de Bruno, la distingue reconociendo el hijo que tiene en su vientre. Es la mujer que apacigua a Bruno, que detiene su lujuria y le da paz. Se puede decir, en este caso, esquematizando, que el amor se opone a la lujuria.
La cuarta mujer, la Kurku Gertrudis, es, mas bien, lo no bello, lo feo, hasta la monstruosidad, enana jorobada, empero, es ella la que figura el sufrimiento corporal, el desprecio y la denigración total, la que termina convirtiéndose en un ángel a través del canto. Se trata de la metamorfosis de la larva monstruosa en ángel de la voz y la melodía.
Desenvolvimiento de la acción en la trama
¿Qué pasa con la composición de los hechos, con el desenvolvimiento de la acción en Todas las sangres? La trama comienza con la desdicha, con el infortunio, uno de los personajes se explaya en contar su despojamiento por parte de sus hijos.
El primer capítulo comienza con una escena dramática, don Andrés Aragón de Peralta, padre, patriarca de la familia, rica y poderosa de Lahuaymarca, interpela a sus hijos desde lo alto de la iglesia del pueblo, ubicada en la plaza. Don Andrés, envejecido y deteriorado por el alcohol, sube al campanario de la iglesia; desde la torre maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno. Los acusa de apropiarse indebidamente de sus tierras, que lo despojan, que se comportan como caínes, que son unos parricidas. Decepcionado de todo, deprimido, considedra que no vale la pena seguir viviendo, anuncia su suicidio. Por otra parte, declara públicamente que deja en herencia a sus colonos, a los indios, todos los bienes que conserva. Una vez ocurrido esto, don Andrés se retira, vuelve a su casa, donde ingiere veneno y muere.
La discordia se hace patente en la pugna, en la lucha, en la concurrencia, la competencia y la proliferación de las violencias, desde las solapadas hasta las descarnadas, pasando por distinta formas de descargarlas. La experiencia social corresponde a la discordia, también la experiencia individual; lo que se recuerda es el desorden, el conflicto, la desgracia, el infortunio. Este recuerdo puede efectuarse en clave religiosa como castigo. Entonces se interpreta el sufrimiento como purgando los pecados. De todas maneras, el tiempo está marcado por la dilatación y la discordia, por la pérdida de armonía, que se supone hubo en un principio, en el origen. Opuesta a esta visión está la modernista, que supone, mas bien, que en el futuro se armoniza la discordia con lo que llama el desarrollo. No se trata de discutir cosmovisiones sino de evidenciar la marca de la discordia, sobre todo en la acción de los hombres.
Los hermanos Fermín y Bruno se encuentran enfrentados, en permanente discordia. Bruno es el patrón de la hacienda La Providencia, donde centenares de colonos indios se encuentran asentados para servir al patrón. Bruno postula un catolicismo tradicional, con propensión al fanatismo, al contrario de su hermano Fermín, que postula el progreso, mediante el desarrollo y la modernización. Bruno cree que si el progreso llegase a sus tierras se rompería irremediablemente la pureza los indios; se habría inoculado en la inclinación al lucro, al apego a la ganancia, quebrándose su inocencia.
Fermín es el propietario de la mina Apark’ora, que busca explotarla, escapando a la voracidad de las empresas trasnacionales mineras. Don Fermín expresa a la burguesía nacional. Su objetivo es que el progreso y la modernidad lleguen a San Pedro de Lahuaymarca y a la sierra. Como hemos dicho, en contraposición a su hermano Bruno. Empero, para explorar la mina requiere de la colaboración de su hermano, necesita a sus indios para trabajador en la mina, sobre todo para lograr alcanzar la veta de plata cuanto antes. A pesar del antagonismo entre hermanos y cosmovisiones distintas, Don Bruno acepta colaborar con su hermano, mandarle parte de sus colonos a trabajar gratis a la mina. Lo hace provisionalmente con dos condiciones, una, que no se junten con los mineros para no aprender de ellos malas prácticas; otra, que retornen los colonos una vez que se encuentre la veta de plata. Con esta tregua Bruno espera que lo dejen en paz y no afecten ni irradien a sus tierras. No podemos olvidar que Bruno accede a la petición de su hermano después de la muerte de su padre, cuando se arrepiente de todo.
La alteridad aparece en la narración; no necesariamente corresponde a la discordancia, mas bien, tiene que ser entendida como punto de inflexión mejor dicho como ruptura, que comienza la alteración de lo que había, del orden o desorden anterior. Entonces, la alteridad puede ser el desplazamiento al punto de inflexión y la emergencia de la ruptura. En la novela puede aparecer como acontecimiento, lo que corresponde a la composición de la trama, en tanto secuencia de hechos y acciones, pero, también puede aparecer en la figura de un personaje. Éste es por ejemplo el caso de Demetrio Rendón Willka. Aparece como figura de la alteridad, frente a la figura gamonal, ya sea rica o empobrecida, ya sea en la figura de burguesía nacional o ya sea en la figura de capitalismo trasnacional.
Demetrio Rendón Willka es un indio misterioso, desvinculado de la comunidad, pero también de la hacienda; se podria decir libre respecto de las atadura sociales. Por eso se presenta figurativamente como encarnación de la alteridad o de las resistencias, que tienen una larga data en la historia colonial y de la colonialidad. Según alguna interpretación aparece como un nativo transcultural, cuya experiencia personal se amplia a la metrópoli limeña. La sugerencias de transculturalidad parece interesante, sin embargo, no se piuede deducir que por esto ha perdido su herencia cultural, su memoria, aunque sea parcialmente. Lo que se puede decir, siendo consecuentes con la interpretación, que su heredad cultural se transforma y su memoria se actualiza. En esta perspectiva, la figura y el decurso de Demetrio en la novela no solamente es misteriosa, sino que se convierte en el hilo clave de la trama. Para decirlo de nuevo y de manera sencilla, Demetrio define, en el mapa de contradicciones sociales y culturales, la contradicción principal, contra toda la civilización moderna, en todas sus variantes, desde las gamonales hasta las burguesas.
Don Fermín comanda la exploración de la mina a Apark’ora, en búsqueda de la veta de plata, usando la mano de obra de cinco centenares de colonos indios, enviados por su hermano don Bruno. La modalidad de trabajo corresponde a la mita, es decir, por turnos; empero, en este caso, no son asalariados sino siervos, no reciben jornal, solo se les entrega alimentos para su subsistencia y la reposición de energía corporal para continuar el trabajo. En el transcurso de estas labores de exploración don Fermín advierte que para continuar con la explotación de la mina, en la siguiente fase, una vez encontrada la veta, se requiere mucha agua. Solo se la puede encontrar en las tierras de las haciendas y comunidades, sobre todo apunta a la haciendo de su hermano, quien lo ayudó en la etapa de exploración. Para tal efecto se propone comprar tierras o, en su defecto, inclusive expropiarlas. Fermín no va alcanzar a hacer esto, pues es engullido por la trasnacional minera; es esta empresa extractivista, este monopolio minero, la que va ejecutar con este plan, expropiando las tierras de San Pedro de Lahuaymarca, sobre todo la colindante, las tierras de La Esmeralda.
La convocatoria es también una acción que aparece a lo largo de la novela. En el segundo capítulo Nemesio Carhuamayo, mandón de la hacienda “Providencia”, de Don Bruno, recorría a caballo las chozas de los indios colonos. Las chozas formaban pequeños grupos sin calles, cerca de los manantiales o de los irregulares torrentes que bajaban de las cubres nevadas. Esta vez el mandón no se detenía para charlar con algunos de sus amigos de cada estancia. Tocaba un silvato, desde distancias bien calculadas, y encontraba a los “colonos” y sus mujeres reunidos en el “cahuildo”, un campo apisonado con una piedra en el centro[3].
La convocatoria al cabildo aparece con cierta intermitencia en Todas las sangres, sobre todo cuando hay emergencia. Al final de la novela en un cabildo se elige al alcalde y a las autoridades de la comunidad de Paraybamba, con esto se evita la intervención y expropiación de sus tierras. En un cabildo se toman decisiones y las mismas cobran legitimidad por la Asamblea, cuando la comuna habla, decide y define, acuerda normas y reglas, así como acuerda acciones. La presencia del colectivo, de la comunidad, de las autoridades indígenas, es constante; aparecen en el umbral o ingresan al espacio principal, al escenario mismos de los eventos. Un cabildo también decide que hacer con las tierras del hacendado don Lucas, muerto por don Bruno; los comuneros se hacen cargo de la tierra, se vuelve tierra de la comunidad.
La intriga y la conspiración aparecen como acciones dañinas, corrosivas, que destruyen el tejido social, el sistema de costumbres, la moral de provincia, los valores heredados. La empresa trasnacional minera Wisther-Bozart infiltra en la mina Apark’ora de don Fermín al ingeniero Hernán Cabrejos Seminario con el objetivo de boicotear el avance hacia la veta de plata, buscando hacer fracasar la exploración. El objetivo mayor está en que don Fermín, propietario de la mina, se vea obligado a vender la mina a la empresa trasnacional. Para cumplir con esta tarea Cabrejos cuenta con la colaboración de su chofer Gregorio, que es también músico. Gregorio se interna en la mina, por los socavones, desde el interior emite sonidos tenebrosos, simulando ser la serpiente del cerro, Amaru. En la cosmovisión andina Amaru es la serpiente mitológica. Pretende asustar a los indios, sin embargo no lo consigue porque están alertados de la tramoya por Demetrio, quien se entera de los planes del ingeniero Cabrejos; solo algunos no avisado, que no pertenecen a la hacienda de Bruno, caen en la trampa. De todas maneras, para desgracia de Gregorio, se da lugar un explosión dentro de la mina, el cómplice muere despedazado por la explosión.
Cuando se halla la veta de plata don Fermín viaja a Lima buscando formar una sociedad con capitales peruanos, pero no lo logra. La empresa trasnacional minera se adelanta comprando a funcionarios, técnicos, influenciando a empresarios, usando a los medios de comunicación, poniendo a todos de su parte y en contra de la intenciones de Fermín. Aislado y arrinconado Fermín se ve obligado a vender la mina a la Wisther-Bozart, solo recibirá el 10% , además del reconocimiento de su inversión. Estamos ante la elocuente evidencia de la acción monopólica acaparadora, correspondiente a las estructura de la acumulación ampliada del capitalismo. Se cierra la posibilidad del desenvolvimiento de la burguesía nacional, queda limitada a lo que le permiten las empresas trasnacionales. En consecuencia la burguesía nacional se subordina.
Hernán Cabrejos Seminario es el operador de la conspiración del “Zar”, presidente de la compañía Aparcora, subsidiaria de la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart. Llega a ser gerente de la mina, es cuando, en su mejor momento va a ser ajusticiado por Asunta de La Torre, que lo mata por haber hecho daño al pueblo y haber estado implicado en la muerte de su prometido Gregorio. Esta acción de conspiración también es otro de los hilos de la trama, opuesta al hilo primordial de la novela, que corresponde a la alteridad y a la subversión indígena; subversión múltiple, social, cultural, política y económica. Se oponen a la figura de Cabrejos, no solo de manera inmediata, Fermín, debido a los intereses encontrados respecto de la mina, sino también, de manera mediata, Matilde y Asunta, mujeres intuitivas; una representa la delicadeza y la otra representa la virtud, ambas mujeres bellas, solo que de clases sociales diferentes. De manera radical se opone al conspirador Cabrejos la figura alterativa de Demetrio, lo hace de manera radical. Esto en cuanto respecta al entramado de los personajes, en lo que respecta al entramado de las acciones, la acción subversiva se opone a la acción monopólica y a la acción de conspiración de la empresa extractivista minera.
En el entramado de las acciones se puede decir que estamos como en campos de fuerzas, donde las fuerzas pugnan, entonces, todo depende de la correlación de fuerzas. Son campos de batallas. Frente a al conglomerado de fuerzas de la discordia se encuentra el conglomerado de fuerzas de la concordia. Digamos, provisionalmente, que la dialéctica discordia-concordia, que se resuelve en la trama con la síntesis del desenlace, es como el substrato de la trama, de las composiciones, tanto de figuras de personajes, como de configuraciones de acciones. En Todas las sangres el desenlace es la subversión, la toma de tierras, el retorno de la comunidad, teniendo como hecho crucial del sacrificio el fusilamiento de Demetrio Rendón Willka.
Hemos dicho que la Wisther-Bozart es la que cumple con el plan de Fermín, expropiando las tierras de San Pedro, con ayuda del gobierno y del Estado, cómplices de la empresa trasnacional minera. La compañía consigue una orden judicial, que obliga a los propietarios de San Pedro a vender sus tierras de labranza de la hacienda La Esmeralda. En reunión, convocada de emergencia, un cabildo del pueblo, los vecinos se niegan a vender sus tierras; en vez de esto deciden quemar su pueblo, incluyendo a la iglesia, como acto de inmolación simbólico. Deciden irse del pueblo. En su marcha, en su éxodo, que probablemente sea la metrópoli costeña de Lima, son acogidos temporalmente por las comunidades indígenas, la primera comunidad es la de los comuneros de Lahuaymarca.
La solidaridad también es una acción de la trama; los comuneros acogen a los del pueblo, que se encuentran en exodo. Comuneros y pueblerinos se unen contra la trasnacional estractivista minera. La solidaridad es pues una de las configuraciones de Todas las sangres.
La contradicción principal
Volviendo a tiempo y narración, a la búsqueda, mediante la narración, no solamente de la interpretación, sino de la suspensión del tiempo, empero en el espacio de trama, que resuelva los problemas que plantea el tiempo, en su dilatación. Volviendo a ese contraste entre la tesis de Agustín sobre el tiempo y la tesis sobre la trama de Aristóteles, en relación a la novela Todas las sangres, podemos decir que la narración busca recorrer los caminos laberínticos de la memoria y resolver los problemas, que han quedado en la experiencia individual, marcando el cuerpo y dejando huella en la memoria. Entonces la narrativa de la novela de José María Arguedas busca, en los recorridos de la memoria, en su viaje, tejer una trama que explique qué sentido, qué destino, tiene todo lo que ha quedado pendiente de la experiencia social y de la memoria social. También en la experiencia y memoria singular, respecto de sus propias preguntas, de su propia experiencia en la formación social peruana, sobre todo serrana. Entonces, el autor parte de su propia experiencia social, de su propia sensibilidad, de su propia interpretación, desde sus primeras herramientas literarias hasta las más maduras, labradas herramientas con la educación adquirida y la formación lograda. El escritor intenta responder a las preguntas a partir de su propia vivencia, también a partir de las herramientas del lenguaje y de la escritura. El lenguaje del escritor es un lenguaje compuesto y combinado, que conjuga dos lenguas, la quechua y la castellana. En ese sentido recurre o tiene la ventaja de recurrir a las potencias, a las capacidades que tienen ambas lenguas, de interpretar y de nombrar a partir de las propias sensibilidades, que despiertan ambas lenguas. La más sensible, la quechua, la más racional, la castellana. Aquí se tiene la conjugación de dos lenguas, de dos mundos, o muchos más, y de dos universos, o de muchos más, sensibles; en parte, contrastado, y en parte, entrelazados. Lo que interesa aquí es esa composición que logra una escritura singular, la de Arguedas. Escritura que se expresa dinámicamente en sus novelas, sobre todo en Todas la sangres.
Tenemos la cobertura de ambos mundos, el mundo andino y el mundo de la costa, el mundo tradicional y el mundo moderno, en su pugna. No son dos mundos, sino cuatro o más mundos, que siempre están en pugna, en concurrencia, jalando cada quien para su lado. En esta conflagración literaria de la escritura en convulsión, el escritor busca el sentido de esas concurrencias, de esas pugnas, de esos campos de correlaciones de fuerzas. No solamente hay que atender, en la interpretación de la novela, la compulsa entre la sierra y la costa, entre el Cusco, es decir, todos los pueblos, las comunidades, incluyendo a las haciendas, que están en la sierra, y Lima, lo que viene de la costa, el mercado, el capitalismo comercial, además de lo que viene allende los mares, la revolución industrial, pero en su versión extractivista, no de industrialización. Estamos no solamente ante muchas concurrencias, que pueden asociarse dualmente, en su propio contraste. Ante este panorama convulso el escritor busca la solución de estos conflictos, la salida, la superación de los mismos. Conflictos que, por otra parte, también anidan en su propia experiencia, en su propia estructura subjetiva, en su propio drama. No solamente en lo que respecta a su historia personal, sino al dramatismo con que asiste a las experiencias, sociales e individuales, al dramatismo con que habita su tierra, su país, al dramatismo con que ama, al dramatismo con que despliega su propia trayectoria de vida, que va a tener una conclusión fatal con su suicidio.
En la conformación de la narración, de la escritura de la trama, es decir, de la interpretación escrita, que compone la trama, el mythos, por lo tanto, la composición estructurada del principio, las mediaciones y el desenlace, construyendo, de esta manera, el sentido, intervienen planos de intensidad, distintos espesores de intensidad, intervienen múltiples factores. Especificando mejor, interviene el cuerpo, que contiene la experiencia, retiene la experiencia individual y social, la social a través de la experiencia individual. Es esta experiencia la que se convierte en memoria, que ya es una forma previa de interpretar, la interpretación corporal, la interpretación de la percepción corporal. Cuando la escritura emerge, cuando se escribe, se convierten las huellas, las hendiduras en el cuerpo, en interpretaciones, transmitidas a través del lenguaje. Es con la escritura que se comienza con la composición y, si se quiere, con la invención del sentido.
Podemos decir que José María Arguedas escribe sobre el sustrato móvil, dinámico, de todos estos factores intervinientes, de todos estos planos y espesores de intensidad, de todo este substrato cultural y su condición de posibilidad ecológica. Esta memoria perceptual es la que se pone en movimiento, adquiere ritmo, es lo que hace que lo que acontece se transforme en escritura. La escritura, entonces, es un acontecimiento. Podemos darnos una imagen circular, como la del círculo hermenéutico, pues, en parte, tiene que ver con propia experiencia, la del escritor, que absorbe la experiencia social, que absorbe las territorialidades, las atmósferas, los nichos ecológicos de su entorno. Recurriendo a su propia memoria, hundiéndose en los recovecos de su propia memoria, purga en los gozo y padecimientos del cuerpo, en los recuerdos felices y en los recuerdos tristes, el dolor y de la alegría. Esta recurrencia tiene que ver con la construcción de la interpretación, de una interpretación singular, con la explicación literaria a sus propias preguntas. Se lo hace de manera novelada. La narrativa de la novela tiene sus propias peculiaridades, hasta podríamos decir que es la narrativa por excelencia, comparte, en la modernidad, con lo que fue el mito en las sociedades ancestrales y lo que fue el epopeya en la sociedades antiguas.
La novela es, de por sí, un acontecimiento moderno de la escritura. Es a partir de este acontecimiento de la narrativa de la novela que se interpreta un presente, que contiene espesores; se interpretan los espesores del presente. Hablando en código de Agustín, de las Confesiones, se interpreta en un transcurrir, cuya composición es un presente pasado, un presente presente y un presente futuro. A partir de este presente, la interpretación se conecta con el pasado y con el futuro, guarda, de una determinada, manera ese pasado y tiene expectativas respecto del futuro.
Jean-Françoise Liyotard decía que la filosofía es política, no podemos decir lo mismo de la novela, como alguna interpretación lo hace, cuando califica una novela de un determinado modo, de una determinada manera, atribuyéndole intencionalidades políticas. Puede ser que el autor las tenga, pero estamos hablando de la novela. Si bien hay una vinculación entre novela y autor, de todas maneras el autor y la novela no son lo mismo. La novela es una criatura del novelista y el novelista es el creador, sin embargo, la criatura del novelista no es completamente controlada por el creador, se libera, es independiente, sobre todo esta independencia, esta autonomía, de la novela, se constata en la lectura. Con la reconfiguración es el lector el que vuelve inventar la novela a partir de la lectura, por lo tanto, incursionamos en una nueva interpretación. Estamos ante la interpretación de nunca acabar, como dice la hermenéutica, en la eterna interpretación, el círculo permanente de la interpretación. La interpretación también es un acontecimiento. ¿Se puede decir qué es un acontecimiento por excelencia humano?
Cómo dijimos, en Todas las sangres nos encontramos con una novela que relata el encuentro concurrente y dramático de todas las sangres. Se trata de hechos culturales, es más, pluriculturales, que esquemáticamente se reducen a dos, la sierra y la costa, el mundo andino y el mundo colonial, la cultura indígena y la cultura colonial, sin embargo, hay que tener en cuenta que se trata de múltiples facetas del acontecimiento cultura, que es dinámico. No olvidemos que una cultura está ahí para interpretar otras culturas, que una lengua está ahí para interpretar otras lenguas. De ninguna manera se puede concebir cultura y lengua de modo autista, esto es imposible, la cultura y la lengua serían imposibles. Una lengua está en contacto con otras lenguas, por sí misma ya es una lengua de contacto y en contacto. Esto ocurre con todas las lenguas, ocurre con las lenguas nativas, también ocurre con las lenguas no nativas, en el caso del Perú, con el castellano. Esta lengua en transformación es una lengua de contacto. Todas las lenguas de y en contacto experimentan cambios imperceptibles y transformaciones perceptibles; una lengua ya es multicultural.
Esta anotación nos sirve para posesionarnos en todo el ámbito de interpretaciones sobre la novela de José Maria Arguedas. Nuestra perspectiva corresponde a la teoría de la narrativa, también a la que sume la realidad como complejidad.
Volviendo a la novela Todas las sangres, nos encontramos con varias contraposiciones que, a su vez, se entrelazan y concurren, conformando composiciones complejas. De inicio la contraposición, por así decirlo, es generacional, asistimos a la contradicción entre el padre y los hijos. Después nos anoticiamos de la contradicción entre hermanos, que es de suponer la contradicción de cosmovisiones singulares; una, que puede llamarse modernista y, la otra, que puede llamarse tradicional, que es la versión que ventila la novela. En el panorama social de San Pedro de Lahuaymarca aparecen otras contradicciones, la de estos hacendados ricos y hombres destacados en su abolengo, respecto a los otros hacendados, que la novela señala como empobrecidos, salvo don Lucas Ramón de Manzuelos, un hacendado viejo y déspota, también don Adalberto Cisneros, el cholo, otro hacendado déspota, a su manera cruel, violador y fanfarrón. No solamente aparece el contraste entre los hermanos Aragón de Peralta y el resto de los hacendados, sino, notoriamente el antagonismos con estos últimos hacendados de carácter despótico y conducta tirana. En esto se puede observar un variado perfil singular de los mismos hacendados de la casta gamonal. El término gamonal tiene que ver con esta posesión de tierras, dentro de éstas la posesión de indios que habitan en las haciendas, por lo tanto con esta propiedad de tierras y de indios, con esta relación de dominación de carácter colonial.
En la sucesión de contradicciones aparecen otras bastante sugerentes, la contradicción entre una burguesía nacional, en formación, y la burguesía internacional, ya formada, ya dominante en el mundo. Concretamente nos referimos a la contradicción entre Fermín Aragón de Peralta, el propietario minero nacional, y la trasnacional minera extractivista Wisther-Bozart. Como se podrá ver, estamos ante un conjunto de contradicciones, ante un juego de contradicciones y de contrastes, ante una variedad de perfiles en concurrencia, dependiendo de los planos de intensidad en los que se desenvuelve la acción, que tiene como referente la realidad, sinónimo de complejidad.
La pregunta que tenemos que hacer es: ¿Hay una contradicción principal? Es una buena pregunta, la respuesta quizás dependa de la interpretación que haga el lector. No necesariamente corresponde a la interpretación misma del autor. Desde nuestra interpretación la contradicción principal aparece con el personaje indio Demetrio Rendón Willka. Demetrio es hijo de comunidad, obviamente de padre y madre, con familia, empero es asumido comunitariamente cuando la comunidad paga sus estudios, lo manda a la escuela, donde sufre el vejamen, la discriminación y el racismo de sus compañeros de curso de la escuela, incluso del mismo director, salvo dos compañeros menores, que lo defienden, de los que se va a acordar siempre. En consecuencia, desde nuestra perspectiva, hay contradicción principal, se trata de la contradicción que desata y contiene el indio Demetrio Rendón Willka, respecto a los entornos coloniales y capitalistas. Lo que contiene el indio como memoria, así como como experiencia social, también como promesa, si se quiere como utopía. Esta es la contradicción principal.
De aquí no se puede deducir que José María Arguedas es indigenista o indianista, que tiene una tonalidad radical. Se ha dicho que José María Arguedas, junto a Manuel González Prada, son influencias notorias de José Carlos Mariátegui, a quien consideramos como el precursor del marxismo latinoamericano y del indianismo. Sin embargo, hay que aclarar que estas aseveraciones tienen que ver con la arqueología del saber del pensamiento propio latinoamericano, no estamos hablando, de manera específica, de una caracterización de José María Arguedas, en tanto novelista. Asumimos nuestra interpretación de que en el conjunto de las contradicciones, de que en el mapa de las contradicciones dinámicas, entrelazadas, conjugadas y concurrentes, la contradicción principal es la de las comunidades nativas, que resisten a la colonización, a la colonialidad y a la explotación capitalista, contra el mundo colonial, gamonal, burgués y capitalista. Las comunidades en resistencia no son asumidas de manera estática, inmóvil, anacrónica, a la manera que lo hace las ideologías en curso, tanto indigenistas como marxistas, así como también liberales.
La comunidad indígena es dinámica, es la resistencia misma, desde la conquista y la colonización, desde el ingreso mismo a la “evolución” del sistema mundo capitalista, que comienza precisamente con el substrato colonial y del colonialismo generalizado. Se puede decir que la comunidad es una institución transcivilizatoria en resistencia, una institución dinámica en resistencia, no necesariamente reconocida plenamente por la institucionalidad estatal. Al respecto, sin embargo, hay que anotar que la administración colonial reconocía a las comunidades indígenas y las autoridades comunitarias, les atribuía autonomía, lo que no ocurre, sorprendentemente, con las repúblicas liberales, que, prácticamente desconocen las autonomías comunitarias indígenas. Después de la independencia las comunidades pierden su autonomía, son avasalladas por hacendados gamonales y políticos liberales, después, estas actividades de expansión y avasallamiento, se prolongaran con las formas proliferantes del capitalismo dependiente.
Es en la historia reciente que retorna en el discurso jurídico político de la autonomía indígena, que forma parte de la resistencias contemporáneas, de las luchas de las naciones y pueblos indígenas, de sus conquistas, que se plasman en derechos colectivos, institucionalizados jurídica y políticamente, en constituciones; por ejemplo en las constituciones de Bolivia y Ecuador, aunque estas constituciones no se cumplieron por parte de sus “gobiernos progresistas”.
Cerrando estas digresiones, no olvidar que el tema es la interpretación de la novela. Volviendo a la novela, considerando estas anotaciones, que acabamos de hacer de Todas las sangres, la comunidad aparece como tejido social, como cultura, como musicalidad, como lengua quechua, en combinación y composición con la lengua castellana, como actitud social y cultural, como virtud, es decir, como ética. El carácter dinámico de la comunidad aparece en la comprensión, en el entendimiento y en el conocimiento de Demetrio, puesto que vive, sufre, padece, goza, registrando en la memoria distintas experiencias. En los entornos envolventes se aprisionan a las comunidades, se las domina, se las someten a las leyes estatales, a las estructuras de explotación gamonales y a las relaciones de poder de la reproducción capitalistas.
En la novela Todas las sangres se desenvuelven distintos perfiles de personajes y diferentes configuraciones de acciones, tejiendo la composición del entramado de figuras subjetivas y del entramado de la praxis. En la novela comentada se muestra una composición compleja y rica culturalmente. La caracterización de Demetrio, en la novela, corresponde, en principio, al indio temido, también se dibuja el perfil de humano astuto e inteligente, al que confía la comunidad la formación en la escuela. Posteriormente, después de la violencia que sufre en la escuela, se ve obligado a viajar a Lima, donde él tiene que ocuparse de laburos provisionales y despreciados. Así mismo, experimentando los males de la pobreza y la miseria, cae en la cárcel, donde se conoce con activistas políticos, a quienes escucha. Demetrio asiste, a lo que se puede llamar, la escuela de la vida, cuando aprende lo que es el mundo, un mundo capitalista dependiente barroco, aterido de herencias gamonales y coloniales, manteniendo, en su reproducción, la dominación colonial sobre naciones y pueblos indígenas. Cuando vuelve Demetrio al pueblo trabaja para Bruno Aragón de Peralta, el hacendado tradicional y conservador, después de emplearse con el hermano, Fermín Aragón de Peralta, el modernista. Don Bruno, en principio desconfiando de Demetrio, va cambiando su actitud; Demetrio va ganando cada vez más confianza de Bruno, hasta convertirse en el albacea de su hijo, prácticamente en el heredero, conjuntamente con las comunidades indígenas, de sus bienes, de su hacienda, que va a ser convertida en espacio y territorio comunitario. Entonces recogiendo la novela Toda la sangre tenemos en Demetrio la trayectoria, el desenvolvimiento, la contra-genealogía del contra-poder de la resistencias indígenas. Demetrio muere heroicamente, como dice la novela, resistiendo, es fusilado por un destacamento, que va precisamente a reprimir lo que consideran un alzamiento comunista.
Notas
[1] José María Arguedas: Todas las sangres. Losada. Buenos Aires 2021. Pág. 9.
[2] Ibídem: Pág. 68.
[3] José María Arguedas: Todas las sangres. Losada. Buenos Aires 2021. Pág. 38.
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Tiempo y narración en Todas las sangres
Tiempo y narración es el título del libro de Paul Ricoeur, donde desarrolla la teoría de la narración. Nos muestra la relación que hay entre tiempo y trama. Parte de dos teorías, una es la de Agustín, expuesta Confesiones, y otra es la de Aristóteles, expuesta en la Poética. En la primera expone la contradicción que hay entre discordia y concordia. Concordia que busca el ánimo, es decir, el espíritu. El tiempo ocasionaría la discordia. Entonces lo que se busca es encontrar la concordia frente a la discordia. En cambio, en Aristóteles tenemos la misma contradicción, que es resuelta por la trama; la textura y la urdimbre del tejido logran la concordia. Se logra armonizar lo que se disemina en la discordia, dilatada en el tiempo, mediante el tejido de la trama.
Si partimos de esta situación, dialéctica entre la discoria y la concordia, que resuelve la trama, al acudir a la interpretación de Todas las sangres de José María Arguedas podemos decir que la trama de Arguedas se enfrenta a la discordia de la experiencia social o que encuentra en la experiencia social. La trama y la urdimbre del tejido de la narración interpreta, a partir de la novela, el entramado social, las dinámicas del entramado social, cuyos hilos no necesariamente muestran una textura armónica, sino, mas bien, quizás se pierden en la ausencia de una urdimbre, de una trama, que todavía se hallan en ciernes o, lo que el mismo Paul Ricoeur reconoce como prenarrativas fácticas. En dondición de provisionales intersecciones y nudos caprichosos, que se forman, sin embargo, ante la mirada, la sensibilidad, la percepción del novelista. El narrador se adentra en las profundidades mismas territoriales y de los paisajes geográficos, en las melodías del ánimo colectivo, en el canto de la musicalidad cultural, por lo tanto en la proliferante hermenéutica de las interpretaciones sociales. Interpretaciones variadas, diferenciales en su tonalidad, para lograr la concordancia de una interpretación dinámica, que logra tejer y amarrar los lazos, los hilos sueltos, que logra entrelazar conformando una trama y un urdimbre más compleja.
San Pedro de Lahuaymarca es el poblado donde se desenvuelven los dramas, las trayectorias de vida de los habitantes del pueblo, con todos los perfiles que contiene; los criollos, los mestizos, los indígenas. Es más, a partir de un momento, quizás punto de inflexión, aparece otro personaje, que cae como piedra en el estanque y crea ondas, que desordenan la aparente tranquilidad del pueblo; ese personaje es una empresa trasnacional minera, Wisther-Bozart. A partir de su asentamiento, incluso un poco antes, a partir de su aparición a través de agentes que quieren hacerse cargo de la montaña que cobija las vetas de plata, pronosticadas por estudios geológicos, pero no descubiertas todavía. Es Fermín Aragón de Peralta, hacendado de San Pedro, uno de los hacendados más ricos, junto a su hermano, Bruno Aragón de Peralta, que decide incursionar en minería, después del alejamiento de un ingeniero minero, Piskulich, que también está conectado con la trasnacional minera. Sabedor de esto Fermín lo despide y decide continuar con todo para llegar a la venta. Su hermano Bruno lo ayuda, a pesar de que tienen contradicciones y desacuerdos, en lo que respecta no solamente a la explotación minera, sino también y sobre todo a su concepción del mundo. Fermín sueña con una modernidad derivada de la explotación minera, postula que esta explotación conduciría al Perú al desarrollo; en tanto que Bruno considera que esa modernidad y ese desarrollo son endemoniados, que van a traer el sufrimiento al pueblo peruano, a lo más profundo del pueblo peruano, que es la población indígena. Considera, desde la perspectiva de hacendado conservador, que los indígenas tienen que mantenerse puros, intocados, cobijados por el control del hacendado, dedicados a Dios y a las labores agrícolas, en servicio de la hacienda y en beneficio propio.
Se puede decir que la novela comienza con este contraste entre cosmovisiones, una conservadora y la otra modernista, por así decirlo. Este comienzo de la interpretación de Todas las sangres no sería del todo adecuado, puesto que se olvida otro comienzo, quizás el primordial, que es el que corresponde a la descripción, mejor dicho, a la configuración del paisaje serrano. Con mucha maestría el novelista pinta el paisaje, los tejidos del paisaje, el colorido de las sierra, su composición entre montañas de la cordillera y valles fértiles, dónde se extienden los cultivos y habitan los ganados, donde sus atmósferas están recorridas por bandas de pájaros y vuelos de gavilanes, así como también, de manera misteriosa, de vez en cuando, por cóndores. Los ríos cristalinos atraviesan los territorios con la fuerza de sus fluidos, que retumban en el aire y llegan clamorosamente a los oídos. Entonces, tenemos otros protagonistas de la novela, son los relativos de la composición del paisaje, a los otros espíritus y animus, que corresponden a los animales y las plantas.
A lo largo de la novela o, mejor dicho, en la extensión misma de la narración, tenemos el entrecruzamiento, la complementariedad, el acoplamiento constantes entre los paisajes, las atmósferas y las territorialidades serranas, las composiciones variadas y barrocas de las sociedades andinas.
Otro recorrido de reconfiguración de la novela corresponde a la aventura de sumergirse en los personajes, en sus adentros, si ustedes quieren, en su estructura subjetiva. Hay personajes sobresalientes, unos a la manera de Fedor Dostoyevski, extremadamente contradictorios, sin conciencia de sus propios desgarramientos, empero manifestando, de manera dramática, las mismas. Uno de estos personajes es el hacendado Bruno Aragón de Peralta, católico conservador, diríamos pechón, a la vez déspota y lujurioso, sin embargo, expresando afecto por sus colonos. Un personaje desgarrado, conmovido por el arrepentimiento. Manifiestamente en claro desacuerdo con su hermano, el modernista. Atormentado por recuerdos respecto de su padre y su madre. Este personaje desdichado ha de vivir una transformación, su arrepentimiento lo lleva hacia un punto de inflexión, desde cuando decide dejarse seducir por su misterioso administrador de la empresa, el “cholo” y el indio Demetrio Rendón Willka, quien tuvo una experiencia difícil pero también un aprendizaje en Lima. El contacto entre Bruno y Demetrio se da a través de la lengua de los incas, el quechua, una lengua antigua, que quizás tenga sus raíces en el pukina, que tiene sus vinculaciones con el aimara; es en esta lengua que se reza, que se canta, que se comunica con los colonos y a través de esta lengua interpreta su alma.
Una disgresión necesaria, en la búsqueda del comienzo o del nacimiento de la novela, por así decirlo, no del origen – distinguimos como Foucault origen de nacimiento. También se puede decir que la novela comienza con una anecdótica escena en la iglesia del pueblo; el padre de los Aragón de Peralta, de Fermín y de Bruno, don Andrés, considerado borracho y loco, se oculta en la iglesia, se trepa al campanario de la iglesia, sin ser visto por el sacristán ni el cura; desde arriba espera, espiando y mirando la plaza, la presencia de sus hijos y del cura en la plaza, cuando los feligreses salían de la iglesia.
El viejo calculó bien. Se escondió, fatigado, tras de una columna, un instante. Cerca del atrio, en el centro de la plaza, había un castillo de fuegos, quemado ya a la hora de la Elevación. Tras la iglesia, el cerro protector del pueblo aparecía rojo, cubierto a mantos por las flores del k’antu. Era un cerro escarpado, pedregoso, propicio para los arbustos, casi sin pasto. El k’antu crecía ardorosamente hasta cerca de la cima, entre las piedras, marcando el límite de la región fría donde la tierra solo produce paja o espinos bajos, cactos protegidos de cabellera. El viejo miró hacia la montaña[1].
Una vez que aparecen, desde lo alto de la iglesia los increpa, los maldice y los acusa de haberse apropiado de sus tierras, anuncia su suicidio y deja en herencia de sus bienes a los indios. El cura escucha asombrado, junto a sus hijos trata de hablarle, empero el padre de los Aragón de Peralta no los escucha. Se despide del mundo, después de su alocución e interpelación, se va de la iglesia hasta su hacienda, donde habla con su mayordomo Antón, a quien le da unos recados. Antón se da cuenta que algo va a hacer, que va a ser la última vez que lo vea vivo, que asiste a su despedida, que se va a suicidar. Mientras Antón va a cumplir sus recados, Andrés bebe el veneno. Al volver Antón lo encuentra muerto en la habitación. Esta escena es patética, pero también dramática. Este es otro comienzo de la novela. En este otro comienzo de la narración, en la trama de la novela, aparece el padre en toda su desmesura, su elocuente interpelación, su maldición sobre los hijos, que son considerados, inclusive por la gente de San Pedro como malditos; son odiados por los hacendados empobrecidos. Este comienzo es la apertura de la novela, da sentido a todo el entramado de la narración, es, quizás, un hilo transversal de la trama, para decirlo de ese modo, adelantándonos, el sentido inmanente de la novela, aquí se ventilan todas las contradicciones, la generacional, padres versus hijos, la contradicción entre tradiciones y modernidad, las contradicciones concurrentes entre hacendados, así también las contradicciones entre hacendados y colonos indígenas, contradicciones entre criollos y mestizos, entre éstos e indígenas. Todo el revuelo de contradicciones en medio del acontecimiento social, que se da singularmente en San Pedro perdido en el ojo de la tormenta.
Cerrando la digresión, nos encontramos, como dijimos, con distintos comienzos de la novela, dependiendo de la lectura y de la interpretación. Estrictamente no hay solo un comienzo, hay varios, no siguiendo la secuencia, sino comprendiendo la composición y la integración de la trama. Estamos ante la posibilidad de seleccionar distintos nacimientos de la trama, obteniendo ordenamientos distintos a la mera secuencia de la lectura; preferimos la apertura envolvente y ciruclar de la interpretación. El círculo hermenéutico. Hablamos de la configuración y la refiguración hermenéutica.
Demetrio Rendón Willka es el personaje más misterioso de la novela, y también el articulador entre distintos planos y espesores de intensidad, entre múltiples historias, que atraviesan la novela. Una de las primeras menciones es cuando asiste a la escuela, enviado por la comunidad a estudiar. Experiencia difícil por la discriminación sufrida, salvo de dos niños que lo defendieron, además del profesor que intervino a su favor.
Los estudiantes se asombraron de ver un indio grande con un silabario en la mano y una bolsa para cuadernos, como la de los más pequeños escolares; sobre los cuadernos asomaba el marco de madera de un pizarrín. Y era eso lo más sobresaliente: debajo de la bolsa escolar, el indio llevaba tejida otra, hinchada de maíz tostado, de mote, de cecina y trozos de queso. Lo usual era que los comuneros llevaran su fiambre en una pequeña manta de lana. Demetrio fue presentado aun en ese detalle como “escolero”. Habían tejido para él una bolsa, algo semejante a las de la coca de los indios mayores, pero más alargada y con una cinta que servía para que el primer estudiante de la comunidad se terciara al hombro esa nueva prenda escolar indígena. Demetrio tenía que caminar diez kilómetros, todos los días, de Lahuaymarca a San Pedro[2].
Como comentamos, Bruno Aragón de Peralta va a acceder a la petición de su hermano, quien necesita de su apoyo para encontrar la veta de la mina de plata, va a entregarle sus indios, sus colonos, para que vayan al trabajo de mina. De esta manera apresuren el hallado de la veta, trabajando juntamente con mineros experimentados, de quienes aprenderan la labor, bajo la mirada vigilante del ingeniero conspirador, Hernán Cabrejos Seminario, costeño, jefe de la mina Apark’ora, que, después, cambia de nombre a Aparcora. Es, como se sabe, agente encubierto de la empresa trasnacional Wisther-Bozart. Cuando la empresa trasnacional se adueña de la preciada mina se convierte en gerente. Bruno entrega a Adrián K’oto, cabecilla de Kuychi y de todos los siervos de los Aragón de Peralta, el mando y control de los colonos que van a trabajar a la mina. Adrián K’oto tiene esta tarea hasta que se encuentre la veta, después todos vuelven a la hacienda. Las instrucciones a Adrián consisten en proteger a los indios de la contaminación con los mineros y evitar que se contaminen con sus prácticas, para Bruno bochornosas, de borrachera, de lujuria y de perdición.
Demetrio es misterioso, es indio comunero de Lahuaymarca, caracterizado como hombre sereno y sabio, conllevando la virtud de la paciencia, expresa notoriamente lucidez, se presenta en toda ocasión valiente y seguro de sí mismo. Se podría decir que Demetrio es hombre de experiencia, conoce el mundo de la sierra y el mundo de la costa, experimenta la vida social del lado dramático y pobre de Lima. Sin embargo no ha perdido la memoria ancestral, al contrario, la ha fortalecido. Su vinculación profunda con los Andes, a través de la memoria, su vinculación con las utopías que anidan en lo más profundo del cuerpo de las comunidades indígenas. Es por antomasia la encarnación de las resistencias, que datan desde el Taki Unquy, el camino de retorno a las wakas, a los espíritus propios, de la montaña, de los árboles, de los suelos, de los ríos, de las piedras, de la Pacha, que son convocados constantemente por la mirada y la locución de Demetrio. Se hace más misteriosa su figura cuando desde Lima es acusado de ser comunista; esta es una muestra de la incomprensión de los funcionarios de Estado y de los administradores empresariales. Sin embargo, su propio enigmático perfil, su propia composición psíquica y corporal, su estructura psicológica, su propia concepción barroca del mundo, muestran que es definitivamente alguien distinto, es un hombre andino contemporáneo.
Las mujeres aparecen con distintos perfiles, sin embargo, todas, de alguna manera, secundariaizadas; algunas en los umbrales, otras en la sombra, otras más lejos, en las calles del pueblo o en los barrios de Lima. Pero, hay otras, distintas, en contraste, que iluminan desde su delicada figura sensible, desde su belleza y su feminidad sensual. Se encuentran atrapadas en la guerra entre los hombres. Una de estas mujeres es Matilde, la esposa de Fermín Aragón de Peralta, quien tiene, como se dice, el sexto sentido, la intuición; adivina lo que esconden los personajes que se acercan al marido o están en contacto con el empresario minero. Al principio teme al hermano de Fermín, su marido, a Bruno, su cuñado, fanático conservador, y a Demetrio, el indio misterioso. En el transcuros de la trama va a ser cautivada por ellos, va a descubrir en ellos una profunda conexión con la transparencia y la honestidad, con su capacidad de interpretar los recovecos del mundo.
Perfiles de algunos personajes de Todas las sangres
Como dijimos, don Andrés Aragón de Peralta es el padre de Fermín y Bruno, mencionado al inicio de la novela, en el primer capítulo; es el jefe de la familia más rica e influyente de la Villa San Pedro de Lahuaymarca, en una región dominada por las haciendas latifundistas. Don Andrés acapara tierras desplazando a otros latifundistas, también a comuneros indios. Quizás debido a que llevó una vida solitaria y desenfrenada deriva en el alcoholismo. La familia se disgrega, sus hijos pleitean entre ellos. En ese contexto, su esposa, descepcionada, también deriva en el alcoholismo.
La caracterización que se hace de don Fermín Aragón de Peralta es la de un hombre ambicioso, bueno para los negocios, pujante, expresión de la burguesía nacional. Se ilusiona con traer el progreso económico a su provincia, por eso considera necesario romper con el orden tradicional. Su objetivo añorado es la modernización y el desarrollo; este es el destino de Perú. Se declara nacionalista. Empero, en los tiempos del siglo XX, el mundo, los mercados y los grandes emprendimientos ya son dominio de las trasnacionales. No puede competir con la Wisther-Bozart; se ve obligado, por las circunstancias, a vender su mina de plata. Obtiene solo el 10% del valor, a pesar de haber descubierto la veta de plata. Usando estos recursos dinerarios incursiona en la industria pesquera, comprando fábricas de harina y conservas de pescado en el puerto de Supe. Por otra parte, se inclina por expandir y modernizar su hacienda de La Esperanza.
En contraste, el hermano, Don Bruno Aragón de Peralta, es el terrateniente de la hacienda La Providencia. Como dijimos es conservador y fanático católico, pero al estilo provinciano. En su hacienda se comportaba despóticamente, empero, después de la muerte de su padre se arrepiente de todo y comienza a cambiar, incluso deja su costumbre sexual lujuriosa. Enfrenta la nuevos tiempos, que reclaman modernización, con la voluntad manifiesta de mantener las tradiciones gamonales. Considera que los colonos indios, inclusive de las comunidades indígenas, deben mantenerse puros, lejos de la corrupción del dinero. Esta es la razón por la que enfrenta a su hermano mayor don Fermín. En su transformación o conversión a un cristianismo comprometido con el bien, retornando, de vez en cuando, a su lujuria sexual, embaraza a una mestiza de Santa Cruz llamada Vicenta, de la cual, a diferencia de las otras víctimas, se enamora. Considerando con otros ojos a sus colonos y a otras comunidades nindígenas necesitadas, se dedica, por mandato divino, a hacer el bien; distribuye sus tierras a los indígenas, ayudando a otros comuneros en sus luchas contra los gamonales. Se convierte en un justiciero; ejecuta al malvado y odiado gamonal don Lucas, después intenta asesinar a su hermano; lo hiere. A consecuencia de esta acción lo llevan a prisión.
Ya hablamos de Demetrio Rendón Willka, sin embargo, anotaremos otras características no mencionadas. Demetrio representa la alternativa al desarrollo, en contraste con el proyecto de modernización desarrollista de Don Fermín, también en contraposición al sistema gamonal feudal que expresa Don Bruno. Entonces, podemos decir que es la alteridad. Demetrio Redón Villca es el primer hijo de comuneros que llega a Lima, metrópoli en la que vive durante ocho años, en las barriadas, trabajando como barrendero, sirviente, obrero textil y de construcción. Aprende a leer en una escuela nocturna, además de aprender de la escuela de la vida, cae en la cárcel, donde conoce el Perú de las sombras. Como dijimos se codea con activistas políticos, sopesa silenciosamente sus discursos. Al salir de la cárcel se siente un hombre renovado, decide regresas a su tierra con la voluntad de liberar a su pueblo. Se pone al servicio de don Fermín como capataz de la mina, luego de don Bruno, se convierte en administrador de la hacienda La Providencia. En pleno desenlace de la trama, Demetrio encabeza el levantamiento indígena. Acaba su vida heroicamente, muere fusilado por el destacamento de guardias mandados a reprimir.
Entre los personajes extremos, a la vez monstruosos y angelicales, se encuentra la Kurku Gertrudis, una joroba enana, que fue violada por don Bruno; de esta copulación aborta un feto con cerdas. A final de la novela se la encuentra en una iglesia del pueblo que cobija a los que emigran de San Pedro de Lahuaymarca, después de quemar la iglesia y abandonar el pueblo. Gertrudis sirve en la iglesia, donde aprende huaynos y canta angelicalmente.
Asunta de La Torre es una joven mujer, proveniente de familia aristocrática del pueblo de San Pedro, es hija del alcalde Diego de la Torre. Es hermosa y de apariencia criolla, es notoriamente atractiva, por eso es pretendida por hombres que son seducidos por su presencia y prestancia, incluso por don Bruno, quien es rechazado. Es copnsiderada virtuosa. Sin embargo demuestra coraje cuando dispara con un revolver contra el ingeniero Cabrejos, vengando así el daño que ocasionó al pueblo y a sus habitantes, sobre todo siendo causante de la muerte del pretendiente Gregorio.
Tambien hablamos de Vicenta, la hermosa mestiza de Santa Cruz, de la que se enamora Don Bruno, la convierte en su esposa y en la madre de su hijo reconocido por él, a quien nombra como Alberto, nombre de su abuelo.
De la misma manera, también hablamos de Matilde, la esposa de Don Fermín. Dijimos que configura la delicadeza y la ternura de la mujer elegante, venida de otro lugar, llevada a la sierra, al pueblo de San Pedro por su esposo, hacendado modernista, minero y después empresario de la industria pesquera.
Antón es criado de don Andrés; éste, el patrón, le regaló un terreno en la hacienda de La Esmeralda, donde construye su casa. Como dijimos, es el último en ver con vida a don Andrés, antes de su suicidio. Va también a inmolarse en un acto heroico; cuando la compañía minera expropia el terreno donde vive, junto a otros terrenos del entorno de las haciendas de San Pedro, se enfrenta a las máquinas aplanadoras, decide no abandonar su propiedad, en cambio se inmola con dinamita haciendo explotar las aplanadoras.
Gregorio es mestizo, chofer del ingeniero Cabrejos, tambén es músico, charanguista, mas o menos bonachón, cuando está de fiesta. Se enamora de Asunta de la Torre, la pretende, antes de morir le regala seis mil soles, en reconocimiento por lo que es, mujer virtuosa. Gregorio muere en la explosión que acontece dentro de la mina Apark´ora.
Mencionamos a don Adalberto Cisneros, el cholo, señor de la hacienda Parquiña, es la encarnación del latifundista perverso, que se explaya en torturar a sus peones, que viola a las mujeres, incluso si son menores de edad. Arrebata las tierras de los indios comuneros de Paraybamba. Es uno de los principales rivales de Don Bruno, a quien se las tiene juradas.
Ya hablamos de Hernán Cabrejos Seminario, que es el ingeniero de la mina Apark´ora, depués denominada Aparcora, cuando pasa manos de la empresa extranjera, es mandado por la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart para boicotear el trabajo de la mina, todavía en propiedad de don Fermín. Es el ejemplo del profesional inescrupuloso, cínico y sin valores, dedicado a servir de la mejor manera a la empresa que lo contrato como agente encubierto, después lo convierte en gerente de la mina de plata.
¿Qué son los personajes?
Los personajes de la novela sintetizan, por así decirlo, figuras que condensan perfiles, características, valores o antivalores, cualidades, que aparecen en la composición de la trama. Los personajes en la narración convierten en personas conceptos o perfiles psicológicos determinados. Se dice que el personaje es una construcción del narrador, aparece investido por el lenguaje o la escritura, ciertamente es imaginado e imaginario, aparece como imagen definida en la novela. Aunque cierta crítica literaria concibe al personaje de manera estática, en su permanencia cualitativa, lo evidente es que no lo son, por lo menos en las novelas intensas, como pueden ser las románticas o las dramáticas, que padecen transformaciones, metamorfosis, adquiriendo un perfil cambiante en la dinámica psíquica de los mismos. Los personajes son, mas bien, dinámicos.
Como sabemos, el término personaje deriva de la palabra persona, prósôpon, πρόσωπον, de origen griego, significa máscara; supone la actuación, si se quiere, la representación, la mimesis, la imitación y la composición de una trama. Hay que distinguir entonces entre persona y personaje, diferenciar entre persona real y personaje literario. Se puede decir que la persona pertenece al mundo real, mientras que el personaje es ficción. Las personas convierten en lenguaje sus percepciones, sensaciones y pensamientos, mientras que en el personaje literario, siendo lenguaje, en sí mismo, vive, percibe, siente y piensa en el universo del lenguaje. Como se podrá ver esta diferenciación de la crítica literaria es endeble, pues nacemos en el lenguaje y desde el lenguaje nombramos el mundo, como dice Emile Benveniste. Jacques Lacan concibe lo real en el triángulo referencial del acontecimiento psíquico de lo real, lo simbólico y lo imaginario.
¿Hay un personaje principal, un protagonista, en Todas las sangres? ¿Es don Bruno Aragón de Peralta o su hermano, don Fermín, mas bien, Demetrio Rendón Willka? ¿El antagonista es don Adalberto Cisneros, el cholo hacendado, desmesuradamente despótico, o el cínico ingeniero Hernán Cabrejos Seminarios? En este caso, tendríamos más de un protagonista y más de un antagonista. No es tan fácil responder a la pregunta si hacemos una lectura hermenéutica, que supone la composición de los hechos, que aparecen ordenados en la ficción, así como la composición psicológica, a través del uso de los personajes. Preferimos optar por la lectura que busca develar el entramado que transmite el narrador, aunque no sea plenamente consciente de ello. Ningún narrador lo es.
Como dijimos, los personajes son figuras de caracteres, cualidades, valores, perfiles psicológicos; la composición en el plano de intensidad de los personajes acerca la narración al drama y a la comedia. En tanto que la composición se basa en los espesores de intensidad de la acción, de los hechos, la narración se acerca a la tragedia, pasa del drama a la tragedia. La novela comprende todos estos planos y espesores de intensidad.
Paul Ricoeur, recurriendo a las tesis de Aristóteles en la Poética, recoge el sentido de mimesis como composición y de mythos como trama. La pareja mimesis y mythos concibe la composición de la trama. Lo importante entonces, en la hermenéutica de la novela es no perder de vista que la composición se mueve en dos planos de intensidad, la composición en base a la acción y la composición en base a los personajes. Ambas composiciones tienen que tenerse en cuenta en el análisis de la trama. Volviendo a las anotaciones de Ricoeur debemos decir que la que otorga a la trama un alcance mayor, considerando la estética de la narración, es la composición en base a la acción, al desenvolvimiento y desenlace de los hechos. Los personajes adquieren el sentido inmanente de la trama cuando se interpreta su desenvolvimiento en el despliegue mismo de la acción.
Volviendo a Todas las sangres, se puede observar, de manera inmediata, en la apreciación superficial de la novela, que el padre Andrés se opone generacionalmente a los hijos, Fermín y Bruno. En otra dualidad opuesta, que Fermín se opone a su hermano Bruno; y en otra dualidad, se opone al ingeniero Cabrejos. Por otra parte, considerando otras dualidades, que los hacendados empobrecidos se oponen a los hermanos Aragón de Peralta; particularmente aparece la oposición, incluso hasta el antagonismo, del cholo Adalberto Cisneros, hacendado en ascenso, sobre todo después de que compra la hacienda del joven latifundista Aquiles Monteagudo Ganosa. El antagonismo de Cisneros es con Bruno y Fermín. Sin embargo, la oposición más radical se encuentra entre Demetrio Rendón Willca y todos los hacendados, además de los ingenieros y los involucrados con la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart. Se puede decir que la cosmovisión indígena se opone a las otras cosmovisiones, la gamonal y la capitalista, tanto nacional como extranjera.
Hasta aquí las oposiciones entre fraternidades de machos, en los espacios masculinos; empero, hay otros bloques contrastantes, el universo de las mujeres respecto al mundo de los hombres, aunque el universo de las mujeres se mueva en varios mundos. Matilde, la esposa de Fermín, trasluce sus diferencias con su pareja dominante, no está del todo de acuerdo con sus procedimientos; por otra parte, en relación a sus primeras impresiones negativas respecto de Bruno y Demetrio, estas impresiones cambian, prácticamente le seduce el misterio de Demetrio y el afecto religioso de Bruno. Se trata de una mujer hermosa, que dice, al final de la novela, que ella también ha sufrido, refiriéndose a su pasado, incluso que ha sufrido su familia, lo que parece, de alguna manera identificarla con los padecimientos de Demetrio, aunque sean muy distintos, y las convulsiones dostoyevskianas de Bruno. En otras palabras su sensibilidad se opone al racionalismo pragmático de su marido y al racionalismo oportunista de los ingenieros, salvo del que renuncia seguir al servicio de la empresa trasnacional, Jorge Hidalgo Larrabure.
Otra mujer bella es Asunta de La Torre, empero de familia aristocrática empobrecida, comercia en su tienda de pueblo. Ella representa la virtud, no se entrega; se opone entonces a la lujuria de los hombres, a sus juegos de conquista. Sin embargo, cuando se entera de la sinceridad del amor por ella del músico Gregorio, chofer del ingeniero Cabrejos, una vez que se anoticia que fue este ingeniero el involucrado en la muerte de Gregorio en la mina, decide matar al ingeniero, cuando retorna a la mina y es su gerente. Aquí, el antagonismo entre virtud y cinismo e inmoralidad se expresa de manera dramática y trágica.
Una tercera mujer, que también es bella e inocente, es la mestiza Vicenta, que es mujer de Bruno, la distingue reconociendo el hijo que tiene en su vientre. Es la mujer que apacigua a Bruno, que detiene su lujuria y le da paz. Se puede decir, en este caso, esquematizando, que el amor se opone a la lujuria.
La cuarta mujer, la Kurku Gertrudis, es, mas bien, lo no bello, lo feo, hasta la monstruosidad, enana jorobada, empero, es ella la que figura el sufrimiento corporal, el desprecio y la denigración total, la que termina convirtiéndose en un ángel a través del canto. Se trata de la metamorfosis de la larva monstruosa en ángel de la voz y la melodía.
Desenvolvimiento de la acción en la trama
¿Qué pasa con la composición de los hechos, con el desenvolvimiento de la acción en Todas las sangres? La trama comienza con la desdicha, con el infortunio, uno de los personajes se explaya en contar su despojamiento por parte de sus hijos.
El primer capítulo comienza con una escena dramática, don Andrés Aragón de Peralta, padre, patriarca de la familia, rica y poderosa de Lahuaymarca, interpela a sus hijos desde lo alto de la iglesia del pueblo, ubicada en la plaza. Don Andrés, envejecido y deteriorado por el alcohol, sube al campanario de la iglesia; desde la torre maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno. Los acusa de apropiarse indebidamente de sus tierras, que lo despojan, que se comportan como caínes, que son unos parricidas. Decepcionado de todo, deprimido, considedra que no vale la pena seguir viviendo, anuncia su suicidio. Por otra parte, declara públicamente que deja en herencia a sus colonos, a los indios, todos los bienes que conserva. Una vez ocurrido esto, don Andrés se retira, vuelve a su casa, donde ingiere veneno y muere.
La discordia se hace patente en la pugna, en la lucha, en la concurrencia, la competencia y la proliferación de las violencias, desde las solapadas hasta las descarnadas, pasando por distinta formas de descargarlas. La experiencia social corresponde a la discordia, también la experiencia individual; lo que se recuerda es el desorden, el conflicto, la desgracia, el infortunio. Este recuerdo puede efectuarse en clave religiosa como castigo. Entonces se interpreta el sufrimiento como purgando los pecados. De todas maneras, el tiempo está marcado por la dilatación y la discordia, por la perdida de armonía, que se supone hubo en un principio, en el origen. Opuesta a esta visión está la modernista, que supone, mas bien, que en el futuro se armoniza la discordia con lo que llama el desarrollo. No se trtata de discutir consmovisiones sino de evidenciar la marca de la discordia, sobre todo en la acción de los hombres.
Los hemanos Fermín y Bruno se encuentran enfrentados, en permanente discordia. Bruno es el patrón de la hacienda La Providencia, donde centenares de colonos indios se encuentran asentados para servir al patrón. Bruno postula un catolicismo tradicional, con propensión al fanatismo, al contrario de su hemano Fermín, que postula el progreso, mediante el desarrollo y la modernización. Bruno cree que si el progreso llegase a sus tierras se rompería irremediablemente la pureza los indios; se habría inoculado el la inclinación al lucro, al apego a la ganancia, quebrándose su inocencia.
Fermín es el propietario de la mina Apark’ora, que busca explotarla, escapando a la voracidad de las empresas trasnacionales mineras. Don Fermín expresa a la burguesía nacional. Su objetivo es que el progreso y la modernidad lleguen a San Pedro de Lahuaymarca y a la sierra. Como hemos dicho, en contraposición a su hermano Bruno. Empero, para explorar la mina requiere de la colaboración de su hermano, necesita a sus indios para trabajador en la mina, sobre todo para lograr alcanzar la veta de plata cuanto antes. A pesar del antagonismo entre hermanos y cosmovisiones distintas, Don Bruno acepta colaborar con su hermano, mandarle parte de sus colonos a trabajar gratis a la mina. Lo hace provisionalmente con dos condiciones, una, que no se junten con los mineros para no aprender de ellos malas prácticas; otra, que retornen los colonos una vez que se encuentre la veta de plata. Con esta tregua Bruno espera que lo dejen en paz y no afecten ni irradien a sus tierras. No podemos olvidar que Bruno accede a la petición de su hermano después de la muerte de su padre, cuando se arrepiente de todo.
La alteridad aparece en la narración; no necesariamente corresponde a la discordancia, mas bien tiene que ser entendida como punto de inflexión mejor dicho como ruptura, que comienza la alteración de lo que había, del orden o desorden anterior. Entonces, la alteridad puede ser el desplazamiento al punto de inflexión y la emergencia de la ruptura. En la novela puede aparecer como acontecimiento, lo que corresponde a la composición de la trama, en tanto secuencia de hechos y acciones, pero, también puede aparecer en la figura de un personaje. Éste es por ejemplo el caso de Demetrio Rendón Willka. Aparece como figura de la alteridad, frente a la figura gamonal, ya sea rica o empobrecida, ya sea en la figura de burguesía nacional o ya sea en la figura de capitalismo trasnacional.
Demetrio Rendón Willka es un indio misterioso, desvinculado de la comunidad, pero también de la hacienda; se podria decir libre respecto de las atadura sociales. Por eso se presenta figurativamente como encarnación de la alteridad o de las resistencias, que tienen una larga data en la historia colonial y de la colonialidad. Según alguna interpretación aparece como un nativo transcultural, cuya experiencia personal se amplia a la metrópoli limeña. La sugerencias de transculturalidad parece interesante, sin embargo, no se piuede deducir que por esto ha perdido su herencia cultural, su memoria, aunque sea parcialmente. Lo que se puede decir, siendo conseciuentes con la interpretación, que su heredad cultural se transforma y su memoria se actualiza. En esta perspectiva, la figura y el decurso de Demetrio en la novela no solamente es misteriosa, sino que se convierte en el hilo clave de la trama. Para decirlo de nuevo y de manera sencilla, Demetrio define, en el mapa de contradicciones sociales y culturales, la contradicción principal, contra toda la civilización moderna, en todas sus variantes, desde las gamonales hasta las burguesas.
Don Fermín comanda la exploración de la mina a Apark’ora, en busqueda de la veta de plata, usando la mano de obra de cinco centenares de colonos indios, enviados por su hermano don Bruno. La modalidad de trabajo corresponde a la mita, es decir, por turnos; empero, en este caso, no son asalariados sino siervos, no reciben jornal, solo se les entrega alimentos para su subsistencia y la reposición de energía corporal para continuar el trabajo. En el transcuro de estas labores de exploración don Fermín advierte que para continuar con la explotación de la mina, en la siguiente fase, una vez encontrada la veta, se requiere mucha agua. Solo se la puede encontrar en en las tierras de las haciendas y comunidades, sobre todo apunta a la haciendo de su hermano, quien lo ayudó en la etapa de exploración. Para tal efecto se propone comprar tierras o, en su defecto, inclusive expropiarlas. Fermín no va alcanzar a hacer esto, pues es engullido por la trasnacional minera; es esta empresa extractivista, este monopolio minero, la que va ejecutar con este plan, expropiando las tierras de San Pedro de Lahuaymarca, sobre todo la colindante, las tierras de La Esmeralda.
La convocatoria es tambien una acción que aparece a lo largo de la novela. En el segundo capítulo Nemesio Carhuamayo, mandón de la hacienda “Providencia”, de Don Bruno, recorría a caballo las chozas de los indios colonos. Las chozas formaban pequeños grupos sin calles, cerca de los manantiales o de los irregulares torrentes que bajaban de las cubres nevadas. Esta vez el mandón no se detenía para charlar con algunos de sus amigos de cada estancia. Tocaba un silvato, desde distancias bien calculadas, y encontraba a los “colonos” y sus mujeres renunidos en el “cahuildo”, un campo apisonado con una piedra en el centro[3].
La convocatoria al cabildo aparece con cierta intermitencia en Todas las sangres, sobre todo cuando hay emergencia. Al final de la novela en un cabildo se elige al alcalde y a las autoridades de la comunidad de Paraybamba, con esto se evita la intervención y expropiación de sus tierras. En un cabildo se toman decisiones y las mismas cobran legitimidad por la Asamblea, cuando la comuna habla, decide y define, acuerda normas y reglas, así como acuerda acciones. La presencia del colectivo, de la comunidad, de las autoridades indígenas, es constante; aparecen en el umbral o ingresan al espacio principal, al escenario mismos de los eventos. Un cabildo también decide que hacer con las tierras del hacendado don Lucas, muerto por don Bruno; los comuneros se hacen cargo de la tierra, se vuelve tierra de la comunidad.
La intriga y la conspiración aparecen como acciones dañinas, corrosivas, que destruyen el tejido social, el sistema de costumbres, la moral de provincia, los valores heredados. La empresa trasnacional minera Wisther-Bozart infiltra en la mina Apark’ora de don Fermín al ingeniero Hernán Cabréjos Seminario con el objetivo de boicotear el avance hacia la veta de plata, buscando hacer fracasar la exploración. El objetivo mayor esta en que don Fermín, propietario de la mina, se vea obligado a vender la mina a la empresa trasnacional . Para cumplir con esta tarea Cabrejos cuenta con la colaboración de su chofer Gregorio, que es también músico. Gregorio se interna en la mina, por los socavones, desde el interior emite sonidos tenebrosos, simulando ser la serpiente del cerro, Amaru. En la cosmovisión andina Amaru es la serpiente mitológica. Pretende asustar a los indios, sin embargo no lo consigue porque están alertados de la tramoya por Demetrio, quien se entera de los planes del ingeniero Cabrejos; solo algunos no avisado, que no pertenecen a la hacienda de Bruno, caen en la trampa. De todas maneras, para desgracia de Gregorio, se da lugar un explosión dentro de la mina, el cómplice muere despedazado por la explosión.
Cuando se halla la veta de plata don Fermín viaja a Lima buscando formar una sociedad con capitales peruanos, pero no lo logra. La empresa trasnacional minera se adelanta comprando a funcionarios, técnicos, influenciando a empresarios, usando a los medios de comunicación, poniendo a todos de su parte y en contra de la intenciones de Fermín. Aislado y arrinconado Fermín se ve obligado a vender la mina a la Wisther-Bozart, solo recibirá el 10% , además del reconocimiento de su inversión. Estamos ante la elocuente evidencia de la acción monopolica acaparadora, correspondiente a las estructura de la acumulación ampliada del capitalismo. Se cierra la posibilidad del desenvolvimiento de la burguesía nacional, queda limitada a lo que le permiten las empresas trasnacionales. En consecuencia la burguesía nacional se subordina.
Hernán Cabrejos Seminario es el operador de la conspiración del “Zar”, presidente de la compañía Aparcora, subsidiaria de la empresa trasnacional minera Wisther-Bozart. Llega a ser gerente de la mina, es cuando, en su mejor momento va a ser ajusticiado por Asunta de La Torre, que lo mata por haber hecho daño al pueblo y haber estado implicadon en la muerte de su prometido Gregorio. Esta acción de conspiración también es otro de los hilos de la trama, opuesta al hilo primordial de la novela, que corresponde a la alteridad y a la subversión indígena; subversión múltiple, social, cultural, política y económica. Se oponen a la figura de Cabrejos, no solo de manera inmediata, Fermín, debido a los intereses encontrados respecto de la mina, sino también, de manera mediata, Matilde y Asunta, mujeres intuitivas; una representa la delicadeza y la otra representa la virtud, ambas mujeres bellas, solo que de clases sociales diferentes. De manera radical se opone al conspirador Cabrejos la figura alterativa de Demetrio, lo hace de manera radical. Esto en cuanto respecta al entramado de los personajes, en lo que respecta al entramado de las acciones, la acción subersiva se opone a la acción monopólica y a la acción de conspiración de la empresa extractivista minera.
En el entramado de las acciones se puede decir que estamos como en campos de fuerzas, donde las fuerzas pugnan, entonces, todo depende de la correlación de fuerzas. Son campos de batallas. Frente a al conglomerado de fuerzas de la discordia se encuentra el conglomerado de fuerzas de la concordia. Digamos, provisionalmente, que la dialéctica discordia-concordia, que se resuelve en la trama con la síntesis del desenlace, es como el substrato de la trama, de las composiciones, tanto de figuras de personajes, como de configuraciones de acciones. En Todas las sangres el descenlace es la subversión, la toma de tierras, el retorno de la comunidad, teniendo como hecho crfucial del sacrificio el fusilamiento de Demetrio Rendón Willca.
Hemos dicho que la Wisther-Bozart es la que cumple con el plan de Fermín, expropiando las tierras de San Pedro, con ayuda del gobierno y del Estado, cómplices de la empresa trasnacional minera. La compañia consigue una orden judicial, que obliga a los propietarios de San Pedro a vender sus tierras de labranza de la hacienda La Esmeralda. En reunión, convocada de emergencia, un cabildo del pueblo, los vecinos se niegan a vender sus tierras; en vez de esto deciden quemar su pueblo, incluyendo a la iglesia, como acto de inmolación simbólico. Deciden irse del pueblo. En su marcha, en su éxodo, que probablemente sea la metrópoli costeña de Lima, son acogidos temporalmente por las comunidades indígenas, la primera comunidad es la de los comuneros de Lahuaymarca.
La solidaridad tambien es una acción de la trama; los comuneros acogen a los del pueblo, que se encuentran en exodo. Comuneros y pueblerinos se unen contra la trasnacional estractivista minera. La solidaridad es pues una de las configuraciones de Todas las sangres.
La contradicción principal
Volviendo a tiempo y narración, a la búsqueda, mediante la narración, no solamente de la interpretación, sino de la suspención del tiempo, empero en el espacio de trama, que resuelva los problemas que plantea el tiempo, en su dilatación. Volviendo a ese contraste entre la tesis de Agustín sobre el tiempo y la tesis sobre la trama de Aristóteles, en relación a la novela Todas las sangres, podemos decir que la narración busca recorrer los caminos laberínticos de la memoria y resolver los problemas, que han quedado en la experiencia individual, marcando el cuerpo y dejando huella en la memoria. Entonces la narrativa de la novela de José María Arguedas busca, en los recorridos de la memoria, en su viaje, tejer una trama que explique qué sentido, qué destino, tiene todo lo que ha quedado pendiente de la experiencia social y de la memoria social. También en la experiencia y memoria singular, respecto de sus propias preguntas, de su propia experiencia en la formación social peruana, sobre todo serrana. Entonces, el autor parte de su propia experiencia social, de su propia sensibilidad, de su propia interpretación, desde sus primeras herramientas literarias hasta las más maduras, labradas herramientas con la educación adquirida y la formación lograda. El escritor intenta responder a las preguntas a partir de su propia vivencia, también a partir de las herramientas del lenguaje y de la escritura. El lenguaje del escritor es un lenguaje compuesto y combinado, que conjuga dos lenguas, la quechua y la castellana. En ese sentido recurre o tiene la ventaja de recurrir a las potencias, a las capacidades que tienen ambas lenguas, de interpretar y de nombrar a partir de las propias sensibilidades, que despiertan ambas lenguas. La más sensible, la quechua, la más racional, la castellana. Aquí se tiene la conjugación de dos lenguas, de dos mundos, o muchos más, y de dos universos, o de muchos más, sensibles; en parte, contrastado, y en parte, entrelazados. Lo que interesa aquí es esa composición que logra una escritura singular, la de Arguedas. Escritura que se expresa dinámicamente en sus novelas, sobre todo en Todas la sangres.
Tenemos la cobertura de ambos mundos, el mundo andino y el mundo de la costa, el mundo tradicional y el mundo moderno, en su pugna. No son dos mundos, sino cuatro o más mundos, que siempre están en pugna, en concurrencia, jalando cada quien para su lado. En esta conflafración literaria de la escritura en convulsión, el escritor busca el sentido de esas concurrencias, de esas pugnas, de esos campos de correlaciones de fuerzas. No solomente hay que atender, en la interpretación de la novela, la compulsa entre la sierra y la costa, entre el Cusco, es decir, todos los pueblos, las comunidades, incluyendo a las haciendas, que están en la sierra, y Lima, lo que viene de la costa, el mercado, el capitalismo comercial, además de lo que viene allende los mares, la revolución industrial, pero en su versión extractivista, no de industrialización. Estamos no solamente ante muchas concurrencias, que pueden asociarse dualmente, en su propio contraste. Ante este panorama convulso el escritor busca la solución de estos conflictos, la salida, la superación de los mismos. Conflictos que, por otra parte, también anidan en su propia experiencia, en su propia estructura subjetiva, en su propio drama. No solamente en lo que respecta a su historia personal, sino al dramatismo con que asiste a las experiencias, sociales e individuales, al dramatismo con que habita su tierra, su país, al dramatismo con que ama, al dramatismo con que despliega su propia trayectoria de vida, que va a tener una conclusión fatal con su suicidio.
En la conformación de la narración, de la escritura de la trama, es decir, de la interpretación escrita, que compone la trama, el mythos, por lo tanto, la composición estructurada del principio, las mediaciones y el desenlace, construyendo, de esta manera, el sentido, intervienen planos de intensidad, distintos espesores de intensidad, intervienen múltiples factores. Especificando mejor, interviene el cuerpo, que contiene la experiencia, retiene la experiencia individual y social, la social a través de la experiencia individual. Es esta experiencia la que se convierte en memoria, que ya es una forma previa de interpretar, la interpretación corporal, la interpretación de la percepción corporal. Cuando la escritura emerge, cuando se escribe, se convierten las huellas, las hendiduras en el cuerpo, en interpretaciones, transmitidas a través del lenguaje. Es con la escritura que se comienza con la composición y, si se quiere, con la invención del sentido.
Podemos decir que José María Arguedas escribe sobre el sustrato móvil, dinámico, de todos estos factores intervinientes, de todos estos planos y espesores de intensidad, de todo este substrato cultural y su condición de posibilidad ecológica. Esta memoria perceptual es la que se pone en movimiento, adquiere ritmo, es lo que hace que lo que acontece se transforme en escritura. La escritura, entonces, es un acontecimiento. Podemos darnos una imagen circular, como la del círculo hermenéutico, pues, en parte, tiene que ver con propia experiencia, la del escritor, que absorbe la experiencia social, que absorbe las territorialidades, las atmósferas, los nichos ecológicos de su entorno. Recurriendo a su propia memoria, hundiéndose en los recovecos de su propia memoria, purga en los gozo y padecimientos del cuerpo, en los recuerdos felices y en los recuerdos tristes, el dolor y de la alegría. Esta recurrencia tiene que ver con la construcción de la interpretación, de una interpretación singular, con la explicación literaria a sus propias preguntas. Se lo hace de manera novelada. La narrativa de la novela tiene sus propias peculiaridades, hasta podríamos decir que es la narrativa por excelencia, comparte, en la modernidad, con lo que fue el mito en las sociedades ancestrales y lo que fue el epopeya en la sociedades antiguas.
La novela es, de por sí, un acontecimiento moderno de la escritura. Es a partir de este acontecimiento de la narrativa de la novela que se interpreta un presente, que contiene espesores; se interpretan los espesores del presente. Hablando en código de Agustín, de las Confesiones, se interpreta en un transcurrir, cuya composición es un presente pasado, un presente presente y un presente futuro. A partir de este presente, la interpretación se conecta con el pasado y con el futuro, guarda, de una determinada, manera ese pasado y tiene expectativas respecto del futuro.
Jean-Françoise Liyotard decía que la filosofía es política, no podemos decir lo mismo de la novela, como alguna interpretación lo hace, cuando califica una novela de un determinado modo, de una determinada manera, atribuyendole intencionalidades políticas. Puede ser que el autor las tenga, pero estamos hablando de la novela. Si biern hay una vinculación entre novela y autor, de todas maneras el autor y la novela no son lo mismo. La novela es una criatura del novelista y el novelista es el creador, sin embargo, la criatura del novelista no es completamente controlada por el creador, se libera, es independiente, sobre todo esta independencia, esta autonomía, de la novela, se constata en la lectura. Con la reconfiguración es el lector el que vuelve inventar la novela a partir de la lectura, por lo tanto, incursionamos en una nueva interpretación. Estamos ante la interpretación de nunca acabar, como dice la hermenéutica, en la eterna interpretación, el círculo permanente de la interpretación. La interpretación también es un acontecimiento. ¿Se puede decir qué es un acontecimiento por excelencia humano?
Cómo dijimos, en Todas las sangres nos encontramos con una novela que relata el encuentro concurrente y dramático de todas las sangres. Se trata de hechos culturales, es más, pluriculturales, que esquemáticamente se reducen a dos, la sierra y la costa, el mundo andino y el mundo colonial, la cultura indígena y la cultura colonial, sin embargo, hay que tener en cuenta que se trata de múltiples facetas del acontecimiento cultura, que es dinámico. No olvidemos que una cultura está ahí para interpretar otras culturas, que una lengua está ahí para interpretar otras lenguas. De ninguna manera se puede concebir cultura y lengua de modo autista, esto es imposible, la cultura y la lengua serían imposibles. Una lengua está en contacto con otras lenguas, por sí misma ya es una lengua de contacto y en contacto. Esto ocurre con todas las lenguas, ocurre con las lenguas nativas, también ocurre con las lenguas no nativas, en el caso del Perú, con el castellano. Esta lengua en transformación es una lengua de contacto. Todas las lenguas de y en contacto experimentan cambios imperceptibles y transformaciones perceptibles; una lengua ya es multicultural.
Esta anotación nos sirve para posesionarnos en todo el ámbito de interpretaciones sobre la novela de José Maria Arguedas. Nuestra perspectiva corresponde a la teoría de la narrativa, también a la que sume la realidad como complejidad.
Volviendo a la novela Todas las sangres, nos encontramos con varias contraposiciones que, a su vez, se entrelazan y concurren, conformando composiciones complejas. De inicio la contraposición, por así decirlo, es generacional, asistimos a la contradicción entre el padre y los hijos. Después nos anoticiamos de la contradicción entre hermanos, que es de suponer la contradicción de cosmovisiones singulares; una, que puede llamarse modernista y, la otra, que puede llamarse tradicional, que es la versión que ventila la novela. En el panorama social de San Pedro de Lahuaymarca aparecen otras contradicciones, la de estos hacendados ricos y hombres destacados en su abolengo, respecto a los otros hacendados, que la novela señala como empobrecidos, salvo don Lucas Ramón de Manzuelos, un hacendado viejo y déspota, también don Adalberto Cisneros, el cholo, otro hacendado déspota, a su manera cruel, violador y fanfarrón. No solamente aparece el contraste entre los hermanos Aragón de Peralta y el resto de los hacendados, sino, notoriamente el antagonismos con estos últimos hacendados de carácter despótico y conducta tirana. En esto se puede observar un variado perfil singular de los mismos hacendados de la casta gamonal. El término gamonal tiene que ver con esta posesión de tierras, dentro de éstas la posesión de indios que habitan en las haciendas, por lo tanto con esta propiedad de tierras y de indios, con esta relación de dominación de carácter colonial.
En la sucesión de contradicciones aparecen otras bastante sugerentes, la contradicción entre una burguesía nacional, en formación, y la burguesía internacional, ya formada, ya dominante en el mundo. Concretamente nos referimos a la contradicción entre Fermín Aragón de Peralta, el propietario minero nacional, y la trasnacional minera extractivista Wisther-Bozart. Como se podrá ver, estamos ante un conjunto de contradicciones, ante un juego de contradicciones y de contrastes, ante una variedad de perfiles en concurrencia, dependiendo de los planos de intensidad en los que se desenvuelve la acción, que tiene como referente la realidad, sinónimo de complejidad.
La pregunta que tenemos que hacer es: ¿Hay una contradicción principal? Es una buena pregunta, la respuesta quizás dependa de la interpretación que haga el lector. No necesariamente corresponde a la interpretación misma del autor. Desde nuestra interpretación la contradicción principal aparece con el personaje indio Demetrio Rendón Willka. Demetrio es hijo de comunidad, obviamente de padre y madre, con familia, empero es asumido comunitariamente cuando la comunidad paga sus estudios, lo manda a la escuela, donde sufre el vejamen, la discriminación y el racismo de sus compañeros de curso de la escuela, incluso del mismo director, salvo dos compañeros menores, que lo defienden, de los que se va a acordar siempre. En consecuencia, desde nuestra perspectiva, hay contradicción principal, se trata de la contradicción que desata y contiene el indio Demetrio Rendón Willka, respecto a los entornos coloniales y capitalistas. Lo que contiene el indio como memoria, asi como como experiencia social, también como promesa, si se quiere como utopía. Esta es la contradicción principal.
De aquí no se puede deducir que José María Arguedas es indigenista o indianista, que tiene una tonalidad radical. Se ha dicho que José María Arguedas, junto a Manuel González Prada, son influencias notorias de José Carlos Mariátegui, a quien consideramos como el precursor del marxismo latinoamericano y del indianismo. Sin embargo, hay que aclarar que estas aseveraciones tienen que ver con la arqueología del saber del pensamiento propio latinoamericano, no estamos hablando, de manera específica, de una caracterización de José María Arguedas, en tanto novelista. Asumimos nuestra interpretación de que en el conjunto de las contradicciones, de que en el mapa de las contradicciones dinámicas, entrelazadas, conjugadas y concurrentes, la contradicción principal es la de las comunidades nativas, que resisten a la colonización, a la colonialidad y a la explotación capitalista, contra el mundo colonial, gamonal, burgués y capitalista. Las comunidades en resistencia no son asumidas de manera estática, inmóvil, anacrónica, a la manera que lo hace las ideologías en curso, tanto indigenistas como marxistas, así como también liberales.
La comunidad indígena es dinámica, es la resistencia misma, desde la conquista y la colonización, desde el ingreso mismo a la “evolución” del sistema mundo capitalista, que comienza precisamente con el substrato colonial y del colonialismo generalizado. Se puede decir que la comunidad es una institución transcivilizatoria en resistencia, una institución dinámica en resistencia, no necesariamente reconocida plenamente por la institucionalidad estatal. Al respecto, sin embargo, hay que anotar que la administración colonial reconocía a las comunidades indígenas y las autoridades comunitarias, les atribuía autonomía, lo que no ocurre, sorprendentemente, con las repúblicas liberales, que, prácticamente desconocen las autonomías comunitarias indígenas. Después de la independencia las comunidades pierden su autonomía, son avasalladas por hacendados gamonales y políticos liberales, después, estas actividades de expansión y avasallamiento, se prolongaran con las formas proliferantes del capitalismo dependiente.
Es en la historia reciente que retorna en el discurso jurídico político de la autonomía indígena, que forma parte de la resistencias contemporáneas, de las luchas de las naciones y pueblos indígenas, de sus conquistas, que se plasman en derechos colectivos, institucionalizados jurídica y políticamente, en constituciones; por ejemplo en las constituciones de Bolivia y Ecuador, aunque estas constituciones no se cumplieron por parte de sus “gobiernos progresistas”.
Cerrando estas disgresiones, no olvidar que el tema es la interpretación de la novela. Volviendo a la novela, considerando estas anotaciones, que acabamos de hacer de Todas las sangres, la comunidad aparece como tejido social, como cultura, como musicalidad, como lengua quechua, en combinación y composición con la lengua castellana, como actitud social y cultural, como virtud, es decir, como ética. El carácter dinámico de la comunidad aparece en la comprensión, en el entendimiento y en el conocimiento de Demetrio, puesto que vive, sufre, padece, goza, registrando en la memoria distintas experiencias. En los entornos envolventes se aprisionan a las comunidades, se las domina, se las someten a las leyes estatales, a las estructuras de explotación gamonales y a las relaciones de poder de la reproducción capitalistas.
En la novela Todas las sangres se desenvuelven distintos perfiles de personajes y diferentes configuraciones de acciones, tejiendo la composición del entramado de figuras subjetivas y del entramado de la praxis. En la novela comentada se muestra una composición compleja y rica culturalmente. La caracterización de Demetrio, en la novela, corresponde, en principio, al indio temido, también se dibuja el perfil de humano astuto e inteligente, al que confía la comunidad la formación en la escuela. Posteriormente, después de la violencia que sufre en la escuela, se ve obligado a viajar a Lima, donde él tiene que ocuparse de laburos provisionales y despreciados. Así mismo, experimentando los males de la pobreza y la miseria, cae en la cárcel, donde se conoce con activistas políticos, a quienes escucha. Demetrio asiste, a lo que se puede llamar, la escuela de la vida, cuando aprende lo que es el mundo, un mundo capitalista dependiente barroco, aterido de herencias gamonales y coloniales, manteniendo, en su reproducción, la dominación colonial sobre naciones y pueblos indígenas. Cuando vuelve Demetrio al pueblo trabaja para Bruno Aragón de Peralta, el hacendado tradicional y conservador, después de emplearse con el hermano, Fermín Aragón de Peralta, el modernista. Don Bruno, en princiopio desconfiando de Demetrio, va cambiando su actitud; Demetrio va ganando cada vez más confianza de Bruno, hasta convertirse en el albacea de su hijo, prácticamente en el heredero, conjuntamente con las comunidades indígenas, de sus bienes, de su hacienda, que va a ser convertida en espacio y territorio comunitario. Entonces recogiendo la novela Toda la sangre tenemos en Demetrio la trayectoria, el desenvolvimiento, la contra-genealogía del contra-poder de la resistencias indígenas. Demetrio muere heroicamente, como dice la novela, resistiendo, es fusilado por un destacamento, que va precisamente a reprimir lo que consideran un alzamiento comunista.
Notas
[1] José María Arguedas: Todas las sangres. Losada. Buenos Aires 2021. Pág. 9.
[2] Ibídem: Pág. 68.
[3] José María Arguedas: Todas las sangres. Losada. Buenos Aires 2021. Pág. 38.