Cielos abiertos en Bolivia: Algunos apuntes necesarios

Karina Barrancos Ríos

Producto de la serie de incidentes que se han registrado en la gestión de la línea aérea Boliviana de Aviación – BoA, vienen presentándose una serie de pronunciamientos, unos más pensados que otros, en torno al cierre de la aerolínea, la existencia de un supuesto monopolio; la apertura de los cielos del mercado boliviano para el ingreso de otras líneas; abanderando el término de “cielos abiertos”. Ahora bien, es necesario hacer algunos apuntes en cuanto a estos temas en pos de una mirada más objetiva de la situación.

Inicialmente, una mirada hacia los tres últimos lustros del siglo XX, nos muestran un panorama que permite entender el mercado aeronáutico boliviano y el papel de los privados. En cuanto a infraestructura aeroportuaria, a finales de los 80 e inicios de los noventa se lanzó la privatización de la administración de los aeropuertos bolivianos para extinguir “AASANA”, pero, esos “inversionistas” eligieron únicamente los  aeropuertos del eje troncal, dejando de lado los aeropuertos secundarios; esto en razón a la cantidad de ganancias que reportarían; más adelante, después de una serie de cuestionables manejos de las concesiones, el Estado realizó la adquisición de las acciones de la sociedad especialmente conformada para la administración de esos aeropuertos. Aquí es que nos damos cuenta de que en el interés privado no tiene lugar el bienestar de la población, pues el resto de aeropuertos atendidos por el estado que son de interés constitucional para el bienestar de la población, tendrían que haber sido cerrados, lo que en cualquier lógica es imposible; pero además se tuvo que afrontar la administración de esos aeropuertos prescindiendo de los ingresos que reportaban los aeropuertos principales.

El contenido de estas páginas no refleja necesariamente la opinión de Bolpress

Ahora, en materia de aviación, algo parecido sucedió; la “capitalización” del LAB, en realidad vendió el control de la empresa recibiendo como pago la mitad de un avaluó arbitrario, cuyo manejo inconsistente produjo su caída como es de conocimiento popular; la llegada de un nuevo operador, privilegió las rutas principales sobre el eje troncal, abandonando la atención de las demás, dejando en muchos casos al TAM como único operador de esas rutas. Con esto, hablar de ese ingreso de nuevos operadores es una desinformación, puesto que no ingresarían nuevos operadores que quieran atender también esas rutas poco rentables y de complicada administración. Esto coincide con el comportamiento demostrado en la privatización de los aeropuertos.

Ahora bien, quien utiliza audazmente el término de “cielos abiertos”; omite, deliberadamente o no, que esto importa la suscripción de un acuerdo en virtud del cual, el Estado resigna cualquier posibilidad de regular el interés público en cuanto a mínimos de rutas y frecuencias, lo que inevitablemente provocaría el abandono de las rutas menos rentables en pro de alimentar las principales con mayores márgenes de ganancia. Ahora bien, no se debe dejar de tener en cuenta que BoA nació en medio de una crisis provocada por la capitalización y el abuso del único operador que funcionaba, porque en ese entonces tampoco quisieron ingresar nuevos operadores en un mercado regulado.

Todos estos apuntes ameritan ser tomados en cuenta a tiempo de pensar nuevas propuestas de solución a la actual coyuntura, que permiten ver la necesidad de fortalecimiento del operador aéreo.

Atrás