Nueva ofensiva imperial de Trump

Isaac Bigio

Poco después de haber ganado las elecciones presidenciales, Donald Trump empezó a postular el mayor plan de expansión que haya tenido EEUU en sus 23 décadas de historia. Plantea que Canadá se transforme en el estado número 51 de su país (pese a que esta nación tiene una superficie mayor que la de todo EEUU), que Dinamarca le venda Groenlandia (la mayor isla del planeta), que se amenace a Panamá con volverle a quitar el canal interoceánico si no rebaja sus tarifas, y que el Golfo de México sea rebautizado como “Golfo de América”.

Canadá y Groenlandia suman más de 12,1 millones km², al menos un 20% más que la superficie actual de EEUU, que es de unos 9,8 millones km². Un hipotético EEUU agrandado se convertiría en la república más extensa de todos los tiempos (superando a Rusia y a la disuelta Unión Soviética), además de acabar conteniendo a la mayoría de la superficie de las Américas.

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Trump quisiera anexarse los 2 países americanos más cercanos al ártico para buscar llenarlos de bases militares, navales y nucleares, además de pozos petroleros que amenacen al clima global y la paz mundial. Trump está acostumbrado a comprar terrenos para sus hoteles, pero Groenlandia es una nación con una superficie mayor que la suma de los 43 países del Caribe y Centroamérica, la cual decidió rebautizarse cono Kalaallit Nunaat (la tierra de los inuits o esquimales). Los inuits temen que si su país pasa a EEUU ellos van a ser desalojados (como Washington lo ha hecho con otros nativos en las Américas e incluso, recientemente, con los del archipiélago de Chagos del océano Indico).

Ya no estamos en el siglo IXX en el cual EEUU compró Alaska a Rusia y varias partes del Misisipi a Francia. En pleno tercer milenio, Trump quiere pasar por encima del derecho a la autodeterminación nacional del único pueblo nativo americano que ha hecho que en su país solo haya una lengua oficial originaria y no europea.

Kalaallit Nunaat es junto con las islas Feroe y Dinamarca uno de los 3 componentes del reino danés contando con su propio sistema parlamentario y legal. Como las Feroe, Kalaallit Nunaat preserva su propio autogobierno y una total separación de la Unión Europea y de sus tratados pesqueros.

A fin de evitar que su reino se desintegre, el monarca constitucional Frederick X de Dinamarca ha decidido cambiar el escudo nacional incluyendo al oso polar de Kalaallit Nunaat y al cordero de las Feroe.

Una eventual independencia de Kalaallit Nunaat daría paso al 36avo Estado americano, el cual sería el único donde casi el 90% de sus habitantes son nativos americanos, los mismos que se expresan en su propio idioma, el cual es el único válido en todas las ordenanzas legales. Esto último, a su vez, sería un ejemplo para Nunavut (una colindante región autónoma de Canadá dominada por inuit, la cual tiene, al igual que Kalaallit Nunaat, más de 2 millones km²) y para muchas naciones originarias desde Alaska hasta Patagonia.

Las pretensiones de Trump sobre Canadá van a chocar con la mayoría de sus 40 millones de habitantes acostumbrados a tener un mejor sistema de salud y educación públicos, mientras que en EEUU estos son caros y privatizados. Muchos canadienses creen que al fusionarse con su vecino del sur la gran criminalidad y violencia callejera y policial estadounidense se va a expandir a sus relativamente calmadas tierras.

Canadá es una nación oficialmente bilingüe anglo-franca que consta de 13 provincias y territorios, algunas con su propio idioma, y con una estructura muy diferente a EEUU. Además, su sistema político es muy disímil al republicanismo presidencialista estadounidense, pues se basa en uno de corte británico donde el rey Carlos III es su jefe de Estado y es gobernado por un primer ministro que depende del parlamento. Los canadienses nunca han tenido un solo presidente, son leales a la corona británica y Londres no se va a quedar tranquila dejando que le quiten su mayor extensión territorial.

La amenaza trumpista de querer volver a ocupar el canal de Panamá, el cual se apresta a cumplir medio siglo de haber pasado al control de su propio país, viene generando una ola de indignación en dicha nación y en toda la región. Para revertir los acuerdos Torrijos-Carter de 1974-77, EEUU debiera lanzar una masiva invasión militar, algo que contradice sus promesas de acabar con las guerras y que ocasionaría choques con toda América Latina y el Caribe, en circunstancias en las cuales Washington desconoce al gobierno reelecto de Caracas. Con ese discurso Trump quiere contrarrestar la influencia china en dicho canal (algo que afectará también a Chancay).

Finalmente, querer que el Golfo de México cambie el único nombre que siempre ha tenido ocasionaría una millonaria inversión en nuevos mapas, libros, textos escolares, etc. Este mar se llama así pues originalmente casi todos los territorios que lo rodean eran parte de México. Una nueva denominación sería rechazada por 2 de los 3 Estados contiguos a dicho golfo (México y Cuba) y por grande parte de los norteamericanos. Dichas bravuconadas sirven para preparar una ola chauvinista en EEUU que facilite la deportación masiva de inmigrantes latinoamericanos.

Cabe destacar que Trump quiere anexarse Canadá, por ser mayoritariamente blanca, y a la poco habitada Groenlandia para repoblarla con soldados y extractores de recursos energéticos, pero no plantea lo mismo ante Puerto Rico, isla que desde 1898 es administrada por Washington. Allí sus 3,2 millones de ciudadanos son mestizos o hispanos.

Mientras Trump quiere que el estado 51 de EEUU sea uno que nunca ha sido parte de su territorio (Canadá), quiere preservar el status colonial de Puerto Rico y de los adyacentes Vírgenes del Caribe, y de Samoa estadounidense, las Carolinas del Norte y Guam en Oceanía. Allí sus habitantes deben obedecer las leyes norteamericanas sin que puedan participar en el Congreso que las aprueba. Una de ellas, Guam, ha dejado un tercio de su isla a las FFAA, las cuales la usan para atacar Asia.

Trump, quien prometió poner fin a las guerras, viene desatando el mayor plan expansionista de la historia de su potencia.

Isaac Bigio

Isaac Bigio es un analista internacional formado en la London School of Economics & Political Sciences. En ésta, considerada la principal universidad internacional especializada en ciencias sociales, él ha obtenido grados y postgrados en Historia y Política Económica, y ha estado investigando y enseñando. Su especialidad son países en conflicto y transición entre distintos sistemas sociales. Ha llevado cursos y seminarios en el Instituto Europeo, la Escuela de estudios Asiáticos y Orientales, la escuela de Estudios Eslávicos y Europeo Orientales así como en otras dependencias de la Universidad de Londres. Es una de los analistas que habla castellano o portugués con mayor conocimiento de las guerras en Afganistán, el Medio Oriente o los Balcanes. Sus artículos han sido publicados en unos 200 medios en 5 continentes. Es columnista regular de El Comercio (Perú y Ecuador), La Patria (Bolivia), El Panamá América, Noticias (Reino Unido), La Opinión (EEUU) y otros diarios y decanos. Colabora con la BBC, CNI, Canal N, Radio Progreso y diversas emisoras de radio y TV. Sus escritos son difundidos por medios afiliados al ALAI, Adital, al Grupo de Diarios de América y otras redes de prensa. Diversos diarios electrónicos le han creado páginas web entre ellos Notionline, informativos.net, altopilar.com, analítica.com, Gran Valparaíso y El Ojo Crítico Digital.
En 1998 obtuvo 2 Premios significativos: el de la Excelencia de Dillons-Waterstone (la mayor librería británica), y el E.H. Carr del Departamento de Política Internacional de la Universidad de Gales, Aberyswyth (el primer departamento de dicha disciplina en el mundo).
Isaac Bigio se encuentra escribiendo un libro sobre la revolución boliviana de 1952.

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