La moderna servidumbre que impone Microsoft

Arturo D. Villanueva Imaña

Como seguramente a todos, Microsoft ha hecho llegar al correo electrónico de sus usuarios una nueva “actualización de sus términos de uso”.

Si no se han dado tiempo de revisar, o sencillamente lo han pasado por alto (admitiendo de esa manera implícita y de mala gana sus “nuevos términos”); el grave problema reside en que de forma por demás abusiva, unilateral e impositiva (podríamos decir autoritaria y dictatorial pero al mismo tiempo arteramente solapada), Microsoft no solo atenta contra la libertad de cada “usuario” (nada menos que acudiendo al sofisma de un supuesto respeto a la privacidad), sino que llega al extremo de imponer una especie de servidumbre por necesidad (esclavitud en pleno Siglo XXI), bajo el argumento de que si esta corporación NO recibe respuesta alguna, o rechazo expreso en un tiempo perentorio (es decir obligado) que concluye a fin del mes de septiembre de 2024; entonces dará (o entenderá) por aceptados sus “nuevos términos” de relacionamiento con el usuario. Es decir, con todos y cada uno de los que usa productos de esta empresa transnacional.

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Los “nuevos términos” implican que el usuario (es decir todos aquellos que usan aplicaciones, servicios, sitios web, software, servidores y/o dispositivos de microsoft), está “consintiendo” y aceptando (basta con no responder a su email), que sus datos personales sean dispuestos y usados por esta corporación para los fines que su sistema así lo disponga (¡!).

Es decir, que se estaría dando piedra libre a su total discrecionalidad para que dicha empresa secuestre nuestra libertad y privacidad, y nada menos que bajo el vil eufemismo de “transparencia”. Lo haría además y como si no fuese suficiente, a nombre de un supuesto “consentimiento otorgado” que le permitiría seguir disponiendo libre y arbitrariamente de nuestra privacidad y datos personales, que únicamente favorecen sus intereses de acumulación y enriquecimiento descomunal, con el agravante de que pueda compartir y disponer dicha información para fines comerciales, propagandísticos, e inclusive de manipulación subjetiva y subliminal que nos tendrá a merced de otros intereses ajenos, desconocidos e igualmente abusivos.

En caso de que estos extremos no sean del agrado o francamente se rechacen, la “alternativa” (en realidad perversa consecuencia), tiene el agravante de que si alguien (en su más elemental y básico acto de libre elección y decisión) se atreve a hacerlo, entonces Microsoft sencillamente lo borra y le quita toda posibilidad de utilizar uno o más de cualquiera de sus productos y servicios. Qué tal!.

La miserable vileza se asemeja a aquella “servidumbre por deudas” que provocaba una esclavitud de por vida, impuesta por ejemplo a muchos pueblos indígenas en las barracas gomero castañeras de la Amazonía (pero que en este caso viene a ser por necesidad de utilizar productos que con el tiempo ya han generado una dependencia impuesta). Otrora, en siglos pasados, se utilizaba para esclavizar la mano de obra al servicio de patrones latifundistas que (lo mismo que Microsoft), dejaba u otorgaba productos (muchas veces inútiles e innecesarios, pero invariablemente onerosos), que luego nunca se podía terminar de pagar para recuperar libertad, porque eran reiterada y sucesivamente proporcionada a los esclavos, actuales usuarios.
Lo lamentable e indignante es que no existe un tribunal global en el que se pueda denunciar este extremo aberrante, y lo que es peor, dada la perversa dependencia creada respecto de sus productos, parecería que no queda más que alzar el grito al cielo… intuyendo de que nadie escuchará semejante atropello contra la libertad y privacidad individual y humanitaria.

Usted qué hará?

(*) Sociólogo, boliviano. Cochabamba. Septiembre de 2024.

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