Todos miramos a Valeria
Una vez enterado que asistiría al II Encuentro de Escritores Bolivianos, lancé una pregunta a mis amigos en Bolivia, ¿a quién debería atender en Granada? La respuesta fue unánime: “todos miramos a Valeria”. La razón era sencilla: quizás de los escritores bolivianos residentes en Europa, es en ella donde se depositan las mayores expectativas.
La busqué para conocerla y la encontré en la firma de su libro en la feria del libro de Granada. A primera vista, lucía como toda escritora millennial: moderna, inteligente, con mucho flow. Me escribió una dedicatoria: “Espero que estas escrituras te acompañen y que las disfrutes, aunque sea para discutir con ellas”. Toda una invitación al “cuadrilátero”.
Cuando tuve el ejemplar en mano, pensé en el signo de estos tiempos. Si soplan vientos digitales, a veces huracanados, que relegan al papel a una mera curiosidad, ¿cómo es posible que ella sea una defensora del formato puro y duro? En su social media advertí su nostalgia y el placer por el libro tangible, algo más propio de generaciones anteriores. Pero el fetichismo y romanticismo por el formato físico no es extraño en las nuevas generaciones; más bien, es un síntoma de refinamiento, similar a la actitud de algunos pintores modernos que prefieren trabajar con el temple al huevo en lugar del metaverso. Al final de cuentas, los formatos y esas cuestiones siempre serán discutibles.
Al llegar a casa, me puse manos a la obra. Con el cielo nublado y una copa de vino barato, que adoro incondicionalmente, tomé el libro entre mis manos. Era muy delgado, y pensé, erróneamente, que lo devoraría en una sola sesión. Pero me equivoqué por completo; tuve que sacrificar mi maratón de Netflix del fin de semana y aun así no lo terminé. ¡Me rompí la cabeza! El libro era complejo, no fruto de un arrebato emocional ni de una musa inspiradora, sino la minuciosa recreación del mundo interior de Valeria. Reflexionaba sin cesar, intentando descubrir las claves para acceder a su universo. En ese esfuerzo, me sentía como un ladrón vulgar intentando forzar una ventana.
El título daba una pista sobre la selva de cemento y ese material con el que construimos nuestras ciudades, donde los animales somos nosotros y las fieras son nuestros coches, drones o excavadoras. Esta figura literaria se utiliza a menudo para contraponer la naturaleza verde, variada y llena de vida con el bullicio, la contaminación visual y la muerte de la urbe. Por tanto, Escribir Sobre el Cemento es una manera de referirse a nuestra civilización. Valeria escribe sobre esa superficie de manera distinta a la cultura pop que gira en torno a su jungla de concreto, aunque tampoco escapa de la metáfora de la vida en entornos urbanos modernos y las complejidades de la existencia en las ciudades. Ella escribe desde el punto de vista de la materia con la que estamos hechos.
El libro tiene tres capítulos: En las superficies explora las sustancias, las texturas, los animales, la memoria. En Picos y Cables examina el entorno. En el tercero, Territorio de Colapso, se sumerge en el habitante, con poemas como «Salarios», «Yacimientos» y «Meteorito» que narran la angustia de habitar en ese lugar.
Probablemente, en mi intento frustrado de ladrón, solo logré atisbar algo por esa ventana de papel que dibuja su mundo. El placer que encontré en esta lectura fue el de la meditación, de pensar en los poemas y tratar de adivinar las intenciones de la autora. Si hay algún defecto que puedo señalar es que el libro está demasiado bien escrito. Pero la perfección nunca es humana. El defecto, la imperfección, la ambigüedad, esa chispa de locura, son las que nos conmueven y añaden mayor impacto emocional o controversia a la obra. Sin embargo, también entiendo que la búsqueda de excelencia artística es una manera de abordar la ansia por la belleza y la profundidad; creo que Valeria logra esto en su trabajo. Por eso, doy razón a mis amigos de Bolivia en sus expectativas. Tenemos que estar atentos a lo que producirá en los próximos años.
.Al cerrar el libro y depositarlo sobre el teclado de mi laptop, tomé un sorbo de mi vino barato. El regusto me hizo mirar esa lluvia infinita que bañaba las tierras bajas. Un verso de lo que considero su mejor poema, «Exteriores», quedó clavado en mi mente: “la memoria es también / otra especie animal / entre nosotros”. Salud por Valeria; les aseguro que vale la pena leerla.
Escribir sobre el cemento
Valeria Canelas
Editorial: Ediciones Liliputienses
ISBN: 9788412688580
Año de edición: 2023
Fecha de lanzamiento: 15/09/2023