El sacerdote boliviano-español fue torturado y acribillado el 22 de marzo de 1980
La crucifixión de Luis Espinal
Murió como Jesucristo. Sus detractores no lo bajaban de “cura comunista”. En el periodo de dictadura militar fue difamado, censurado, perseguido, secuestrado, torturado y asesinado. Pero, Luis Espinal Camps fue también respetado y amado por su pueblo. Hoy su imagen, a 44 años de su muerte, continúa incólume, límpida e irradia consecuencia, justicia y paz.
El sacerdote Espinal nació en la ciudad San Fructuoso de Bages, España, el 2 de febrero de 1932. En 1949, ingreso en la Compañía de Jesús, en Zaragoza. Logró sus votos como Jesuita en 1951. Luego, estudio Humanidades y Literatura Clásica Grecolatina y Filosofía en la Universidad Civil de Barcelona. En 1962 llegó a ser nombrado sacerdote de esa ciudad. En 1964, en Italia, estudió lo que iba a ser su pasión: cine y televisión.
Cuando el general René Barrientos gobernaba con puño de acero, él llegó a Bolivia como misionero, en agosto de 1968. Dos años después, consiguió la nacionalidad boliviana. Ahí empezó su peregrinación.
“El cadáver presentó fracturas de esternón y costillas, producidas por fuertes golpes de arma contundente (la culata de un fusil), que dejaron hematomas en forma de cruz en el pecho (…)”, reveló el informe de autopsia.
EXTRANJERO
Bajo el gobierno de Juan José Torres (1970-1971), junto al periodista Enrique Eduardo, dirigió “En carne viva”, un programa de 20 minutos que se difundía por Televisión Boliviana (TVB). Sus documentales cuestionaban temas como la violencia, las madres solteras, los hijos no reconocidos, la inferioridad femenina, la delincuencia juvenil, el alcoholismo, la droga, la prostitución, la cárcel, entre otros.
El 24 de mayo de 1971, el programa quedó censurado. El gerente de TVB, Ted Córdova, mediante nota, lamentó la actitud “angurrienta” de Espinal. Explicó que él no debió proyectar “programas de contenido controversial”, pues su último documental trató con “menosprecio al gobierno y las Fuerzas Armadas”, destacó el matutino católico Presencia, el día 25.
Córdova, además, criticó que él era “extranjero” y lo acusó de “deslealtad”, “falta de ética”, “yoísmo” y otros rasgos negativos.
CENSURADO
La nota generó escándalo. René Carvajal –en su columna sindical “Televisión y Educación”, publicada en Presencia el 27 de mayo– sintetizó lo que pensaban los periodistas: “Preocupa que el Gerente de TVB enfile toda una artillería de insultos para censurar la actitud del periodista Espinal”. Recordó “que fue precisamente por ‘desleal’ que a Córdova lo expulsaron del Sindicato de la Prensa de La Paz, cuando trabajaba al lado del último canciller del Movimiento Nacionalista Revolucionario, en 1964”.
El periodista Emilio Bailey, el 29, en su artículo “Sorpresas en la TV del Estado”, señaló que Córdova, “fuera de ser niño mimado del general Torres, es un comodín. Es Gerente, productor, artista y ahora es censor de TVB”. Córdova se defiende “diciendo que Espinal es extranjero. Yo le contesto que preferimos extranjeros honestos y desinteresados que vienen a aportar con todo ese bagaje de años de estudio y sacrificio, que personas nacionales que lo único que buscan es figuración y tener la paga segura”.
Según El Diario del 29 de mayo, los “religiosos progresistas” aglutinados en la Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) también denunciaron que “el comportamiento de la gerencia de TVB es comparable a cualquier empresa capitalista (…) y eficiente a la postura reaccionaria de la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP)”. Con la expulsión del Padre se inicia un “proceso de autocensura más degradante e insidiosa que la censura abierta” intentando crear un espíritu de cobardía para el periodista, por temor a las represalias del empleador, alertaron.
ABNEGADO
Bajo el régimen de Hugo Banzer, el poeta, periodista y sacerdote se dedicó a la crítica de cine en Presencia, donde abogó por la igualdad, la libertad, la justicia y la paz. En ese periodo, publicó libros sobre narrativa, lenguaje, simbología, psicología y sociología del cine. En 1976, participó en la producción de la película “Chuquiago” y coadyuvó activamente en la creación de la Cinemateca Boliviana.
En abierta lucha contra la dictadura, junto a otras personalidades, participó, en 1976, en la fundación de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB).
Consecuente con lo que predicaba, el 28 de diciembre de 1977, se incorporó a la huelga de hambre que protagonizaron 4 esposas de trabajadores mineros, junto a una decena de niños. Con esa medida, de acuerdo a Presencia, se exigió al gobierno de Banzer “amnistía general e irrestricta; libertad de los encarcelados; retorno de los exiliados; cese de las torturas y persecuciones; restitución de sindicalistas a sus fuentes laborarles, y desmilitarización de los centros mineros”.
Al final, la huelga logró más: recuperó la democracia. Espinal fue un artífice de ese proceso.
TORTURADO
En 1979 dirigió el Semanario Aquí, un periódico crítico a la dictadura, la corrupción y el sistema.
Todo esto le permitió su ingreso a la “lista negra” del “fascismo”.
El 21 de marzo fue secuestrado y el 22, inmolado. El periódico Hoy, el domingo 23, informó que “Espinal fue torturado”, antes de ser acribillado a balazos. De acuerdo a seis médicos que realizaron la autopsia, el sacerdote murió de “anemia aguda, debido a una hemorragia interna provocada por múltiples lesiones y numerosos impactos de armas de fuego”.
“El cadáver presentó fracturas de esternón y costillas, producidas por fuertes golpes de arma contundente (la culata de un fusil), que dejaron hematomas en forma de cruz en el pecho. Existe también una contusión en la región superciliar derecha, con un corte sangrante y otras en los labios y las piernas”, detalló el informe.
RESUCITADO
Su entierro fue multitudinario. El miércoles 25, los periodistas del país ejecutaron un paro de 24 horas exigiendo el esclarecimiento del crimen.
El Plan Cóndor, con sus anchas alas y sus sangrientas garras, en ese entonces, volaba por América Latina. Y Luis Espinal fue una de sus víctimas.
De acuerdo a El Diario, el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero, en El Salvador, un día después, también murió baleado, mientras celebraba una misa. Él fue beatificado y luego canonizado el 2018.
La imagen del Padre Espinal todos los años resucita de entre los muertos, tras haber sido torturado y asesinado.