Figuras de la implosión política

Raúl Prada Alcoreza

La implosión es precisamente lo contrario de la explosión, por así decirlo. La explosión sale afuera, se despliega con fuerza expansiva; en cambio, la implosión se sumerge, para decirlo de esa manera. ¿Se puede sugerir la figura de que en la implosión, la explosión se da adentro? Esta es una pregunta sugerente, sobre todo, para la interpretación, además para la conceptualización. Tomando en cuenta la pregunta, fuera de tomar en cuenta la reflexión o las definiciones anteriores, lo que importa, ahora, es usar este concepto de implosión, para interpretar lo que ocurre cuando una forma de gubernamentalidad se desmorona.

Cita de «La implosión».

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La contradicción principal política

Hablando en un lenguaje antiguo, para decirlo de ese modo, sobre todo por el esquematismo filosófico, diremos, después de constatar en la experiencia social de la historia reciente, que la contradicción principal es entre los que gobiernan y el pueblo y la sociedad, que no gobierna. Tanto desde la “izquierda” como desde la “derecha”, en función de gobierno, se hace lo mismo, se usa al Estado para reprimir, llegando a desatar compulsivamente el terrorismo de Estado. Usan los mismos argumentos y las mismas teorías de la conspiración para justificar sus acciones, correspondientes a la violencia institucionalizada. Acusan de terroristas, de conspiradores y de golpistas a sus víctimas.

El esquematismo simplón, de un dualismo estereotipado, de “izquierda” y “derecha”, es inservible para comprender, entender, explicar y analizar el fenómeno político contemporáneo. Las diferencias aparentes se borran, no solamente cuando se ejerce poder sino incluso cuando se despliegan acciones. Las prácticas políticas se parecen cada vez más. El objeto y materia de poder de estas expresiones políticas es la sociedad. Se ejerce sobre la sociedad poder, se despliegan mecanismos de dominación útiles para preservar el poder. Se hace teatro político, ya sea disfrazándose de “justicieros” o de “institucionalistas”.

Esta constatación exige una toma de consciencia de esta contradicción principal. El problema es el Estado y que haya gobernantes, “representantes del pueblo” y delegados. La democracia plena es el autogobierno del pueblo.

La equivalencia autoritaria entre gobiernos de “izquierda” y de “derecha”

Los gobiernos autoritarios, de “izquierda” o “derecha”, se parecen tanto que ya son lo mismo. La estructura de dominación y el ejercicio del poder es el mismo. Prácticamente no hay diferencia. Entonces queda fuera de juego seguir usando los términos de “izquierda” y “derecha” en la contemporaneidad del capitalismo tardío. Unos usan autodeclarándose de ”izquierda” para cometer los mismos delitos que acusan a la “derecha”. En consecuencia, se requiere otras categorías y concetualización para describir y explicar lo que pasa en el acontecimiento político.

Como hemos dicho antes, la contradicción principal no es entre “izquierda” y “derecha”, menos entre “gobiernos de izquierda” y “gobiernos de derecha”. La contradicción principal es entre los que gobiernan y los que no gobiernan, entre los que ejercen el poder desde el Estado y los que no ejercen el poder, más bien, lo padecen, y no están en el Estado, no son funcionarios.

La característica de los gobiernos autoritarios, de “derecha” o de “izquierda”, es que desconocen las generaciones de derechos conquistados y que son contenidos del ejercicio de la democracia institucionalizada. No son efectivamente democráticos sino son gobiernos que usan la violencia para imponerse. Por ejemplo no hay diferencia entre el ejercicio del poder comparando el gobierno del Perú y los gobiernos supuestamente “progresistas” de Venezuela, Nicaragua y Bolivia. La estructura y el ejercicio de poder es el mismo: terrorismo de Estado.

Otra característica que comparten son los extremos niveles de degradación moral, de corrosión institucional y de corrupción galopante. Usan el poder para enriquecerse, formando la burguesía rentista.

La característica más conocida y más denunciada es la desaparición de la independencia de poderes que compone el “Estado de derecho”. Toda la composición del Estado está tomado y coptado por el partido en el gobierno. Como consecuencia de este monopolio del poder, esta absorción absoluta del poder, desaparecen prácticamente la legislación, la fiscalización, la justicia y las elecciones libres. Tampoco se gobierna, en el sentido apropiado, sino se impone desordenando el tejido social hasta destruirlo.

En conclusión, se ha conformado una clase social, que se reproduce periódicamente mediante elecciones adulteradas, esta es una verdadera casta política. No solo habría muerto la democracia sino también el pueblo como tal, convertido en masa clientelar y manipulable por el espectáculo sensacionalista de los medios de comunicación. Con lo que habría muerto la política, que no es otra cosa que práctica democrática.

La maniobra del MAS y de la derecha

Desde el 2010, cuando se desató el conflicto del TIPNIS, se desencadenó la implosión de régimen neopopulista. Desde entonces la implosión fue incrementándose, avanzando, demoliendo cimientos y columnas; todas estaban podridas. El régimen no podía sostenerse, paso de la convocatoria, que duró poco, la primera gestión, al clientelismo, después de agotado el clientelismo, se optó por la violencia descarnada. Al final el régimen se derrumbaba. Lo que se venía era una insurrección contra el régimen, que venía emergiendo desde las entrañas mismas de la sociedad. El MÁS y la derecha pactaron para detener la insurrección, ambos la temían. Decidieron una salida “constitucional” para evitar la salida insurreccional.

Cuando se impuso la salida “constitucional” mediante acuerdos pactados, secretos, opacos, también visibles, con los mal llamados “movimientos sociales”, en el Palacio quemado, en el Congreso, avalados por el Tribunal Constitucional, se dio lugar a dos versiones opuestas, masista y de derecha, para encubrir la maniobra. La versión masista es la de un “golpe de Estado”, que no se sostiene empíricamente. La versión de derecha es que hubo “salida constitucional”, que tampoco se sostiene jurídica y políticamente, es decir, constitucionalmente.

Lo que viene después se conoce, el rápido desgaste del “gobierno de transición”, su caída, la convocatoria a elecciones nacionales. El régimen neopopulista, implosionado, retorna por intervención de revitalización artificial. Ha vuelto a su caída anterior, a su implosión anterior.

Ahora bien, no hay perspectivas hacia adelante. Solo la crisis múltiple del Estado. La casta política ha colapsado. El pueblo tiene que encontrar su propio camino, el del autogobierno y la autogestión.

Impostura grotesca neopopulista

No tienen moral para hablar de democracia quienes han desmantelado la Constitución, quienes han fraguado una interpretación estrafalaria de “derecho humano” del presidente a reelegirse indefinidamente, quienes intervienen los Congresos campesinos nombrando a dedo a dirigentes afines al oficialismo, quienes conforman organizaciones paralelas destruyendo las legítimas, quienes no respetan el voto en las elecciones de magistrados, cuando ganó el No, tampoco los referendos, sin respetar sus resultados, imponiéndose a la fuerza sus caprichos.

Lo cierto es que unos y otros, los que se creen de “izquierda”, aun cuando son la derecha efectiva en el gobierno, y los conservadores señalados de “derecha”, por ser oposición, hacen lo mismo, teatro político, democracidio, administración de ilegalismos y proliferación de violencias. Ambos forman parte del círculo vicioso del poder.

La democracia es el autogobierno del pueblo, basada en la autogestión. Una aproximación en esta perspectivas es la democracia participativa, directa, comunitaria y representativa, que establece la Constitución, empero los gobernantes neopopulista desterraron de sus prácticas este mandato. Ejercen el despotismo ampliando intensivamente el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

La casta gobernante y sus llunk’us

Consideran que el gobierno es el instrumento de enriquecimiento privado, es decir, el Estado un botín. Se podría decir que se trata de una concepción saqueadora del poder. El poder es para ellos la oportunidad para ejercer el dominio descarnado, descarado y descomunal. Se trata de una venganza. Se vengan de lo que fueron y de lo que son. Insatisfechos consigo mismo reclaman reconocimiento de los demás a gritos, por eso su paso por el poder es estridente. La bulla es la muestra de su alocución y desenfreno.

Son exageradamente déspotas, pero dicen que lo hacen en defensa. Sus enemigos son nombrados, acusados y perseguidos, sin embargo, atacan a sus propios fantasmas, a su propios miedos y terrores. Se trata de la inseguridad y vulnerabilidad que sienten, que pretenden ocultar desplegando violencia y poses exageradas.

Están bastante perdidos en sus laberintos. No encuentran la salida, por eso derriban todo a su paso, aunque este derribamiento se desboque, ponga en peligro su propia edificación precaria. Su perspectiva es extremadamente estrecha y no tienen horizontes. En compensación despliegan una exacerba demagogia.

Entre tanto han destruído ecosistemas, territorialidades, cuencas, han saqueando recursos naturales, han avasallado territorios indígenas, áreas protegidas y y parques nacionales. Han vaciado las arcas del Estado, hecho evaporar las reservas internacionales, endeudando al país de manera descomunal. Son los asesinos del porvenir y sepultureros del “proceso de cambio”, que nunca dio un paso adelante, salvo al abismo.

Perfiles de los impostores

Creen que pueden interpretar a su regalado gusto las leyes, incluso inventarse leyes que constitucionalmente no existen. Solo es suficiente deliberadamente discursar y exponer en los medios de comunicación. Confunden la realidad con su delirante concepción del mundo, que se reduce a sus miserias humanas.

Por cierto, se nota que no leyeron la Constitución y si lo hicieron parcialmente no la entendieron. Con esta falencia palpable, consideran que pueden hacer lo que les venga en gana impunemente. Para ellos ese es el “proceso de cambio”, reducido al botín de la burguesía rentista, que gobierna, de las mafias del partido, que es un conglomerado clientelar.

Estos grupos de interés y complicidades perversas cometieron el asesinato del proceso de cambio por parte de estos impostores. Ahora proyectan el asesinato del porvenir.

Para ellos no es nada, una nimiedad, haber desnacionalizado los hidrocarburos con los Contratos de Operaciones. No es nada avasallar los territorios indígenas, los parques nacionales y áreas protegidas. No es nada haber perdido en La Haya nuevamente el mar y el litoral, la tercera derrota de la guerra del Pacífico, lo que es considerado como traición a la patria por la Constitución. No es nada destruir los bosques y las cuencas, contaminando con mercurio, por parte del capitalismo salvaje, practicado por las cooperativas mineras, al servicio de transnacionales extractivistas.

Esta gente, “revolucionarios” de pacotilla, son los sepultureros del proceso de cambio, los que desmantelaron la Constitución, la nueva burguesía provisional. Sin embargo, pretenden ungir sus fechorías y crímenes con disfraces políticos y máscaras folclóricas, sobre todo inventando el enemigo de “derecha”, cuando son la derecha efectiva y sin escrúpulos en el gobierno.

La máscara del monstruo

La administración de ilegalismos, que es el sistema de justicia, más bien sistema de extorsión, libera a quienes delinquen, pues se ven en ellos como en un espejo. Son lo mismo, la misma decadencia. En consecuencia, se constata que no hay justicia, no hay gobierno, no hay Congreso, no hay tribunal electoral, tampoco tribunal de ninguna clase. Son máscaras que ocultan el monstruoso rostro del poder: el conglomerado de mafias que ejerce la dominación con la proliferación de violencias. Si ha desaparecido el Estado el pueblo debe ejercer el autogobierno.

La borrachera política y decadencia

La casta política gobernante se ha farreado durante una década alrededor de 200 mil millones de dólares, ha asesinado el proceso de cambio cuando comenzaba, ha desnacionalizado los hidrocarburos con los Contratos de Operaciones, entregando los recursos hidrocarburíferos a las trasnacionales extractivistas. Ha llevado a la derrota al país en el La Haya, la tercera derrota de la guerra del Pacífico. Ha destruido la educación, que estaba maltrecha, pero ahora ha desaparecido con un mamarracho curricular. No hay horizonte de futuro. El presente está dominado por la mediocridad más patética.

Cretinismo político

Cretinismo político llevado al desborde. Crápula comportamiento, que evidencia no solo la ausencia de escrúpulos sino de mínima consciencia. No la tienen. Para ellos el mundo se reduce a la descarada prepotencia y la grosera manifestación de sus miserias humanas. El neopopulismo en acción es esto, la decadencia extrema de la degradación humana. Encubierto por la mafia de fiscales, jueces y magistrados. Asistimos a la putrefacción del cadáver de la política. Ha muerto el Estado.

La callanada política

No hay gobiernos de “izquierda” y gobiernos de “derecha”, ambos estilos de gobernantes sirven al modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, son sirvientes de las trasnacionales extractivista. Lo grave que a nombre de un “proceso de cambio”, que no se dio, a nombre del pueblo, autonombrandose de “izquierda”, hagan lo mismo, permitan el saqueo de los recursos naturales, destruyendo los ecosistemas, avasallando territorios indígenas, parques nacionales y áreas protegidas, prolongado la explotación capitalista y ensanchando las desigualdades. Esta conducta de quienes se proclaman “amigos del pueblo” es un comportamiento canalla, no solo por su impostura sino porque se aprovechan de la inocencia de la gente.

Se ha pasado del ciclo de la plata al ciclo del estaño, después se ingresó al ciclo de los hidrocarburos, ahora se proyecta inaugurar el ciclo del litio. Probablemente se repetira la triste e increíble historia de la Cándida Heredia y su abuela desalmada.

El otro problema es que el pueblo deja hacer y deja pasar estos comportamientos crápulas y deja repetir el saqueo en otras versiones. Entonces es cómplice de su propia muerte. Es suicida.

Cinismo político y decadencia

La expresión más cínica de la decadencia. Las miserias humanas llevadas a la política. El neopopulismo en acción, en su forma más descarnada. La evidencia de que gobiernan las mafias. Todos los órganos de poder están comprometidos, son las máscaras institucionales de las mafias. La policía está sobornada por la economía política de la cocaína.

La inmundicia jurídica y política

Embarrados y embadurnados en los desperdicios de la decadencia política y jurídica, los “ doctorcitos” persisten en la degradación ética y moral. Hace tiempo que la “administración de justicia” es un cadáver putrefacto, hace tiempo que la política, como tal, ha muerto, lo que hay es el despliegue descarado de la violencia descarnada. Solo da vueltas el círculo vicioso del poder, donde participan, cómplices, los enemigos declarados.

Es momento de que el pueblo se libere de la casta política, de las mafias de magistrados, jueces y conglomerado atiborrado de leguleyos. Es hora de deshacerse de la máquina fabulosa de poder, el Estado. Es cuando el pueblo debe asumir su mayoría de edad, hacer uso crítico de la razón y ejercer su libertad. Liberar la potencia social.

El uso de las víctimas y de lo autóctono

No solamente se da el uso político de las víctimas por parte de la casta política demagógica, sino también se aprovechan de símbolos nativos, vaciados de sus contenidos de una prolífica arqueología cultural, folclorizándolos para beneficio político. Fueron autoridades y funcionarios de gobierno, después de haber tenido un papel gris e imitativo en sus funciones gubernamentales, vuelven a hablar demagógicamente de identidad y de rebelión en Los Andes, cuando aplastaron la rebelión indígena en la Amazonia y la rebelión originaria de Ayllus y marcas en el Altiplano y la cordillera. Hablan de la Constitución Plurinacional y no dicen que la desmantelaron y la vulneraron para amparar el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

Estos revolucionarios de pacotilla y pajpak’us de lo propio, que nunca llega a ser tal, pues se agarran de sincretismos coloniales. Nunca incursionan por las exigencias de la descolonización radical, por ejemplo en la recuperación de la memoria a través de la recuperación de las escrituras nativas. No de las leguas colonizadas por los sacerdotes católicos con el objeto de la evangelización. Por ejemplo el maya es una escritura de lengua exuberante, la escritura es jeroglífica, bisílábica y metafórica. En las escrituras nativas se encuentra la memoria encriptada.

Estos políticos demagogos, que se disfrazan de “revolucionarios”, de autóctonos, de una manera folclórica, que se invisten de legendarios héroes quienes se levantaron contra el colonialismo, solo quieren cuotas de poder, ocupar puestos en el mismo Estado nación colonial, que barnizaron de “Estado Plurinacional”. Son los mejores agentes de la continuidad colonial y la dominación capitalista, precisamente porque se disfrazan de lo que pretenden ser y solo llegan aparentar.

Lo auténtico aparece cuando los pueblos se rebelan, hacen emerger de lo profundo de sus cuerpos la memoria, los espesores de la memoria, actualizados de una manera dinámica e imaginativa. Los demagogos nada tienen que ver con este acontecimiento político y rebelde. Quieren subirse a la cresta de la ola, como lo han hecho antes, para aprovecharse y fungir de líderes, empero vaciándotelo de contenido y empobrecido al levantamiento social. Son las herencias perversas, los agentes de la contrarrevolución en la misma revolución.

Los patrones que se esconden en la sombra

¿Quiénes están detrás de los asesinatos y de la represión cruel contra el pueblo? Se sabe de lo evidente, de la casta política, del gobierno y su presidenta Dina Boluarte, del aparato represivo de la policía, del aparato de muerte del ejército, empero, los que se esconden en la sombra, la burguesía gamonal y las empresas trasnacionales extractivistas mineras, son las más interesadas en la represión y en el terrorismo de Estado. Las empresas trasnacionales están asentadas en la sierra, en el corredor minero del sur. Requieren poner a raya a los rebeldes, a los que defendieron las comunidades contra el extractivismo minero depredador. La razón para continuar el conflicto, para evitar la renuncia de una presidenta sumisa, que se pasó al bando fujimorista, son las super-ganancias de las empresas trasnacionales y las ganancias de la burguesía gamonal.

La destrucción de los territorios indígenas

El gobierno clientelar y “progresista”, el neopopulismo retornado y reforzado, avanza con el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, avasallando y destruyendo los territorios indígenas. Lo hace contra la vida, contra la Constitución, contra los derechos colectivos y territoriales de las naciones y pueblos indígenas. Todos los gobiernos son prácticamente lo mismo, continuidad del Estado colonial al servicio del sistema mundo capitalista. Han declarado la guerra contra la vida y los pueblos. La defensa de la vida, de los territorios y de los pueblos es responsabilidad de las sociedades. No hacerlo es estar en complicidad con la muerte.

Raúl Prada Alcoreza

Escritor, artesano de poiesis, crítico y activista ácrata. Entre sus últimos libros de ensayo y análisis crítico se encuentran Anacronismos discursivos y estructuras de poder, Estado policial, El lado oscuro del poder, Devenir fenología y devenir complejidad. Entre sus poemarios – con el seudónimo de Sebastiano Monada - se hallan Alboradas crepusculares, Intuición poética, Eterno nacimiento de la rebelión, Subversión afectiva. Ensayos, análisis críticos y poemarios publicados en Amazon.

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