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La semana pasada, salió un artículo de la señora Angélica Siles Parrado titulado “Reservas Internacionales, ¡ahorros del pueblo en peligro inminente!”, el cual es un intento fallido de análisis de las Reservas Internacionales Netas (RIN) y de la deuda pública en Bolivia. Además, la autora señala ser economista cuando todas las aseveraciones que menciona no podrían estar más equivocadas, lo cual pone en duda el profesionalismo de la Sra. Siles.
Es importante señalar que las RIN disminuyeron a la fecha en USD 174 millones respecto al cierre de 2021; lo que no se menciona es que durante 2020 las RIN cayeron en más de USD 1.500 millones, producto de la incertidumbre económica generada por la mala administración pública de la Sra. Añez.
En ese sentido, se debe aclarar que las RIN alcanzan a la fecha aproximadamente los USD 4.600 millones, cifra que se encuentra por encima de los niveles de referencia internacional adecuados (mínimamente tres meses de importación y en una vez el servicio de deuda externa de corto plazo); en ese contexto, Bolivia cuenta con reservas que alcanzan hasta casi cinco meses de importaciones de bienes y servicios y alrededor de tres veces el servicio de deuda externa de corto plazo.
La estabilidad que presentan las RIN son producto del superávit comercial, una mayor inversión extranjera directa y un mejor flujo de remesas; reflejo del proceso de reactivación económica y la recuperación de la confianza de la población. Asimismo, en cuanto la posición de activos netos, se debe esclarecer que los desembolsos de deuda externa neta positiva incrementan las RIN y no así lo contrario como señala la inexperta analista.
De igual forma, se debe mencionar que el país cuenta con un fortalecimiento de la moneda nacional –conocido como la bolivianización– el cual disminuye la demanda de dólares por parte de la población y de esta manera se mitigan efectos adversos sobre las RIN, contrariamente a lo que afirma la pseudo economista. Del mismo modo, es importante recordar las apreciaciones que tienen revistas y organismos internacionales respecto a la situación económica de Bolivia –y, por ende, la salud de los indicadores externos– donde se destaca el buen desempeño y estabilidad de los mismos.
En relación a la medida de transferencia de inversiones en el extranjero por parte de las Sociedades Comerciales con participación Estatal mayoritaria, sus Filiales y Subsidiarias, esta no es nada más que la materialización del artículo 20 de la Ley del Banco Central de Bolivia (BCB) de 1997, donde el BCB debe regular las operaciones financieras de Bolivia con el resto del mundo, ya sean del sector privado o público.
Por otra parte, se indica que la deuda pública se encuentra en niveles insostenibles –un discurso que se va repitiendo año tras año por los diferentes analistas de derecha– Si bien la deuda pública externa se incrementó (en términos nominales), es importante realizar un análisis comparativo con el nivel de ingresos del país, es decir, “deuda versus Producto Interno Bruto (PIB)”.
Lamentablemente, se tiene un estigma sesgado sobre la deuda. ¡Claro! Si uno despilfarra con actos de corrupción en plena pandemia como sucedió durante 2020, sí es una mala administración de estos recursos públicos. Pero si uno se endeuda para invertir, es una deuda bien administrada. Además, los diferentes organismos internacionales no otorgan recursos por otorgar –al igual que los bancos privados– observan la capacidad de pago con la que uno cuenta, es decir, nuestro nivel de ingresos.
En 2021, Bolivia incrementó 4,3 veces su nivel de ingresos (PIB) respecto a 2005, versus un incremento de 2,5 veces de deuda externa; ¿Qué quiere decir esto? Significa que el país tiene capacidad de pago para endeudarse y puede cumplir sin problemas con sus obligaciones de deuda –tanto de capital como intereses–. De igual manera, las cifras muestran que la deuda representa tan solo el 31% del PIB para 2021, contra un 99% del PIB que se tenía durante 1987, donde el país se encontraba embargado.
En esa línea, como se iba mencionando anteriormente, la deuda contraída en los últimos años fue destinada a la inversión pública, específicamente a sectores productivos estratégicos que generaron un efecto multiplicador en las diferentes actividades económicas y de esta manera en el PIB. No por nada Bolivia se encontró en el podio, alcanzando el primer lugar de crecimiento económico en la región por muchos años.