Criminalizar la pobreza a raíz de algunos casos de corrupción es el crimen
La precariedad, principal razón de llevar largos años en la universidad
Al cuestionar y ver como abuso de recursos del Estado el hecho de que haya una población de estudiantes que prolonga más de cinco años el tiempo en que concluye una carrera, en el sistema universitario público boliviano, se olvida las razones profundas de este hecho: la pobreza, por lo que limitar el número de años “es un crimen”, señala un ex dirigente.
Debido a que se ha revelado que algunos dirigentes universitarios llevan muchos años inscritos como alumnos, un caso 33 años, mientras ejercían diversos cargos dirigenciales, hasta 25 años, ha generado un gran rechazo social que se ha difundido por los medios de comunicación.
En los medios se ha mostrado de forma negativa tener una edad avanzada para ser estudiante, como si no se pudiera estudiar en la madurez, y se generaliza también en negativo al estudiantado de larga data ya que le relacionado con otras actividades, principalmente dirigenciales y políticas que actualmente están siendo cuestionadas. Se dice que “muchas veces sin estudiar, se eternizan en estos cargos usufructuando cuantiosos recursos y mucho poder” (Página Siete). Pero, no todos los casos son de dirigentes, ni toda dirigencia es mala.
Se publicó en los medios un “Análisis de las variantes que influyen a la matriculación de alumnos en la UMSA, con permanencia igual o mayor a 11 años”, que señala que en esta universidad hay 14.598 estudiantes que permanecen más de 11 años, de los cuales 7.980 (54,67%) reciben beneficios como el seguro médico de salud, una beca y hasta acceso a descuentos de servicios de transporte. El tono es negativo, en los medios, se muestra a este estudiantado como abusando de los recursos del Estado.
El estudio puede tener otra lectura: que hay un estudiantado que tarda más del doble del tiempo previsto (de cinco años) en hacer la carrera y que además necesita recibir ciertas ayudas porque, se entiende, son estudiantes que no tienen recursos, que deben trabajar para vivir lo que les quita tiempo de estudio y que necesitan becas de matrícula o de alimentación.
Un representante del partido de gobierno señaló que era necesario limitar a 7 años como máximo el tiempo en que un estudiante podía acabar una carrera, otra propuesta de un docente universitario y de tendencia opositora al gobierno, Guillermo Mariaca, señaló que se debería exigir que al menos se apruebe la mitad de las materias que corresponde cursar, lo que amplia el plazo a 10 años como máximo. También se propuso, desde voces universitarias, que se milite a máximo 7 años de permanencia para que un alumno pueda optar a ser dirigente o para recibir cualquier beca.
“Quieren imponer un reglamento de un límite de permanencia en la universidad, eso es un crimen. No por 150 dirigentes que están muchos años como estudiantes vas a obviar la realidad el país y del estudiante en general. Por otra parte, los dirigentes tampoco dejaron de ser estudiantes. El problema debe reflejarse de otra manera ¿Cuáles son las causas y factores por las que hay deserción y repitencia estudiantil?, ¿por qué se aplazan los estudiantes? Hay explicaciones sociales y económicas profundas del porqué, por ejemplo, en odontología, arquitectura o medicina muchos estudiantes un año estudian y otro lo dejan para trabajar: son carreras muy caras”, señaló el ex dirigente universitario de la UMSS, Jarlín Coca.
Recordó que, en un país como Bolivia, en la universidad estatal la precariedad entre el estudiantado es, en muchos casos, muy acentuada, tal como se observa cuando “afuera del comedor universitario hay estudiantes que esperan que les inviten la comida que sobra” y en esas condiciones el estudio es mucho más difícil, ya que no tienen las condiciones mínimas de subsistencia resueltas; también pasa con mujeres embarazadas o madres sin apoyos de la pareja o familia, “entonces el rendimiento académico no es igual que para una persona que tiene todas las condiciones necesarias”, agregó.
Otro aspecto que afecta al rendimiento académico es el choque cultural que, en algunos casos, es muy fuerte en la universidad, especialmente cuando se trata de estudiantes que llegan de provincia (mediante el Programa de Admisión Especial, por ejemplo, que les da libre acceso, sin examen, a la universidad) y se desenvuelven mejor en su lengua materna, que no es el castellano sino quechua o aimara u otro. Les es más difícil y un alto porcentaje reprueba. “No es porque sean tontos, sino que hay un choque cultural”, necesitan más tiempo, afirma Coca.
Además, está la vocación profesional poco clara, que lleva al estudiantado a saltar de una carrera a otra, y que es producto del sistema educativo previo deficiente. Finalmente pesa lo académico, donde, según Coca, el 70% del sector docente es de mala calidad y desincentiva.
Jarlín Coca también ha sido ejecutivo de la FUL de la UMSS por unos años, desde 2012 al 2015 y aclara: “Yo me he titulado en Derecho con excelencia”. Relata que, cuando “estaba haciendo mi segunda carrera en Ciencias Políticas, empiezo a ser dirigente y me era imposible estudiar o pasar clases, terminaba abandonando, me faltan cinco materias. Tenía que estar a las 6 de la mañana y me iba a las 10 de la noche, todo era resolver problemas, conflictos, reuniones, mi vida era tan agitada, no tenía ni tiempo para respirar”. Para este dirigente, una cosa es prolongar sus estudios porque está trabajando por objetivos a favor de la universidad y el país, y otra por mantener un modus vivendi parasitario.
“Una cosa es que estén cinco, 10 o 15 años estudiando dos o tres carreras, pero otra es que vivan de la universidad, de la dirigencia”, señaló a su vez Andrónico Rodríguez, presidente del Senado, en un programa de radio Pio XII.