Ex dirigentes piden dejar el amarillismo noticioso y analizar las razones de fondo de la situación en el sistema universitario. El cuestionado Max Mendoza cambió de posición política según conveniencia

Crisis universitaria, qué eliminar y qué recuperar

Drina Ergueta

“Hay que dejar esta discusión amarillista y abordar el tema desde un punto de vista académico y político serio”, comienza diciendo Ariel Román, ex dirigente universitario de La Paz, respecto de la decadencia de la dirigencia universitaria nacional. Esto “refleja la situación crítica del sistema universitario estatal y también la crisis institucional en que se encuentra el país”, agrega Jarlín Coca, otro ex dirigente en Cochabamba. Ambos entrevistados por Bolpress.

Luego de la muerte de cuatro universitarias en una asamblea que terminó en tragedia, el principal foco de atención se puso sobre las irregularidades en las principales dirigencias estudiantiles (todas históricamente hombres), evidenciándose situaciones de corrupción, y se puso poco en cuestión la complicidad, actuación o situación de los estratos docente y administrativo, los cuales se llevan en sueldos entre el 60% y el 80% del presupuesto universitario y que por ello concentran también mucho poder.

Tras las nefastas actuaciones de dirigentes, en los medios y sus fuentes se han criminalizado y desvirtuado la imagen de lo que es una dirigencia estudiantil, así como se plantea penalizar la situación de precariedad de estudiantes que está en relación directa con el tiempo de estudio de una carrera. Al mismo tiempo, se han puesto en duda las principales conquistas universitarias: la autonomía, el cogobierno docente-estudiantil y la asamblea como principal instrumento de participación y decisión del estudiantado, conquistas que los ex dirigentes consultados defienden.

“Hay un sesgo amarillista y sensacionalista en esta discusión, en torno a la indudable degeneración de la dirigencia estudiantil, a parir de lo que ocurrió en Potosí”, señala Román, quien, junto a otras posturas, plantea soluciones.

El 9 de mayo, una asamblea de estudiantes en la Universidad Autónoma Tomás Frías de Potosí, convocada por el Comité Electoral para renovar la Federación Universitaria Local, acabó en tragedia al ser lanzada una granada de gas que provocó una avalancha humana, el saldo fue de cuatro alumnas muertas y 70 hospitalizaciones. La acción se debió a que se quería impedir el cambio dirigencial, fueron detenidos cuatro estudiantes dirigentes identificados como los autores.

 

Max Mendoza en la televisión al lado de candidatos presidenciales.

 

Las dirigencias universitarias cuestionables

A raíz de la tragedia en la universidad de Potosí y para hablar de ello, el programa No Mentirás entrevistó al dirigente de la Confederación de Universidades de Bolivia (CUB), Max Mendoza, y cuando se le preguntó su edad y los años que lleva en la universidad él se enfadó y colgó el teléfono. Pese a que Mendoza apareció en varias entrevistas televisivas, incluso en un debate presidencial, fue entonces que se descubrió que tenía 52 años, que los últimos 33 llevaba inscrito como estudiante en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba y 25 de ellos era dirigente.

Siendo la cabeza de la FUL de la UMSS, Mendoza ocupó el cargo de presidente de la CUB, con lo que accedió a un puesto en el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB) donde sólo debía estar por 30 días y no los cuatro años que lleva. Lo extraño e irregular, añadido al caso, es que en esa condición recibe un salario mensual de 21.870 bolivianos. Es en este último cargo es en el que, además, fue acusado de acoso sexual a una subalterna, un asunto que no transcendió demasiado.

Los medios iniciaron una búsqueda de estudiantes a quienes despectivamente se les ha llamado “dinosaurios”, ya que varios son dirigentes que llevan muchos años inscritos sin aprobar materias.

Es el caso Álvaro Quelali Calle, máximo dirigente de la FUL en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, donde está registrado como estudiante desde hace 20 años. Este estudiante de largo aliento cumplió dos gestiones como dirigente de la FUL y luego logró una tercera al margen de lo establecido en los estatutos.

Es el caso del ex ejecutivo de la FUL de Universidad Autónoma Juan Misael Saracho, Juan Martínez, quien ha sido “pillado” explicando dos versiones distintas respecto a su edad y los años de permanencia, al parecer lleva 12 años (La Voz de Tarija). Igualmente, Madekadel Vaca de la Universidad Autónoma de Beni que lleva 20 años como estudiante, habiéndose inscrito en tres carreras (Página Siete). Mientras el principal dirigente de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno de Santa Cruz, José Daniel Suárez, tiene más de diez años en posición dirigencial.

 

Álvaro Quelali y el listado de años como estudiante (Foto: redes sociales)

 

La dirigencia estudiantil y la política

Tras lo ocurrido en Potosí y las denuncias sobre las actuales dirigencias, el hecho de ser dirigente universitario es presentado como negativo, como alguien que pierde el tiempo en afanes personales y partidistas, en lugar de estudiar ¿Es malo ser dirigente y hacer política en la universidad?

En el estudiantado, “el compromiso ideológico es fundamental. Hoy se observa el resultado de una campaña de desideologización que ha venido desplegándose para llevar adelante la reforma neoliberal y posmoderna, que los masistas han perpetuado, a título de que a los estudiantes sólo se deben dedicar al deporte y al estudio. Tiene como resultado esta decadencia, dirigentes sin principios, sin formación que terminan siendo fáciles presas de la acción corruptora de las roscas”, asegura el ex dirigente y trotskista, Ariel Román.

La ideología trotskista predominó en las dirigencias universitarias de La Paz y Cochabamba especialmente en los años 80 y 90. También de esta tendencia, Jarlín Coca participó en 2015 en una intensa movilización estudiantil, por la que hubo un paro de tres meses del estudiantado, ante la decisión del rector Waldo Jiménez de titularizar a docentes interinos sin examen de competencia. Se logró revertir la medida, pero Coca fue detenido por la policía tras la movilización, acusado de los delitos de destrucción y deterioro de los bienes del Estado y desacato, por lo que se le prohibió asistir a reuniones de la dirigencia universitaria.

“Ser dirigente es un sacrificio si tienes una línea política ideológica. Todos hacemos política de una forma u otra”, señala para luego agregar que “el problema es qué naturaleza tiene la política que haces, si haces una política para cambiar el mundo, para transformar la universidad, es una política que se justifica, si buscas una buena sociedad; pero, si haces política para satisfacer apetitos personales y de camarillas, esa es una política bastarda, dañina a los intereses de la universidad y del país”.

Al cuestionado dirigente Max Mendoza en algunos medios se le presenta una y otra vez como militante del partido de gobierno, el MAS, aunque el comunicador Wilmer Machaca señaló en redes sociales que esta vinculación tiene el objetivo de desgastar al gobierno, que este dirigente fue militante del partido NFR y que apoyó a Jeanine Áñez, además de hacerse del MAS, lo que muestra que supo acomodarse al poder. Coca confirmó esta afirmación diciendo que “Mendoza cambia de color político según convenga”.

De todas formas, Coca considera que actualmente el 90% de la dirigencia estudiantil está controlada por el gobierno, ya que en muchos casos “no hay ideología, los dirigentes son prostituidos, son operadores, es una decadencia horrible”.

“En las universidades se impuso una perspectiva posmoderna, se abandonaron las banderas de la revolución social. Las historias de 1945, 1970, la importancia del movimiento estudiantil al lado de la clase obrera, donde se discutía con norte político… eran dirigentes distintos, con ideología política, con madurez de la conciencia nacional, discutían cómo las universidades iban a participar en la transformación social del país, al lado del proletariado. Las otras corrientes liberales también estaban presentes, aunque minoritarias, pero había otro nivel”, recuerda.

 

Jarlín Coca, en primer plano, durante una movilización estudiantil en Cochabamba (Foto: UMSS)

 

La opacidad de los dineros

Se ha señalado que las FULes manejan importantes recursos y que ello genera intereses añadidos a esas dirigencias masculinas. De la recaudación por matrículas, una parte va a los centros estudiantiles (de carreras y facultades) y otra a la FUL. En el caso de la FUL paceña, la cifra alcanza a Bs. 4,2 millones destinados a su propio funcionamiento y entrega de becas comedor (Página Siete). Controlar esos recursos sería una de las razones de las pugnas, más cuando no hay un rendimiento de cuentas claro.

Sin embargo, los montos presupuestarios universitarios son mucho mayores e igualmente opacos en su manejo ya que la Autonomía garantiza que las universidades dispongan internamente de ellos. El presupuesto universitario proviene de la coparticipación tributaria, del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y de la subvención del Tesoro General de la Nación. Los últimos años este presupuesto ha estado alrededor de los Bs.3.700 millones anuales para el sistema universitario (cálculo en base a 2018).

“Un 60% de sus ingresos son destinados al pago de sueldos y salarios, 35% para bienes y servicios, mientras que únicamente el 5% para proyectos de inversión (principalmente infraestructura y equipamiento). En este escenario, prácticamente por cada docente (14.095) hay un administrativo (10.159)”, señala Jaime Durán, en un artículo publicado en 2018 cuando entonces era viceministro de Presupuesto y Contabilidad, lo que da idea de la situación.

Una persona del área administrativa de la UMSA, que no quiso ser identificada, dijo a Bolpress que lo habitual en los presupuestos que se elaboran en cada área es que se destine el 80% a sueldos, el resto para bienes y servicios, quedando sin recursos el área de investigación o inversiones en infraestructura. Por otra parte, dijo que existe un gran número de funcionarios con contratos temporales a quienes anualmente se les va renovando, o no, y no siempre cumpliendo o rozando el límite de lo establecido en las leyes laborales.

La poca transparencia y las evidentes pugnas por el poder entre los estamentos docente, administrativo y estudiantil en las universidades llevan a que constantemente se ponga en duda la Autonomía universitaria y el cogobierno.

 

Autonomía, cogobierno y asamblea, esas conquistas

La Autonomía universitaria es una conquista luchada y lograda en 1931 cuando el gobierno de Carlos Blanco Galindo llamó a un referéndum para aprobarla. El sentido de una universidad autónoma es frenar el paso a los intereses político y partidarios de los gobiernos de turno, ya que se entiende que como espacio de conocimiento y saber también se transmite ideología, por un lado, por otro podría constituirse en un botín de puestos de trabajo cada vez que cambia un gobierno por otro.

“Los gobiernos, y el actual, siempre han estado interesados en cuestionar la Autonomía. Más cuando la universidad recibe unos recursos, es muy apetecible para los grupos de poder. Se trata de un poder económico y una presencia importante en cada departamento”, afirma Coca, para quien la defensa de la Autonomía es necesaria, así como de las otras conquistas universitarias.

Recuerda que en 1970 se realizó la llamada Revolución Universitaria, cuando en la UMSA el entonces docente Alipio Valencia Vega es desconocido por el rector, lo que provoca un gran movimiento estudiantil que termina con la destitución de todos los docentes y la convocatoria a concurso para su ingreso. Surge entonces el cogobierno paritario docente-estudiantil. “En ese entonces, había una diferencia brutal con el movimiento estudiantil de ahora”. Era un contexto político distinto, la Central Obrera Boliviana era poderosa, se había instalado la Asamblea Popular en el parlamento, el país iba hacia una transformación social y política de izquierda, lo que fue frenado por el golpe de estado de 1971.

El cogobierno “es la decisión soberana de docentes y estudiantes, pero su sentido fundamental es poner mayor preminencia en la parte más dinámica de la universidad (el estudiantado, ya que) este está libre de todas las presiones a las que está sometido el docente. El estudiante es el más interesado en que las cosas vayan bien, no tiene ataduras ni es conservador. Todas las reformas fueron impulsadas desde los estudiantes”, señala el ex dirigente Coca.

En cambio, agrega, “docentes y administrativos son el sector conservador de la universidad, es donde hay mayor predisposición a que los grupos de poder se concentren, sector que no quiere que se cambien las cosas y buscan que se mantengan sus privilegios. No significa que no haya una parte de los docentes que quiera cambiar la universidad”.

En ese marco, la asamblea se constituye en el principal mecanismo de organización y decisión del estamento estudiantil. En estos días la realización de asambleas fue puesta en juicio, así como se ha recalcado su obligatoriedad de asistencia debido a que ha sido en este escenario donde se produjo la tragedia de Potosí y, hace un año, también algo similar pasó en la Universidad Pública de El Alto, donde, por la aglomeración, 11 estudiantes cayeron al vacío muriendo siete.

Para Coca, la asamblea es “importantísima porque es un escenario de reflexión colectiva, donde las personas abandonan sus intereses individuales para pensar desde en común, donde se informa, se procesa la información y se toma una decisión” y, ante la consulta, admite que allí se producen manipulaciones y estrategias de grupo, donde, sin embargo, “mucho hace la madurez política del movimiento universitario. Si la asamblea o el movimiento estudiantil es básico, primitivo, entonces reflejará eso en la asamblea”.

 

El ex dirigente Ariel Román, durante una conferencia online en la que habla sobre el sistema universitario boliviano.

 

Un sistema en crisis

La Autonomía es cuestionada, así como el cogobierno docente estudiantil, además se criminaliza la asamblea mostrándola como espacio de acción político mafioso, la dirigencia estudiantil está en sus peores momentos, también hay desprestigio en el sector docente y lo mismo en la parte administrativa que opera con una burocracia infinita. Y esto ocurre en todas las universidades del sistema, un sistema universitario en crisis.

“Hay una crisis estructural en el país y la universidad no es una isla, hay un Estado que se pudre en la corrupción. No hay justicia, las instituciones de país están en una debacle: el Ministerio Público, Impuestos, Aduana, la Policía, todo en una decadencia total. Esa crisis se refleja en la universidad que es el reflejo del país”, señala el ex dirigente Coca.

“En la universidad mandan el estamento administrativo y el estamento docente. Estos dos, someten a su antojo al estamento estudiantil y se escudan en un supuesto cogobierno o en una supuesta democracia universitaria cuando son ellos mismos los que hacen y deshacen todo a su antojo”, señala Javier García Bellota, en una publicación en redes del espacio Escuela Crítica de Filosofía Política.

Coca asegura que la crisis afecta a todos los estamentos universitarios, donde las influencias y el parentesco resultan más importantes que los méritos. “Muchos logran el puesto por influencias de poder o son parientes de un Decano o autoridad… algunos piensan que si un docente muere el puesto debe quedar para el hijo o hija”.

“Indiscutiblemente hay un bajo rendimiento universitario”, agrega Román que asegura que Bolivia no es el único caso, sino que en Latinoamérica en general pasa algo similar. “Por las circunstancias socioeconómicas y psicopedagógicas, los estudiantes no terminan la carrera en los cinco años programados. Tienen que trabajar, atender la familia o no tienen la madurez emocional necesaria, eso lleva a que el promedio de permanencia en la universidad sea de 8 a 10 años”.

“Si la universidad y el gobierno tuviese realmente interés en mejorar esta situación, estudiaría las causas, que son las que he apuntado, circunstancias en las que se ha de sumar las condiciones que ofrece la universidad ¿Cómo se puede pedir un mejor rendimiento con aulas de 200 o 500 estudiantes? Peor cuando los docentes ingresan a dedo o por favor político o porque son parientes de la autoridad de turno. En ese escenario la mediocridad es una consecuencia inevitable”.

Además, hay acuerdos de conveniencia entre los estamentos a fin de permanecer en espacios de poder. Al dirigente paceño Quelali Calle ya no le correspondía ser el principal ejecutivo de la FUL de la UMSA, sabiéndolo, el actual rector Óscar Heredia igualmente lo posesionó, por lo que internamente se habló de una alianza, aunque tras el escándalo anunció un informe y una auditoría y más tarde que suspendía la entrega de dinero a la CUB.

Machaca recordó que, igualmente, “el rector de la Tomas Frías fue asesor del Comité Cívico de Potosí con Marco Antonio Pumari (opositor al gobierno) y que tuvo como equipo de campaña para su rectorado a la gente que ahora está detenida como responsables de arrojar la granada, los cuales tienen vínculos con el MAS, incluso con cargos en la gobernación de Potosí”. Al parecer el partido importa menos que la conveniencia.

Román señaló que los grupos de poder que se forman al interior de las universidades, que generan una relación prebendal, para prolongarse en el poder y asegurarse el usufructo de los recursos de la universidad, son tolerados por el gobierno, que los “admite y trabaja con estas roscas” porque eso le permite aplicar según qué políticas.

 

Escudos de las casas superiores del estudio integrantes del sistema universitario boliviano.

 

¿Qué hacer? Las respuestas

Frente a la crisis dirigencial evidenciada en los últimos días, existen medidas concretas y puntuales que se han llevado a cabo, mientras que hay otras que se mantienen en propuestas planteando soluciones a la situación del sistema universitario.

Por un lado, el CEUB anunció una auditoría para aclarar el caso del dirigente Max Mendoza; sin embargo, existe desconfianza de que no se realice, demore y se diluya el problema, tal como señala el diario Los Tiempos en donde el docente Víctor Hugo Chávez Serrano informaba que presentaría una denuncia penal contra Mendoza por los delitos de percepción indebida de recursos, conducta antieconómica, entre otros. Este 20 de mayo, Página Siete informa que ya fue presentada una demanda penal.

Se ha anunciado también que los rectores de las universidades estatales de Santa Cruz y Chuquisaca piden la expulsión de Mendoza.

Por otro lado, en varias universidades del país ya se registraron protestas del estudiantado para exigir la salida de los dirigentes longevos y la renovación en los liderazgos, aunque para el ex dirigente Román la solución no pasa por allí, ya que nuevos rostros aparecerían en un mismo sistema corrupto, por lo que hay que ver el tema de fondo.

“Si de la crisis universitaria se observa sólo las manifestaciones, no se encontrarán las razones últimas que es donde se debe atacar”, afirma Román.

Coca recuerda la revolución universitaria de 1970, donde fue el alumnado el que logró las reformas. “Ahora es el estudiantado el que debe empujar un cambio, una muestra de que esto es posible es la movilización del 2015 en Cochabamba”. Es secundado por Román que recupera también “la experiencia histórica”.

Este dirigente planea, además, una serie de medidas: establecerse mecanismos de revocatoria; orientarse hacia una reforma que vincule el proceso de enseñanza aprendizaje con la práctica; extender el cogobierno hacia el estrato administrativo, para establecer mecanismos de control de los recursos económicos y del poder de autoridades que lo usan para establecer un sistema de relación prebendal; y limitar el número de mandatos tanto para dirigentes como para autoridades, entre otros.

Antes de que se destaparan todos estos casos de corrupción y antes de que ocurriera la tragedia en la Universidad Mayor Tomás Frías, se tenía previsto que entre el 23 y el 27 de mayo de este año se llevara a cabo, en Potosí, el XIII Congreso Nacional de Universidades, que incluye a las 15 universidades estatales. Allí, replantearse su situación seguramente será un tema a tratar, además de recordar a las cuatro universitarias fallecidas en esos espacios.

Finalmente, tras un silencio de los principales ejecutivos de las FULes del sistema universitario, el principal dirigente Max Mendoza habría convocado a una reunión nacional de dirigencia universitaria a realizarse este jueves 19 de mayo. Con una demanda penal en su contra, amenaza de expulsión y un prestigio por los suelos, busca lograr apoyos para salir a flote o, quien sabe, una salida lo menos dolorosa posible.

Atrás