Resistencia popular y lucha por la democracia, las libertades y los derechos
1.- LA DEMOCRACIA.-
No hay democracia sin libertad e igualdad para todos. La libertad e igualdad (y por tanto una democracia plena), no serán posibles mientras persista una sociedad estratificada, piramidal y jerárquica, y predominen unas relaciones de producción que concentren la propiedad de los recursos, los medios de producción y la riqueza en pocas manos. Las razones son obvias, porque no puede haber igualdad si existen jerarquías de dominio de unos sobre otros; y tampoco libertad si existe alguna forma de sometimiento y exclusión.
Por eso en el sistema capitalista predominante, cuando el liberalismo en sus diferentes corrientes habla de democracia, en realidad está haciendo referencia a una ficción que también se han encargado de adueñarse para mostrar a la democracia como si fuera su principal logro y el atributo de su propiedad. Nada más falso, porque además pretenden restringir y limitar la libertad y la igualdad solo frente a la ley, siendo que para ejercerlas plenamente, éstas deben realizarse en todos los planos de la vida, y especialmente de las relaciones sociales que todos establecemos con el entorno.
Son estos principios fundamentales los que marcan el tipo de lucha a encararse por la democracia, porque definen y diferencian si lo que se busca es afianzar el poder del Estado sobre la sociedad y el dominio de unos sobre otros, o si lo que se quiere efectivizar en los hechos es cada vez menos Estado y más poder para el pueblo. En el primer caso, los esfuerzos se orientan a fortalecer el poder del Estado sobre la sociedad, y no a la inversa. Es decir, se trata de perpetuar el sistema (decadente y en crisis), limitándose (en el mejor de los casos), a un tipo de democracia meramente formal, de ejercicio representativo y acorde al statu quo y las jerarquías dominantes que impone el régimen liberal. En ese escenario por ejemplo, resulta incomprensible y subversivo plantear (menos atreverse a realizar), una democracia intercultural y descolonizadora, puesto que atentaría contra las bases mismas del tipo de democracia que quieren imponer. En el segundo caso, la democracia no es un destino cosificado y predeterminado (ideado para reproducir el poder en manos de élites dominantes), menos un listado de requisitos y formalidades para establecer una institucionalidad acorde al régimen imperante. En cambio, se trata de un instrumento fundamental de la sociedad, donde la libertad y la igualdad de todos no sea una ficción ni una utopía, sino un ejercicio permanente. Es decir, donde el poder efectivamente resida en el pueblo y el Estado responda a la sociedad. Es la única forma que hace posible efectivizar aquel principio constitucional de que la soberanía reside en el pueblo.
La democracia hoy en Bolivia es un fraude y una caricatura paradojal. Fraude, porque habiendo sido vaciada y despojada de su verdadero contenido, la han sustituido por el establecimiento de un régimen autoritario y confrontacional que se ha propuesto cercenar y menoscabar las libertades, los derechos, la participación social y la propia democracia. Y también es una caricatura paradojal, porque bajo el disfraz de una legitimidad electoral obtenida en las urnas, sólo le queda el denominativo de “democracia” que sostiene a un gobierno abusivo que prefiere imponerse por la fuerza, la venganza y el abuso de poder, a pesar y como si no tuviese aquella mayoría electoral que lo respaldó.
Ante la ausencia de nuevas ideas y el vacío de argumentos y propuestas que se limitan a repetir y copiar tanto el carácter confrontacional como el perverso y destructivo modelo extractivista y desarrollista abanderado durante 14 años; solo han tenido la ocurrencia imponerse por la fuerza de la brutalidad y la ineptitud. Ya no es el tiempo de las esperanzas expectantes por una reconducción del proceso, o de pacificación y reencuentro nacional; ahora se impone la razón de la fuerza, la represión y el autoritarismo.
Ese es el estado y la situación de la democracia en nuestro país actualmente; sin embargo, a los efectos de lo que queda por hacer no es el asunto más importante, porque lo que importa verdaderamente no es efectuar un análisis de caracterización, sino perfilar el tipo de democracia que se busca recuperar. Eso, según entiendo, debería ser uno de los motivos principales de preocupación y posicionamiento de la sociedad civil y los sectores populares.
2.- EL GOBIERNO.-
El régimen imperante en vez de responder y actuar en consonancia a la sorprendente e inesperada victoria electoral que le otorgó una oportunidad más para gobernar para el pueblo, decidió adoptar y someterse al carácter autoritario, confrontacional y vengativo que Evo Morales impone como lógica de gobierno. De esa forma no solo pierde la oportunidad de constituir una gestión con identidad propia y cede parte de su autoridad en favor de una tendencia polarizadora (rechazada nacionalmente), sino que (en vez de deshacerse), siembra y ayuda a propalar la semilla de la discordia, la división y la proliferación de tensiones y descontento, inclusive al interior de su propio partido de gobierno.
Confiado en el control de los cuatro poderes del Estado, el sometimiento de la justicia y el ministerio público, como de las propias fuerzas represivas (militares y policiales); así como en un respaldo de organizaciones sociales afines que son manipulados por el clientelismo, la prebenda y el pongueaje político; el gobierno de Arce Catacora ha decidido adoptar el mismo libreto autoritario y de abuso de poder para imponer sus arbitrariedades discrecionales. No toma en cuenta que el pueblo y la sociedad nacional ya no están dispuestas a aceptar nuevas imposiciones inconsultas, y que una vez movilizadas han logrado doblegar y dejar sin efecto medidas en proceso de imposición.
Falsamente persuadido de un poder total que no tiene, porque ni siquiera ejerce un liderazgo claro que no sea la sombra del mandamás que a toda costa quiere preservar Evo Morales, pero sobre todo despreciando y subestimando la capacidad de reacción y dignidad del pueblo; el gobierno de Arce Catacora hace prevalecer la represión, la amenaza, la venganza, la imposición y el abuso de poder como forma de gobierno. Ello, en vez de lograr amedrentar, reducir y someter a la población por el miedo, más bien despertó su coraje e indignación, hasta el punto de cohesionarla con la solidaridad y la movilización de todos los sectores que se sentían amenazados.
Su problema reside en que habiéndose puesto en evidencia que su autoritarismo es insuficiente para amedrentar y someter al pueblo, el gobierno de Arce Catacora también está cercado por la presión y el descontento de las propias fuerzas en disputa a su interior. Las mismas que ya no pueden disimular sus intereses de poder que, a no dudar, terminarán por dividir y fraccionar al “instrumento político”.
Sucede que una vez perdida aquella centralidad del liderazgo, la autoridad y el mando organizativo y de poder político que se encontraba en manos de Evo Morales, y desatadas las ambiciones y diversos intereses que ya resulta imposible controlar con la sola prebenda clientelar; el masismo está destinado a fracturarse, nada menos que por la irrefrenable codicia de Evo Morales por recuperar el poder y no resignarse a dar paso a nuevos enfoques y liderazgos. En esos términos, al provocar el faccionalismo, será el causante que pone en riesgo la continuidad y viabilidad a futuro de su propio instrumento político. La verdadera oposición política del gobierno es el propio Evo Morales.
3.- LA RESISTENCIA POPULAR Y LA OPOSICIÓN PARTIDOCRÁTICA TRADICIONAL.-
Luego de más de una década de resistencia y lucha por la recuperación de la democracia, es absolutamente claro que la verdadera resistencia nacional nunca fueron los inoperantes partidos políticos y, menos, sus candidatos funcionales que avalaron la inconstitucional y antidemocrática repostulación del autócrata, sino el mismo pueblo autoconvocado y organizado en las calles.
Previamente, los partidos políticos ya olían a cadáveres y eran una especie de zombies intrascendentes y fantasmales que fueron reinventados, revividos y reinstalados en el escenario nacional, por obra y gracia de la abusiva aprobación de la partidocrática y colonial Ley de partidos políticos que el MAS impuso con su mayoría de levanta manos.
Todas y cada una de las conquistas y victorias alcanzadas que se sucedieron como consecuencia de las movilizaciones insurgentes a partir del triunfo mayoritario del 21F de 2016, hasta las recientes que impidieron la imposición de normas antipopulares, han sido resultado exclusivo de la lucha y movilización autoconvocada de la ciudadanía y el pueblo, y de su voluntad pacífica pero inquebrantable expresada en las calles. Es más, el rol de los partidos políticos (reconstituidos por la ley masista como partidocracia que monopoliza y usurpa antidemocráticamente la representatividad de todos como el único canal para ejercer los derechos políticos), ha sido sistemáticamente rechazado y repudiado por el pueblo movilizado, para que no se inmiscuyan en las luchas y movilizaciones emprendidas, porque sencillamente se los identifica como funcionales instrumentos del abuso de poder y las más reaccionarias y antinacionales conductas que no representan al interés nacional ni al bien común.
Muy a pesar de ello y de la circunstancial como episódica emergencia de este movimiento, la resistencia ciudadana autoconvocada ha logrado una inédita forma de organización que ha derivado en incuestionables victorias contra el abuso de poder y el autoritarismo que quiso imponerse en recientes coyunturas históricas que el país tuvo que afrontar. Si bien este movimiento insurgente se origina en la indignación provocada por sucesivas medidas inadmisibles del gobierno (como la intención de construir una carretera por medio del TIPNIS y luego reprimir violentamente la justa y pacífica marcha indígena que la rechazaba, o el intento por imponer un gasolinazo); lo cierto es que a pesar de no haber alcanzado un grado de organicidad más permanente, en cambio, es resultado cada vez más consciente de un proceso de acumulación de fuerzas que han permitido sucesivas victorias frente al autoritarismo, el abuso de poder y las tentaciones totalitarias de los gobiernos que se han sucedido.
Ahora bien, existe otro tipo de oposición que está representada esencialmente por el comiteismo cívico (salvo excepción de Potosí eventualmente), una significativa parte de la partidocracia tradicional y algunas plataformas ciudadanas. De ellos, al no haber podido treparse a alguna sigla partidaria o cargo público para reciclarse y realizar sus mezquinas aspiraciones, en realidad se caracterizan por el oportunismo político y su permanente ambición por acceder al poder, hecho que constituye su principal motivo de acción política.
Se trata de un conglomerado social de clases medias conservadoras y reaccionarias, muy afín a aquellas élites empresariales y latifundistas desplazadas que, abanderando la restauración republicana y neoliberal con base en un variante del mismo modelo desarrollista y extractivista salvaje que se ha impuesto en el país; pretende constituirse en la oposición política nacional para disputar y recuperar el poder político perdido. En sus sectores más extremos y radicales, expresan una importante carga discriminadora y racista respecto de los sectores populares e indígenas del país (que peyorativamente identifican como hordas salvajes y cosas peores). Por su inclinación autoritaria, están alineados con fuerzas golpistas, por lo que organizan y forman parte de grupos de choque paramilitares que han sido protagonistas en acciones de violencia y enfrentamiento en varias circunstancias en el pasado reciente.
Esta oposición, frecuente beneficiaria y aliada funcional de diversos actos y medidas gubernamentales que, a título de ampliación de la frontera agrícola, cambio del uso del suelo, incentivos a la producción y explotación de los recursos naturales, o la apertura de áreas protegidas y territorios indígenas a la exploración y explotación hidrocarburífera, etc., mismos que les permitieron pingues negocios y grandes ingresos a costa de la destrucción de la naturaleza, los bosques y el patrimonio nacional; también dicen defender y luchar por la recuperación de la democracia. Sin embargo y en el mejor de los casos, precisamente por compartir y formar parte de los intereses económicos y el enfoque de desarrollo salvajemente extractivista que se ha impuesto en el país; esta oposición sólo y exclusivamente aspira a restablecer los aspectos formales de la democracia, cuyo límite no sobrepasa (en su más delirante versión), la democracia representativa, una precaria institucionalidad que aparente la vigencia de un estado de derecho, y unas reglas de juego liberales que les permitan continuar esquilmando y enajenando el patrimonio nacional. Mejor si se retorna y restaura la forma de estado republicano monocultural y homogéneo. Es decir, a este tipo de oposición, le basta y sobra que el país les devuelva sus privilegios y retroceda a un estado democrático formal en el que puedan seguir medrando del Estado y, en lo posible, tener oportunidad para detentar el poder político.
4.- ESCENARIOS POSIBLES.-
En este contexto, los escenarios posibles de desenlace a futuro son los siguientes:
a) Como sucede hace varios años, el país podría continuar en la lógica confrontacional estéril e inconducente impuesta por el masismo, puesto que así distrae y desplaza el tratamiento de los verdaderos problemas y deudas históricas acumuladas que están agobiando a la mayoría del país. De esa forma, al imponerse una agenda de disputas y rencillas a cuál más escandalosas que dejan al margen los asuntos nacionales de fondo que preocupan a la población; también se deja de lado el abordaje de lo que está sucediendo con la democracia, pero sobre todo del tipo de democracia que en los hechos se heredará a futuro. Es decir, que en vez de producirse aquel avance ofrecido y esperado para que la democracia al menos no retroceda en sus conquistas y cumpla lo establecido constitucionalmente, sucede que en realidad se envilece y distorsiona, para imponerse un régimen autoritario, cada vez más distante del pueblo y la propia democracia.
b) Dado el inocultable retroceso, conculcación y pérdida sistemática de derechos y libertades que, aunados a la corrupción, el abuso de poder y el sometimiento de los cuatro poderes que provocan un estado de completa inermidad e indefensión en la sociedad; sucede que se termina por perder todo horizonte de realización, para conformarse con recuperar aquellos mínimos estándares de convivencialidad, libertad y derechos básicos. Es decir, que antes de seguir perdiendo más democracia, libertades y derechos, se prefiere abandonar las luchas y conquistas emprendidas, para limitarse a restablecer una democracia de mínimas condiciones y garantías de desempeño ciudadano. De esta forma se contribuye a reciclar el régimen y las cíclicas prácticas de disputa por el poder, y también se afecta la oportunidad para profundizar el ciclo de resistencia y las luchas emprendidas por diversos movimientos sociales que ya han hecho patente el estado de disponibilidad y ascenso en el que se encuentran. Este escenario no solo sería compatible a los intereses de sectores privilegiados que han sido desplazados del poder, sino que constituye su aspiración restauradora más importante.
c) En consonancia al estado ascenso y movilización que inclusive ha logrado desbaratar, hacer retroceder y anular medidas que el gobierno pretendió imponer con el uso de la violencia, la represión y la fuerza, se decide encarar una nueva fase de demandas y luchas, orientada ya no solo a una recuperación abstracta de la democracia, sino a la búsqueda de su profundización, con base en la construcción de un movimiento alternativo independiente y popular, clara y explícitamente diferenciado de los sectores neoliberales reaccionarios, así como del populismo autoritario y confrontacional que únicamente están empeñados en interminables disputas por el poder. Este escenario de posibilidad cuenta a su favor con un largo proceso de acumulación de fuerzas que se ha originado en la sucesiva intención por imponer medidas antinacionales, antipopulares e inclusive anticonstitucionales desde hace más de una década. Además, también tiene a su favor el agotamiento del modelo desarrollista y salvajemente extractivista que busca reciclarse nada menos que bajo una lógica depredadora a la que ya no le queda nada por seguir enajenando y esquilmando, así como el inocultable faccionalismo y división que está provocando profundas disputas internas que, muy al contrario de amainar, más bien se han agudizado a medida que pasa el tiempo. Es decir, se está produciendo un proceso de maduración de condiciones que podría derivar en un avance en las luchas por la democracia, las libertades, los derechos y la igualdad.
5.- CONSIDERACIONES FINALES.-
La dinámica de los acontecimientos y los hechos sucedidos desde por los menos el año 2011, demuestran que no se han producido ningún tipo avances ofrecidos (o inclusive establecidos constitucionalmente) respecto de la democracia; sino que por el contrario se han perdido y conculcado muchas libertades y derechos, como consecuencia de la sucesión de gobiernos autoritarios y represivos de los últimos años.
A la par, también hemos podido comprobar que el abuso de poder, la represión, la sistemática amenaza y amedrentamiento, y el manejo autoritario del gobierno que se pensaba que iban a terminar sometiendo y atemorizando al pueblo; en cambio, tuvo la virtud de despertar nuevamente el coraje, la dignidad y la fuerza que volvieron a movilizar masivamente a diversos sectores sociales, logrando primero romper un largo cerco militar, represivo e intervencionista ejercido sobre ADEPCOCA, e inmediatamente después, dejar sin efecto normas y medidas antipopulares que tuvieron que ser anuladas.
El estado de predisposición, rebeldía y movilización que continúa latente frente a los impulsos autoritarios, despóticos y abusivos del gobierno (basta ver las movilizaciones cotidianas en diversos lugares del país por ejemplo), constituyen el factor fundamental de contrapeso, desequilibrio y correlación de fuerzas favorable que, interpelando la falta de atención e inoperancia del gobierno, puede constituir un factor fundamental de lucha y nuevas conquistas a futuro.
Por estas razones que entrañan indiscutibles conquistas alcanzadas al margen de la disputa confrontacional inducida por el gobierno, cabe preguntarse si vale la pena permanecer entrampados en la misma lógica, sabiendo adicionalmente que ha sido un esfuerzo inútil, inconducente y muy desgastante a lo largo de los años.
Las últimas movilizaciones y conquistas parecen dar la pauta. No solo han mostrado un estado de descontento e insurgencia, sino la certeza de que una causa justa con argumentos correctos e irrebatibles; constituyen la herramienta certera para derrotar a la mentira, el abuso de poder, la manipulación, el autoritarismo y la violencia. Que la unidad del pueblo alrededor de una causa, no es lo mismo que una junt’ucha de intereses discordantes y diversos que persiguen otros fines alejados del bien común. Que las verdaderas causas que originan luchas victoriosas del pueblo, no son ni tienen nada que ver con las disputas confrontacionales que entrampan interminablemente al masismo con su oposición partidocrática funcional. Que lo que el país reclama no es una oposición contra el gobierno, sino una alternativa para atender y resolver los profundos problemas que arrastra y sufre.
En fin, que para avanzar en el camino de nuevas conquistas, se hace indispensable construir un movimiento alternativo, popular, independiente y claramente diferenciado del masismo confrontacional y de la oposición partidocrática tradicional, que por supuesto se plantee superar los estrechos límites de la democracia formal y meramente representativa de un liberalismo caduco, ya históricamente superado.
Otra vez el pueblo tiene la palabra, y quizás en vez de seguir escuchando y sirviendo de caja de resonancia a una oposición funcional y cómplice del autoritarismo, más bien deba orientar su atención a los claros mensajes de los sectores populares movilizados, que a tiempo de habernos devuelto la seguridad y la recuperación del coraje frente al miedo, también han permitido nuevas celebraciones por las conquistas alcanzadas.
(*) Sociólogo, boliviano. Abril 21 de 2022.