El pez y el político son seres que mueren por su propia boca

Carlos Echazú Cortez

Una de las campañas propagandísticas más grandes de los últimos tiempos en Bolivia ha sido aquella que acusó al presidente Evo Morales y al MAS haber realizado un «fraude monumental» en las elecciones del 20 de octubre. Al más puro estilo goebeliano, se repitió esa mentira mil veces, por todos los medios de comunicación, día y noche, sin sentir la más mínima necesidad de sustentarla en algún indicio o prueba, incluso antes de que se produjera la misma elección. La falsedad cobró mayor fuerza aún cuando se hizo público aquél infame informe preliminar de la ONU, que sin el menor rigor profesional «encontró» irregularidades en su auditoría del cómputo electoral, expresado a la medida para que fuera interpretado luego como el sustento del tan bulladamente anunciado «fraude electoral».

De ese modo, se dejó entonces «establecido» que el MAS no pudo haber obtenido aquél 47 % y más que le otorgaba el cómputo del vilipendiado Tribunal Supremo Electoral.

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Con ese dizque fundamento, se anularon las elecciones del 20 de octubre, y se inicia una nueva campaña electoral, con una nueva y curiosa campaña mediática. Ahora se llama a la «unidad del pueblo boliviano» para conformar un frente de unidad para que enfrente al MAS en las nuevas elecciones. Los esfuerzos que se despliegan en este sentido son sorprendentes, pero además, muy reveladores.

Por un lado, son sorprendentes puesto que se ha desplegado toda una serie de medidas para presionar a todos los frentes y actores políticos para que se unifiquen alrededor de la candidatura del que hoy gobierna Bolivia, detrás de bambalinas, vale decir Luís Fernando Camacho. Las medidas van desde exhortaciones a la Unidad hasta verdaderas amenazas al más puro estilo mafioso. Se dice entonces que, «el que no va por la Unidad es un traidor a la patria«. Con esas mismas frases interpelaron agresivamente a Carlos Mesa hace unos días atrás en las inmediaciones del comité cívico cruceño. Y en ese marco, quien puede dejar de recordar que Camacho, al igual que Pablo Escobar, recomendó anotar en una lista los nombres de los traidores.

Entonces hay una intensa campaña porque se estructure un frente unitario para enfrentar al MAS. Lo revelador de esto es que esta campaña está expresando implícitamente, el reconocimiento que el MAS es una fuerza electoral de tal envergadura, que sus oponentes para vencerlo, necesitan unificarse en una sola candidatura. Un simple y elemental razonamiento al respecto, dice entonces que las fuerzas están aproximadamente «fifty fifty» (mitad y mitad). Eso, y nada más que eso, significa la consigna que para derrotar al MAS debe haber un frente unitario de los demás partidos. Entonces uno recuerda su anterior campaña mediática: ¿No era que el MAS para ganar las elecciones del 20 de octubre con un 47 % de los votos realizó «un monumental fraude»?

Si fuera cierto que el MAS ganó el 20 de octubre con «un monumental fraude» entonces ¿qué necesidad tienen de desesperarse porque se unifiquen las diversas opciones políticas en un solo frente electoral para enfrentar al MAS?. Esta vez, se supone que «el límpido y transparente» Tribunal Electoral que ellos están conformando velará porque no se realice el «monumental fraude» que «se realizó» el 20 de octubre. Consiguientemente el MAS verá monumentalmente reducida su votación. ¿Cuál es su preocupación entonces? Además, es de suponer que el «reconocimiento» de la población en torno al fraude que hubiera realizado el MAS, menguará su votación aún más. Mayor razón para que no se preocupen por eso.

El hecho es, sin embargo, que su preocupación tiene razón de ser puesto que ellos saben que el mentado fraude, lo inventaron ellos. También saben que la población sabe que el fraude lo inventaron ellos. De ahí su preocupación. El pez y el político mueren por su propia boca.

Carlos Echazú Cortez

Paceño nacido en 1964. Graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Uppsala en Suecia. Se ha desempeñado como docente universitario en varias universidades públicas y privadas del País. Ha dictado cátedra en las materias de Historia de Bolivia y Ciencia Política. Es autor de dos ensayos político-históricos sobre el “Estado y dominio de clase” y “Estado y clases dominantes en Bolivia”. Ha escrito también un manual crítico en métodos de investigación denominado “Crítica al método y método crítico”.

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