La noción de Pusini en el último Heidegger
“Abrirse a la inmensidad del cielo y a la vez arraigar
en la oscuridad de la tierra; que todo lo florecido sólo
florece si el hombre está igualmente disponible, tanto a
la llamada del cielo altísimo como, al mismo tiempo, acogido
bajo la protección de la tierra que lo porta y lo sostiene.”
Martin Heidegger
Brevísima lectura de la Lectura heideggeriana del pensamiento occidental
El último Heidegger resalta los impactos y efectos del proyecto occidental en los siguientes Indicadores: el olvido del ser, el oscurecimiento del mundo, el virus de la ciencia, la huida de los dioses, el peligro de la técnica, la masificación del hombre: la muerte de dios y el nihilismo y, como efecto de todo ello, la tierra devastada y, al mismo tiempo, el mundanear del mundo.
El fárrago de su escritura tiene que ver con el primer Heidegger: sus deliquios respecto del ser y el estar: el ser-ahí: Sein und Zeit, 1927; es decir, la actualización de sólo el tiempo, la potencialización del espacio y el olvido del Werden. La cagada: su adscripción al Nacional Socialismo. Todo ello lo podemos empaquetar diciendo que, en su lectura de la historia del Sein, evidencia, lúcidamente, la primacía de las energías fermiónicas, a nivel de la civilización occidental. Esto es el patriarcado monoteísta, la metafísica y la ontología. Su eclosión emblemática fue el Tercer Reich, cierto, pero he aquí que ello no es un acontecimiento solamente alemán. Es el espejo en el que debemos mirarnos todos, pues las energías fermiónicas nos constituyen a todos. Virtualmente, todos tenemos, latente, un nazi dentro de nosotros[1].
Pero he aquí que, también todos, estamos constituidos por las energías bosónicas y éstas se expresan en el Animismo y, en el último Heidegger, también van aflorar estas energías sobre todo a partir de Beiträge zur Philosophie, 1989 [2]. Las sociedades animistas son, igualmente, el espejo en el que debemos mirarnos todos, pues las energías bosónicas nos constituyen a todos. Virtualmente, todos tenemos, latente, un animista dentro de nosotros. La dialéctica Monoteísmo-Animismo [3] : función Partícula-Función Onda, es de naturaleza cuántica o, si se prefiere, su modo de empleo es de factura alquímica.
El Vivir Bien, pues, es un asunto de dosificación de los ingredientes básicos que componen el Átomo: la función Onda y la función Partícula; mejor dicho: la Onda contiene Partícula y la Partícula, Onda; dicho de otra manera: la Energía es Masa sutil y, al revés, la Masa es Energía densa [4]. Sé que, lo dicho, hace crujir el Principio de no Contradicción: pero, he aquí, que éstos, ya son otros tiempos. La metafísica y el monoteísmo quedan atrás, intelectualmente hablando, aunque seguirán latiendo como energía fermiónica.
El Heidegger que me interesa, ahora, es el bosónico; el que se acerca y coincide con el pensamiento andino. Estoy a favor de todo lo que une y concuerda; sobre todo lo que “concuerda contrarios”, como escribiera Teresa de Ávila en su autobiografía.
Ahora bien, esta faceta se me devela, personalmente, cuando el Maestro de Alemania distingue entre Sein y Seyn: una forma más primigenia e integral que le aproxima a la noción animista presocrática de physis y a la noción aymara de pacha del mundo andino, de sabor más orgánico y menos ontológico o, sencillamente, nada ontológico. En efecto, no existe el verbo ser en lenguajes aglutinantes amerindios y tampoco escritura alfabética. Lo que hay es una rica semiosis total: todo remite a todo, en infinitos soportes, accesibles a todos, democráticamente. La noción heideggeriana de Arte se aproxima pálidamente a la hiper-instalación ritual andina. Un poema de Hölderlin, por poner un ejemplo, no se deja bailar como un bolero, que también es poesía, no sólo para la mente.
Pero, es en el tachado, con la Cruz de San Andrés: X, de la palabra Sein[5], donde emerge Seyn: la Chaqana, X, que relumbra en el diagrama de Santa Cruz Pachakuti Yamki
y que el paisano de la Selva Negra va a llamar Geviert: Pusini, en aymara, Tawantin en quechua y Cuadrante, Cuaternario o Tetralidad, en castellano. He aquí el Pusini heideggeriano:
Divinos
|
Cielo |
Mortales
|
Tierra |
El tenebroso error de la metafísica es que ha pensado el Ser: función Partícula, sin el Werden: función Onda. La historia (patriarcal) de la filosofía pone el énfasis en los filósofos ontológicos y metafísicos: Platón, Aristóteles, Maimónides, Averroes, Santo Tomás…: los filósofos “serios”, y minimiza y hasta ridiculiza y neglige a los filósofos epicúreos, estoicos, pitagóricos, eclécticos…: los filósofos “perros”, hualaychos, “débiles”… que privilegian el Werden: la vida: el aquí y ahora: carpe diem; lo relativo, probable y contextual; lo matriarcal, por así decir. Es, por ello, significativo que el último Heidegger relea y recomiende a Nietzsche e interprete, meditativamente, a Hölderlin: dos críticos incisivos de la deriva calamitosa del Sein, uno: feroz, hasta la locura; el otro: tierno, también hasta la locura.
¿Qué es el Seyn? ¿La complementariedad de Sein y Werden? Si así fuera, como sugiere el autor de Holzwege (en cualquier caso: ésta, es mi lectura) entonces el Seyn se graficaría mejor como el Ovalo central del diagrama Yamki o el Ain Sof del Árbol sefirótico, que contiene l
a complementariedad de opuestos: el andrógino: el Tercero Incluido, que derivan de la lógica energética de lo contradictorio.
Digámoslo rápido: la complementariedad de Monoteísmo: sein (“Yo soy el que soy”), y Animismo: werden (“Yo llegaré a ser el que fuere”) que Heidegger empieza a barruntar de la mano de la poesía[6], como luego veremos.
En cualquier caso, la lección que yo aprendo es que no se puede pensar el Werden: energías bosónicas, con el utillaje conceptual y, sobre todo, lógico del Sein: energías fermiónicas. No se puede pensar el cosmoteísmo, monoteístamente; lo matriarcal, patriarcalmente. Eso lleva siempre a la hecatombe. No, por lo menos, después de Einstein, Planck, Heisenberg, de Broglie y, sobre todo, Lupasco. Le debemos, en todo caso, al pensador de Todnauberg el haber graficado, abigarradamente, la errancia y deriva catastrófica: espiritual, política, económica y ecológica-mente, de la apuesta del pensar occidental por el Sein, es decir, por la abstracción esencialista: monoteísta y patriarcal, cuyo cogollo es la ciencia; su aplicación es la técnica y cuyo dispositivo o Gestell, a su vez, es el complejo militar-industrial de las “democracias” occidentales. Hablan de paz, públicamente, y venden guerra, por debajo de sus curules.
Ahora bien, donde termina el mayor pensador del Occidente moderno: postulando el Geviert, como forma mentis para pensar un post-metafísico “habitar poético sobre la tierra”, empezó hace milenios el pensamiento andino, inscribiendo sobre la tierra una Chaqana para posibilitar un “vivir bien” de estructura geométrica y, por tanto, fractal, como muestra el siguiente geoglifo de las pampas de Nazca.
Ser y Tierra
Tal vez, con estos dos conceptos podemos graficar el arco que separa y une a la metafísica y ontología occidental con el pensamiento andino, en este momento de peligro: de transición, que vive la humanidad. Por de pronto, dejemos de lado la otra polaridad occidental: la semita: “Dominad la tierra” [7]. Ambas, como sabemos, han posibilitado la actual devastación de la Tierra.
El olvido del ser, la tierra devastada y el virus de la ciencia
La relación entre Ser y Tierra ya aparece en su Introducción a la metafísica. La denomina: “la decadencia espiritual del planeta” [8]. En ese texto, Heidegger vincula directamente el olvido de la pregunta por el ser con los efectos resultantes de esa amnesia, a saber: el oscurecimiento del mundo, la huida de los dioses, la destrucción de la tierra, la masificación del hombre y el odio que desconfía de cualquier acto creador y libre.
En ese mismo texto, distingue entre Naturaleza, como ámbito de los procesos naturales, y Physis[9], que significaba originariamente “el cielo y la tierra, la piedra y el vegetal, el animal y el hombre, la historia humana, entendida como obra de los dioses y, finalmente, los dioses mismos, sometidos al destino”. Primer anuncio del Geviert.
Esta distinción entre Naturaleza y Physis indica, por lo menos, dos cosas: por un lado, la reducción que ha sufrido la noción de Naturaleza, en la modernidad, al punto de haberse convertido en lo que Heidegger llama: “un depósito de energía” y, por otro lado, la “amplitud” que entrañaba la palabra Physis en la cual, tanto los elementos naturales no vivientes, como los seres vivos, la historia de los hombres, al igual que la de los dioses, interactuaban entre sí. Nada raro que, esta búsqueda de integralidad holista, sea la que subyace en la insistencia heideggeriana de retomar, esta vez, la pregunta por el Seyn. Otro hervor, más complejo.
No debe, pues, sorprendernos su crítica a las ciencias y específicamente, en este caso, a la biología. Las ciencias, en efecto, tienen que ver con el Olvido del Ser y, por ende, pertenecen al ámbito de la esencia de la Técnica. En Aportes a la filosofía, Heidegger se pregunta, si acaso, ¿“la biología no destruirá todo lo «viviente» y no impedirá nuestra relación fundamental con ello: lo viviente”?
Lo que el pensador de la Selva Negra parece sugerir es que una experiencia más prístina con los seres vivos ha de buscarse en una meditación que, tomando distancia del pensar unívoco y cuantificador de la ciencia, pueda abrirse a un nuevo y diferente vínculo del hombre con la naturaleza. Para ello, el pensar meditativo, agradecido: denken/danken, deberá considerar que la Madre Tierra, ahora reducida a “una única gigantesca estación de gasolina”, o, a lo sumo, a un “paisaje” y ocasión de ocio para turistas, sólo podrá recuperar la dignidad de su misterio, si vuelve a ser considerada como un ámbito no separado de la existencia de “los mortales” y de la manifestación de “los divinos”. Reparemos cómo el último Heidegger evita los sustantivos y el singular.
Con otras palabras: eso significaría volver a considerarla como Physis: Seyn o Pacha: la complementariedad de dos energías antagónicas. Aquí, qué duda, se junta y coincide con el pensamiento indígena. Esta idea, por cierto, disgusta a sus discípulos progresistas. El Animismo, para ellos, es una etapa que hace milenios el Occidente cristiano ya ha superado. Petulante ilusión. Toda la data de la vida, late. No periclita. Adonai Sebaot, el Señor de los Ejércitos o también el Dios de las batallas, Isaías, 28:29, comanda, ahora, columnas de tanques Merkava y flotillas de F-16 en Oriente próximo. No es un dios volcánico ya periclitado. Para nada. El tiempo, separado del espacio, fabrica ilusiones progresistas. El universo pulsa.
La técnica, el peligro y el welten der Welt: el mundanear del mundo
En Superación de la metafísica, Heidegger distingue entre: “simplemente sacar provecho de la tierra” y “acoger la bendición de la tierra y edificar la casa de la ley de este acogimiento con el fin de guardar el misterio del ser y velar por la inviolabilidad de lo posible”.
Teniendo en cuenta esta alternativa, se puede afirmar que el provecho y la explotación indiscriminada que, de la tierra, ha realizado el homo occidentalis se corresponde con la esencia de la Técnica que “determina la relación del hombre con lo que es”.
En La pregunta por la técnica, Heidegger afirma que la esencia de la técnica descansa en el Dispositivo: Ge-stell y que, en última instancia, como que su prevalencia perteneciese “al destino”: al Ge-schick. Dicho Ge-stell, si bien es un dispositivo que permite desenterrar lo oculto: una weise des Entbergens, tiene la peculiaridad, sin embargo, de reducir a la Naturaleza a mera proveedora de enseres y mercancías: Bestand: stock. Cosificación. Ahora bien, he aquí que, en este caso, no sólo el ámbito natural queda desfigurado y dañado, sino también el mismo hombre que se ha convertido en un demandante de objetos y mercancías: en un “solicitador de existencias”: en un consumidor y cliente. Dicho con otras palabras: en un cómplice co-rresponsable de la devastación de la tierra. Es decir, él también termina cosificándose como un objeto disponible y descartable. En el patriarcado, piramidal por diseño, la esclavitud no periclita; cambia de empaque y etiqueta. De este modo, lo que Heidegger denomina el “peligro supremo”, nos indica que dicho Ge-stell: la Técnica, “deforma el resplandecer y prevalecer de la verdad”.
Ahora bien, la posibilidad de encontrar una “salvación” que esté en condiciones de liberar y, por ende, de devolverle la dignidad, tanto al hombre alienado, como a la naturaleza unidimensionada, reducida y cosificada, no implica elaborar una estrategia negacionista frente a lo técnico. No se trata, pues, de eludir o condenar el mundo técnico como si se tratase de algo demoníaco ya que, en última instancia, él mismo es un modo más de la Alétheia. Por ello, la referencia al dictum de Hölderlin: “Donde está el peligro, crece también lo que salva”, nos indica que la gracia de lo que salva también se puede ocultar en la esencia misma de la Técnica. En esto reside su ambigüedad y contradicción. Si dirigimos la mirada a la “esencia ambigua de la técnica”, también podremos descubrir “la constelación, el curso estelar del misterio”. Todo, contiene a su contrario, desde un punto de vista cuántico. Heidegger se va a alejando del Principio de Identidad. Lo que no sospecha, empero, el ex novicio de la Compañía de Jesús, es la tecnología operativa de cómo habérselas con la ambigüedad y la incertidumbre; tecnología que dominan yatiris y chamakanis y él vislumbra en Das Ding. Volveré sobre ello, enseguida.
Sea como fuere, lo cierto es que el peligro de la esencia de la Técnica se encuentra relacionado directamente con la devastación de la Tierra. He aquí, pues, el gran desafío para un pensar responsable: vislumbrar el peligro/salvación, tanto en la Kehre del olvido del Ser como en el Cobijo verdadero: Wahrnis, del Seyn, pues es, entonces, cuando el mundo acaece; no es.
De este modo, se puede entender cómo se articula el peligro, que conlleva la esencia de la Técnica, con la posibilidad de un Kuti, un viraje: una Kehre, una inflexión, a partir de la cual, desde una nueva revelación de la verdad del ser: Aletheia, pueda manifestarse el “mundanear del mundo”. A dicho welten der Welt, Heidegger lo concibe como “el juego de espejos de la tetralidad: el Geviert de cielo y tierra, de divinos y mortales”. No otra, por cierto, es la función de los espejuelos que portan los sombreros de los quechuas del Norte de Potosí: espejar la simetría del mundo, como nos lo mostrara Tristan Platt en Espejos y maíz [10].
Pensar y habitar como cuidado de la tierra
Podríamos interpretar el Ge-stell técnico como lo opuesto de la Physis / Seyn y preguntarnos por su posible complementariedad. En efecto, para Heidegger “en el Ge-stell: el Dispositivo, observamos un primer e insistente destello del Ereignis: el acontecimiento” y ello “constituye la esencia del mundo técnico moderno”. Así, pues, en sincronía con dicho destello, podemos atisbar una nueva epifanía de la naturaleza, porque… “¿Quién ya ha decidido que la naturaleza, como tal, tenga que seguir siendo siempre la naturaleza de la física moderna?”. Es obvio que Heidegger no conoce todavía la física cuántica. ¡Extraña ignorancia, para un Herr Professor!
Ahora bien, si a partir de un primer destello del Acontecimiento, Ereignis, en el Dispositivo, Ge-stell, de la constelación técnica, podemos comenzar a experimentar y comprender un sentido más holista y fractal de la Tierra, considerada como Physis / Pacha, esto implica que la misma pasa a formar parte del mundanear del mundo, es decir, de la Tetralidad de cielo, tierra, mortales y divinos: del Pusini. De este modo, el pensamiento occidental, por boca del Maestro de Alemania, coincide con el Animismo, amerindio en este caso [11].
Prosigamos los pasos por el bosque, del caminante de la Selva Negra. ¿Cómo se vuelven a integrar los hombres en el “mundanear del mundo”, en el Tawantin? ¿Cómo se transfigura el homo occidentalis, de mero Bestand: objeto-mercancía, animal racional, en Tierra: humus: adamah: “tierra que piensa y siente, contempla y observa”: Atawallpa Yupamqui? Pues, complejizando su inteligencia racional hacia una inteligencia ecológica, una inteligencia emocional y una inteligencia espiritual. Dicho en palabras de Heidegger: de lo que se trata es que “los seres vivos racionales tienen, antes, que devenir en mortales”. ¿Cómo? “Aprendiendo a habitar la tierra”, como le enseña Hölderlin. El olvido del Sein: la gran hybris europea, conlleva el olvido del habitar: del morar y demorarse: ir lento.
Así, pues, sólo un pensamiento cordial, contemplativo, con ch´uyma, podrá bosquejar el aprendizaje de un nuevo “morar poéticamente sobre la tierra”. ¿En qué consiste, empero, la esencia del habitar? “El rasgo fundamental del habitar es el cuidar”. Por tanto, cuando los mortales habitan, cuidan [12], de un modo integral, la Tetralidad del mundo: das Geviert. Ya que “los mortales habitan, en la medida en que salvan la tierra”.
¿Cómo hemos de considerar aquí la palabra «salvación»? En La pregunta por la técnica, la salvación está relacionada con un des-ocultamiento primordial que lleva a emparentar Téjne con Poíesis. En Construir, habitar, pensar, la salvación está vinculada a la adquisición de un nuevo vínculo con la Tierra. De este modo, la salvación de la Tierra adquiere relevancia en el cuidado del Pusini, es decir, de la integralidad. Reduccionismo, cuantificación y unidimensionalidad: la Técnica, justamente, van teniendo menos relevancia.
Cuando Heidegger afirma que “los mortales habitan en la medida en que salvan la tierra”, aquí “salvar la tierra”, que remite al cuádruple Cuidar, posee las siguientes significaciones: primero, “arrancarla de un peligro” y, luego, “dejarla libre”: dejarla fluir hacia su propia mismidad. En el primer punto, el peligro está representado por la maquinación del hacer por hacer que convierte al mundo en una gran fábrica que desfigura la Tierra, tornándola en un basurero, un desierto y una cloaca. En el segundo punto, se dice que el hombre debe dejar a la tierra ser ella misma, como hacen, por ejemplo, los amerindios. “Dejar ser a la tierra”: freilasen, significa que la Tierra: “sirviendo sostiene, floreciendo da frutos; expandiéndose en peñascales y pantanales, se abre en forma de plantas y animales”.
En este sentido, “dejar libre a la tierra”, franquear una nueva epifanía de la Pachamama [13], se articula como una triple tarea.
En primer lugar, el “dejar libre” atañe a la relación del Hombre con la Técnica y, a saber, de un modo contradictorio. Se trata de decir, “simultáneamente, sí y no, a los objetos técnicos”. Esto significa, dejar “entrar los objetos técnicos en nuestro mundo cotidiano”, pero, al mismo tiempo, “tomar distancia”, “mantenerlos fuera, o sea, dejarlos descansar en sí mismos como cosas que no son algo absoluto, sino que dependen, ellas mismas, de algo superior”. Heidegger designa lo contradictorio: afirmar y negar (el mundo técnico) con la palabra Gelassenheit que se puede traducir, en buen castellano, como Dejamiento y el deixamento, como nos lo enseñaran los Alumbrados sefardíes del siglo XVI, produce serenidad: quietud [14]. Desde el punto de vista lógico, sin embargo, Heidegger está postulando nada menos que el Principio Contradictorio sobre el que, por cierto, se basa el Animismo (incluido el animismo judeo-cristiano: mística y qabbalah). Con otras palabras, el último Heidegger tantea relativizar, tímidamente, los Principios de Identidad y No contradicción, sobre los que se basan, justamente, la ciencia y la técnica occidentales.
En segundo lugar, el “dejar libre al ser” conlleva el cuidado de la Tierra y, a saber, no de un modo extrínseco, sino, desde lo que Heidegger denomina la “específica naturalidad de la naturaleza”; sea, ello, desde la experiencia corporal, sea desde la esencial vincularidad del ser humano con los seres vivos no humanos. Este “dejar libre”, por un lado, descompone la faceta técnica y maquinal que mantiene “cautivas” a las cosas y, por otro lado, permite que las cosas se abran hacia la complejidad e integralidad del Pusini y cuya Gestell es la Chaqana.
Finalmente, en tercer lugar, el “dejar libre” nos remite a que el “salvar la tierra” ofrece a los mortales la posibilidad de encontrar un camino que nos conduzca a un nuevo arraigo: a un hölderliniano “habitar poéticamente sobre la tierra”. El “dejar libre”, que se vincula con la serenidad para con las cosas: dejar que fluyan, nos abre al sentido oculto del mundo técnico. Dicho sentido, lo llama Heidegger: la “apertura al misterio”. De modo que la recíproca pertenencia a la serenidad para con las cosas y a la apertura al misterio de la técnica, “nos abren a la perspectiva de un nuevo arraigo”. Con otras palabras: el nuevo arraigo, el nuevo morar, habitar, es el Tercero Incluido de la complementariedad de Sein y Werden: Seyn. Lo que llamamos, en Bolivia, justamente, el Vivir Bien, como cuidado de la Pachamama [15].
La tetralidad heideggeriana
El concepto de Geviert es desarrollado en su ensayo sobre la noción de cosa, Das Ding, 1950, así como en su otro ensayo, del año siguiente, Bauen, Wohnen, Denken y, ampliado, en sus escritos sobre el lenguaje y la poesía. A este complejo intelectual lo denomino el último Heidegger o la actualización bosónica de su pensamiento, que potencializa el sístole fermiónico, también de su pensamiento, que sale a partir de Ser y Tiempo.
Dicho esto, veamos, a más detalle, qué entiende Heidegger por tierra, cielo, divinos y mortales y cómo se comportan con la comprensión animista de los mismos.
“La tierra es la que sirviendo sostiene; la que floreciendo da frutos, extendida por peñascales y pantanales, se abre en forma de plantas y animales”.
“El cielo es el arqueado camino del sol, el curso de la luna en sus distintas fases, el fulgor de las estrellas, las estaciones del año y el paso de una a otra, la luz y el crepúsculo del día, la oscuridad y la claridad de la noche, lo hospitalario y también lo inhóspito del tiempo, el paso de las nubes y el azul profundo del éter”.
“Los divinos son los mensajeros de la divinidad que nos hacen señas. Desde la sagrada permanencia de aquélla, aparece el Dios en su presente o se ausenta en su velamiento”.
“Los mortales son los hombres. Se llaman mortales porque pueden morir. Morir significa ser capaz de la muerte, como muerte. Sólo el hombre muere y, por cierto, continuamente, mientras está sobre la tierra, bajo el cielo, ante los divinos”.
Añade Heidegger: “A esta unidad la llamamos Tetralidad. Los mortales, al habitar, están en la Cuaternidad. Pero el rasgo fundamental del habitar es el cuidar y el velar. Los mortales habitan, en tanto cuidan el Pusini. Así, pues, este cuidar, que habita, es cuádruple”.
Ahora bien, hay que decir que, desde los Andes, no nos sorprende que el Maestro de Alemania se refiera a continuación a la Chaqana [16]: su Dispositivo semiótico, echando mano de la metáfora del Puente.
Sea como fuese, lo cierto es que Heidegger empieza refiriéndose al Puente, en relación con la tierra. “El puente se extiende, ligero y fuerte, por encima de la corriente. No junta sólo dos orillas ya existentes. Es, pasando por el puente, como aparecen las orillas, en tanto tales. El puente es, propiamente, lo que deja que una se encuentre frente a la otra. Es por el puente, por el que el otro lado se opone al primero. Las orillas tampoco discurren a lo largo de la corriente, como linderos indiferentes de la tierra firme. El puente, con las orillas, lleva a la corriente las dos extensiones de paisaje que se encuentran detrás de estas orillas. Es más, lleva la corriente, las orillas y la tierra, a una vecindad recíproca. El puente coliga la tierra, como paisaje, en torno a la corriente. De este modo la conduce hacia las vegas. Los pilares del puente, que descansan en el lecho del río, aguantan el pulso de los arcos que dejan seguir su camino a las aguas de la corriente”. Relatio, ya no relata, como en Ser y Tiempo. Este es el último Heidegger.
A continuación, se refiere al puente en su vinculación con el cielo. “Tanto si las aguas avanzan, tranquilas y alegres, como si las lluvias del cielo, en la tormenta o el deshielo, se precipitan como huaicos contra los arcos, el puente está preparado para los tiempos del cielo y su talante tornadizo. Incluso allí, donde el puente cubre el río, él mantiene la corriente dirigida al cielo, recibiéndola por momentos en el vano de sus arcos y volviéndola a soltar de nuevo”.
Luego, alude al puente en su relación con los mortales. “El puente libra a la corriente a su propio curso y, al mismo tiempo, garantiza transitabilidad a los mortales, para que vayan de un país a otro, a pie, en tren o en auto. He aquí que los puentes comunican de distintas maneras. El puente de la ciudad, lleva del patio del castillo a la plaza de la catedral; el puente de la capital municipal, atravesando el río, lleva a los coches y a las cabalgaduras enganchadas a ellos a los pueblos de alrededor. El viejo puente de piedra que, sin casi hacerse notar, cruza el pequeño riachuelo, es el camino por el que cruza el carretón de la cosecha, desde los campos al poblado; lleva a la carreta de madera desde el sendero a la carretera. El puente, que atraviesa la autopista, está conectado a las redes de larga distancia, establecidas según cálculos de ingeniería que debe lograr la mayor velocidad posible. Siempre, y cada vez de un modo distinto, el puente acompaña, de un lado para otro, los fatigados caminos, vacilantes y apresurados, de los hombres, para que lleguen a las otras orillas y, finalmente, como mortales, lleguen al otro lado”.
Finalmente, se refiere a la relación del Puente con los divinos. “El puente, de pequeñas o grandes arcadas, atraviesa río y barranco — tanto si los mortales prestan atención al camino como si se olvidan de él— para que, siempre ya de camino al último puente, en el fondo, aspiren a trascender lo que les es habitual y aciago y, de este modo, se pongan ante la salvación de lo divino. El puente reúne, como el tranco que se lanza al otro lado, en la medida que conduce a los mortales ante los divinos. Tanto si la presencia de éstos es considerada como propia y agradecida, en la figura del santo del puente, como si su presencia queda ignorada o, incluso, arrinconada”.
La Chaqana heideggeriana todavía no es cosmológica y eso que la tradición occidental conoce la Vía láctea desde hace milenios y la astrofísica empieza a gatear desde finales del siglo XIX [17]. El antropocentrismo occidental todavía se resiste.
De camino al Animismo
Así, pues, en todo late la Cuaternidad: la mutua pertenencia, la primordial unidad del Tawantin. El mundo es una intersección abierta y dinámica de los cuatro: Pusi. No es ninguna de esas cuatro dimensiones en particular, sino la cuadratura misma que constela la diversidad en la unidad.
Qué duda cabe que, aquí, la metafísica (y el monoteísmo que resuena una octava más arriba) vuelve al Animismo, de donde saliera, asesinando a la Magna Mater mediterránea con la llegada de los indoeuropeos [18]. Mejor dicho: el Seyn actualiza las energías animistas bosónicas y potencializa las energías fermiónicas de la ontología: del Sein. El Animismo (que no es algo arcaico y periclitado, como muchos creen[19]; es energía bosónica) experimenta el mundo como Paridad y, luego, como complementariedad de opuestos: Pacha, debido a la ley de la gravedad y las energías electro magnéticas[20]. El Animismo activa la ley de la Analogía: “Como es arriba, es abajo y como es abajo, es arriba”. Cada realidad está abierta y esconde en sí el secreto de las otras. Cada punto de la circunferencia y la circunferencia, como un todo, son lo mismo. El todo está en la parte y la parte está en el todo. La tradición hermética vuelve a sacar la cabeza y se ve ratificada por las ciencias del nuevo paradigma y las ciencias animistas. Gran momento el que empezamos a vivir.
El animista, observando a la naturaleza, reconoce sus propios ciclos internos. Conociendo sus chacras, reconoce los chacras del planeta. Sabe de la vida de los dioses, por el hálito divino que hay en él. Para los animistas, el mito y el rito, son el lenguaje mismo de la realidad. La filosofía y la ciencia tienden a despreciar esta visión. Donde el animista ve un sentido unitario, refractándose sincrónicamente en niveles diversos de realidad, el filósofo y el científico sólo pueden ver burdas y arbitrarias relaciones de causa-efecto, establecidas entre realidades aisladas y esencialmente diversas entre sí. El animista ve la luna y el científico el dedo que señala hacia la luna.
¿Cómo se da este Kuti en Heidegger? Actualizando el lenguaje y la poesía: Werden, y potencializando lo abstracto y lo conceptual: Sein. En la noción de Geviert retoma, a través de la poesía de Hölderlin, arquetipos presentes en el pensamiento animista. Los Cuatro no existen solos ni por sí mismos, sino en y desde la unidad que los ensambla: una unidad que despliega mundo, espacio y tiempo; que no es unívoca y estática, sino dinámica y plurívoca; que es danza, ronda, juego: “juego de espejos” en el que cada cosa refleja y desvela la esencia de las demás y sólo así todo permanece en lo “propio”. Sólo “lo Otro” desvela la propia esencia, pues “lo Otro” es “lo Mismo” desde la Unidad de la Cuaternidad; desde la Unidad o Relación que mantiene a los cuatro articulados: conectados, desde su Taypi. El Geviert, en dinámico y más dimensiones, es el Toroide.
Heidegger sugiere también que el Tawantin del mundo establece la proximidad, vecindad o cercanía de las cosas. Ésta radica en el don y el mutuo cuidado; don por el que se potencian y permanecen interconectados. La cercanía/lejanía no puede comprenderse en función de meras coordenadas espacio-temporales. La cercanía tampoco consiste en la brevedad de la distancia. Algo muy lejano puede estar muy cerca de nosotros. Una distancia pequeña no es ya, por ello, cercanía. Por ello, quizá, Heidegger habla del Zeit-Spiel-Raum: el Espacio (de) Juego (del) Tiempo. Todo es reflejo de todo.
De camino hacia el Principio contradictorio
Adentrarse en el Animismo es ir dejando atrás los principios de Identidad y de No contradicción. Heidegger va a incursionar en lo reprimido de Occidente, bajo la protección de San Nicolás de Cusa y de la mano del Poeta de Alemania: Johann Christian Friedrich Hölderlin. Decir que algo está cerca, en cuanto permanece lejos, significa, o bien incurrir en contradicción o bien licencia poética. En cualquier caso, el Principio de contradicción pierde todo su sentido. La lógica y el sentido común se topan en este punto, prosaicamente, con sus propias limitaciones.
Nada en el mundo es idéntico a sí mismo: A = A: Principio de Identidad [21]. Cada cosa es literalmente todas las cosas. Ahondando, en dirección al centro de cada cosa, se revela la totalidad. El corazón de cada cosa es el centro de la circunferencia del mundo. La cosa, tal y como se muestra a la razón y a la percepción sensible, equivale a la visión de la cosa en y desde su circunferencia, desde la circunferencia del mundo [22].
La noción de Geviert apunta a este estar cada cosa en sí, estando en las demás y viceversa. Cada cosa es sí misma no siendo sí misma y no es sí misma siendo sí misma. Decir que cada cosa es un centro absoluto, es decir que doquiera que una cosa sea, el mundo “mundaniza”. Cada cosa, al estar en su elemento, está en el elemento de todas las demás cosas y estando en el elemento de todo, está en su elemento. “Todo está en todo”, afirmaba ya el Cardenal Nicolaus Chrypffs, alias Nicolás de Cusa, en su De docta ignorantia.
Sólo porque todo es, en lo Abierto del Seyn, los objetos se abren y se insertan en una red de relaciones, deviniendo así “cosas”. La palabra castellana cosa me hace ruido; no traduce bien la alemana Ding, en uso heideggeriano, y la relación de la latina res con realitas, también se nos ha perdido en el camino. La lengua alemana colapsa en werden; en tanto el idioma castellano en ser; para un castellano parlante actual, cosa es cosa: un objeto inerte, no un nudo de las relaciones que configura el mundo, como interpreta Heidegger; según él, es como un vórtice de la eclosión multidimensional del Seyn.
Grafiquemos, empero, el Zwischen al modo andino. La Pusi Chaqana, lo sombreado, es el espacio intersticial en el que acaece el mundo; es la cruz magnética en la que todo, incluidos los contrarios, y sobre todo ellos, se encuentran: Tinku, y compulsan energéticamente en ese Taypi: en ese Zwischen.
Cielo
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Entre | Divinos |
Entre
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Entre | Entre |
Tierra
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Entre | Mortales |
He aquí que, en este punto, ya estamos bastante lejos de Ser y Tiempo. Al pensar lo relacional, todos los sistemas de pensamiento, convergen. Nadie copia a nadie. Sólo vuelven a ser usadas palabras olvidadas por la supremacía de la ontología. Ahora bien, hay unos que tienen más experticia que otros, que recién empiezan a balbucear la conectividad intrínseca del sistema. Por esto, justamente, un Municipio interconectado es un Municipio del Vivir Bien [23].
El Seyn conversa: los círculos de diálogo
El Seyn habla silenciosamente y el hombre/mundo: el Jaqi [24], es su palabra hablada. La Cuaternidad es la conversación en que consiste el mundo; una conversación que articula una única voz: la voz del Seyn; que expresa, por ello, un significado global y unitario. “Somos una conversación” [25] dice bellamente Heidegger. Todo habla; todo está hablando. “El mundo no es ya una masa opaca de objetos amontonados arbitrariamente, sino un cosmos viviente, articulado y significativo. En última instancia, el mundo se revela como lenguaje. Habla al hombre por su propio modo de ser, por su estructura y sus ritmos”. Por esto, justamente, los Círculos de conversación de los Centros de conectividad son la herramienta que va a interconectar nuestros municipios [26] y al interconectar funciones, competencias y actores del municipio, el Cuadrante biocultural de la Integralidad va a permitirnos mostrar evidencias de qué sea eso del Vivir Bien, como política pública que ha sido encomendado diseñar e implementar a Biocultura. Volveré sobre ello al final.
El mundo habla al Jaqi porque ambos comparten el mismo lenguaje; porque son el mismo lenguaje; una palabra pareada: la palabra del Seyn. El tiempo y el espacio son el sucesivo hilvanarse de esta conversación. Ya que las cosas no se desenvuelven primero en el tiempo y luego en el espacio, sino que el espacio y el tiempo: pacha, se dan con las cosas mismas y son parte de su acontecer, el espacio y el tiempo también hablan.
El significado global del mundo, la palabra una del Seyn, se despliega de modo pautado, rítmico y sucesivo. Cada instante temporal es parte de ese significado global y, a su vez, reúne a dicho significado global, pues cada instante se sustenta en el ahora ilimitado en el que el tiempo es.
Y lo mismo habría que decir de los lugares del espacio. El ahora puro, como sede de todo despliegue temporal, y el espacio de lo Abierto del Ser, como sede de todo lugar, permiten que coexistan, de modo no-dual, la sucesividad y diversidad relativas y la intimidad y proximidad esencial de las cosas del mundo.
A la luz del Pusini, las cosas adquieren ritmo, lejanía, cercanía, amplitud y estrechez, porque forman parte, no de un conglomerado de objetos, sino que son el pulso de un todo sincrónica y diacrónicamente significativo y que habla por sí mismo. En esta convicción se basa el pensamiento analógico o la búsqueda de correspondencias significativas entre diversas realidades y niveles de realidad, no relacionados causalmente. El pensamiento analógico se centra en las semejanzas cualitativas de pautas y funciones, en contraste con el pensamiento analítico que cifra su atención en las diferencias y en su medición cuantitativa.
La Tetralidad nos habla, pues, de un despliegue narrativo de naturaleza arquetípica que toma la forma de la complementariedad de opuestos. Para el último Heidegger, todo lo que acontece: sich ereignet, se modela siempre en la trama universal de este Juego o Ronda de los cuatro. La permanencia del Tawantin es el reflejo, en el mundo relativo, de la universalidad del Seyn y lo que dota de elocuencia a la vida individual y a la vida comunitaria. En fin, todo es símbolo y, al mismo tiempo, nada es símbolo; pues desde la no-dualidad nada remite ya a ninguna otra cosa. Todo es: acontece, sucede.
Pusini, ayni y ch´alla en Heidegger: atisbos de la reciprocidad
Tan pronto como vamos dejando el mundo ontológico de las esencias (el ecosistema del Kapital) y vamos ingresando, por los múltiples senderos del pensar meditativo, a la red relacional que mana de la Paridad: Yanantin, y tiene una primera coagulación en el Tawantin, nos encontramos con el Ayni: la lógica del Don de la economía de reciprocidad [27] y el manejo de las energías sutiles que emanan del Geviert: la ritualidad (el ecosistema del Ayni). Ya metido en esas andanzas, el Maestro de Alemania no podía no haber atisbado las energías bosónicas que constituyen el Geviert, en su Gezweit cuántico.
En su meditación sobre La Cosa, Das Ding, glosando la metáfora taoísta del Cuenco vacío, (que no cita ni expli-cita, por cierto) el último Heidegger empieza a tejer el nido del Dar. Los verbos que salen son schenken, spenden y geben y que se traducen por dar, donar, regalar, obsequiar, distribuir, compartir… que expresan las energías, que Prigogine ha llamado, disipativas, que se oponen a las energías de la concentración y acumulación, propias del Kapitalismo. Tenemos que volver a entender la Economía como ritmo, Allrythmus o, por lo menos, como la complementariedad de chematistiké y oikonomiké [28]. La hecatombe del crecimiento sostenible unidireccional, está a la vista.
Heidegger se pregunta: “¿Cómo acoge el Vacío, el vacío de la jarra? Lo acoge recibiendo aquello que se le da: lo que se vierte en su interior. Acoge guardando lo recibido. El vacío, pues, acoge de un modo doble: recibiendo y guardando. De ahí que la palabra «a-coger» tenga un doble sentido” (las cursivas son mías, así como la traducción; yo no translitero). Zweideutig quiere decir que algo es capaz de una doble interpretación o que contiene dos sentidos [29]. Lo que llamo un “Quantum conceptual” es, justamente, esto.
Hemos entrado, sin darnos cuenta, a la era del Post: postmoderno, postfáctico, postverdad… Pase; pero hay que salir de ese purgatorio sulfuroso; rápido. Las buenas ventas editoriales están demorando el cambio de fase. Para ello, tenemos que activar la lógica del Tercero incluido para poder diseñar, proactiva y creativamente, el software de la nueva andadura civilizacional. En este doble sentido aparecen el dar y el recibir, que son un quantum conceptual: la lógica del don. Hay que dejar de pensar en átomos conceptuales. Para que emerja el Tercero Incluido tiene que explicitarse la Paridad cuántica Onda-Partícula: el Gezweit.
Lo siguiente que dice Heidegger es que el recibir y el guardar se imbrican mutuamente; se pertenecen: zusamenhören: se oyen el uno al otro: son un diálogo. “He aquí, empero, que esta unidad está determinada por el dar” que, siguiendo el sentido de la metáfora de la jarra, se convierte en ausgiessen: escanciar, verter, libar. Líneas después Heidegger precisa mi interpretación, diciendo: “El escanciar de la jarra es donar, regalar: schenken. En el don escanciado se realiza el recibir del recipiente: west das Fassen des Gefässes”. Luego viene una sentencia de sabor luriano: Tsimtsum: el origen de la creación: “Das Fassen bedarf der Leere: El coger, concebir, precisa del vacío”. “La esencia del vacío que a-coge se articula, reúne, por el don”. Una octava más arriba consuena: copular y dar: Ayni y any, en aymara. Este parágrafo concluye diciendo: “Pero he aquí que el dar: schenken, es algo más rico que el mero dilapi-dar: aus-schenken. El dar como escanciar, por el que la jarra es jarra, se ensambla en un doble vínculo: zweifache Fassen”. ¿Double Bind?: Bateson.
Después de estos prolegómenos viene su definición del don. “Llamamos don: Geschenk, regalo, a la asamblea: Versammlung, reunión, del doble vínculo cuya complementariedad: Zu-sammen, constituye la plena esencia del dar: das volle Wesen des Schenkens”. Traducido al aymara refulge mejor su sentido: “Llamamos don al ayllu, cuya complementariedad urin/aran, producen el ayni”. Y concluye: “El ajayu de la jarra, das Krughafte des Kruges, late en el don escanciado. También la jarra vacía mantiene su esencia a partir del don, aunque, como vacía, ya no pueda verter contenido alguno”.
A continuación viene otro hervor; esta vez, de sabor cosmológico. “En las aguas del don sigue latiendo el manantial. En el manantial late el peñascal: en él, el oscuro vaho de la tierra que recibe las lluvias y el rocío del cielo. En el agua del manantial vibran las nupcias del cielo con la tierra. Laten en el vino, don del fruto de la cepa, lo nutricio de la tierra y el sol que, en el cielo, vincula el uno con el otro. En el don del agua, en el obsequio del vino, vibran siempre cielo y tierra. Pero el don de lo escanciado es el ajayu de la jarra. En la esencia de la jarra laten la tierra y el cielo”.
El siguiente hervor es de naturaleza ritual. “El don de la libación, la ch´alla, puede ser una bebida. El da agua; el da vino para beber”. El don del Agua. “El don de lo escanciado es la bebida de los mortales. Calma su sed. Solaza su ocio. Anima sus asambleas. Pero el don de la jarra: la libación, se ofrece también en la ch´alla: Weihe. Cuando lo que se brinda es para ch´alla, entonces no calma sed alguna. Colma la solemnidad de la fiesta, elevándola hacia lo alto. Ahora bien, el don del trago ni se da en un despacho, Schenke, ni es el don una bebida para los mortales. El don de la bebida bendecida, late en la jarra como el don donado”.
“La bebida consagrada: la libación, es lo que la palabra asperger, derramar, rociar: Guss, propiamente designa y remite directamente a don, ofrenda y sacrificio, tanto en griego, xéein, como en indogermánico, ghu. Significa ofrecer un sacrificio: una waxta: opfern. Guss, escanciar, rociar: libar, cuando se lleva a cabo de un modo esencial, cuando se piensa de un modo cabal y se profiere de un modo auténtico es: dispensar, ofrecer sacrificios y, por ello mismo, donar: schenken”. Estamos en el corazón de la poética y política andina de la interconexión cósmica. Este es el pico sacramental del Vivir Bien. El otro pico: el relacional, es la Fiesta. Siempre par. Ya estamos bien lejos del capitalismo y el monoteísmo.
“En el don de la libación, la cha´lla, (…) se conectan a su modo los mortales. En el don de la libación (…) se conectan a su modo los divinos, que reciben de vuelta el don del dar como el don de la ofrenda. En el don de la libación, los mortales y los divinos se conectan cada uno de ellos de distinto modo. En el don de la libación se conectan cielo y tierra. En el don de la libación se conectan, al mismo tiempo, tierra y cielo, los divinos y los mortales. Los cuatro, unidos desde sí mismos, se pertenecen: se oyen, mutuamente. Anticipándose a todo lo presente, están imbricados en una única Cuaternidad. En el don de la libación, se articula la simplicidad de los Cuatro”.
Sublime descripción, estocástica, de un Círculo de conversación andino. Pijchando, cada Jaqi profiere su palabra, que es recogida por el siguiente y yapada con una nueva idea; el siguiente, a su vez recogerá ambas intervenciones y les añadirá su propio punto de vista; el siguiente, a su turno, recogerá todo lo anteriormente proferido y añadirá lo suyo, hasta que, al final de la ronda o de varias más, eclosione el Consenso (el Tercero incluido) y esa será la verdad relativa de ese sich zusamen hören, regado por la libación y alimentado por la coquita. He aquí la liturgia del Vivir Bien.
“El don de la libación, ch´alla, es don, ayni, en la medida que conecta, hace copular, a la tierra y el cielo, a los divinos y a los mortales. Pero, he aquí que conectar/copular no es ya el mero persistir de algo que está ahí. El conectar acaece. Conduce a los cuatro, a la epifanía de lo que les es propio. Desde su simplicidad, están remitidos, confiados, el uno al otro. Unidos en esta mutua pertenencia, se manifiestan, se revelan. El don de la libación consolida la simplicidad de la Cuaternidad de los Cuatro. Pero he aquí que en el don se manifiesta el ajayu de la jarra como jarra. El don reúne, coliga lo que corresponde a la libación: el doble vínculo: lo que acoge el vacío y el libar que dispensa el don”.
“Lo reunido en el don, se une a sí mismo en el hecho de que, haciéndola acaecer de un modo propio, hace permanecer la Cuaternidad. Este reunir, simple y múltiple, es el ajayu de la jarra. La lengua alemana llama a la reunión, a la asamblea, con una vieja palabra: thing”. Pero, he aquí que esta, ahora, esa es otra historia.
El Vivir Bien heideggeriano
De alguna manera, todo lo expuesto hasta ahora: la metáfora del Cuadrante, para volver a interconectar la fragmentación y atomización producida por el alfabeto que, a su vez, produce ontología: Sein; el énfasis en el espacio, tanto como res extensa como res in-tensa; el construir y el habitar; la casa, tanto como morada humana: “La casa llega a ser casa solamente a través del habitar”, como morada cósmica que Heidegger desgrana de la palabra bauen. Si escuchamos, según Heidegger, lo que el lenguaje dice en la palabra construir, oiremos tres cosas: primero, construir es propiamente habitar; luego, el habitar es la manera como los mortales son en la tierra y, finalmente, el construir como habitar se despliega en el cuidado y el poetizar: “Poetizar es propiamente dejar habitar (…) Poetizar, como dejar habitar, es un construir (…), incluso, el construir por excelencia”. Más adelante agrega: “El poetizar, antes que nada, pone al hombre sobre la tierra, lo lleva a ella, lo conduce al morar”. Con lo cual Heidegger empieza a otear el ayni, la ch´alla y el Pusisni: los ingredientes básicos de todo Vivir Bien: la economía de reciprocidad, la ritualidad: la conexión mente-naturaleza: “el entre cielo y tierra” y la integralidad.
Todo lo cual se resume y condensa en la muy citada frase del Maestro de Alemania: “Poéticamente habita el hombre sobre la tierra” que equivale a nuestro Vivir Bien sólo que, en el caso boliviano, no sólo es una palabra poética, es también una palabra política e, incluso, una palabra constitucional que, en el Programa Biocultura, tratamos de implementar como política pública [30]. Volveré sobre ello.
“Habitar poéticamente”, menta el habitar esencial que tiene que ver con lo cotidiano y lo concreto que hay en la tierra. No es “una empresa literaria”; nosotros no somos los dueños del lenguaje; es al revés: “Quien habla es el lenguaje” y esto que habla, a través nuestro, es justamente el poetizar y esta poética tiene que ver con los méritos que se hace en el construir del mundo. “Lleno de méritos, sin embargo poéticamente habita el hombre sobre la tierra”. Ahora bien, he aquí que lo que arraiga al hombre en la tierra es el poetizar; no sus obras. “El poetizar antes que nada pone al hombre sobre la tierra”. Lo ubica. Hölderlin habla de una “mirada hacia arriba: alzar la mirada”; esta mirada plantea un punto entre el cielo y la tierra donde se encuentra la medida del habitar humano que Heidegger llama Dimensión y que equilibra las fuerzas del cielo y de la tierra, posibilitando su medición. “Das Aufschauen durchmitt das Zwischen von Himmel und Erde. Dieses Zwischen ist dem Wohnen des Menschen zugemessen. Wir nennen jetzt die zugemessene Durchmessung, durch die das Zwischen von Himmel und Erde offen ist, die Dimension.” “El alzar la mirada mide de un confín a otro el Entre de cielo y tierra. Este entre es otorgado en medida al habitar del hombre. Nosotros nombramos ahora la medición de un confín a otro otorgada en medida, por la que el Entre de cielo y tierra queda abierto, la Dimensión.”. ¿Medición? Sí, medición pero no objetiva, tampoco cuantitativa. El Hombre mide, según el Poeta suavo, cuando se mide a sí mismo con los cielos: “con algo celeste y junto a algo celeste”. Es en esa compulsa, en ese tinku, que el hombre es hombre y establece el perímetro de su habitar. Esta medición tiene su propia métrica: la poética de la estadía.
No podría no aparecer la lógica del don. Poetizar es medir la manera en que el hombre recibe el don de su esencia. ¿Cómo definir una “esencia” post metafísicamente? A través del Tercero incluido: “sobre la tierra” y “debajo del cielo”: “entre-tierra-y-cielo”: en el Zwischen. Ese inasible Entre, es en lo que consiste el poetizar; mejor dicho, el poetizar acaece en el inter: intersticio, interfase, interludio, interfaz, entre dos luces…; siempre entre. ¿Cómo entender el medir cualitativamente? La raíz de la palabra indoeuropea, medir: me, nos ha regalado: medida, mensura, conmensurable, inconmensurable, inmenso, también mesura, mesurado; la palabra latina metire trae la idea de comparar una cantidad con una medida previa. De pronto, empero, salta la palabra Dios “¿Es conocido Dios?” ¿O es el desconocido por antonomasia? Dios es en el Entre: entre Dios/No-dios, entre Oculto/no-oculto. Este “medir especial” consiste en “dejar llegar lo asignado-como-medida”. Lo asignado es Dios.
Heidegger deduce de los primeros versos del poema que la respuesta es que lo que es familiar al hombre es extraño para Dios. Ahora bien, el oficio del poeta es, justamente, “hacer brillar” todo lo que es familiar al hombre y llamar al extraño, al desconocido, para que, ocultándose, se revele. Poetizar es revelar, “avistar lo extraño en lo familiar”. Ahora bien, para habitar poéticamente necesitamos medirnos, compulsarnos, con lo que Hölderlin llama la Freundlichkeit am Herzen que podemos traducir por cariño o, mejor aún, por entrañable, cálido. La bonhomía sefardí, por ejemplo, cultiva la cordialidad amistosa. Esa calidez como fruto de la experiencia de haber cumplido todos los cargos de la comunidad, se llama en aymara Ch´uyma.
Así, para terminar esta breve excursión al Vivir Bien heideggeriano, nos encontramos con los grandes conceptos del Suma Qamaña: pusini, ayni, ch´alla, ch´uyma, donde brillan las raíces qa y cha. Estamos, pues, en un modelo energético, ya no en uno lógico, regido por los principios de identidad y no contradicción. En esto estriba el Kuti post metafísico del último Heidegger. No atraviesa el Jordán, pero lo avisora y anuncia.
NOTAS
[1] Observo, pasmado, curado de maniqueísmos, al actual Estado de Israel que ha activado las energías fermiónicas. Por ello considero, como fuera de lugar, las rasgaduras de vestido, fariseas, que, últimamente, han asolado la figura de Heidegger, pergueñadas desde la escisión sujeto/objeto. Esta acritud se pudo entender en los ingenuos tiempos del Aufklärung; no ahora, que tenemos más información sobre nosotros mismos: somos un homo sapiens-demens. Y, ahora, ¿qué, después del Holocausto? La justicia positiva es punitiva y expiatoria. La justicia indígena es regenerativa y busca el re-equilibrio: la homeostasis del sistema. Un Jilakata y su Mama Talla hubieran preguntado: ¿Por qué has gasificado a tus hermanos? Hubieran recibido, probablemente, una respuesta de este corte: porque el sistema financiero, controlado por banqueros ashkenazíes, genera riqueza, que acumula privadamente, a partir del empobrecimiento de los demás (Cf. Niall Ferguson. The House of Rothschild: The World’s Banker: 1849-1999. Vol 2. Diane Publishing, 1999) Por ello, justamente, después del Anschluss el régimen nazi nacionalizó la banca Rothschild y metió a la cárcel a sus ejecutivos. El punto, pues, es el Capitalismo financiero especulativo. Hubieran recomendado, las autoridades originarias aymaras, para curar esta ruptura de los vínculos inter-humanos: minimizar al 50% las energías fermiónicas del Capitalismo y maximizar al 50% las energías bosónicas del Ayni: de la Reciprocidad. El camino del Medio. Lo cual equivale a que, para evitar nuevos Holocaustos, todos tenemos que cambiar de estilo de vida. He aquí la tarea todavía pendiente. Más que a juzgar, me inclino a meditar el modelo jurídico indígena. El Capitalismo macho, imperando hegemónicamente, es el problema. La solución: introducir el Ayni, lo femenino, para tener un modelo económico, ecológica y humanamente, equilibrado y sostenible. (Cf. mi texto: Monotheismus sive Capitalismus. Midrash a un fragmento inédito de Walter Benjamin que el curador de sus obras completas tituló Kapitalismus als Religion Traducido, anotado y comentado por el sefardí Javier Medina, desde fuera de Occidente). Así mismo, véase: Bernard Lietaer, Au coeur de la monnaie. Systèmes monétaires, inconscient collectif, archétypes et tabous. Ed. Yves Michel, 2013.
[2] Edición póstuma, en: Gesamtausgabe, III Abteilung, Band 65, editado por Fr.-W. von Herrmann, Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann, 1989.
[3] El quantum conceptual monoteísmo-animismo, que yo propongo, amerita una aclaración. Lingüísticamente, produce una disonancia cognitiva; conceptualmente, empero, pienso que es mejor que las correlaciones que sugiere el lenguaje. En el mediterráneo oriental, anterior a la era común, se podía hablar, en efecto, de monoteísmo-politeísmo o monoteísmo-cosmoteísmo e, incluso, de panteísmo o panenteísmo; había dioses. Desde los Andes, la situación es otra. Aquí no existe la noción de dios, conceptualmente hablando y no habiendo habido Prohibición de imágenes (disparador de monoteísmo) tampoco hubo figuras de sus “dioses” y, por tanto, posibilidad de idolatría. Hubo geometría sagrada. Claro, los misioneros implantaron la noción de dios, abusando de la analogía y usando de la Inquisición. Imaginar la idea de dios, en efecto, implica la noción de objetividad, que supone ontología y el principio lógico de identidad. Supuestos que no hacen masa crítica en los Andes. Aquí el modelo cognitivo es de naturaleza cuántica. Echando mano de la analogía, diríamos que “dios” es el tercero incluido de la complementariedad de opuestos o, siguiendo la analogía qabbalista, sufí y mística del Coito, diríamos que “dios” es el orgasmo. A este complejo cuántico, lo llamo Animismo en el sentido andino de que todo tiene ánimo, ajayu: todo está vivo. El universo vivo se manifiesta en todo lo vivo y todo lo vivo se manifiesta en el universo vivo. A esto la Qabbalah la llama Ain sof, la cábala cristiana del Renacimiento Anima mundi, la física: Vacio cuántico de alta energía y Santa Cruz Pachakuti lo grafica con el Ovalo central de su diagrama. Conservo Monoteísmo, empero, como el opuesto complementario de Animismo, aunque no son simétricos (probablemente sean homeomórficos), porque es la palabra que usa la tradición occidental. Uso, pues, las palabras del habla común de ambos sistemas cosmovisivos.
[4] Cf. Zohar, Danah,. The Quantum Self: Human Nature and Consciousness Defined by the New Physics. New York: William Morrow and Company, Inc. 1990. Asimismo: Zohar, Danah; Marshall, Ian. The Quantum Society: Mind, Physics, and a New Social Vision. New York, 1993.
[5] «Esa tachadura en forma de aspa, en principio sólo trata de impedir la costumbre -casi imposible de erradicar- de representarnos al ser como algo que está y subsiste por sí mismo y de cuando en cuando aparece frente al hombre. De acuerdo con esta representación, parece como si el hombre estuviese excluido fuera del «ser». Pero no sólo no está fuera, es decir, no sólo está comprendido dentro del «ser», sino que, usando al ser humano, el «ser» se ve abocado a renunciar a la apariencia del para-sí, motivo por el que tiene otra esencia distinta de la que le gustaría a la representación de un tipo de compendio que abarca la relación sujeto-objeto. Después de lo dicho, el signo del aspa no puede ser un signo meramente negativo de tachadura. Por el contrario, lo que hace es señalar las cuatro regiones del conjunto integrado por los cuatro y su reagrupamiento en el punto en que se cruza el aspa», Cf. Hitos. Madrid: Alianza Editorial, 2007, p 323.
[6] Parece que no conoció la Mecánica cuántica que es oficial, como se sabe, desde 1927: el quinto Congreso de Solvay; ni Logique et contradiction, de Stephane Lupasco, que es conocida desde 1947. Aunque, en sus elucidaciones de la poesía de Hölderlin, ya percibe, fenomenológicamente, lo contradictorio, aunque no, al modo lógico formal de Lupasco.
[7] Cf. Javier Medina, Mirar con los dos ojos. La Paz: Editorial Garza Azul, 2010.
[8] “La decadencia espiritual del planeta ha avanzado tanto que los pueblos están en peligro de perder sus últimas fuerzas intelectuales, las únicas que les permitirían ver y apreciar, como tal, esa decadencia. Esta simple constatación no tiene nada que ver con un pesimismo cultural, aunque ciertamente tampoco con el optimismo, porque el oscurecimiento del mundo, la huida de los dioses, la destrucción de la Tierra, la masificación del hombre, el odio que desconfía de cualquier acto creador y libre, han alcanzado en toda la Tierra una dimensión tal que categorías tan pueriles como pesimismo u optimismo, han quedado cortas desde hace tiempo.” Introducción a la metafísica. Barcelona: Editorial Gedisa, 1997, p 43
[9] (…) physis significa lo que crece, el crecimiento, lo propio que ha crecido en tal crecimiento (…) crecimiento no sólo de las plantas y de los animales, su surgir y perecer en tanto que mero proceso aislado, sino crecimiento como este acontecer en medio de y dominado por el cambio de las estaciones, en medio de la alternancia de día y noche, en medio del desplazamiento de los astros, de la tormenta y el tiempo y la furia de los elementos. Todo esto junto es el crecer (…) los acontecimientos que el hombre experimenta en sí mismo: engendramiento, nacimiento, infancia, madurez, envejecimiento, muerte, no son sucesos en un sentido actual y estricto de proceso natural específicamente biológico sino que corresponden al imperar general de lo ente, que comprende en sí mismo el destino humano y su historia. Los conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo, finitud, soledad. Madrid: Alianza editorial, 2007, p 51.
[10] Espejos y maíz: temas de la estructura simbólica andina. La Paz: CIPCA, 1976
[11] Para tener una perspectiva y dimensionar la apertura del último Heidegger, es bueno contrastarla con lo que, ahora, entendemos por Animismo. Resumo el estado del arte. El cosmos es Energía/Conciencia. El cosmos es un Holograma: la totalidad está presente en cada parte y puede ser discernida y reconstruida incluso cuando sólo se tienen fragmentos visualmente aparentes. El cosmos es Fractal: los mismos patrones son repetidos en todas las escalas, de lo micro a lo macro. El cosmos es un Campo unificado: hay una unidad intrínseca en la que todo lo manifiesto existe; no existe separación entre las «cosas». El cosmos es un Flujo dinámico: el universo pulsa entre el equilibrio (el vacío del punto cero) y el desequilibrio (el estado manifiesto). Cuando la energía se vuelve manifiesta, inmediatamente se crea una dinámica de polarización que crea un flujo toroidal (una forma geométrica que marca el patrón de movimiento del universo). El ser, en un universo toroidal, puede estar a la vez separado y conectado con todo lo demás. El cosmos está centrado por singularidades: cada entidad manifiesta tiene una singularidad en su centro que la conecta con el Campo unificado. El cosmos está polarizado: la energía se mueve hacia dentro y hacia fuera, se contrae y se expande, todo de manera simultánea. El cosmos es un potencial de energía infinita. El cosmos es sinérgico: el fenómeno de que el comportamiento de sistemas integrales que son más grandes e impredecibles que el comportamiento de las partes de manera separada es inherente a todos los sistemas.
[12] Recomiendo, calurosamente, la lectura meditada de la dialogía, debida a Leonardo Boff, El cuidado esencial. Ética de lo humano, compasión por la tierra. Madrid: Trotta, 2002 y El cuidado necesario. Madrid: Trotta, 2012.
[13] Existe una traducción católica de la Pachamama como Madre Tierra, de formato antropomorfo. No es muy inspiradora. La comprensión aymara es más interesante; se deja ver a partir de una lectura filológica. El prefijo pa significa par; la sílaba significativa cha significa energía y, a saber, la energía que viene del cosmos hacia la tierra (como el chi chino, por cierto) (para la energía que sale del hombre hacia afuera se usa la sílaba significativa qa), por tanto tenemos que pacha significa la complementariedad de dos energías antagónicas (onda/partícula, masculino/femenino, tiempo/espacio…). El prefijo ma significa uno; duplicado: mama, menta lo Uno, la gran unidad, pero desde una perspectiva matriarcal: el óvulo del diagrama Yamqui.. Así, pues, tendríamos la siguiente traducción conceptual de Pachamama: “La gran Unidad del universo es un Tercero incluido de naturaleza matríztica, compuesta por la complementariedad de dos energías antagónicas”. En el centro de la palabra está chama: pa-chama-ma que refuerza la idea energético dinámica de totalidad femenina: el gran Toroide. Esta comprensión se asemeja a la noción de Orden implicado: implícate Realm de David Bohm: La Totalidad y el Orden Implicado. Barcelona: Kairós, 1992. Traducido a un lenguaje ontológico se podría verter como: El ser es par; traducido a la nomenclatura del último Heidegger: El Seyn acaece como paridad. Todo esto menta la noción de Pachamama. Este es el anclaje conceptual del Vivir Bien boliviano, tal como la está trabajando el Programa Biocultura.
[14] Castro, Américo, La realidad histórica de España, México: Editorial Porrúa, 1954; asimismo: Antonio Márquez, Los alumbrados : Orígenes y filosofía (1525-1559), Madrid: Taurus, 1980
[15] Leonardo Boff resume los consensos actuales sobre el cuidado de la Madre Tierra de la siguiente manera. En primer lugar hay que considerar a la Tierra como un Todo vivo, sistémico, en el cual todas las partes son interdependientes y están inter-relacionadas. Cuidar de la Tierra es cuidar de cada ecosistema; es comprender las singularidades de cada uno, su resiliencia, su capacidad de reproducción y mantener las relaciones de colaboración y de mutualidad con todos los demás, ya que todo está relacionado y es incluyente. Comprender el ecosistema es darse cuenta de los desequilibrios que pueden ocurrir por interferencias irresponsables de nuestra cultura, voraz de bienes y servicios. Cuidar de la Tierra es principalmente cuidar de su integridad y vitalidad. Es no permitir que biomas enteros o toda una vasta región sea deforestada y así se degrade, alterando el régimen de lluvias. Es importante asegurar la integridad de toda su biocapacidad. Esto vale no solo para los seres orgánicos vivos y visibles, sino principalmente para los microorganismos. Cuidar de la Tierra es cuidar de los bienes y servicios comunes que ella gratuitamente ofrece a todos los seres vivos como agua, nutrientes, aire, semillas, fibras, climas etc. Estos bienes comunes, precisamente por ser comunes, no pueden ser privatizados y entrar como mercancías en el sistema de negocios, como está ocurriendo velozmente en todas partes. Cuidar de la Tierra es cuidar de su belleza, de sus paisajes, del esplendor de sus selvas, del encanto de sus flores, la diversidad exuberante de seres vivos de la fauna y de la flora. Cuidar de la Tierra es cuidar de su mejor producción que somos nosotros, los seres humanos, hombres y mujeres especialmente los más vulnerables. Cuidar de la Tierra es cuidar de aquello que ella a través de nuestro genio ha producido en culturas tan diversas, en lenguas tan numerosas, en arte, en ciencia, en religión, en bienes culturales especialmente en espiritualidad y religiosidad. Cuidar de la Tierra es cuidar de los sueños que ella suscita en nosotros, de cuyo material nacen los santos, los sabios, los artistas, las personas que se orientan por la luz y todo lo que de sagrado y amoroso ha surgido en la historia. Cuidar de la Tierra es, finalmente, cuidar de lo Sagrado que arde en nosotros y que nos convence de que es mejor abrazar al otro que rechazarlo y que la vida vale más que todas las riquezas de este mundo. Entonces ella será realmente la Casa Común del Ser. Vide supra: nota a pié de página número 12.
[16] Filológicamente, Chaqana se compone de la sílaba significativas cha que significa las energías que vienen del cosmos a la tierra y qa que menta las energías que salen de la tierra hacia el cosmos; chaqa, por tanto, es el dispositivo que facilita el ir y venir de las energías por el universo; se traduce, por ello, como puente (horizontalidad): lo que conecta dos orillas opuestas: complementariedad. El sufijo –na connota instrumentalidad, dispositivo: Gestell y, por ello, se suele traducir también por escalera (verticalidad): las energías que suben y bajan: reciprocidad. Una traducción sintética podría ser Conector: inter conector cósmico. En este contexto, en aymara, se suele hablar de pusi chaqana para referirse a la Cruz del Sur. La tradición judía también conoce esta metáfora con el nombre de la Escala de Jacob
[17] William Sullivan, El Secreto de los Incas, Barcelona: Grijalbo, 1999.
[18] Cf. Franz Karl Mayr, Geschichte der Philosophie. Antike. Kevelaer: Butzon und Bercker, 1966.
[19] Es muy chistoso que la civilización occidental, que se cree tan racional y desprecia tanto el Animismo y, por tanto, la magia, esté tan presa de la magia del Dinero, sobre todo en la actual etapa especulativa: crisis del 2008. El Dinero es magia al más alto grado imaginable, como ya lo intuyó Goethe, en el Fausto, y lo ha vuelto a recordar Hans Christian Biswanger, Geld und Magie. Eine ökonomische Deutung von Goethes Faust. Murmann Verlag, 2009. Nunca, como ahora, la magia (negra) ha dominado tanto el mundo. ¡Ojala la economía fuera un poquito más racional! Lo que no syn-bollein, dia-bollein.
[20] Fernando Díez, Ciencia y consciencia. El paradigma cuántico y la búsqueda espiritual. Barcelona: Editorial Kairós, 2013
[21] Repárese que la emergencia, en nuestra consciencia, de lo contradictorio, pone en jaque a la Forma Estado que se basa en el principio de identidad y no contradicción. Yo, para el Estado, soy el número de mi Carnet de Identidad. Soy Javier Medina; no también Todros Halevi o el Hijo de la lagartija y el rayo, como me llamaron los aymaras cuando nací. Véase, Todros Halevi, Edén en el Altiplano. La Paz: En un lugar de la mâcha ediciones, 2012. Esta licuefacción de la Forma Estado la está poniendo en escena, ahora, Donald Trump, urbi et orbi, en tiempo real y on line. No podemos no verlo; no puede no darnos que pensar. Trump no es una anécdota; expresa la entropía de la Forma Estado y de la Forma Democracia. Se que es doloroso aceptarlo. Si somos sonsos, una nueva edad media puede pasar de la potencia al acto.
[22] Véase Javier Medina, Ch´ulla y Yanantin. Las dos matrices de civilización que constituyen a Bolivia. La Paz: Editorial Garza Azul, 201º.
[23] Véanse los Tomos I y II de Pasos hacia una Biosofía del Vivir Bien. Este texto es el primer capítulo del III Tomo.
[24] Jaqi es el Tercero incluido de la complementariedad de varón: chacha, y mujer: warmi; como Ayllu: comunidad, es el Tercero incluido de Urin: oriente: el naciente del sol, y Aran: occidente: donde muere el sol. Estos Terceros incluidos conceptuales y verbales, provenientes de lenguajes aglutinantes, sencillamente no se pueden traducir a lenguas indoeuropeas, atomizadas por el alfabeto. Uso Jaqi, (more kabalístico, compuesto de J: hálito vital y Q: energía que sale de dentro hacia afuera) como un emblema de todo Tercero Incluido, de energías bosónicas: warmi, y energías fermiónicas: chacha, expresado en castellano.
[25] “Wir sind ein Gesprach, das bedeutet zugleich immer: wir sind ein Gesprach. Die Einheit eines Gesprachs besteht aber darin, dass jeweils im wesentlichen Wort das Eine und Selbe offenbar ist, worauf wir uns einigen, auf Grund dessen wir einig und so eigentlich wir selbst sind. Das Gesprach und seine Einheit tragt unser Dasein”. Erlauterungen…, p. 39.
[26] Cf, Raul Aramayo, Los Círculo de Diálogo. Manual operativo. La Paz: PB&CC, 2017.
[27] Cf. Dominique Temple, Teoría de la Reciprocidad. Tres tomos. La Paz: GTZ-Padep, 2003
[28] Cf. Javier Medina, Economías de la Madre Tierra. Por una nueva comprensión de la Economía. La Paz: Ministerio de Medio Ambiente y Agua y Proyecto Nacional Biocultura, 2014.
[29] En aymara todas las palabras tienen por lo menos dos sentidos: a y no-A: su contrario; el significado colapsa de acuerdo al contexto o la emoción: la entonación.
[30] Vivir Bien no en el sentido sociológico de algo “alternativo” (anticapitalista) sino como la complementariedad de las energías fermiónicas: desarrollo, capitalismo, liberalismo y de las energías bosónicas: vivir bien, reciprocidad, comunitarismo. La complementariedad de ambas energías antagónicas producen un Tercero incluido (por tanto, ya no estamos pisando terreno positivista, sino cuántico) y se basan en la lógica de “Tanto lo uno como lo otro”: sowohl als auch. Este Zwischen: el espacio de la Chaqana, es lo interesante del debate que abre el Vivir Bien boliviano. Para más detalle, véanse los dos tomos de mis textos: Pasos hacia una Biosofia del Vivir Bien.