Reportaje invitado/
El MAS pierde apoyo en algunos de sus bastiones
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Era casi imposible ver a Samuel Doria Medina caminar por las calles de Achacachi. El líder de Unidad Nacional (UN) lo hizo y sin ningún problema. Aquel bastión del Movimiento Al Socialismo (MAS) está descontento con el partido oficialista, pero se mantiene fiel al presidente Evo Morales, porque todavía goza de popularidad en esa región paceña.
Una situación similar se presenta en los otrora fortines masistas, como Colquiri, Yungas de La Paz y la ciudad de Potosí, donde el MAS tiene un desgaste y solo se acepta hablar del mandatario.
Achacachi es un caso de análisis complejo. Si bien su alcalde, Édgar Ramos, es parte del MAS, llegó en 2015 al sillón edil con tibio apoyo: el 38,22%. Sin embargo, cuando la figura de Evo ingresa al ruedo, ese porcentaje aumenta. En el referéndum del 21 de febrero del año pasado el Sí a la reelección presidencial obtuvo un 66,22%. Hoy, la localidad —donde los ponchos rojos son parte de su estructura— vive un panorama dividido, lo que restó respaldo al oficialismo.
Esnor Condori es el máximo dirigente vecinal de Achacachi. Él explica que el alcalde Ramos no puede ejercer su función con normalidad, debido a que se pidió su renuncia porque no presentó su informe de gestión. El burgomaestre gobierna desde la ciudad de El Alto.
A esa región llegó Doria Medina. El opositor participó en junio de un acto estudiantil y luego caminó por las calles del pueblo, que hace dos años amenazaba con ‘chicotear’ a los adversarios del MAS que se atrevían a llegar a la localidad.
“En Achacachi no hay obras por causa de la corrupción y por eso no aceptan al alcalde (Ramos); igual a lo que pasa en Camiri. He visto mucha esperanza por cambiar”, afirmó el líder de Unidad Nacional (UN).
Roberto de la Cruz es disidente del MAS y conoce la realidad de Achacachi. El exdirigente considera que la falta de apoyo al oficialismo en ese poblado se debe a la deficiente gestión municipal.
“El MAS no pudo capitalizar esa oportunidad que le dio Achacachi, ahora la gente no quiere saber del MAS, pero eso no significa que la derecha se adueñe del pueblo, hay opciones indígenas y vecinales”, remarca De la Cruz.
El alcalde Ramos ve planes de “desestabilización” a cargo de grupos vecinales, a los que acusa de ser parte ‘de la derecha’. El burgomaestre acepta el ingreso de los opositores, pero pide que no se ‘entrometan’ en asuntos municipales. “La situación es compleja. Todavía hay móviles políticos, pero la gestión continúa”, asegura Ramos.
El líder de los ponchos rojos, Fidel Poma, apoya al alcalde, y por lo tanto al MAS. Pide enumerar las obras en Achacachi y exige a la oposición que ‘deje trabajar’ a Ramos. “Tenemos gas domiciliario, un coliseo grande, vías asfaltadas, escuelas, plantas de industrialización, un estadio y muchas obras más que el Gobierno y la Alcaldía la gestionaron”, detalla.
Descontento en occidente
El descontento por el MAS en occidente se amplió a Yungas de La Paz. Existen municipios donde el apoyo se redujo, pero esta vez por la aprobación de la Ley General de la Hoja de Coca, que establece un máximo de 22.000 hectáreas en el país, reconociendo la producción de coca permitida de hasta 14.300 en el departamento de La Paz y de hasta 7.700 en Cochabamba.
El líder de los cocaleros yungueños, Franklin Gutiérrez, advierte que si en esta coyuntura existiera un proceso electoral, el MAS perdería en toda la región. “Hay mucho descontento por la forma en cómo el Gobierno nos trató. Las bases están enfurecidas”, recalcó el dirigente.
Y en esa visión, el ministro de Desarrollo Rural, César Cocarico, ve a los dirigentes cocaleros de Yungas como ‘rivales’ y vinculados a la oposición. “Si hablan de traición están muy equivocados, hablan como rivales políticos”, enfatizó.
El martes, el presidente Evo Morales, en el municipio de Irupana, que es parte de Yungas, se empapó de voces de apoyo de los campesinos y en ese lugar pidió unidad a los cocaleros de esa región. Gutiérrez le responde: “Anulen la ley y habrá mucha unidad”.
Colquiri, un distrito minero de La Paz, pasa por similar situación, pero en este caso por políticas de seguridad ciudadana. En esta localidad se avanza en un programa para evitar la circulación de autos indocumentados, algo que rechaza la población.
El alcalde de Colquiri, Juan Guzmán, pide a la población no mezclar asuntos de gestión con móviles políticos. “Hay acuerdos para eliminar los autos chutos, eso fue en un ampliado, pero ahora aparecen algunos tratando de buscar réditos políticos”, reclama el burgomaestre.
En Potosí la situación para el MAS está de bajada. El líder de los cívicos de esa región, Jhonny Llally, explicó que el oficialismo dejó de tener simpatizantes, a pesar de que el alcalde de la capital y el gobernador son militantes del MAS y figuras avaladas por Evo Morales.