El ciclo de proyectos para Megarepresas
CIPCA.- Desde hace algunas semanas, se ha observado una gran atención mediática a algunas propuestas de megarepresas hidroeléctricas en Bolivia. “El Bala” junto con “el Chepete” forma el proyecto hidroeléctrico más mencionado, por ser la represa más grande en una serie de proyectos existentes y nuevos que según el Plan de Desarrollo Económico y Social (PDES) permitirán atender la demanda energética del país a tiempo de contribuir a la generación de ingresos económicos, dentro de la visión de convertir Bolivia en centro energético regional. Según el Ministro de Hidrocarburos y Energía, Luis Sánchez, hasta el 2025 Bolivia pretende invertir 25.400 millones de dólares para la construcción de 21 hidroeléctricas que generarán 10.933 megavatios (MW) (Enlaces Bolivia, 14/09/2016).
Aunque según la meta 2, mencionada en la página 149 del PDES, estos proyectos hidroeléctricos buscan el “Fortalecimiento de los procesos de industrialización y transformación en armonía y equilibrio con la Madre Tierra”, tanto “el Bala” como otras hidroeléctricas incluyendo “Misicuni” en Cochabamba y el “Complejo Madera” en la Amazonía, han recibido fuertes críticas en relación a sus potenciales impactos ambientales negativos, además de efectos negativos que podrían generarse para las poblaciones locales dentro del área de afectación, tanto arriba como debajo de las represas.
En especial en los medios populares de internet se ha dado un debate fuerte, con posiciones intransigentes de ambos lados, que no necesariamente contribuyen a una evaluación, prevención o mitigación de los posibles impactos. En muchos casos se parece omitir que a nivel mundial ya se han construido centenas de grandes represas, y que, considerando las experiencias correspondientes, tanto en los tratados internacionales como en la legislación nacional existe un amplio marco normativo que permite tomar en cuenta los posibles impactos negativos. Más allá de contribuir a un análisis de las posibles ventajas y desventajas de las represas, mediante la presente nota quiero intentar contribuir a un debate más productivo, resumiendo los principales pasos dentro del ciclo de la construcción de las grandes represas, basándome principalmente en una síntesis de las evaluaciones de impactos de megarepresas a nivel mundial por parte de R. Garandeau y colegas 2014 (Biophysical, socioeconomic and geopolitical impacts assessments of large dams; an overview).
Paso 1: Evaluación de necesidades y alternativas: Incluye un análisis de necesidades (ej. energía, irrigación), la evaluación de alternativas técnicas, y la selección de la opción preferida (costos-beneficios). Requiere una evaluación preliminar de impactos esperados como herramienta para la selección de alternativas.
Paso 2: Planificación y diseño: Incluye la elaboración de un diseño detallado y la planificación de la ejecución del proyecto. Requiere estudios base para posteriores evaluaciones de impacto. Mayormente con evaluación de impactos ambientales (EIA)
Paso 3: Licencias: Aprobación de diseños finales por autoridades nacionales. Permite el monitoreo y la evaluación de los objetivos, impactos y riesgos, además de ajustes por cambios condicionales. El diseño final debe ir acompañado por un Estudio de Impacto completo, incluyendo un análisis “escenario cero” (sin represa).
Paso 4: Construcción: Con planes y diseños detallados y licencias correspondientes, se inicia la construcción física. Durante la construcción los Estudios de Impacto permiten guiar a los actores involucrados acerca de sus derechos y responsabilidades.
Paso 5: Puesto en marcha: Se refiere al periodo de llenado de la represa e inicio de operaciones. Puede tardar varios años. Requiere un chequeo del cumplimiento del Estudio de Impacto
Paso 6: Operación y mantenimiento: La vida normal de la represa, bajo plena capacidad, requiere mantenimiento y monitoreo. El Estudio de Impacto puede influir operación y mantenimiento identificando reglas de manejo.
Paso 7: Monitoreo y nuevas licencias: Legislación define periodos para monitoreo y mantenimiento. Requiere renovación licencias. Requiere la evaluación periódica de impactos, y actualización de los estudios
Paso 8: Eliminación: Cuando la represa no cumple con la regulación nacional, se puede decomisar, implicando que se abre las puertas o incluso se la destruye para restituir el flujo natural del río. Nuevamente puede generar impactos negativos y positivos que requieren de estudios adicionales.